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domingo, 20 de julio de 2014

Poesía que respira.


Debe haber sido en el 2006 que di un curso de tecnología para alumnos de comunicación en la FES Acatlán. Recuerdo de ese grupo, por lo menos a tres personas por sus nombres: Cynthia Gasca, Liliana del Carmen y Sandra Peña. La primera de ellas trabajó, más adelante, en Servicio de Consultoría de Valor Agregado (VAS), a la segunda le decía yo, con camaradería, la Señorita Flame, por los flamazos (es el término que se usa) , llenos de sinceridad que lanzaba en las ciber-comunicaciones que manteníamos en el grupo.
Recuerdo a las tres, porque las tres son personas inteligentes y como tal se conducían en clase. Cynthia tomaba un marcador y de lo que iba yo diciendo en la clase, ella iba haciendo un mapa mental en el pizarrón. Liliana del Carmen nos regalaba su incinerante humor y Sandra participaba con puntos de vista siempre originales.
Facebook no estaba tan extendido en México o por lo menos no recuerdo que lo hayamos analizado en clase, donde por cierto si hicimos algunos ejercicios con Myspace. Sin embargo, andando el tiempo nos hemos encontrado en la red creada por Zuckerberg.
Mediante esta red social me enteré que Sandra había publicado algunos (no puedo creer que sean todos) de sus poemas. El gusto de Sandra por la literatura era obvio desde el salón de clase y también en algunos de sus posts en el feis.
Obvio le pregunté donde podía comprar el libro. Sandra tuvo la gentileza de traermelo personalmente. La mala suerte, o el exceso de celo del portero, no nos hicieron coincidir, pero recibí el libro y agradezco la dedicatoria.
El libro es el volumen 2 de la serie “Poesía que respira.” En la presentación que de la serie hace el editor José Fons Textosterona dice: “Como una demostración de afecto y admiración, Textosterona produce la línea “Vivos y Tecleando”, inspirada en la lectura de los Poetas y escritores amigos del foro TEXTUAL” (...) Nos afanamos a participar de su obra y nos tomamos la mano con ellos bajo cualquier circunstancia, en la trayectoria que han elegido”.
Aclara una nota, al final, que: “La presente colección ha sido financiada y completada gracias al apoyo de Textosterona aplicando el método llamado: TANDA-LIBRO”. Todos los autores se autopublican acompañados.
Sandra hizo el favor de traerme no sólo el volumen tres en el que aparecen sus poemas, al lado de los de Odeen Rocha; sino también el dos, donde lo hacen los de Milred Yaeli y Armando Sosa. 
Por el gusto de compartir, les dejo fragmentos de algunos de los poemas de los dos volúmenes.

De Te regalo el Rocío de la primera mañana del fin del mundo de Sandra Peña:
El mundo se esta acabando
Y caray, piensa que alrededor del planeta 
Miles de millones se están besando
Y el mundo se esta acabando
Y tú aquí leyéndome.

Sal a besar a alguien ahora.

De Esos poetas del futuro que cantaba Walt de Odeen Rocha:
Dónde están esos poetas
Del futuro que cantaba Walt desde los bosques
De América
En el norte
Aquí está ese futuro del que Hablaba
Con canción
¡Somos nosotros!
Los poetas del futuro

De Frases de Milred Yaeli.
Líbranos señor de encontrarnos años después con nuestros grandes amores...

De Muerto y Amando de Armando Sosa
Sali de algo que aún no he descifrado,
Que mantengo en secreto
Por si el apocalipsis llega.
Salí al cielo nublado de un poderoso gris,
Con la ventila golpéandome en el hocico.
Y yo iba muerto
¡Sí señores! ¡Iba muerto! Lo juro.

Para terminar de A mi rómpeme las medias no el corazón de Sandra Peña.

Levanta el borde
De mi falda
Y tapa mi sol
Con tus dedos
Rómpeme las medias
Pero no el corazón.

No se donde puedan comprar los libros, pero en mi facebook tengo a Sandra como amiga, quizás si le mandan un mensaje, ella pueda decirles.

martes, 1 de julio de 2014

¿El uso es ley?

