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miércoles, 28 de mayo de 2014

40 años de la FESC. Recuerdos personales 3a parte. Los periodos de Suemi.

A Suemi la conocí cuando ella cursaba los primeros semestres de la carrera de Ingeniería Química, debe haber sido 1980. Al grupo en que ella estaba les dí la materia de Ecuaciones Diferenciales. Era una estudiante dedicada y con gusto por la asignatura, lo que me hizo notarla.
Hay una anecdota de esa época, que recuerdo. Las quemas de batas aun se realizaban dentro de las instalaciones de la FESC, el último día de cursos. El temario de Ecuaciones Diferenciales era muy largo, había que ver ecuaciones diferenciales ordinarias y en derivadas parciales. En consecuencia el tiempo del semestre resultaba casi siempre insuficiente y el profesor terminaba por tener que echar mano de todos los días de clase para poder cubrir el programa.
Ese semestre, sin pensar en que el último día de clases era también el día de la quema de batas, programé para esa fecha, el último examen parcial de la asignatura. A la hora del examen tendría lugar el tradicional partido de futbol de estudiantes contra profesores. Yo formaba parte del equipo de profesores, así que alguien me sustituyó frente al grupo, aplicando el examen y me fuí a cumplir mi obligación, con los alumnos salientes.
Tiempo después me encontré a Suemi y creo que en broma, me dijo que jamás me iba a perdonar que me hubiera ido a jugar futbol mientrás ella “sufría” en el examen.
Mi relación con Suemi no fue mala, era más bien cordial. Nos podíamos entender bien cuando hablábamos de matemáticas y rara vez hablábamos de otra cosa. Con la directora, la comunicación fue casi inexistente, hablamos quizás un par de veces.
De Suemi, fuí sinodal en su examen de licenciatura y también en el de ingreso a la maestría en la Facultad de química. Cuando organizaba yo Ciencia, Conciencia y Café, buscaba siempre que hubiera presencia de profesorss de la FES C y no sólo de las luminarias de CU. Invité a Suemi a participar en una de las charlas.
Cuando me fuí a DGSCA, Gilberto Amaya realizaba, conmigo cálculos del modelo de Ising y métodos de Montecarlo, tendientes a hacer la tesis de maestría. Gilberto iba a CU (hace no tanto tiempo, pero no había posibilidades de trabajo eficiente a distancia), pero era una manera muy complicada de trabajar. Como era natural, Gilberrto empezó a tener más contacto con otros profesores en la FESC, como Suemi y un profesor ruso, creo que se apellidaba Tchijov.
Un día me llamó Suemi a la DGSCA diciéndome que Gilberto estaba trabajando con ella, que esperaba que yo no tuviera inconveniente. Le dije que ninguno. Me sugirió que trabajaramos juntos y le dije que sí. Cuando acepté, me aclaró que el único problema era que también tendría que participar Armando Aguilar en los trabajos. Le dije que yo prefería no estar, pero que no tenía inconveniente en que Gilberto trabajara con ellos.
No volvimos a tener comunicación, ni buena ni mala, hasta que ella ya era directora.
Eso ocurrió cuando regresé de Acatlán a Cuautitlán, Suemi estaba a un año de terminar su 1er periodo. Me entrevisté con ella y hablamos de la medalla Fields, de simulación de fenómenos críticos, de mi regreso a la FES C y de la posibilidad de irme a CFATA , a participar en la carrera de Innovación Tecnológica. El cambio no se materializó y me quedé dando clases y preparando materiales educativos para poner en línea, mientras seguía colaborando con académicos de Ciudad Universitaria.
La vida en Cuautitlán era agradable por los estudiantes y algunos compañeros profesores, pero el ambiente general de la escuela se descomponía. Es en esa época que inicia este blog y en él esta narrado, desde mi perspectiva, parte de lo que fue la parte final del 1er periodo de Suemi y todo el segundo.
Tuve buenos alumnos; con algunos, como Samara Tenorio y Juan Pablo López, mantuve relación y me acompañarían, años después, en la presentación del libro y el cómic de “Dime abuelita por qué.” No había mucho que hacer en el área de fisico matemáticas de la FES C, los niveles académicos de los “jefes” eran deplorables. Intentaba cambiarme de dependencia y no me dejaban. Algunos sospechosistas veían en esa negativa un deseo de la mafia de “castigarme”, por no reconocer al “poder tras el trono” como el verdadero director. No lo creo, la explicación es mucho más simple: querían cansarme, como a otros, para tener la plaza de profesor y asignarla a alguno de sus incondicionales.
Las condiciones no eran fáciles, es cierto, pero la docencia era gratificante. Preparar materiales, diseñar estrategías docentes, me mantenía vivo, en ese ambiente de insuficiencia respiratoria (académicamente hablando).
Llegó el tiempo para tomar sabático y lo pospuse un par de años, pues estaba madurando un proyecto al que me quería dedicar durante ese periodo. Pero ya se sabe que uno pone.... y las cosas cambian. Un día recibí una oferta del Tribunal Electoral para hacerme cargo de su Unidad de Soporte Técnico y Telecomunicaciones y solicité el sabático, cancelando el segundo periodo de posposición, que ya había iniciado.
Antes de que terminara el año sabático, me fui al IFE como Director de Atención Ciudadana. Cuando venció el plazo del sabático, solicité un permiso, sin goce de sueldo para seguir desempeñando el puesto. Tras vencer ese plazo y la reiterada negativa de obtener un nuevo permiso sin goce de salario, me reincorporé a la FES, una vez más.
No fueron tiempos fáciles hubo acciones “feas” que yo calificaría de persecutorías, pero las cosas de quién vienen. Volví al disfrute de la docencia, sobre todo al grupo de laboratorio de ondas. Con alumnos muy motivados. Los estudiantes participativos son siempre un aliciente.
En algún momento de esa nueva etapa en la FES C, tuve que llevar unos papeles al edificio de gobierno; bajaba yo las escaleras y me hice a un lado para dejar pasar a una persona que subía. Cuando la tuve frente a mí, me dí cuenta que era Suemi. Había cambiado el color de su pelo y traía lentes oscuros.
-No te reconocí, le dije, un poco extrañado.
-Yo tampoco a tí, me contestó, de inmediato.
Esa fue nuestra segunda y última conversación, en su periodo de directora.
A través de Adriana Morales, quien seguramente “pisaba base” con Suemi, se pudieron llevar a cabo los trámites para el cambio de adscripción definitivo, que me llevó en enero de éste año a la DGTIC. Algo que agradezco.
Así que casi cuarenta años después de mi llegada a la FESC y veinte años después de realmente haberme ido, se materializó mi partida de manera definitiva.

