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domingo, 31 de octubre de 2021

La sorcière.

 

Es usual traducir el título del libro de Jules Michelet, La sorcière como La bruja, aunque después de leer el libro, pienso que quizás podría traducirse también como La hechicera. ¿Cuál es la diferencia? No lo sé muy bien. Para mí el término bruja tiene una carga peyorativa, que no encuentro en el personaje femenino del que habla con pasión el historiador francés.

Aunque Michelet se graduó en letras, su obra más importante son los XVII tomos de La Historia de Francia. Michelet es nombrado en 1830 jefe de la sección histórica de los archivos franceses. En su rol de historiador de Francia y sobretodo, al escribir la parte correspondiente a la edad media, el autor de La sorcière tiene acceso a una gran cantidad de documentos que más adelante va a emplear en la escritura de ese libro.

La redacción de La sorcière, de hecho, la emprende antes de concluir la de La Historia de Francia. El libro puede, en cierto sentido, verse como una historia de la brujería en Europa, desde la edad media hasta el siglo XIX, pero también como una reflexión profunda y personal de su autor acerca del papel de la mujer en la sociedad, en particular en el surgimiento de la ciencia.

No son pocos los pasajes del libro donde Michelet distingue lo poco que es capaz de hacer un hombre brujo, de lo mucho que es capaz de hacer una mujer bruja. Por ejemplo dice: “La iluminación de la locura lúcida que según sus distintos grados es poesía, segunda visión, penetración intensa, la palabra  inocente y astuta; la facultad; sobre todo de creer en sus mentiras. Este es un don que no conocen los brujos. Con ellos nada habría empezado”.

Paul Viallaneix, autor del prefacio del libro que tengo de La sorcière menciona la influencia que  sobre Michelet, ejercía su segunda esposa  Athénais, quien era veintiocho años más joven. Dice Viallaneix: “El piensa en el demonio, de sexo femenino, que hechiza su vejez. Ella lo ha salvado de la desesperanza tras la ruina la de Segunda República, después de su enfermedad en el invierno 1853-1854. Ella le enseñó a apreciar y a amar las aves, los insectos y todas la criaturas a las que está acostumbrada desde su infancia en el campo. Ella le revela las armonías de la naturaleza, los secretos del bosque y del mar”.

Este párrafo sirve para explicarnos el tono poético de todo el libro. En él va Michelet explicando  el surgimiento de las ciencias de la mano de la mujer, sin embargo el tono lírico no le resta rigor histórico a la hora de ir citando documentos. Incluso la lectura puede, por momentos, volverse pesada.

El libro es así mismo una denuncia y combate de la desigualdad social y de la manipulación y la hipocresía de la iglesia católica, responsable de crear el tribunal de la inquisición y de haber llevado a cabo tantos procesos por brujería.

El libro es pues un doble discurso histórico, que narra por una parte los espacios que la ciencia fue ganando a la iglesia y por otra el recuento de los casos de brujería más connotados en Europa.

Michelet hace nacer a la bruja de la desesperanza, se pregunta: ¿En qué fecha nace la bruja? y responde “lo digo sin ninguna duda: de los tiempos de la desesperanza. De la desesperanza profunda que construye el mundo de la iglesia”

La iglesia, argumenta Michelet, no ve en esta vida más que una prueba, por lo que el sufrimiento, el hambre y la enfermedad son un vasto campo donde el demonio puede consolar a quienes sufren. Esta idea de la bruja y del demonio como consuelo a quienes sufren está presente en todo el libro.

La bruja es para Michelet en alguna medida también  el remanente o la reminiscencia de los cultos paganos (Pan) a la naturaleza. Hay un sincretismo entre las creencias paganas y el cristianismo: Navidad coincide con las fiestas  de los espíritus del norte. La fiesta de la noche más larga del año.

Describe la noche y el consuelo de quien sufre: “Considerar que fuera de la ciudades, cerca de los bosques, en invierno a las seis de la noche está oscuro, sopla el viento, cualquier movimiento de una hoja de árbol, es atribuible a un espíritu. A alguien capaz de hacer cosas prodigiosas, un ente al que se puede pedir auxilio en la desesperanza”. 

Esta necesidad de consuelo se extiende a la edad media que el historiador describe como mil años de aburrimiento, de bostezo, de ruptura de los príncipes de la iglesia con el pueblo: Prohibido inventar, prohibido crear. No más leyendas, no más santos. Ya tenemos suficientes. Entonces hay que pedir a los dioses paganos, a los duendes y trolls,  lo que el dios del cristianismo no concede: El gozo de la vida. La bruja, en la visión de Michelet está asociada también a una vida gozosa, que la iglesia impide.  