El texto que publiqué aquí sobre participios pasivos, recibió a vuelta de correo, la respuesta que ahora transcribo. Procede del Dr (en matemáticas) Carlos Mendoza Durán. Escrito oportuno pues habla también de la evolución del lenguaje y de la sentencia de El uso es ley. Los dejo con los argumentos del Académico Mendoza:


Le contesto a su escrito sobre participios irregulares.
Antes de empezar mi sesuda disquisición, permita Ud. una declaración exculpatoria: los asuntos del lenguaje son la casa del jabonero.
Una vez hecha la anterior, confieso que para escribir "disquisición", me fui a ver el diccionario y me encontré un poema: disquisción quiere decir, a la vez: estudio riguroso examinando cacho a cacho, y disgresión. Envalentonado por este espaldarazo que me otorga la Real, enrumbo por este mamotreto que examinará cacho a cacho, y estará relleno de disgresiones (¿quizá también atiborrado de transgresiones?).
Torres Lemus era hermano de Torres Lemus; uno me platicó de latinajos y grecajos en La Salle, el otro intentó enseñarme a cantar y musicar en el Seminario. Y muy a su pesar (del etimólgo), yo diría que si el uso es ley, decir: "Y quién chingaos son los Gómez", puesto que se usa, legisla y convierte en disparate decir: "Y quiénes chingaos son los Gómez", ya que el uso apoya al primero y no al segundo. También el uso legislaría sobre los malos tratos que recibe "haber" de parte de "existir"; el uso del segundo cuando le tocaba su lugar al primero se extiende como flama en yerba seca. O el sublime "flamable" que nos recetan los eruditos a la violeta que no entienden que el prefijo "in" no sólo significa negación sino que también quiere decir "desde dentro" y que la palabra que uso yo es "inflamable" (entonces ¿qué querrá decir "intrinseco"? ¿"lo que no es 'trínseco' "?, o ¿"íntimo" será lo que no es "timo"?). El uso de los dueños de los camionsotes de poner "flamable" en lugar de "inflamable" ¿se vuelve ley?, pero será ¡la ley de Herodes! Y muy así porque lo pone a uno en la popular disyuntiva de "o te chingas o te jodes". Ambas opciones son inmerecidas por los aferra'os que preferimos que el flamazo nos lo de la carga "inflamable" del patas de hule y no una "flamable" (a las orillitas del camino de Pachuca).
Pero basta ya de la disgresión dentro de la disgresión. Mi tesis es que ese uso que se vuelve ley nos da, como vuecencia apunta, la apropiación de la lengua por quienes la hablan. Pero, este mismo uso que deviene en ley, a veces crea leyes medio disparatadas. En lo personal pienso que, como en tantas otras cosas que a la cultura atañen, ni tanto ni tantito. Si una persona usa palabras y dichos particulares, muchas veces provienen del antes de esa persona. Son locuciones y formas de hablar que son herencia de su cultura ancestral. En Chihuahua a los refrescos se les dice "sodas" y "echarse una sodita" es tradicional. En Chihuahua se le dice "tomate" a lo que aquí llaman "jitomate" y no hay ninguna dificultad que levante. ¿Quién conoce el origen de la "baisa" que cualquier pachuco le tendía amigable a quien fuera su amigo?
Otras expresiones vienen de un anhelo del barroquismo al que muchos somos dados, que pule frases tratando de hacerlas atractivas, amigas. Un ejemplo es la transformación del "Ahí nos vemos" al "ai nos vidrios" o incluso al "ai nos vidrioseamos". El único fin que se aprecia en estas locuciones es el de adornar y hacer agradable el habla. Afán que aprecio en las construcciones barrocas (y en general en el arte barroco). Si le ponemos mas adornos no son para encubrir desdichas y defectos, sino para darle mas belleza. Ese afán es el mismo que lleva al conductor del vehículo a ponerle colguijos (aunque sean ¡los zapatitos del hijo!). Es el mismo impulso que lleva a los propietarios de casas, coches o pañuelos, a adornarlos de formas, a veces, estrafalarias. Ejemplos hay de estas apropiaciones que llegan hasta oscurecer el lenguaje para los no iniciados (caló, lunfardo, jerga). Ahí se ve ese hacer del lenguaje algo nuestro, tan nuestro que sólo algunos de mis colegas, amigos, me entienden.