Puesto en el ánimo de recordar, creo que debería platicar algunos otros pasajes. Me parece un poco injusto, cuando hablé de los periodos de Keller, no haberlo hecho de las personas que me ayudaron a crear la cátedra multidisciplinaria. Así que habrá seguramente, antes de que se acabé el año de la celebración de los 40 años, un par de textos más.

miércoles, 23 de abril de 2014

40 años de la FESC. Recuerdos personales. Segunda parte.

A finales de 1989, ya habiendo solicitado permiso al Consejo Técnico para irme de sabático al Instituto Mexicano del Petroleo a colaborar con Marisa Ruíz Santoyo, en las investigaciones sobre transporte de contaminantes en la atmósfera, me llamó Jaime Keller para decirme que era probable que “nos encargaran hacernos cargo de la facultad”, el plural lo uso él.
Efectivamente así fue. Jaime Keller Torres fue nombrado el quinto director de la escuela. Unos días antes de que la Junta emitiera su veredicto, me llamó Keller y me preguntó si me molestaría que me buscara por teléfono después de que él conociera el resultado. Le contesté, bromeando, que lo que me molestaría sería que no me llamara.
La junta deliberó el11 de diciembre y Keller me habló para decirme que me esperaba al día siguiente, día de asueto, en su casa con un equipo mínimo de personas que nos pudieran ayudar. Hice, a esas horas, unas cuantas llamadas y al día siguiente estuvimos en casa de Keller; Juan Antonio Montaraz, Jorge Martínez Peniche, Jorge Tórtora y María Esther Monroy Baldí. Se sumaron al grupo, unos días después, Nacho Rivera y Fermín Viniegra. Los dos primeros estarían ocho años después en la terna para suceder a Keller.
A Fermín yo lo fui a buscar a la Facultad de Ciencias y lo invitamos a desayunar en Samborns de Plaza Satélite, al día siguiente. Durante el desayuno le hicimos la propuesta de hacerse cargo, a partir de ese momento, de la División de Ciencias Físico Matemáticas y aceptó. Lo que recuerdo que dijo fue: “¿Así, sin anestecia?”
Keller me preguntó, en algún momento, si quería ser Secretario Académico, le dije que sí y en la primera reunión del Consejo Técnico – y creo que la única- de la que fui secretario, hicimos el trámite para diferir el disfrute del año sabático.
No voy a decir ahora que tengo cualidades que no poseo. No soy una persona que pueda “negociar” con grupos de presión. Mi posición -ante los mensajes que, de inmediato, empezaron a mandar los Consejeros Técnicos hostiles- era de confrontarlos. Keller no me decía que no, pero en la práctica no lo hacía. Por esa razón le sugerí al director separar la Secretaría del Consejo Técnico de la Secretaría Académica. Me dijo que sí y me pidió nombres para hacerse cargo de la Secretaría del Consejo, sugerí a Adolfo Obaya y a Torres Cossio. Keller los entrevistó a ambos y no optó por ninguno. Los dos fungieron, simultaneamente, como secretarios del Consejo Técnico.
El inicio de la primera gestión de Keller estuvó marcado por la celebración del Congreso Universitario de 1990. Montaraz y yo fuimos delegados electos por el personal académico1
Del Congreso se ha escrito mucho e incluso la UNAM publicó un libro con fotografías. Creo que para todos nosotros fue una gran experiencia. Recuerdo en particular el último domingo, mientras esperabamos la comida, que ya no estaba programada, como el tedio produjo una lluvia de aviones de papel por todo el interior del frontón cerrado. 
Tambien tengo clara la imagen de Yacamán en muletas bajando muy airado a protestar por unas pancartas y las intervenciones de Litvak, el Pino, etc.
Presidía la mesa uno del Congreso, el Dr. José Laguna ex director de la facultad de medicina y quien al finalizar el congreso fue nombrado Coordinador para el Desarrollo Académico de las Unidades Multidisciplinarias. De mis recuerdos y gran afecto hacía el Dr. Laguna he publicado ya en este blog el texto "Una Laguna que fue un Oasis". http://desarmandolamafia.blogspot.mx/2011/07/una-laguna-que-fue-un-oasis.html
No voy a insistir en lo poco disciplinado que en muchos aspectos era Jaime Keller, de mis recuerdos de él ya también he escrito en este blog, el texto "Se los digo de otra manaera" (http://desarmandolamafia.blogspot.mx/2011/01/se-los-digo-de-otra-manera-recuerdos-de.html), que es el estribillo con el que siempre nos trataba de convencer de hacer alguna cosa. Voy simplemente a recordar aquella ocasión en que Jorge Tórtora en una de las juntas- asambleas de planeación le dijo un día que el director era el campeón mundial de brincarse las trancas.

