El
6 de diciembre del 2014, como parte de la FIL de
Guadalajara, me hicieron favor de acompañarme en
la presentación del libro Eros y Tánatos, Margarita Ontiveros, que
ha sido editora de algún libro mío en el pasado, Rosario Rogel,
responsable del programa editorial de la Universidad Autónoma de
México y Alejandro de la Mora, que fue mi profesor de literatura en
la preparatoria y director del grupo de teatro experimental, en que
participaba yo como
estudiante.
Alejandro
leyó unas palabras que ahora comparto con los lectores del blog.
Para publicarlas aquí, las he dividido, por razones
de su extensión y temática, en dos partes. La
primera en la que aparece el misterioso personaje de ¿En que puedo
ayudarlo? para darle
al “tal de la Mora” un texto, que es el que él lee. En esa parte
inicial De la Mora borda
sobre la importancia económica de la cultura, sobre el prólogo,
escrito por Mabel Hernández y sobre la estructura general del libro, no sin antes aludir a la situación del país.
En la segunda -casi obligado por la concurrencia, según el apócrifo
escrito- el ponente opina sobre los cuentos.
Publico
ambas partes en dos entregas consecutivas con la casi seguridad de
que los lectores del blog las disfrutarán
tanto como yo.
El
mensaje de la mujer que veía con los ojos cerrados.
Este
texto no lo escribí yo, me lo dio en una memoria USB una mujer de
falda larga,
que veía con los ojos cerrados, que repentinamente apareció frente
a mí, cuando
yo buscaba desesperado en uno de los estands de esta FIL, las
cuartillas
que
había preparado para este evento.
–No
busques más, es inútil. Me espetó
–¿Qué
es inútil? ¿Cómo sabes qué busco algo?
–No
tengo tiempo, ni es mi costumbre explicar. Aquí hallarás un archivo
que resolverá
tu problema.
Hecha
esta aclaración, inicio la lectura.
En
un país convulsionado por la falta de justicia, conversan sobre
literatura, de manera
similar a como lo hacían los Formalistas en la época de la
revolución bolchevique,
un selecto grupo de personas. Para nuestro consuelo, los historiadores
han dado cabida a ambos. A unos en la historia de la cultura, a otros en
la historia con H mayúscula.
Esta
agradabilísima conversación se lleva al cabo en las fronteras de la
vigésima octava
vuelta de una Feria que inició la Universidad de Guadalajara. En la
misma, un
espacio para hacer negocios relacionados con la industria editorial y
para
banquetes
culturales presididos por la literatura, más de 1900 editoriales
exhiben sus
productos. Estamos en una sala que lleva el nombre del autor de
Ojerosa y pintada.
Un
tal Alejandro de la Mora, al que Rafael Fernández Flores le dedicó
un inestimable
ramillete de cuentos agrupados bajo la denominación de Eros
y Tánatos, comenta
que la cultura, según el INEGI, aporta al Producto Interno Bruto del
país
el
2.7 %. Desglosado de esta manera: El mercado aporta 2.0, la Gestión
del gobierno
0.1 y los Productos culturales de los hogares 0.6. Agrega que el centralismo
de este país se evidencia en la industria editorial, pues (señala
de la Mora)
una de cada cuatro unidades económicas
implicadas en los procesos de la
cadena del libro (25%) se hallan en la Ciudad
de México, y que con excepción de
4 de los estados de la República Mexicana (Veracruz 5.4, Puebla 5.8,
Jalisco 6.7 y
México 11.2) los demás estados no alcanzan el 5 %. En otras
palabras, más del 50
% de las unidades económicas implicadas en los procesos de la cadena
del libro se
hallan en 5 entidades federativas de nuestro país.
Posteriormente da lectura a: “Y aquella mujer”.
Y
aquella mujer –¿se llamaba?– tan sensible, tan torpe que se
veía, tan
como
despistada; pero no daba paso sin huarache y ¡sabía escoger tan
bien
a sus amigos! Pero ¿pero qué hacía, cómo se llamaba?
(Un
texto de un jalisciense nacido en 1942.)
Con
base en los dos enunciados interrogativos que aparecen en “Y
aquella mujer”, el
Alejandro se suelta un rollísimo en el que nos refiere un cuento de
RFF, “Es el de
ella” que no forma parte de esta colección, escrito únicamente
con enunciados de
este tipo (un total de 37), que ilustra magistralmente la técnica
del monólogo interior
y, primordialmente, cómo vincular la anécdota al título de un
cuento.
Aunque
de la Mora no lo dice, suponemos que “Y aquella mujer” está
relacionado con
el larguísimo primer cuento de Eros y Tánatos
que Fernández Flores tituló “Está
en su naturaleza”. Según
DLM, la protagonista de este texto está diseñada como una heroína
de la picaresca,
similar al personaje de La lozana andaluza de
Francisco Delicado (1528).
Ya
encarrerado el de la Mora ése, salió con que algunos trazos de las
viñetas de la portada
y la portadilla del libro objeto de esta nota, le recordaron al
personaje Denisse
de Eco, un diseñador gráfico que publicó
en el Sábado de Batis
de1985 a 1993.
Habría
que señalar que antes de los comentarios relacionados con el relato
“Está en
su naturaleza”, el charlista mencionó el Prólogo escrito por Ma.
Isabel
Hernández Guerra del que comentó que se trataba de una excelente, no obstante incompleta, semblanza del autor. Al parecer, la prologuista no da cuenta de las andanzas del autor de Eros y Tánatos por el mundo de la farándula actoral. En efecto, en algún momento de la presentación que Alejandro de la Mora hizo al libro, refirió que Rafael Fernández actuó en varias obras de teatro montadas por el
Grupo de Teatro Experimental de la ULSA.
Se
expuso asimismo que Rafael Fernández Flores proporcionó una
estructura dialéctica
a su brillante colección de cuentos. Eros (tesis), la primera
partición, contiene
tres cuentos. Tánatos (antítesis) la segunda, 4 cuentos. Eros y
Tánatos (síntesis)
la tercera, agrupa dos relatos.