Sin embargo, yo no comulgo con los cambios que no suenan genuinos. Me refiero a giros del lenguaje que se usan para el comercio o para engatusar incautos: "Chrysler es performance", "Centro de Justicia", "central de abastos", "vialidad Gustavo Baz". Tampoco con los que son hijos de la desidia o la ignorancia: "empoderar a la mujer", "aperturar una cuenta bancaria". Uno diría que el del "Centro de Justicia" trata de hacer mas eufónico al "Juzgado", o trata de darle lustre al mismo. El de la "central de abastos" está queriendo dejar que el opaco "mercado" ceda su lugar a un "concepto" mas "actual", mas "dinámico".  Conmigo ¡no cuelan!; se trata de aranas. Y si varios millones de mexicanos (chilangos, pa'mas señas), se la pasan transitando por "ejes viales" (¡hágame usté'l favor!), yo sigo necio caminando por calles. Son términos que usamos pero su origen está en el apantalle y nó en genuino interés de eufonizar por la eufonía misma. "Mercadiux" si es hijo de la eufonía y aunque suena medio mamila, también los partidarios de Barbie tienen derecho a la lengua. Si al lugar maldito donde habita la tristeza, donde no se castiga el delito, se castiga la pobreza; le cambian de nombre y en lugar de cárcel nos endilgan "Centro de rehabilitación", no están apropiándose de la lengua y haciéndola mas nuestra, están tratando de tomarnos el pelo.
Por eso, señor, le digo que en estos asuntos, ni tanto ni tantito. Además, ¿qué se puede hacer de los dichos del Chango1?
Paso, ahora sí, a lo medular.  Y me creo que lo de los participios es algo gramatical. Y la misión de la gramatica es tratar de ponerle arnés al potro de la lengua. Potro que como todo gallo muy jugado, por mas que se le eche de tapado al apostador mas ingenuo, no se deja domeñar. Las palabras, al fin femeninas, se muestran y se mutan; cree uno tenerlas acasilladas como adjetivos y ¡zúmbale! se cambian a sustantivos. Aquello que dejó de ser oral al volverse impreso, nos sale con que impreso es un sustantivo y que, como el agua que se le escapaba de las manos al niño de San Agustín (bonita leyenda, por cierto, y que quizá venga al caso), resulta igual a imprimido, que es participio. Con los adjetivos sustantivados, los participios en papel de adjetivos y los verbos que vienen de un sustantivo, la pobre gramática sufre, rechina y se afana.
Pero pues a gramaticar vayamos. Dice el diccionario de la Real, que participio pasivo es
"(el) participio que se emplea para la formación de los tiempos compuestos, de la voz pasiva y de otras perífrásis verbales. Ha salido. Fue construida. Te lo tengo dicho. Es regular si termina en -ado o -ido; p. ej., amado, temido, partido. Es irregular si tiene cualquier otra terminación; p. ej., escrito, impreso, hecho. Algunos participios pasivos admiten a veces interpretación activa; p. ej., callado, 'el que calla', atrevido, 'el que se atreve'. Muchos admiten interpretación adjetival en unos casos y verbal en otros; p. ej., aislado, acertado, reducido, complicado."
Y pa'mí esa es la clave para resolver mis dudas. Para reconocer a un candidato a participio le pongo un "he", un "has", un "hemos" atrasito y si me suena bien, ¡es un participio!
Ejemplos de esos: 
-- 'He ido',  simón.
-- 'He transido', nel papel. Resulta adjetivo, incluso adverbiado 'llego transido'.  Otra cosa es 'transado', que si pasa la prueba.
-- 'He gruñido', simón. Onque tambien se lo haiga como sustantivo
-- 'Hemos babeado, al ver a una guapa representante de la especie hembra',  simón. Aunque a veces anda un chamaquito 'todo babeado'.
-- 'Hemos pendejo', nel papel. 'La hemos pendejeado' sería mas adecuado y hay su diferencia entre ser pendejo y estar apendejado.
-- 'He converso', nelazo.  'He convertido a un güey y ahora el pobre infeliz es un converso',  simón.
-- 'Has ignoto',  nel.  'Recoveco  ignoto', silindros y sintarazos.
-- 'Hemos satisfecho' (nuestras bajas pasiones con el ejemplar de la especie hembra que nos hizo babear unas lineas arriba),  simonísimo.
-- 'He tocho',  nel.  'Tocho morocho', oquei (ni modo, lo pocho no quita lo valiente).
-- 'Han impreso', bien.  'Le ha imprimido su sello',  bien (gramaticalmente; moralmente, quién sabe).
-- 'Ha reflejo', no. 'Ha reflejado', simondor.  El pobre reflejar, también esta relacionado (en turbio contubernio) con reflexionar;  pero ya eso es otra disquisición.
-- 'He añejo',  nel.  'He añejado un queso y ya añejo, me lo he zampado', hurra.
-- 'Habíamos espejo',  niguas naguas.  A menos que el "habíamos" sea del "haber" con significacion de poseer, ¡que también lo hay! y no como auxiliar para tiempo compuesto; claro que asi puesto, lo que querría decir es que teníamos un espejo.
-- 'Ha parejo',  no.  'Lo que no es parejo es chipotudo', sip.
-- 'He fajo', 'he tajo', 'he atajo' y 'he relajo', nel, nel, nel y nel. 'He fajado' (¿con la del babeo de arriba?), 'he tajado' (con mi cimitarra), 'he atajado', 'he relajado' (al brazo seglar, dijo el inquisidor); si, si, si ,si.
Claro que con el uso como norma, no faltará el día en que algun locutor o 'líder de opinión' nos ponga a todos 'de cara a los comicios federales', a decir por ahí algún 'ha gana'o el Peña Nieto' y entonces estaremos hablando de los participios en '..ao', '..ìo', '..eo'.