Nuevamente en la época feudal hay desesperanza que viene de viene de la presión terrible de las vejaciones y de la miseria. Cita el diario de Eudes Rigault, confesor del Rey Luis XI y arzobispo de Rouen  donde aparece el desenfreno y el abuso de los monjes: “Dondequiera encuentra (Rigault) a esos monjes viviendo la gran vida feudal, armados, ebrios, duelistas, cazadores furiosos a través de toda cultura; las religiosas mezcladas con ellos de forma indistinguible, embarazadas en todas partes, como resultado de sus acciones.”

Aunque los demonios existían como parte de la cultura de la edad media, Satán nos dice el el autor de la Sorcière, no toma su forma definitiva antes del siglo XIII, como personaje con el que se pueden hacer pactos. Un diablo también que puede habitar el cuerpo de una mujer y poseerla.

Michelet no dice qué es, ni cómo ocurre la posesión. Deja entender que es la manera como los diablos castigan. La posesión solo ocurre en el libro de Michelet a las mujeres,  no a los hombres.

El pacto con el diablo es también una alegoría de lo que está dispuesto a perderse por la transgresión. La transgresión de las dos prohibiciones de la edad media: Ver el futuro y evocar el pasado. Es el precio por formar parte de sociedades secretas que conocen las propiedades medicinales y venenosas de las plantas, que ayudan a curar las enfermedades de la edad media.

El contacto con el mundo árabe trae el conocimiento de estimulantes para reavivar el declive amoroso. A ellas atribuye  Avicena la gran cantidad de erupciones en la piel.

A Paracelso,  que  quemó los libros de la medicina anterior, Michelet lo hace decir: “Todo lo  he aprendido de las buenas mujeres” (Las brujas).  Lo que sabemos de la medicina de las brujas es que usaban una gran familia de plantas equívocas y muy peligrosas, para distintos propósitos como calmar y estimular. Se les llama con razón consoladoras. En francés el término es solanées, en español se usa el nombre latín de la familia de plantas: Solanacea.

Esta familia enorme de plantas incluye la belladona, la mandrágora y el tabaco pero también  la papa, el tomate y la  berenjena. Para hablar, con autoridad de estas plantas Michelet consulta y cita el trabajo del botánico y médico francés Félix Arhimède Pouchet.

El uso de las plantas como medicina alternativa le corresponde a la mujer; es decir a la bruja, pues en la edad media, dice Michelet, la medicina oficial sólo se ocupaba del varón, nunca de la mujer: “Jamás en esos tiempos, una mujer habría aceptado a un médico varón, no le habría dicho sus secretos. Las brujas observaban solas y fueron para las mujeres, sobre todo, el único médico”.

La exposición sobre las propiedades medicinales de las plantas se extiende al tema de los filtros de amor, los encantamientos  y los estimulantes. No muy lejos de esos usos está el de la purificación después del amor, para evitar quedar encinta.

Este es el camino que Michelet hace recorrer a la mujer a través de la historia en la sociedad europea de la edad media. Una historia que la trae de la adivina pagana, al esplendor de la bruja de los sabats y la misa negra, para llevarla después a la mujer intrigosa y perversa que describe con este párrafo: “Para ella la brujería será, no sé qué especie de cocina o química. Muy pronto aprenderá a manipular las cosas repugnantes, las drogas primero, las intrigas, después”.

Al final del recorrido, la bruja habrá alcanzado a emanciparse, a través del conocimiento, de la rebeldía y a veces de la maldad. No sin dolor, como en los casos de las quemas de brujas o en los casos de abuso sexual de sacerdotes, presentados como casos de tratos con el demonio, en el que la poseída era juzgada y condenada.

El libro, en su segunda parte hace un recuento histórico de los casos de  brujas vascas, las posesiones de Loudun, de Louviers y de la Cadière.

Un libro histórico y poético. Muy interesante y bien documentado. Lectura recomendable a todos los interesados en la historia de la ciencia. Por cierto Michelet  cita como fuente La historia de las ciencias en la edad media, por Srengler, Pouchet. Cuvier, etc.

sábado, 17 de abril de 2021

Chinche bicho. (Para Martina)

Picasso afirmaba que de niños todos somos artistas. Lo difícil, agregaba, es seguir siéndolo cuando crecemos. A mí me gusta decir que pasa lo mismo con la ciencia.