No es pues de extrañar que con ese campeonato que Tórtora le concedió Honoris Causa, a Keller le costara mucho trabajo tratar laboralmente con el Dr. Laguna, a quien nunca vi llegar tarde a ningún lado. Keller delegó en mí, el trato con el Dr. Laguna. Gracias al apoyo del Dr. Laguna hubo durante la primera gestión de Jaime Keller, momentos que parecían muy promisorios para la escuela. Llegó, sin embargo, un momento en que había una especie de dos direcciones. El Dr. Laguna llegaba temprano los miércoles y teníamos reuniones de planeación con él; se iba, llegaba Keller y teníamos otra junta, distinta, de palneación con él.

Empecé a sentir el disgusto de Keller conmigo y creo que también el Dr. Laguna lo percibió. Para mi buena suerte se reestructuró el Consejo Asesor de Cómputo del rector y había que nombrar a un representante de las Unidades Multidisciplinarias. Le pidieron al Dr. Laguna que hiciera la propuesta y tuve el honor de que me sugiriera para ser parte del Consejo. Más adelante, para mí, sería vital ese nombramiento, pues me dió una salida cuando Keller se reeligió.
Desafortunadamente el Dr. Laguna se enfermó y a la pena por la suerte del amigo hubimos de sumar la triste convicción de que había terminado una etapa de orden y de planeaciónen la facultad.
Pocos días, o quizás semanas, después de que el Dr. Laguna se enfermara, Keller nos invitó a comer a Jorge Martinez y a mi. Brevemente, lo que me dijo Keller es que quería mi renuncia a la Secretaría Académica. En su estilo de decir las cosas de otra manera, me lo dijo ofreciéndome un proyecto nuevo: Crear un Centro de Investigación en el CAT. Me ofreció todos los apoyos que tenía en la Secretaría Académica. A mi, me entusiasmaba el proyecto.
Cuando terminamos de comer y nos quedamos Jorge y yo solos, le pregunté:
-¿Cómo la ves?
-¿Cómo la ves tu, que eres el que se va? Contestó.
-Sí, pero tu eres el que llega, argumenté.
- Nunca me lo propusó, me hizo notar Jorge.
Hasta ese momento me dí cuenta que efectivamente no sería Jorge el sucesor. La secretaría se la entregué a Sara Valdés en una ceremonía en la que quizás aparte de Keller, Jorge, Sara y yo los demás asistentes no entendían que pasaba.
A partir de ese momento, las diferencias entre Keller y yo se fueron profundizando hasta el momento en que él se reeligió y yo me fuí, al día siguiente. 
Uno de los daños colaterales de esas diferencias fue la supresión de “Ciencia, Conciencia y Café” el programa de conferencias de divulgación de la ciencia que organizaba yo; primero desde la secretaría académica y después desde el efímero CIM (Centro de Investigaciones Multidisciplinarias)
Me fui a la DGSCA con un cambio de adscripción temporal para hacerme cargo de la subdirección de cómputo para la docencia.
Yo había creído, como sin duda lo creía el Ingeniero Manuel Viejo Zubicaray, a quien le oí decirlo muchas veces, que la FES Cuautitlán se iba a convertir en la Ciudad Universitaria del Norte, había hecho mi vida alrededor de la FESC, vivía en la zona de Satélite y ahora; a principios de 1994, estaba sin saberlo cambiando mi proyecto de vida.
Para principios de 1996 ya había yo tomado una decisión importante: cambiarme de casa. Dejar la zona de Satélite y mudarme al sur de la ciudad, para estar más cerca de Ciudad Universitaria. Esa decisión era una especie de renuncia a volver permanentemente a la FES Cuautitlán y lo tenía claro.
Para 1997 me nombran Director de Cómputo para la Investigación en la DGSCA y no tenía ningún interés en postularme para suceder a Jaime Keller, en el proceso que se avecinaba a fin de año.
Dos de mis amigos y compañeros en el equipo de colaboradores de Keller, sí se postularon y llegaron a la terna: Jorge Martínez Peniche y Juan Antonio Montaraz Crespo. Al final, el segundo de ellos resultó el director. 
Recuerdo la cena con ambos, en la tasca Manolo, la noche que se conoció la terna. Recuerdo a Juan Antonio tomando la llamada del rector, en mi casa en el sur de la ciudad. No había querido regresar a Satélite por miedo a que la llamada lo tomara viajando de regreso. Éramos unos cuantos en espera de la llamada y cuando se produjo todos estuvimos muy contentos.

