Debe haber sido a principios de 1974 que vi a Jaime Keller Torres por primera vez. En el edificio en el que en esa época se encontraba la dirección de la escuela y el departamento de matemáticas, donde hoy están la caja y servicios escolares. Alguién me dijo que era el jefe del departamento de física y recuerdo muy claramente que traía uno de los libros de Feynmman bajo el brazo, lo que me llamó la atención. Se hablaba de él como de una persona muy talentosa.
En esa primera época interactuamos muy poco, yo pertenecía al departamento de matemáticas, lidereado por el carismático Jorge Ludlow y el deparatmento de física estaba en la práctica conducido por una serie de “segundos de a bordo”, entre los que recuerdo a Juan Fritz, Carlos Franco de Ajuria y Fernando Villarreal. Subjefes de departamento matutinos y vespertinos, así arrancó toda esa área de fisicomatemáticas, que más adelnate dominaría la Mafia.
Creo que después, Keller, fue Consejero Técnico, con escasas visitas a Cuautitlán. En el tiempo en que estaba yo en Europa doctorándome, Keller fue Jefe de la División de Químico Biológicas. En la preparatoria había sido compañero en el CUM de quien en ese momento era director de la Escuela, el Ingeniero Guillermo Aguilar Campuzano. En esa tarea estuvo fuertemente apoyado por Jorge Mrtinez Peniche, a quien recuerdo haber visto preparando los datos para los acuerdos periódicos de Keller con el director.
Para esas fechas mi amistad con Federico Martín Polo, Alejandro Pisanty, el mismo Jorge Martinez Peniche, Javier Bourges, Carlos Amador y muchos más Químicos e Ingenieros Químicos que había ido conociendo, me había ido acercando al grupo de Química Teórica de la Facultad de Química y había empezado a tratar mas de cerca a Keller.
Cuando fundamos el Colegio Académico y editamos la Revista Marcha, Keller estuvo cerca de la revista y de las actividades del colegio, participando en foros organizados por éste y firmando incluso algunas de las cartas del colegio.
A la salida de Aguilar Campuzano de la dirección, Keller tomó distancia de la escuela. Había traído a tres físicos del Cinvestav (Rodrigo, Albino y no recuerdo el tercer nombre), que trabajaban en temas del modelo Standard y me llamó para que viera si podía intermediar para transferirlos del departamento de química al de física. Hablé con María Luisa Arias y se hizo el cambio.
Al terminar el periodo de José Luis Galván, se inició la auscultación para la elección de director de la ya entonces FESC. En algun momento del proceso Keller me llamó por teléfono y me dijo si podía ayudarlo. Yo estaba pensando en tomar mi sabático y ya tenía apalabrada una estancia en el IMP, con la Dra. Marisa Ruíz Santoyo, pero le tenía simpatía a Keller y creía que podía ser un buen director, así que acepté.
Era rector en ese momento el Dr. Sarukhan. Un rector muy académico, preopcupado por las Unidades Multidisciplinarias y por el nivel académico de los directores de las dependencias. El Dr. Sarukhan y Keller se conocían del SNI, donde Jaime Keller formaba parte de la comisión dictaminadora de su área. Sin duda el Dr. Sarukhan veía en Keller un buen candidato y lo colocó en la terna. Sin embargo el Dr. Sarukhan era también muy respetuoso de la independencia de la Junta de Gobierno, así que una vez en la terna, el Dr. Keller me volvió a llamar por telefono. Me dijo que si estaba yo de acuerdo en que el día de la elección me llamara por la noche para hacerme saber el resultado. Le contesté que no solo estaba de acuerdo, sino que se lo pedía por favor.
La noche de la elección recibí una llamada del Dr. Keller diciéndome que lo habían nombrado director (era el 11 de diciciembre). Me preguntó si podía ir a su casa al día siguiente con un grupo mínimo de personas que nos pudieran ayudar a administrar la escuela. Llamé por teléfono a profesores con los que los anhelos compartidos de hacer de Cuautitlán una gran escuela, había ido tejiendo lazos de amistad y nos presentamos al día siguiente en casa de Jaime Keller.