Las causas de esta falta de continuidad, artística y científica, es la pérdida de la espontaneidad y la curiosidad  que ocurre con la transición a la edad adulta.

En la cálida tarde del primer domingo de marzo, día de cambio horario, tuve oportunidad de comprobar esa innata curiosidad infantil.

Estábamos todos en el jardín de la casa cuando una de las niñas nos dice: ¿Qué animal es ese? Volteamos y no vimos ninguno.

-¿Cuál? Pregunté.

-Ese, me señaló la pequeña.

Caí en cuenta de que tenía yo un problema de perspectiva. Las hojas no me permitían ver lo que ella, desde más abajo, veía perfectamente.

Me agaché y vi, entre el follaje, un bicho colorido que me pareció muy bello. Le saqué una foto y por supuesto, la subí al facebook. La foto no era mala, pero tomaba al animal prácticamente de costado,

Al día siguiente uno de mis contactos comentó:

-Es un insecto muy bonito pero creo que es pariente de la chinche.

Por el tamaño me parecía más un escarabajo y así lo comenté.

Algunas personas más empezaron a participar en la conversación.

-Es chinche, dijo alguien y agregó: Hay unas así pero enormes: los Xamhues, que son comestibles.

Junto con su texto me mandó imágenes de varios de esos insectos. Una de ellas es la que aparece a la izquierda en la composición fotográfica que ilustra este texto.

Me advirtió del peligro de que esos bichos pudieran ser portadores de enfermedades como la de Chagas y me pedía fotos de otros ángulos del insecto, para poder identificarlo.

Otra persona que también había estado en la reunión de esa disfrutable tarde dominical subió otra imagen, la que está a la derecha en la composición fotográfica. Entonces ya no hubo duda se trataba de un Xamhue o Thasus gigas. Era en efecto un chinche gigante comestible e inocua desde el punto de vista de la transmisión de enfermedades.

Intrigado me dirigí a la Wikipedia para saber un poco más de esas chinchesotas.

Aprendí que se le llama también chinche gigante del mezquite y recordé que justamente en el jardín, donde la niña curiosa la descubrió, hay mezquites.

Menciona el texto, lo que me había ya dicho uno de mis contactos: es comestible. Dice que “se consume frita con hierbas de olor o en salsa con chile bandeño, xoconostle, ajo y sal”. Aclara que para guisarla se debe desflemar pues tiene un líquido amarillento de olor muy penetrante que le sirve como defensa contra eventuales atacantes.

Sobre su ciclo reproductivo dice que siguen una metamorfosis incompleta (hemimetabolismo) que atraviesa cinco estadios antes de que las larvas lleguen al estado adulto. Los huevos son depositados en los mezquites y otras plantas a finales de agosto. Las ninfas, nombre que reciben en las primeras etapas de vida, nacen en octubre. Para enero y febrero se han convertido ya en ninfas de segundo y tercer estadio y dejan de estar juntas. De marzo a mayo aparece el cuarto estadio. Es justamente en esta época que encontramos al animalito que motivó este texto. El quinto estadio ocurre de mayo a julio y los adultos son abundantes entre mayo y septiembre.

Al ir leyendo me iba simpatizando el bicho. Me parecía irónico que fuera pariente del “despreciable” bicho que es la “chinche de las camas”. Por curiosidad busqué la taxonomía de uno y otro insecto y elaboré la tabla que copio a continuación:

 

Taxonomia

Chinche

Chinche gigante.

Reino

Animalia

Animalia

Filo

Arthropoda

Arthropoda

Clase

Insecta

Insecta

Orden

Hemiptera

Hemiptera

Suborden

Heteroptera

Heteroptera

Familia

Cimiciade

Coreidae

Género

Cimex

Thasus

Especie

Cimex lectularius

Thasus gigas

 

Las referencias que cita el artículo de la Wikipedia son:

·         Brailovsky, H., C. Mayorga, G. Ortega León, E. Barrera. 1995. Estadios ninfales de los coreidos del Valle de Tehuacán, Puebla, México (Hemiptera-Heteroptera II. Especies asociadas a huizacheras. Anales del Instituto de Biologia. Serie Zoología 66(1):57-80

·         Mendoza, M.N., Quintero, L.A. Güemes, V.N., Soto, S.S., López H.G. y Reyes S.MA.I. s/f. Utilización del “xamui” (Thasus gigas) en la elaboración de una salsa tradicional del Valle del Mezquital. Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

·        Ruiz Moreno, J.J. 2015. Nuevos hospederos de Thasus gigas (Klug 1835) (Hemiptera: Coreidae) en Jalisco, México. Dugesiana 22(1):15-16.