Juan Antonio abrió las puertas para que regresara a la escuela Ciencia, Conciencia y Café. Aunque seguía yo en la DGSCA iba cada conferencia a moderar la mesa del café.
El cambio de adscripción temporal a la DGSCA venció y lo renové. Me sugirieron hacerlo definitivo y en ese momento no quise, porque pensaba que lo mío era estar en una escuela, en contacto con los estudiantes y no en una dependencia de la administración central.
La huelga de 1999 me tomó en la DGSCA y a su conclusión en el 2000, estaba un poco cansado de la responsabilidad administrativa, tenía tres años sabáticos acumulados y los empleé en dirigir la Unión de Empresarios para la Tecnología en la Educación (UNETE). Fue una experiencia muy enriquecedora, que quizás platicaré en algún otro momento, con más detalle.
El punto, para la mini historia de la FESC que estoy narrando, es que mientras estaba de sabáticos, venció el cambio de adscripción temporal a la DGSCA. En algún momento de los sabáticos volví a estar administrativamente en la FESC, sin que me diera yo cuenta. Cuando el tercer año sabático terminó, tuve que reintegrarme, no a la DGSCA, sino a la FES C. Aún era director Juan Antonio Montaraz, en un segundo periodo.
El grupo que hoy llamamos la mafia había devastado el área de físico matemáticas y había pocas posibilidades de hacer algo que valiera la pena en esos temas, así que busqué nuevamente un cambio de adscripción temporal. Me llamaba la atención el gran potencial de la FES Acatlán: era, como la FES C una escuela multidisciplinaria, pero con carreras muy interesantes como Matemáticas Aplicadas y Computación, Pedagogía, Letras Hispanas, Diseño Gráfico, todas ellas muy útiles para hacer cursos en línea y montarlos en una plataforma, que era lo que yo quería hacer.
Como si fuera poco, la FES Acatlán tenía un gran Centro de Idiomas, donde dar clases de francés. Ya había yo dado clases de español para extranjeros ahí, años atrás y ya había yo obtenido mi certificación del CELE como maestro de francés.
Hablé con la directora de la FES Acatlán y se formalizó un cambio de adscripción. Aunque el Consejo Técnico de la FES C, de entonces, concedió el cambio de adscripción definitivo, Acatlán lo aceptó temporalmente, con la idea de hacerlo definitivo después del tercer año, si les parecía adecuado.
Trabajé muy a gusto dando clases de matemáticas superiores. Quizás una de mis mayores satisfacciones haya sido poder poner en contacto a estudiantes de Acatlán con el mundo de Ciudad Universitaria, llevarlos a la sala Ixtli de visita y haber tenido tesistas como José Luis Avendaño Nandez, que terminó reconvirtiéndose de matemático aplicado a físico y al final doctorándose en el extranjero. Bueno, alguna parte de la física es una aplicación de las matemáticas, podemos verlo así.
El tiempo pasó, vencieron los plazos del cambio de adscripción temporal y por alguna razón que desconozco, pero imagino, la FES Acatlán no aceptó el cambio de adscripción definitivo2. Hubo algunos detalles de forma, porque aunque los plazos se habían vencido, me habían asignado actividades académicas, después del tercer año, lo cual de facto hacía que el cambio fuera definitivo, algo que hubiera podido pelearse legalmente. 
Pero pensando en que no vale la pena estar donde no te quieren, regresé nuevamente a la FES Cuautitlán. Obviamente pensando en volver a moverme. Las razones eran dos: Vivía ya muy lejos de la escuela y la más importante: no había posibilidad alguna de hacer vida académica en el área de físico matemáticas.
Estoy por entrar ya a la época de Suemi Rodríguez, pero creo que es mejor que, como Sherezada, continue mañana, porque el texto se va haciendo largo...

1También, por cierto, lo fue Alfredo Cuellar, actual director.

2Sobre este punto puede verse en este mismo blog el texto http://desarmandolamafia.blogspot.mx/2013/09/comisiones-dictaminadoras-de-la-fesc-un.html sobre los vasos comunicantes entre el personal académico de fisico matemáticas en la FES C y en la FES A.

martes, 22 de abril de 2014

40 años de la FES Cuautitlán.