Siguiendo su buen ejemplo, aquí doy por termina'o  este mamotreto. 
 
1Nota de RFF: Era el apodo con el que los estudiantes conocíamos a Alfonso Torres Lemus, en la prepa.

viernes, 27 de junio de 2014

La transformación del español por el uso de Internet

Días atrás, en el curso de una presentación a un grupo de maestros, use la expresión "autenticar usuarios", levantó la mano una de las asistentes para decirme, con todo comedimiento, que ella era maestra de etimologías y que la palabra autenticar no existe. Su intervención me recordó, un texto que había yo escrito -todavía en el siglo pasado- acerca de la manera en que el uso globalizado de Internet (y en general de las computadoras) están transformando el español. Cuando respondí a la maestra, hice mención a ese documento y quedé de envíarselo. Otra maestra que estaba a unos pasos de donde yo exponía, me dijo: "a mi también mándemelo, por favor". Busqué el escrito y cuando lo releí, lo encontré un poco envejecido, lo retoqué un mínimo para que no oliera tanto a naftalina, decidí publicarlo en este blog y compartirles la dirección a ambas maestras. Espero que a otros lectores también les interese el tema:


LA TRANSFORMACIÓN DEL ESPAÑOL POR EL USO DEL INTERNET

EI cómputo, las telecomunicaciones y las redes de computadoras están cambiando
nuestra forma de vida en muchos sentidos. Ya se acepta que incluso lo hacen con
nuestra forma de divertirnos. Pero... ¿y nuestra forma de hablar?, ¿
cómo se va a ver afectada?, ¿qué actitud tomar frente a la "invasión" de términos extranjeros?, ¿cuáles son las principales fuerzas que gobiernan la evolución de los lenguajes y cómo se ven afectadas por la explosión de Internet?

Al parecer no hay aún consenso de cómo responder a estas preguntas. Lo que sigue a continuación son mis opiniones de usuario, tanto de Internet como de la lengua, sobre
la transformaci
ón del español por el surgimiento de la red mundial de computadoras.

Empiezo por hacer énfasis en lo que me parece más importante: el lenguaje es algo vivo.