 ¡Buen Provecho!

 


 

 

lunes, 28 de diciembre de 2020

Lecturas 2020

 

Una columna publicada el último domingo del año sobre las lecturas de su autor me llevaron a reflexionar en las que yo he realizado en este 2020.

Los tres primeros meses  del 2020 estaba yo todavía en España leyendo los libros que sacaba de la red de bibliotecas públicas de Cataluña, en particular la de la Barceloneta. Sobre esas lecturas creo que ya he escrito suficiente en otros posts de este mismo blog.

Cuando tomé el avión, de regreso,  traía dos libros para la lectura transatlántica. No es que pensara concluir ambos, pero tengo el hábito de leer dos o más libros simultáneamente. Los libros eran “Lugares de mi memoria” de Elvira Matas y “Una historia de España” de Arturo Pérez Reverte.

Poseer el primero de estos libros es un privilegio. Me lo regaló la autora, quien hizo un tiraje muy restringido, dedicado básicamente a sus descendientes para platicarles de las cosas que habitan en su memoria.

El recurso narrativo que utiliza Elvira es el de una maleta que descubre y de la que va sacando recuerdos que motivan su relato.

Elvira es argentina, hija de catalanes que emigraron a América en la época del franquismo y que volvió a España por la actividad política que la familia tuvo en la época de la dictadura. Es una mujer de firmes convicciones políticas, farmacobióloga, con habilidades literarias y a quien conocí a través de Paco Ibáñez.

Cuando terminé de leer el libro, ya en México, le escribí a Elvira dándole mis impresiones. He aquí algunas de ellas:

El primer comentario es que me gustó mucho. Me gustó el estilo narrativo. Es muy literario.

 

Como me habías platicado de él antes de que lo leyera, tenía yo una cierta expectativa. Lo pensaba más personal. Se habla de la vida de pareja combatiente, de la pareja solidaria, de la pareja en familia, pero poco o nada de la pasión que llevó a formar esa y la otra pareja.

Claro que todo lo dicho en el párrafo anterior es problema mío, del lector, por esperar algo injustificadamente. Es potestad del autor hacer lo que tu hiciste: seleccionar los lugares de su memoria que quiere mostrar.

Me gusta el recurso de la maleta que si “non e vero e ben trovato”. A veces tenía la impresión de que podría tratarse de una novela de misterio donde la protagonista busca encontrar a una familiar, la mujer del trineo y el tren, y va poco a poco encontrando piezas del rompecabezas para armarlo. Para enterarse cuando finalmente lo consigue de que…

El exilio está presente en todo el relato. Tanto el de los ancestros, como el tuyo, que paradójicamente es un exilio de regreso.

Te podía imaginar perfectamente en las terrazas de los café con tus pensamientos. Los pensamientos de quien ha aceptado que “el exilio es la penosa línea divisoria entre un pasado que se abandona y un futuro que construir, mientras se vive un presente gris.” Los pensamientos, sin embargo, de quien no fantasea con volver a Mendoza. Como tampoco su madre fantaseó con volver a Barcelona.

Apenas se entera uno de tu quehacer profesional. Su descripción queda como subsidiaria de la descripción de la vida familiar. Dices que aceptas un empleo en Terrassa, pero no recuerdo si hablas del negocio que montas, de tus empleados, de las dificultades para hacerlo exitoso.

No lo haces, por lo menos, con la misma intensidad con la que describes el negocio paterno, los pájaros que cuidaba la devoción de tu madre y la participación de tus hermanos.

Me gustaron las frases que entreveras, por supuesto la de Borges, más allá de la situación en la que la usas: “El olvido es la única venganza y el único perdón”.  También me gusta que digas que te excitan las personas inteligentes.  Creo que la parte donde dices que te gusta jugar -y ganar- a las cartas, ya la sospechaba yo.

No sé si gané mucho más en conocimiento de tu persona leyendo el libro. Gané en conocimiento de tu historia, comprendí quizás porque decías o hacías algunas cosas. Lo que vi en las páginas del libro fue a una mujer inteligente y sensible, buscando en los lugares de su memoria, algunos para mostrar. Me quedan dudas: ¿por qué escogió esos? ¿Desecho algunos? ¿Cuáles?¿Por qué?