La fecha es propicia a la nostalgía y a las remembranzas. Hoy la FES Cuatitlán esta cumpliendo 40 años. Se inauguró el 22 de abril de 1974. Las memorias, dice Neruda, son intermitentes y a ratos olvidadizas, como la vida misma. Espero no ser demasiado impreciso en lo que recuerdo.
A finales del '74 daba yo clases de Física Teórica 2, en la Facultad de Ciencias, como ayudante de mi director de tesis de licenciatura, el Dr. Enrique Prieto y ni idea tenía de que pocos meses después estaría haciendo lo mismo en la recién inaugurada ENEP Cuautitlán.
Una invitación de José Landeros aunada a una serie de otras circunstancias hicieron que para principios de 1975 estuviera ya en la ENEP Cuautitlán impartiendo el curso de matemáticas a los estudiantes de Química, Ingeniería Química y QFB, que en esa época la cursaban todos juntos. 
De esa generación de estudiantes, son los profesores María Eugenia Posada Galarza y Juan José Mendoza Flores, que están actualmente en la Facultad dando clases.
Imposible repasar en unas pocas líneas toda la historia de la facultad. Tengo excelentes recuerdos del Dr. Jesús Guzmán, su director fundador. A él le tocó la primera huelga estudiantil, la que se resolvió con la histórica comisisón tripartita. Son para narrarse alguna vez, las noches de reunión, en busca de soluciones. Las intervenciones del secretario académico Roselló y la caballerosidad y buena fe del Dr. Guzmán que mostrándonos una hoja manuscrita nos decía: “El punto ya esta resuelto, me lo dijo Memo”. Memo era el Doctor Soberón, rector de la UNAM.
También de su sucesor, el Ingeniero Manuel Viejo, de cuya amistad me precio ahora, guardo agradables recuerdos, no obstante que la relación entre nosotros no siempre fue buena. En la gestión del Ingeniero Viejo hicimos el colegio académico, de aquel entonces, e imprimimos la Revista “Marcha”, que nos permitía el juego de palabras Marcha en la Universidad y La Universidad en Marcha.
La revista tomó su nombre de la revista Uruguaya homónima editada por el gran periodista sudamericano Carlos Quijano. Quijano estaba exciliado en México (de hecho murió aquí en 1984). Gracias a Mabel Hernández, muy querida amiga y también entrañable maestra de aquellas primeras etapas de la facultad, tuvimos el honor de visitar a Quijano en un departamento que habitaba en Copilco. Nos permitió usar el nombre de Marcha y nosotros salimos muy contentos de esa visita.Creo que iban conmigo Jesús Cruz y Gloria Soto.
En esa revista publicamos una entrevista a Manuel Viejo, que titulé “Manuel, el solitario en Palacio”. Fue una conversación muy franca e interesante con el director de la facultad. Hace unos meses digitalicé el texto y le regalé una copia al Ingeniero Viejo.
Las primeras épocas de la escuela coincidieron con tiempos de mucha ebullición política. En 1975 se hace el Spaunam, en 1977 se crea el Stunam, al fusionarse Spaunam y Steunam. Para 1980 se lleva a cabo el recuento por la titularidad del contrato colectivo. En la FES C, perdimos la votación, por dos votos de diferencia.
Extraordinarios recuerdos de los camaradas Armando Sánchez, en cuya casa dormí la noche anterior, para llegar de madrugada a la escuela a poner la última propaganda, de Santiago Flores, que llegó de traje el día de las votaciones, de Jorge Martínez Peniche que estuvo en la mesa de votaciones, como representante.
Algunos de los jóvenes que llegamos a dar clases, en los inicios de la escuela, estábamos recién salidos de la licenciatura, algunos sin recibir. Yo lo hice, casi recién llegado a la escuela e inicié mis estudios de posgrado, así que cuando se presentó la oportunidad de concursar por una plaza de carrera estaba listo para hacerlo. Ocurrió casi al mismo tiempo que el recuento. Se abrieron unas pocas plazas -ya desde entonces eran escasísimas. Yo me inscribí al concurso de una que en principio estaba creada para el perfil del secretario del consejo técnico, el Ingeniero Carlos Franco de Ajuria. Nos apuntamos a ese concurso tres personas: El ingeniero Franco, José Luis Fernández Chapou, que era alumno de Fermín Viniegra y yo. Al final resulté ganador del concurso.
Me parecía que era necesario continuar mi desarrollo académico y partí al extranjero para hacerlo. Había concluido en México los créditos de la maestría y el doctorado en Física y me fui a Francia a hacer un doctorado en ingeniería. En Francia, la mecánica de fluidos es considerada parte de la ingeniería, más que de la física. Me dan ganas de seguir escribiendo de mi experiencia como estudiante y profesor de español en Francia, pero me desviaría de lo que voy narrando.
Cuando volví, estaba al frente de la escuela Guillermo Aguilar Campuzano, su gestión estaba terminando y prácticamente no lo traté como director.
A Aguilar lo sucedio José Luis Galván. A José Luis le tocó el conflicto del CEU y del CAU, en 1986. Varios de los profesores que habíamos estado, una década atrás, en la formación del sindicato y en el recuento, simpatizamos con el CAU, lo que incomodaba a José Luis; con quien, por otra parte no teníamos una mala relación.
Durante su administración María Luisa Arias fue la jefa de división de químico biológicas y Bertha Rodríguez la jefa del departamento de Química, con las dos nuestras relaciones eran buenas. Incluso María Luisa nos hizo un dibujo para ilustrar un texto que titulé. “La FES C planeta habitable”.
Nuestra preocupación era que pudieramos crear en la escuela un ecosistema académico sustentable, pero la tensión del director con el CAU, lo impidió. Ocurrió que hubo elección de consejeros técnicos y en el afán de que no se “colaran” quienes simpatizaban con el CAU y el CEU, se abrió la puerta al grupo que hemos llamado “La Mafia”. Armando Aguilar fue nombrado consejero técnico, por primera vez en 1986.
Recuerdo la noche que se contaron los votos, en la sala de juntas de la dirección. Antonio Herrera, jefe de división de físico matemáticas, se dejó caer con un suspiro de alivio sobre el sofa al ver que habían ganado “sus” candidatos. Martínez Peniche le advirtió: “Hay víctorias que son derrotas”. Cuanta razón tuvo, al paso del tiempo ese grupo hostigó a Herrera.
De Antonio Herrera me llega a hora un recuerdo banal. Una mañana voy con Tegest, una etiope que era mi alumna de español en Acatlán y nos encontramos a Herrera. Cuando se la presento y le digo que es etiope, Herrera, a quien le gustaba correr, le dice Abebe Bikila es etiope, sí se sonrié Tegest. Bikila fue dos veces campeón olímpico del maratón y es una gloría de Etiopía.
Llegado ese grupo al consejo técnico empiezan a tratar de imponerse al director. Hay un feo pasaje donde hostigan al nuevo jefe de la división, el Ingeniero Fernando Orozco, hasta lograr su remoción. Termina el periodo de Galván, ya solo unos meses más, como jefe de la división José Guadalupe Ramos Anastacio, profesor actualmente en la Facultad.
En ese ambiente de encono se da el proceso para la elección del director del periodo 1989-1993... pero esa historia y lo que sigue quizás sea mejor platicarla mañana.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Aprender a aprender.