Quiero decir con esto, capaz de interactuar con el entorno, de transformarlo y de
transformarse en esa interacci
ón. El lenguaje lo vamos haciendo, día a día, los usuarios. En
alguna
época los usuarios únicos fueron los hablantes. En otra, quizás, tuvo mayor prestigio la palabra escrita, reputada como culta y desde principios de siglo veinte hay también una avalancha de palabras electrónicas cruzando el espacio.

Hasta tiempos relativamente recientes -finales de los años ochenta del siglo anterior- aunque numerosas, estas palabras electrónicas eran emitidas sólo por un pequeño número de personas: locutores y personal de radio y televisión o tenían impacto sólo en uno o dos oyentes, como en el caso de las conversaciones telefónicas. Pero desde el inicio de los noventa, Internet puso al alcance de casi cualquier persona, una audiencia enorme. Las listas de correo, los grupos de noticias, las páginas electrónicas, los blogs y las redes sociales, son medios por los cuales la palabra electrónica alcanza a casi cualquier persona. ¿Qué repercusiones tiene esto en el uso de nuestro idioma?

Hay que empezar por aceptar, que la mayor parte de los programas que se utilizan para
comunicarse a trav
és de Internet son programas desarrollados originalmente en inglés. Por
ejemplo, los programas para navegar la telara
ña mundial, los de búsqueda de información y los de lectura de correo electrónico.

Hay que agregar, además, que el mayor número de máquinas (servidores) con información
electr
ónica al alcance de todo público se encuentran en países de habla inglesa. Esto ha
enfrentado a los hispanohablantes al conflicto de estar usando de facto palabras "extranjeras" para hablar en su idioma. Expresiones como "autenticar" un usuario o "resetear" la m
áquina son cada vez más frecuentes, para no hablar de whatsapear, que se oye horrible (y por eso no hará huesos viejos).

La interrogante que muchos se plantean es ¿qué actitud tomar?: ¿incorporar las palabras "extranjeras" sin más?, ¿castellanizarlas?, o alternativamente proponer palabras españolas, ya sea creándolas exprofeso o extendiendo el sentido semántico de algunas ya existentes?

La primera reflexión que viene a la mente es el sentido que pueda tener calificar de palabra
extranjera a los neologismos. ¿Es palabra extranjera tel
éfono? Esta palabra es la versión castellana de la misma palabra en inglés, francés, alemán y un buen número de otras lenguas. Cuando los neologismos designan un objeto de uso universal tienden por esa razón a ser adoptados universalmente.

Tal podría ser el caso del vocablo hardware, cuya diferencia con teléfono sería que sólo es
neologismo en cuanto a su aplicaci
ón al cómputo. Hardware es la palabra inglesa para designar también la tienda que en español llamamos tlapalería, pero en el sentido de las partes de un equipo de cómputo que no son programas de computadora sólo existe recientemente, es decir es un neologismo.

Algo semejante podría también decirse de otras voces como por ejemplo software, debug, Iaptop, etcetera.

La "corrección" en el uso del idioma la va dando el uso. Al menos eso decía mi profesor de
etimolog
ías en la escuela preparatoria, el maestro Alfonso Torres Lemus: "El Uso es Ley". No entraré, por no caer en digresiones, a hablar del hecho bien conocido de que distintos grupos sociales tienen usos diversos y en consecuencia el concepto de corrección se vuelve esquivo, prefiero reflexionar sobre las fuerzas que guían el uso, es decir de los factores que mediante el uso van dando la normatividad1.

Una de las principales fuerzas que guía el uso del idioma es la facilidad, no la normatividad
de los acad
émicos y mucho me temo que en algunos casos la Academia ha tenido que modificar la norma para aceptar lo que la facilidad había ya consagrado de facto. Quizá haya sido el caso del ratón ciego o mur ciegalo, convertido en murciélago. Probablemente sea también el inevitable destino de algunos verbos irregulares por diptongación como soldar o forzar, que casi siempre en primera persona del presente de indicativo se conjugan como soldo y forzo en vez de sueldo y fuerzo.