Pero esas preguntas son ociosas. Todos sabemos que es potestad del autor seleccionar lo que cuenta. A mi finalmente, como lector, lo que me queda decir es si me gustó o no.

La respuesta es la primera frase de este comentario: ¡me gustó mucho!

También, ya en México, terminé de leer el libro  de Pérez Reverte. Es la recopilación de artículos que fue publicando en su columna “Patente de Corzo”. Cada entrega narra un episodio de la historia española. Son artículos muy amenos, bien documentados y que reflejan obviamente la opinión de su autor.

A un extranjero, como yo, le resultan muy útiles para entender algunas de las situaciones actuales de la política española, incluidos los reclamos de algunas autonomías como la catalana, por ejemplo.

En particular recuerdo el texto por el que me acerqué a esa obra. Es el  capítulo XX , se llama “Aquellos admirables animales” y  habla de la conquista de México. Lo conocí cuando su autor lo uso satíricamente como respuesta a la solicitud de AMLO de que los españoles pidieran disculpas por la conquista: “esta es mi disculpa dijo Pérez Reverte”.  La parte final de ese escrito cita a Carlos Fuentes alabando la llegada del idioma español a México. “Se llevaron el oro, pero nos trajeron el oro”.

El libro relata después en capítulos sucesivos la construcción y hundimiento de un imperio, las guerras carlistas, el golpe de estado de Primo de Rivera, la caída de la monarquía, el franquismo y el regreso a la democracia.  Se trata de una lectura amena que puede hacerse con pausas.

De Europa vinieron también otros libros, dos de ellos “Civilizations” de Laurent Binet y “Les particules eléméntaires” de Houellebecq fueron los siguientes en la lista de lectura.

De Binet había ya leído un par de libros, “HHhH” y “La séptima función del lenguaje”. Ambos me gustaron mucho. “Civilizations” me gusto menos.

El libro está construido sobre la base de ¿qué hubiera pasado si…? En este caso qué hubiera pasado si América hubiera conquistado Europa y no a la inversa.  El libro arranca con la llegada de los escandinavos a América, habla de Colón que es sacrificado con algunos de sus hombres en América y de las expediciones transoceánicas  de Atahualpa primero y de Cuauhtémoc después.

La civilización que encuentran los expedicionarios de América al llegar a Europa es una cultura basada en la religión cristiana y en la que empiezan a insinuarse la Reforma de Lutero. Lutero mismo es un personaje que aparece en la novela, lo mismo que Tomás Moro y Erasmo de Róterdam. Todos estos pasajes traslucen una fina crítica a esa cultura religiosa a la que Binet Llama del “Dios Clavado” (Le dieu cloue) y que desconcierta a los americanos cuando la van descubriendo.

Aparece también Carlos V metido en la guerra de Flandes pero sin ser dueño de aquel imperio en el que no se ponía el sol. Es un libro interesante sobre todo por la crítica que realiza de la historia de la civilización europea parodiándola, pero cuesta trabajo al menos como mexicano dar verosimilitud a personajes como el de Cuauhtémoc e incluso como el de Atahualpa.

El libro de Houellbecq platica la vida de dos medio hermanos -uno de ellos científico y el otro profesor de francés- como pretexto para hablar de la sociedad europea de finales del siglo XX: el avance científico, le liberación sexual, el descrédito de la religión, el advenimiento -en su lugar- de sectas sexuales y la reflexión final acerca de la felicidad. El libro es riguroso en los datos que da de ciencia.

Es una lectura que por momentos puede resultar pesada como cuando describe con tanto detalle los campamentos de verano franceses a los que acuden sectas de New Age, pero es en todo momento un libro que hace pensar.

Después de estas dos lecturas y mientras pensaba cuál de los libros que estaban en la cola de lectura seguiría, se colaron dos intrusos: “Algo ahí afuera de Bruno Apaia y “Mujeres. Crónica de una rebelión histórica” de Juan María Alponte.

El primero de ellos imagina, como el libro de Binet qué pasaría si el cambio climático nos alcanza. Platica la migración desde pueblos donde la sequía ha llegado rumbo al norte. Describe por ejemplo el paso a través de Italia, de donde es originario el autor y la necesidad de pagar por poder atravesar a través de una parte del territorio. Es una lectura aún no concluida.  

Tampoco he terminado la lectura del  libro de Alponte que reúne con su estilo característico retratos de mujeres que han combatido por la igualdad de derechos. Aprendí por ejemplo que Jefferson, uno de los padres fundadores de la nación estadounidense tuvo hijos con Sally Hemings, una de sus esclavas.  La lectura de este libro me recordó el de Irving Wallace que se llama “De Ninfómanas y otras maníacas”.  