No estaba yo enojado. Por lo menos no lo estaba con los estudiantes que tenía frente a mí y a los que parecía regañar. Tampoco estaba desesperado, aunque supongo que debo haberlo parecido. Mi sentimiento era más cercano a la preocupación, a la tristeza y al desconcierto.
Había interrumpido la clase después de preguntar por tercera o cuarta ocasión algún concepto de los vistos en clases anteriores y de no obtener ninguna respuesta que me permitiera desarrollar el tema que marcaba el temario: “Conservación de momento angular”.
¿Cómo explicar ese concepto, cuando el grupo de estudiantes al que se habla no recuerda que es el momento lineal (explicado dos clases antes)?
¿Cómo hablar de momento angular cuando nadie parece recordar qué es la velocidad angular? ¿Cómo desarrollar el tema, cuando nadie responde bien a la pregunta de qué es un vector?
Podía haber continuado escribiendo las ecuaciones en el pizarrón, no preguntar nada más y hacer de cuenta que hablaba yo para las sillas, que daba clase al pizarrón, no mirar a las caras de aburrimiento y cansancio o de “no entiendo nada”, en el mejor de los casos.
Podía -en teoría, evidentemente- porque en la realidad no pude. Me empecé a preguntar en voz alta, es decir en monólogo que buscaba respuestas en el grupo, qué era lo que estaba pasando. ¿Por qué los alumnos no estudian? Van a clase, son más o menos cumplidos en la asistencia, toman apuntes, realizan los ejercicios que se dejan en clase ¿Y entonces, qué es lo que pasa?
Debo haber dado la impresión de estar enojado, porque una estudiante, de visita en el grupo (ya había asistido anteriormente a otras clases), levantó la mano y me pidió permiso para ir al baño.
Lo que yo decía era más o menos lo siguiente: que mi esperanza era que solo fueran así de malos estudiantes en física y que por lo menos en las otras materias si se aplicaran. Que entendía que a la mejor el temario del curso de física no era el mejor para una carrera como la que ellos estaban cursando, que tiene su principal interés en los temas de química y una inclinación más a la técnica que a la ciencia.
Es obvio que el estudio del movimiento circular tiene inmediatas aplicaciones a los procesos de separación por centrifugación, pero ¿requiere un estudiante de bioquímica diagnóstica conocer la conservación de cantidad de movimiento angular? No lo creo, en todo caso son temas que para mi gusto se deben estudiar en un buen curso de física de la preparatoria.
En general siento simpatía por los estudiantes. Simpatía por lo que representan como anhelo de ser profesionales, como oportunidad de ser mejores que la generación que los educa. (ya se sabe que el alumno debe superar al maestro). Mientras más hablaba con los estudiantes, más me iba quedando claro lo complicado que debe ser, serlo en estos días.
¿Qué quieren los estudiantes que llevan el curso de física y que cursan la carrera de Bioquímica Diagnóstica? Me imagino que una oportunidad en el mercado laboral. Eso, creo, es a lo que aspira el 99% de los estudiantes de una licenciatura, incluidos los que estudian ciencias, filosofía o artes.
Muy bien, una oportunidad laboral haciendo análisis bioquímicos. ¿No es eso una especialidad técnica, más que una licenciatura? Voy y leo lo que dice la página de la FESC http://www.cuautitlan.unam.mx/licenciaturas/qfb/informacion.html#7
(Fragmento):
  • Realizar los diferentes análisis químicos y bioquímicos clínicos.
  • Realizar diferentes aspectos de tipo Biotecnológico.
  • Realizar actividades relacionadas con la práctica inmunológica y genética.
  • Realizar las diversas pruebas microbiológicas tanto en la industria farmacéutica como en la clínica.
  • Participar en la docencia.
  • Participar en los equipos multidisciplinarios de investigación en salud, biotecnología tecnología farmacéutica, control de calidad, ecología, entre otros
¿Es esto lo que quieren los estudiantes de Bioquímica Diagnóstica?, carrera que por cierto sólo se imparte en la FES Cuautitlán.
Recuerdo que hace un par de años, en que también impartí este curso, una alumna me comentó que se iba a ir a estudiar medicina a la Universidad Anáhuac. Tiempo después se fue y hasta donde sé, por el Facebook, ahí sigue. El año pasado un estudiante, del curso de física me dijo que se iba a cambiar a la Facultad de Ciencias y éste año hizo el examen de ingreso a la UNAM y se cambió. Dos personas más, que actualmente llevan el curso de física, me han hablado de su deseo de cambiarse, a medicina, a Ciudad Universitaria.  Una de ellas presentó el examen, este año, pero no alcanzó el puntaje requerido, la otra lo presentará en febrero del año entrante. Una tercera estudiante, me han informado sus compañeras de equipo, ha dejado de venir a la escuela porque no tiene dinero para los pasajes y no es candidato a becas, por no tener el desarrollo académico que lo avale. ¿Se esta convirtiendo la FES Cuautitlán en la sala de espera de quienes desean estudiar en Ciudad Universitaria? ¿Es la carrera de Bioquímica Diagnóstica, el premio de consolación para quienes no pudieron entrar a medicina?
Todo eso seguía yo pensando en voz alta frente a los alumnos. No podía volver a hablar de la conservación del momento angular, la sentía algo ajeno a las preocupaciones de esos jóvenes. A mi me encanta la física, podría sin problemas darle clases al salón vacío, pero frente a los estudiantes, pensaba que más útil que este curso de física, quizás les resultase otro para “aprender a aprender”. No es posible que se levanten de madrugada todos los días, se pasen más de tres horas diarias en transporte público, estén todo el día en la escuela, mal coman y todo ese esfuerzo no alcance para responderle al profesor cuando les pregunta lo que vieron hace un par de clases.Mucho esfuerzo y magros resultados.
Apareció en mí, el profesor de idiomas, que también soy. El que da clases de francés. El que ha enseñado comprensión de lectura y los mandé a leer el texto sobre momento angular en el libro de Alonso y Rojo. Les dí algunos tips, de comprensión de lectura y espero que por lo menos lo esencial del momento angular lo entiendan y que se vean obligados a repasar.
Después de terminada la clase, que concluyó con los consejos para estudiar y aprender, seguí pensando en el asunto toda la tarde. El largo regreso de Cuautitlan al DF, me dio oportunidad de esbozar este texto y de pensar si no debería la facultad poner más énfasis en la orientación metacognitiva de los muchachos. Ellos saben lo que quieren: tener un trabajo e integrarse al mundo laboral. Le toca a los maestros y funcionarios decírles cómo lograrlo y ayudarlos a hacerlo, basados en sólidos conocimientos técnicos y científicos. Les toca a profesores y funcionarios fortalecer las instancias que dentro de la escuela deben enseñar a los estudiantes a “aprender a aprender”.