Según esta fuerza guía, de la facilidad, es mucho más cómodo tener una sola palabra en todos los idiomas para referirse a un mismo objeto que tener tantas como idiomas. Son múltiples las razones por las que un mismo objeto es designado con más de una palabra, a veces incluso en la misma lengua. Una de ellas es el regionalismo. En Uruguay se llamará zapallos a lo que en otras partes se llama calabazas y yapa a lo que otros le dicen pilón, adehala o propina. Los españoles llaman ficheros a lo que en México, le decimos archivos y que ambos entendemos como files (fails) cuando navegamos la red.

Se hubiera podido pensar que este fenómeno de regionalización del lenguaje bastaría para terminar con el sueño de un lenguaje universal como el esperanto, pues sería suficiente que pasara un número suficiente de años, para que este idioma universal se convirtiera en el padre de varios otros; del mismo modo que el latín dio origen a las lenguas romances.

Sin embargo, el regionalismo es algo que tiende a desaparecer con la conexión mundial a
trav
és de la red de cómputo. Los sudamericanos, los norteamericanos, los europeos, los africanos y los asiáticos hispanohablantes estamos intercambiando mensajes entre nosotros
constantemente y un giro ling
üístico en una parte del globo, puede asimilarse rápidamente en otra.

Una fuerza más que guía la evolución de las lenguas, es la de la estética. El idioma se usa
tambi
én para crear obras de arte como poemas y novelas. Para este uso es común forzar el
significado de las palabras al m
áximo y valerse de figuras del pensamiento para hacerlas decir un poco más. Cierto que el lenguaje científico no es un uso particularmente estético de la lengua, pero no por ello escapa a esta norma general de estética. Recuerdo que a propósito de este tema de cómo nombrar en español ciertos objetos, alguien me comentó que se había propuesto que a los chips se les llamara escalopendra. Nunca encontré verificación de esa propuesta, pero si fuera cierta, bastaría apelar al criterio estético para preferir seguir usando el término chip. Esta fuerza de la estética es la que seguramente le cerrará el paso a "neologismos" como Whatsapear.

Otra de las fuerzas que van moldeando la evolución del idioma es el nacionalismo.

Es esta la principal fuerza que trata de acuñar nuevos términos en el idioma local para designar cosas que ya de suyo no son locales, sino universales. Esta fuerza se irá debilitando cada vez más, en la medida en que el concepto principal detrás -el de nación- se desvanezca. La idea de nación -si las cosas siguen marchando en la misma dirección en la que apuntan- se irá perdiendo dentro de la red mundial de cómputo.

No soslayo la inquietud que esto despierta, y con justicia, entre muchas personas. La razón principal de la inquietud no es que desaparezca o se diluya la idea de nación (lo que dicho sea de paso recuerda aquella canción del compositor francés Georges Brassens acerca de "los felices tontos que nacieron en algún lado"2 y que habla del absurdo que entraña el que cada quien encuentre que lo de su lugar de origen es superior a lo de los otros, quienes, por cierto, piensan lo mismo).

El problema es ¿qué surge en lugar de ese concepto de nación?

Algunos románticamente hablan de una comunidad universal donde todos tendremos la
misma nacionalidad. Otros piensan que no, que en realidad, de buena o mala gana, nos iremos asimilando al modelo de naci
ón que tienen quienes hablan el lenguaje en el que nos
comunicamos en esa gran comunidad internacional. Es decir, la red mundial de c
ómputo será el escaparate de un modo de vida, al que nos iremos integrando. A este futuro piensan que se oponen quienes sugieren no adoptar los términos anglosajones para designar los objetos que pueblan el ciberespacio.

En realidad esto equivale a la oposición que seguramente algunos mantuvieron para que
palabras como alfiler,
álgebra, almohada y alfil ingresaran al español, aduciendo que con ello
el imperio
árabe los devoraba.

