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viernes, 19 de diciembre de 2014

El mensaje de la mujer que veía con los ojos cerrados.

El 6 de diciembre del 2014, como parte de la FIL de Guadalajara, me hicieron favor de acompañarme en la presentación del libro Eros y Tánatos, Margarita Ontiveros, que ha sido editora de algún libro mío en el pasado, Rosario Rogel, responsable del programa editorial de la Universidad Autónoma de México y Alejandro de la Mora, que fue mi profesor de literatura en la preparatoria y director del grupo de teatro experimental, en que participaba yo como estudiante.
Alejandro leyó unas palabras que ahora comparto con los lectores del blog. Para publicarlas aquí, las he dividido, por razones de su extensión y temática, en dos partes. La primera en la que aparece el misterioso personaje de ¿En que puedo ayudarlo? para darle al “tal de la Mora” un texto, que es el que él lee. En esa parte inicial De la Mora borda sobre la importancia económica de la cultura, sobre el prólogo, escrito por Mabel Hernández y sobre la estructura general del libro, no sin antes aludir a la situación del país. En la segunda -casi obligado por la concurrencia, según el apócrifo escrito- el ponente opina sobre los cuentos.
Publico ambas partes en dos entregas consecutivas con la casi seguridad de que los lectores del blog las disfrutarán tanto como yo.


El mensaje de la mujer que veía con los ojos cerrados.

Este texto no lo escribí yo, me lo dio en una memoria USB una mujer de falda larga, que veía con los ojos cerrados, que repentinamente apareció frente a mí, cuando yo buscaba desesperado en uno de los estands de esta FIL, las cuartillas
que había preparado para este evento.

No busques más, es inútil. Me espetó

¿Qué es inútil? ¿Cómo sabes qué busco algo?

No tengo tiempo, ni es mi costumbre explicar. Aquí hallarás un archivo que resolverá tu problema.

Hecha esta aclaración, inicio la lectura.


En un país convulsionado por la falta de justicia, conversan sobre literatura, de manera similar a como lo hacían los Formalistas en la época de la revolución bolchevique, un selecto grupo de personas. Para nuestro consuelo, los historiadores han dado cabida a ambos. A unos en la historia de la cultura, a otros en la historia con H mayúscula.

Esta agradabilísima conversación se lleva al cabo en las fronteras de la vigésima octava vuelta de una Feria que inició la Universidad de Guadalajara. En la misma, un espacio para hacer negocios relacionados con la industria editorial y para
banquetes culturales presididos por la literatura, más de 1900 editoriales exhiben sus productos. Estamos en una sala que lleva el nombre del autor de Ojerosa y pintada.



Un tal Alejandro de la Mora, al que Rafael Fernández Flores le dedicó un inestimable ramillete de cuentos agrupados bajo la denominación de Eros y Tánatos, comenta que la cultura, según el INEGI, aporta al Producto Interno Bruto del país
el 2.7 %. Desglosado de esta manera: El mercado aporta 2.0, la Gestión del gobierno 0.1 y los Productos culturales de los hogares 0.6. Agrega que el centralismo de este país se evidencia en la industria editorial, pues (señala de la Mora) una de cada cuatro unidades económicas implicadas en los procesos de la cadena del libro (25%) se hallan en la Ciudad de México, y que con excepción de 4 de los estados de la República Mexicana (Veracruz 5.4, Puebla 5.8, Jalisco 6.7 y México 11.2) los demás estados no alcanzan el 5 %. En otras palabras, más del 50 % de las unidades económicas implicadas en los procesos de la cadena del libro se hallan en 5 entidades federativas de nuestro país.
Posteriormente da lectura a: “Y aquella mujer”.


Y aquella mujer –¿se llamaba?– tan sensible, tan torpe que se veía, tan

como despistada; pero no daba paso sin huarache y ¡sabía escoger tan

bien a sus amigos! Pero ¿pero qué hacía, cómo se llamaba?

(Un texto de un jalisciense nacido en 1942.)


Con base en los dos enunciados interrogativos que aparecen en “Y aquella mujer”, el Alejandro se suelta un rollísimo en el que nos refiere un cuento de RFF, “Es el de ella” que no forma parte de esta colección, escrito únicamente con enunciados de este tipo (un total de 37), que ilustra magistralmente la técnica del monólogo interior y, primordialmente, cómo vincular la anécdota al título de un cuento.
Aunque de la Mora no lo dice, suponemos que “Y aquella mujer” está relacionado con el larguísimo primer cuento de Eros y Tánatos que Fernández Flores titulóEstá en su naturaleza”. Según DLM, la protagonista de este texto está diseñada como una heroína de la picaresca, similar al personaje de La lozana andaluza de Francisco Delicado (1528).

Ya encarrerado el de la Mora ése, salió con que algunos trazos de las viñetas de la portada y la portadilla del libro objeto de esta nota, le recordaron al personaje Denisse de Eco, un diseñador gráfico que publicó en el Sábado de Batis de1985 a 1993.
Habría que señalar que antes de los comentarios relacionados con el relato “Está en su naturaleza”, el charlista mencionó el Prólogo escrito por Ma. Isabel
Hernández Guerra del que comentó que se trataba de una excelente, no obstante incompleta, semblanza del autor. Al parecer, la prologuista no da cuenta de las andanzas del autor de Eros y Tánatos por el mundo de la farándula actoral. En efecto, en algún momento de la presentación que Alejandro de la Mora hizo al libro, refirió que Rafael Fernández actuó en varias obras de teatro montadas por el
Grupo de Teatro Experimental de la ULSA.

Se expuso asimismo que Rafael Fernández Flores proporcionó una estructura dialéctica a su brillante colección de cuentos. Eros (tesis), la primera partición, contiene tres cuentos. Tánatos (antítesis) la segunda, 4 cuentos. Eros y Tánatos (síntesis) la tercera, agrupa dos relatos.

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