jueves, 17 de octubre de 2013

Santiago Flores y el origen de la carrera de IA

Terminada la clase de laboratorio de ondas, el café era obligado y urgente. 
Estoy frente al puesto de café del campo 1, el que está en el pasillo de la entrada, cuando distingo la figura de Santiago Flores de Hoyos.
¿Cuántos años de no verlo, tenía? No lo se, muchos. Yo me fui de la FES Cuautitlán, a la entonces DGSCA hace veinte años, cuando volví él ya no estaba. Muy probablemente desde entonces no lo había yo visto. Luce muy parecido a como lo recordaba salvo por las canas.
Lo saludo con mucho gusto, tengo excelentes recuerdos de aquella época del Spaunam. Con Santiago es siempre un gusto, y un aprendizaje, platicar. Intercambiamos algunas frases de ingenio. El suyo esta intacto. Me cuenta que va a dar una plática para rememorar los orígenes de la carrera de Ingeniería en Alimentos. Me lo dice de una manera mucho menos formal y más humorística: “Voy a platicar cómo engañamos al Dr. Guzmán y a Soberón para crear la carrera, a partir de una opción terminal”. (No traía yo grabadora, una disculpa en caso de que la cita no sea estrictamente exacta).
Estoy con algunos alumnos y maestros, que no conocían a Santiago y me preguntan quién es ese señor que ya va camino a la unidad de seminarios. Les digo que es una de las personas que echaron a andar la carrera de Ingeniería en Alimentos en la FES C, pero más allá de eso una personalidad muy carismática y de la que muchos aprendimos.
Recuerdo los días de las asambleas al aire libre en los espacios abiertos del campo 1 y 2, cuando la comisión tripartita y cuando las huelgas del Spaunam en 75 y 77. 
No olvido la capacidad oratoria y retórica de Santiago. Ahora que escribo, recuerdo su respuesta a un estudiante que cuestionó quién era ese maestro que tomaba la palabra. En su mejor estilo Santiago le contestó: “Cuando tu no habías nacido algunos de nostros ya estábamos en las calles partiéndonos la madre”, en obvia alusión a su participación en el movimiento del 68.
Un recuerdo encadena otro, hablando del 68, me viene a la mente que alguna vez me prestó un libro de Paco Ignacio Taibo II, dedicado a “El rompe.” El rompe era el mismo Santiago y el sobrenombre le venía porque alguna vez tronó el motor de un coche o lo chocó y le apodaron por eso el “rompe coches”. El mote era un apocope. Me contó, en esa ocasión, que Paco Ignacio había estudiado Ingeniería Química y en algún momento la dejó.
Me enteré, ahí en el pasillo del café, que había una celebración de la 8ava generación de Ingeniería en Alimentos y que vendrían más profesores de esa generación, alguien me dijo que Carlos Castañeda, estaría también.
Me dieron ganas de verlo también y de saludarlo. Me fui a la unidad de seminarios y ahí estaba Santiago (A Carlos no lo ví, quizás estaba programado para otro día) platicando cómo se había hecho la carrera de Ingeniería en alimentos, mencionó la participación de Fernando Maya y de Jorge Ludlow. Fernando recién retirado en Mayo y Jorge un personaje del que se pueden escribir cientos de anécdotas.
Lo estuve oyendo un buen rato, los dispenso de narrarles las peripecias para hacer el plan de estudios que resultó de 12 semestres y luego cómo lo recortaron para dejarlo en ocho o nueve. “Una irresponsabilidad”, decía Santiago, con humor y auto crítica y luego agregó, nuevamente con humor: “pero cumplimos la meta: La meta era que nos pagarán y no nos corrieran”.
En ese momento platicó la anécdota del club de los medios cheques, es decir al que pertenecen los hombres divorciados a los que se les deduce la pensión por nómina.
En otro momento, cuando narraba la presentación del plan a los estudiantes, dijo”Ni modo, me voy a adornar, pero es cierto: yo llenaba auditorios, ¿cierto o no?” y señalaba a algunos ex alumnos de entre el público, como testigos de su dicho.
Santiago, después de participar en la creación del plan de estudios de Ingeniería en Alimentos se fue a Inglaterra a hacer el doctorado, regresó y fue coordinador de la carrera y después se fue, creo recordar, al IMP.
Otros más de quienes compartimos aquellas historias de la comisión tripartita también nos fuimos, como Jorge Martinez Peniche y el mismo Carlos Castañeda. Otros nos fuimos y volvimos como Juan Antonio Montaraz, que de su doctorado, también en Inglaterra, volvió a la Facultad de Veterinaria y de ahí a la FESC para ser coordinador del posgrado y luego director.
Agradables recuerdos y muy oportunos, ahora que estamos cerca de los cuarenta años de Unidades Multidisciplinarias. 
Cómo olvidar las reuniones en casa de Marcela Astorga, que nos organizaba, consentía y soportaba a todos.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Dr. Jesús Guzmán García. Recuerdos desordenados.