Quienes así piensan ven en el lenguaje en general y en las palabras en particular, una
especie de Caballo de Troya en el que se emboscan prop
ósitos de dominación. No sé si tales propósitos son reales o no, pero sí creo que en caso de que lo fueran, no es oponiéndonos a la incorporación de neologismos provenientes del inglés que defendemos el idioma. A final de cuentas todo neologismo enriquece el idioma. Permite nombrar objetos o ideas nuevas con
precisi
ón e intercambiar opiniones sobre esos nuevos conceptos con colegas de otros países que también los adoptaron.

Una fuerza más que guía la evolución de las lenguas es la del mercado, incluyendo la parte
que corresponde al comercio de la ciencia y la tecnolog
ía. Son los países económicamente
m
ás desarrollados los que mejor aprovechan los avances tecnológicos. Muchos hispanohablantes nos acercamos al inglés, porque en este idioma se escribe casi todo lo importante de ciencia y tecnología. Nuestros idiomas van a sentir la influencia del inglés sobre de ellos, por razón de su importancia comercial.

El fenómeno sería inverso, si el español fuera el idioma de las comunicaciones científico-
tecnol
ógicas. Una manera menos obvia de defender el lenguaje, pero a la larga quizá más
efectiva, es fortalecer nuestro desarrollo tecnol
ógico. Descubriendo nosotros las cosas y
bautiz
ándolas, lo haríamos de manera natural, forzando a los demás, a referirse a ellas en español.

Un ejemplo es el descubrimiento casual, hecho por pescadores sudamericanos, de una corriente marina a la que bautizaron como "El niño", por haberlo hecho el 25 de diciembre, fecha del nacimiento del niño Jesús. Los anglófonos llaman a esa corriente el Ninio, que es su manera de pronunciarlo.

En suma, el propósito de usar siempre palabras españolas para designar conceptos y objetos que el desarrollo tecnológico va poniendo con mayor frecuencia a nuestro alcance es comprensible, pero puede no resultar en todos los casos la mejor estrategia porque:

  • Existen otras fuerzas que guían la evolución del lenguaje, como la comodidad, el comercio y el desarrollo científico-tecnológico.
  • La red mundial de cómputo, al tender a crear una sola comunidad mundial, tiende a diluir el nacionalismo, concepto que frecuentemente está en la base de la tendencia a rechazar la incorporación de palabras extranjeras.
  • El español no ha sido, hasta hoy, un lenguaje de la ciencia y la tecnología.
  • A escalas de tiempo mayor, las palabras que hoy decimos extranjeras se asimilan al
    idioma y lo enriquecen, como ocurri
    ó con los vocablos que provenientes del árabe o el náhuatl que se incorporaron a nuestra lengua, e incluso a partir de ella enriquecieron a otras. Es el caso, por ejemplo, de chocolate que pasó al inglés, al francés y a varias lenguas más.
  • El efecto principal de la masificación de las comunicaciones electrónicas será redefinir
    la importancia relativa de las fuerzas que moldean la evoluci
    ón del lenguaje, favoreciéndose -me parece- la tendencia a una denominación universal de los nuevos desarrollos tecnológicos.
1Estas fuerzas son las mismas que han normado la evolución del lenguaje desde antes que existiera Internet, pero su importancia relativa ha cambiado con su aparición.
2Les imbéciles heureux qui sont nés quelque part

lunes, 23 de junio de 2014

Huaca Pucllana y Chichen Itza. Ruinas particulares.