Yo seguía pensando en irme de sabático, a partir de enero, al IMP pero la inercia que tomaban los acontecimientos y la oferta de hacerme cargo de la Secretaría Académica, me hicieron reconsiderarlo. De hecho la primera sesión de Consejo Técnico, ya encabezada por el Dr. Keller, recibió la petición de diferir el sábatico, cuya solicitud ya había pasado en otra sesión anterior.
Vino entonces el periodo Keller. Empecé a conocerlo mejor, era un hombre sumamente pragmático y no muy afecto a los reglamentos ni a la disciplina. En aras de obtener el resultado que perseguía no le importaba “brincarse las trancas” .
Creo que pudimos hacer bien ciertas cosas, había mucho entusiasmo. Acababa de terminar el Congreso Universitario y teníamos un Coordinador General para el desarrollo académico de las Unidades Multidisciplinarias, el Dr. José Laguna. No voy a hacer un recuento de su administración, sería demasiado largo. Diré solamente que ésta -o al menos el primer periodo- estuvo marcada por el continuo enfrentamiento con el Consejo Técnico, encabezado por el lider de la mafia: Armando Aguilar.
A la distancia, comprendo que yo no compartía el proyecto de Keller. Yo no sentía ningún entusiasmo por construir a como fuera, ni en crear nuevas carreras al vapor o realizar la planeación de los vicerectorados. En cambio me animaba pensar el desarrollo del cómputo como herramienta educativa y el desarrollo de las Unidades Multidisciplinarias; sentía mucho más empatía por el proyecto del Dr. Laguna, que por el de Jaime Keller. Me satisfacia más mi actividad como representante, ante el comité de cómputo del rector, de las Unidades Multidisciplinarias, que estarme “peleaando” con los enredos que causaba la improvisación por una parte y la grilla del Consejo Técnico, por otra.
Mi relación con Jaime Keller se fue deteriorando poco a poco. Contribuyeron a ese desgaste también otros factores, como cierta insensibilidad de mi parte, que en mi entusiasmo por llevar a cabo ciertas tareas, arrojaba demasiada luz sobre las actividades de la Secretaría Académica, como por ejemplo: los ciclos de conferencias de Ciencia, Conciencia y Café, en cuya programación no consulté al director y en consecuencia ocurrían en fechas y horarios en los que él no podía asistir. Otros factores fueron nuestros respectivos orgullos. Alguna vez el Dr. Keller me mando decir: “Esta bien el orgullo, pero no tanto”, en otra que no olvidara que el Director era él. Ya para que recordar la famosa comida de toma de posesión en el CIM, en la cual Keller, no se bajó ni del coche.
Durante el segundo periodo de Keller yo ya estaba en DGSCA y cuando vino el cambio de director, apoyamos la candidatura de Juan Antonio Montaraz. Cuando Juan Antonio tomó posición, estábamos entre la gente que flanqueaba el paso de las personas que se movían hacía adentro o hacía afuera de la sala del Consejo. Cuando pasó Keller por donde estábamos nosotros, se detuvo. Me dio un abrazo y me dijo: “Le deseo que le vaya muy bien”. Yo también doctor, le contesté. Y con ese humor tan peculiar que tenía, me respondió: “Pero yo sí, de a deverás”.
Cuando dejo de ser director, lo vi ya muy poco. Me nteré de su muerte el sábado y como pueden ver, la noticia me revolvió muchas vivencias. Cierto que mi relación con él no fue facil, cierto que tuvo muchas diferencias con sus colaboradores en la Facultad de Química. No creo que la muerte vuelva mejor a nadie, pero pienso que todos tenemos claroscuros y que a la hora de recordar hay que hacerlo de las mejores cosas. Así me quedé pensando en mi recuerdo favorito de Keller y es éste: Organizamos un paseo con nuestra familias y la de Keller, a visitar un sitio de fósiles en Tehuacan, Puebla. Caminamos un buen rato de la mañana, bajo el sol, por el lecho de un rio seco, volteando las piedras en busca de fósiles. Keller, era afable con los niños y la noche anterior los había estado enseñando a jugar dominó. Mi hija Mariana lo vio caminando, un poco solo, a lo lejos y me preguntó: “Papá, porqué trae pantalón de casimir, para buscar fósiles? Ese es mi recuerdo preferido de Keller, la del ser humano, un poco solo, un poco fuera de contexto, con curiosidad por la ciencia, con gusto docente.