 

Me enteré casi por casualidad. Saliendo del campo 1 de la FESC paso, como de costumbre, frente a las mamparas siempre llenas de propaganda, que casi nunca leo. Pero esta vez atraen mi atención las labores de limpia que realizan, un par de trabajadores,  de los innumerables papeles ahí pegados. 
Me fijo en el que están retirando en ese momento.  Veo que dice “Homenaje Póstumo” y me detengo a seguir leyendo.  Leo que se trata de un homenaje al Dr. Jesús Guzmán, primer director de la Fes Cuautitlán.
De inmediato vienen a mi mente muchos recuerdos, el primero -quizás por la pena que sentí, ese día- es  el de aquella ocasión, hace 39 años, en que a las afueras de la escuela unos profesores jóvenes  y unos alumnos, nos correteábamos unos a otros, con globos de agua y con las mangueras de los mecheros bunsen llenas de agua.  Debe haber sido un día de San Juan y yo, que ya había sido bañado, perseguía a alguien para tomar revancha.

En mi cara se debe haber percibido la determinación de alcanzarlo y vaciarle el contenido de la manguera de gas, llena de agua en esos momentos.  Sin duda lo hubiera bañado sino hubiera pasado entre el perseguido y yo, nada más ni nada menos, que el director de la escuela (entonces la FESC era la Escuela Nacional de Estudios Profesionales ENEP): El Dr. Jesús Guzmán García.

Alcancé a detener mi carrera para no atropellar al director y vi que veía mi pelo mojado escurriendo agua, las manos que no sabía dónde esconderlas y mi gesto de pena. El director apresuró el paso y como si de nada se tratará me saludo con una sonrisa: buenos días!

Yo me había dado ya por despedido, pero no fue así. El Dr. Guzmán era una persona sumamente humana y comprensiva, lo demostró esa vez y muchas más. 

Recuerdo en particular las muchas noches que pasamos en vela cuando el primer paro estudiantil de la escuela, llevó a la formación de la llamada comisión tripartitra. En esa comisión había representantes de los profesores, de los alumnos y de las autoridades. El Dr. Guzmán, en persona, encabezaba las sesiones de la comisión que, con frecuencia, se prolongaban hasta el amanecer del día siguiente.

En esa comisión estaban  también por parte de los profesores, Jorge Martínez Peniche y Juan Antonio Montaraz. Montaraz y Patricia Miranda, entonces alumna de la escuela, tuvieron tal simpatía por el Dr. Guzmán que lo invitaron a ser padrino de su boda y él aceptó.

Montaraz en un principio era el presidente del colegio de  Aapaunam de ciencias biológicas (a lo mejor me equivoco, pero creo que no: el presidente del colegio de veterinaria era Esteban). Más tarde Juan Antonio se afilió al Spaunam y estuvo con nosotros en la huelga del Stunam en 1977. 

Cuando la policía entró a Ciudad Universitaria, hablamos personalmente con el Dr. Guzmán. Lo vimos en la casa de uno de sus colaboradores en Cuautitlán Izcalli y nos dijo su preocupación por nosotros, nos pidió no correr riesgos. Su postura era la de un compañero de trabajo, con mayor experiencia. 

Recuerdo que al final de la plática le dijimos que nosotros haríamos lo que el Consejo General de Huelga decidiera.  Al despedirnos nos dimos la mano y le dijimos que aunque desde dos barcos diferentes, estábamos librando la misma batalla: la batalla por la mejora de la Universidad.

Su cara en ese momento era la misma que la que recuerdo el día que por poco choco con él, mientras perseguía yo a alguien para mojarlo. Una expresión indefinible mezcla de simpatía y sapiensia.

Al  acercarse el final de su primer periodo, fue muy enfático en que no deseaba reelegirse. Cumplió cabalmente hasta el último día su encargo, pero nunca se separó del todo de la escuela. Cada vez que la visitaba era recibido con muchas muestras de cariño, no solo de los profesores que lo habían conocido, sino también de alumnos que ahora eran profesores.

Cuando la escuela cumplió seis años, nosotros ya habíamos creado el Colegio Académico. Invitamos al Dr. Guzmán a que tuviera una conversación con quien en ese momento dirigía la escuela: El Ingeniero Manuel Viejo, me tocó el honor de fungir como moderador de esa conversación. 

No me quiero adentrar ahora en las anécdotas de lo que se dijo en esa plática, más bien decir que esto de reunir a los ex directores y director en funciones, para conversar, como parte de los aniversarios de la escuela se convirtió casi en una costumbre.

Es cierto que he dicho muy poco de la labor del Dr. Guzmán como científico y es que no lo conocí en esa faceta. Puedo, sin embargo,  mencionar dos cosas: una que el grupo de posgrado, que encabezó Carlos Pijoan, se consolidó para permitir la transición de la escuela a facultad, gracias al apoyo del Dr. Guzmán. Los profesores de esa área, seguramente podrán hablar mucho mejor que yo de esa labor. Dos, que el Dr. José Laguna, con quien más adelante tuve la fortuna de tener una amistad, siempre me habló muy bien de la labor del Dr. Guzmán.
Hoy el edificio del posgrado en Campo 1 lleva el nombre de Carlos Pijoan y el de la Unidad de seminarios en Campo 1 lleva el nombre del Dr. Guzmán, me parece a mí, que muy merecidamente.