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lunes, 23 de septiembre de 2013

Dr. Jesús Guzmán García. Recuerdos desordenados.


 

Me enteré casi por casualidad. Saliendo del campo 1 de la FESC paso, como de costumbre, frente a las mamparas siempre llenas de propaganda, que casi nunca leo. Pero esta vez atraen mi atención las labores de limpia que realizan, un par de trabajadores,  de los innumerables papeles ahí pegados. 
Me fijo en el que están retirando en ese momento.  Veo que dice “Homenaje Póstumo” y me detengo a seguir leyendo.  Leo que se trata de un homenaje al Dr. Jesús Guzmán, primer director de la Fes Cuautitlán.
De inmediato vienen a mi mente muchos recuerdos, el primero -quizás por la pena que sentí, ese día- es  el de aquella ocasión, hace 39 años, en que a las afueras de la escuela unos profesores jóvenes  y unos alumnos, nos correteábamos unos a otros, con globos de agua y con las mangueras de los mecheros bunsen llenas de agua.  Debe haber sido un día de San Juan y yo, que ya había sido bañado, perseguía a alguien para tomar revancha.

En mi cara se debe haber percibido la determinación de alcanzarlo y vaciarle el contenido de la manguera de gas, llena de agua en esos momentos.  Sin duda lo hubiera bañado sino hubiera pasado entre el perseguido y yo, nada más ni nada menos, que el director de la escuela (entonces la FESC era la Escuela Nacional de Estudios Profesionales ENEP): El Dr. Jesús Guzmán García.

Alcancé a detener mi carrera para no atropellar al director y vi que veía mi pelo mojado escurriendo agua, las manos que no sabía dónde esconderlas y mi gesto de pena. El director apresuró el paso y como si de nada se tratará me saludo con una sonrisa: buenos días!

Yo me había dado ya por despedido, pero no fue así. El Dr. Guzmán era una persona sumamente humana y comprensiva, lo demostró esa vez y muchas más. 

Recuerdo en particular las muchas noches que pasamos en vela cuando el primer paro estudiantil de la escuela, llevó a la formación de la llamada comisión tripartitra. En esa comisión había representantes de los profesores, de los alumnos y de las autoridades. El Dr. Guzmán, en persona, encabezaba las sesiones de la comisión que, con frecuencia, se prolongaban hasta el amanecer del día siguiente.

En esa comisión estaban  también por parte de los profesores, Jorge Martínez Peniche y Juan Antonio Montaraz. Montaraz y Patricia Miranda, entonces alumna de la escuela, tuvieron tal simpatía por el Dr. Guzmán que lo invitaron a ser padrino de su boda y él aceptó.

Montaraz en un principio era el presidente del colegio de  Aapaunam de ciencias biológicas (a lo mejor me equivoco, pero creo que no: el presidente del colegio de veterinaria era Esteban). Más tarde Juan Antonio se afilió al Spaunam y estuvo con nosotros en la huelga del Stunam en 1977. 

Cuando la policía entró a Ciudad Universitaria, hablamos personalmente con el Dr. Guzmán. Lo vimos en la casa de uno de sus colaboradores en Cuautitlán Izcalli y nos dijo su preocupación por nosotros, nos pidió no correr riesgos. Su postura era la de un compañero de trabajo, con mayor experiencia. 

Recuerdo que al final de la plática le dijimos que nosotros haríamos lo que el Consejo General de Huelga decidiera.  Al despedirnos nos dimos la mano y le dijimos que aunque desde dos barcos diferentes, estábamos librando la misma batalla: la batalla por la mejora de la Universidad.

Su cara en ese momento era la misma que la que recuerdo el día que por poco choco con él, mientras perseguía yo a alguien para mojarlo. Una expresión indefinible mezcla de simpatía y sapiensia.

Al  acercarse el final de su primer periodo, fue muy enfático en que no deseaba reelegirse. Cumplió cabalmente hasta el último día su encargo, pero nunca se separó del todo de la escuela. Cada vez que la visitaba era recibido con muchas muestras de cariño, no solo de los profesores que lo habían conocido, sino también de alumnos que ahora eran profesores.

Cuando la escuela cumplió seis años, nosotros ya habíamos creado el Colegio Académico. Invitamos al Dr. Guzmán a que tuviera una conversación con quien en ese momento dirigía la escuela: El Ingeniero Manuel Viejo, me tocó el honor de fungir como moderador de esa conversación. 

No me quiero adentrar ahora en las anécdotas de lo que se dijo en esa plática, más bien decir que esto de reunir a los ex directores y director en funciones, para conversar, como parte de los aniversarios de la escuela se convirtió casi en una costumbre.

Es cierto que he dicho muy poco de la labor del Dr. Guzmán como científico y es que no lo conocí en esa faceta. Puedo, sin embargo,  mencionar dos cosas: una que el grupo de posgrado, que encabezó Carlos Pijoan, se consolidó para permitir la transición de la escuela a facultad, gracias al apoyo del Dr. Guzmán. Los profesores de esa área, seguramente podrán hablar mucho mejor que yo de esa labor. Dos, que el Dr. José Laguna, con quien más adelante tuve la fortuna de tener una amistad, siempre me habló muy bien de la labor del Dr. Guzmán.
Hoy el edificio del posgrado en Campo 1 lleva el nombre de Carlos Pijoan y el de la Unidad de seminarios en Campo 1 lleva el nombre del Dr. Guzmán, me parece a mí, que muy merecidamente.

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