Cuando vino el momento de escoger  qué leer en las vacaciones de fin de año, regresé a la fila de libros que esperaban. Me encontré entonces dos de ellos  adquiridos en la FIL Guadalajara en 2018: “Estudios sobre el amor” de José Ortega y Gasset e “Historias selectas” de O. Henry.

De O. Henry había oído hablar por el premio literario que lleva su nombre pero nunca había leído nada de él. Aunque al hacerlo me di cuenta de que conocía algunas de las historias que él platica como aquella de la pareja empobrecida que desea hacerse un regalo de reyes. Ella tiene un hermoso pelo largo y el posee un precioso reloj de bolsa. Él para comprarle un par de peinetas vende el reloj y ella había vendido su pelo para comprarle una cadena al reloj.

También conocía la historia del hombre que deseaba hacerse apresar para poder pasar el invierno neoyorquino fuera de sus calles, durmiendo en la cárcel.

El volumen donde leí los relatos es una antología de varios obras de O. Henry, que a su vez recopilan sus publicaciones semanales del New York Globe. El libro trae relatos de “Los cuatro millones” la publicación que lo  hizo famoso, de “El corazón del oeste”, “Opciones”, “Caminos del destino”, “La lámpara maravillosa”, “La luz de la ciudad” y “Remolinos”.

Es fama justificada que los cuentos de O. Henry sorprenden por sus finales inesperados.  Pero hay también una dosis de caballerosidad en personajes que podrían etiquetarse de villanos como el bandolero transmutado en príncipe para recatar a una cenicienta del far west en “Un príncipe del chaparral” o el ladrón que está dispuesto a ir a la cárcel por salvar a una jovencita de “Una reforma obtenida”

La propia vida de O. Henry parece uno de sus cuentos. Siendo empleado de un banco en Austin roba una pequeña cantidad, huye a Honduras pero vuelve a USA al enterarse que su mujer enfermó. Es enviado a la cárcel y pasa ahí más de tres años. Desde prisión empieza escribir y la fama lo alcanza al salir. No obstante al morir, de cirrosis, traía en su bolsillo únicamente 23 centavos de dólar.

El libro de Ortega y Gasset de “Estudios sobre el amor” es una colección de artículos que su autor fue publicando en el periódico El Sol, en España, en la década de los veinte del siglo pasado. Esto confiere a la obra un carácter interesante al menos por dos aspectos: uno, en esa época se desconocía aún mucho de la fisiología de los sentimientos y dos, la mujer gozaba de menos libertades.

A veces, por esas razones, resulta difícil estar de acuerdo con Ortega cuando plantea tópicos acerca del papel social de la mujer o sobre el rol del alma. Pero siempre se puede estar de acuerdo con él en la manera en que argumenta y escribe.

Analiza, Ortega, por ejemplo, la figura de Don Juan y el amor en Stendhal. Recurre a las etimologías para hablar del encanto; pasa, por supuesto, por la divina comedia e incluso toca el tema del misticismo y el éxtasis que vincula con la hipnosis, la yoga y lo que hoy llamaríamos la meditación, que es ese poner la mente en blanco.

Al ir leyendo fui subrayando algunas frases que comparto a manera de colofón de este texto sobre mis lecturas del 2020:

·        La cultura de la “cortezia” (…) merced a la cual la mujer se hace educadora del hombre.

·        ¿Qué es la mujer cuándo no es sino mujer?

·        La vida, señora, usa espuela.

·        ¡Tiene razón Shakespeare! ¡Nuestra vida está hecha con la trama de nuestros sueños!

·        La suprema misión de la mujer sobre la tierra: exigir, exigir la perfección del hombre.

·        Los hombres pueden dividirse en tres clases: los que creen ser Don Juanes, los que creen haberlo sido y los que creen haberlo podido ser, pero no quisieron.

·        Conocer las cosas no es serlas, ni serlas conocerlas.

·        La exactitud en todo problema de vida sería lo más inexacto.

·        El amor más que un poder elemental , parece un género literario.

·        En el hombre prácticamente no existe (…) el instinto sexual, sino que se da casi siempre indisolublemente articulado, por lo menos con la fantasía.  

·        En nada como en nuestra preferencia erótica se declara nuestro más íntimo carácter.

Y podríamos agregar quizás que también las frases que seleccionamos traslucen nuestro carácter.