Me senté frente a la máquina con la idea de escribir algo acerca del congreso de Virtualeduca al que asistí hace unos días en Lima, Perú. Mientras lo hacía empezaron a llegar a mi cuenta de facebook comentarios a una publicación que había hecho sobre mi visita al sitio arqueológico de Huaca Pucllana, en esa ciudad. Respondí a algunos de ellos y entré, vía la red social, en una conversación, al final de la cual, me encontré con una interesante historia sobre las ruinas de Chichen-Itza.
Así que dejé de lado, aunque fuera temporalmente, la idea de escribir algo sobre Virtualeduca y decidí mejor compartirles las ideas que publiqué en el facebook y el desenlace que me llevó a la historia sobre Chichen Itza.
Empiezo por decir que me hubiera gustado aprovechar el viaje a Lima para ir a Machu Pichu, pero los tiempos no me daban. Desde Lima hay que volar a Cuzco y de ahí tomar tren a Machu Pichu. Luego hay que considerar un día de visita a las ruinas y el regreso. El congreso terminaba el viernes al mediodía y yo quería estar en México el domingo temprano, así que nomás no hubo como hacer la visita.
Hospedado por los rumbos de Miraflores y con la sede del congreso en el Museo de la Nación, requería de un traslado diario a las conferencias. Todas la mañanas pasaba por mí un taxista, al que conocí desde el primer día y que se convirtió prácticamente en mi chofer, durante la estancia en Lima. Con la frecuencia de los viajes y la oportunidad que nos daban los trayectos, fuimos; cada vez más, hablando de distintos temas.
Uno de esos, inevitable en la época de mi visita a Lima, era el futbol. Me comentó Hugo -así se llamaba el taxista- que era vecino de Hugo Sotil, el futbolista peruano que jugó en el Barcelona. El taxista me dijo también que era de la edad de Johan Sotil, hijo del Cholo Sotil y ahijado nada más ni nada menos que de Johan Cruyff, a quien por cierto había visto alguna vez de visita en casa de Sotil.
Como parte de esas conversaciones ocasionales, el viernes al salir del congreso y abordar el taxi de regreso al hotel, me “quejé” con Hugo de que no tendría oportunidad de ir a Machu Pichu. Se ofreció a llevarme a Pachacamac, unas ruinas que están como a 40 minutos de Lima. El tiempo ya no nos daba tampoco, porque cierran a las 5 pm, así que me sugirió ir a Huaca Pucllana en el barrio de Miraflores.
No tenía yo ni idea de que existían esas ruinas. Me dio curiosidad y acepté la propuesta. Nos recibió una guía de nombre Saskya, quien al empezar la visita nos dijo: en Lima levantas una piedra y hay ruinas. Como en México, pues, pensé.
Huaca, me informó Hugo, quiere decir ruinas y Pucllana, lugar de juegos. Huaca Pucllana significaría entonces: las ruinas del sitio de los juegos. Preguntó si se trataba de un juego de pelota como los que conocemos en México. Me explican que no, que se trataba de juegos ceremoniales.
El sitio tiene una construcción tipo pirámide hecha de adobes acomodados en forma vertical, como si fueran libros y dejando espacios entre ellos. Me dicen que esto es una precaución contra los sismos, pues al haber espacio entre bloque y bloque de arcilla, pueden oscilar en caso de temblor.
La construcción esta hecha en capas, construidas cada cierto periodo. Al cabo del cual se rompía una vasija, se le enterraba, se cubría totalmente la capa actual y se construía una nueva.  También hay en el sitio restos funerarios. Los constructores de ese sitio eran adoradores del tiburón, al que consideraban una deidad. Varias de las vasijas están decoradas con imágenes de este pez.
El sitio arqueológico se encuentra en parte de un gran terreno que en otra época perteneció a la familia Marsana, a la que no le interesaba la arqueología, sino la plata y decidió venderlo para que se construyeran condominios.
Un grupo de personas se encadenaron para evitar que se completara la venta (una parte ya se había realizado) y rescataron parte de este sitio arqueológico.
Esta historia de la pertenencia a un particular de un sitio arqueológico me recordó que alguna vez le había escuchado a mi amigo Miguel Guzmán una historia similar acerca de las ruinas de Chichen Itza, pero no la recordaba bien. Le escribí, vía facebook y le pedí que me recordara los detalles. Esta es su respuesta:
El anticuario (nombre que recibian ---a principios del siglo xix--- los estudiosos de las ruinas, quienes posteriormente serian llamados arqueologos) Edward Thompson adquirió, mediante trámite notarial, un predio rústico en el poblado de pisté, yucatán, donde se encontraban ubicadas las ruinas de Chichen Itza. El gobierno mexicano reconoció esa propiedad, de la cual Thompson extrajo (mediante draga y buceo, en los primeros años de la década de 1900, infinidad de piezas de oro, jade, cerámica y madera, gran parte de la cual fue enviada al museo Peabody, de la universidad de Harvard, en Massachusettes”