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sábado, 17 de abril de 2021

Chinche bicho. (Para Martina)

Picasso afirmaba que de niños todos somos artistas. Lo difícil, agregaba, es seguir siéndolo cuando crecemos. A mí me gusta decir que pasa lo mismo con la ciencia.

Las causas de esta falta de continuidad, artística y científica, es la pérdida de la espontaneidad y la curiosidad  que ocurre con la transición a la edad adulta.

En la cálida tarde del primer domingo de marzo, día de cambio horario, tuve oportunidad de comprobar esa innata curiosidad infantil.

Estábamos todos en el jardín de la casa cuando una de las niñas nos dice: ¿Qué animal es ese? Volteamos y no vimos ninguno.

-¿Cuál? Pregunté.

-Ese, me señaló la pequeña.

Caí en cuenta de que tenía yo un problema de perspectiva. Las hojas no me permitían ver lo que ella, desde más abajo, veía perfectamente.

Me agaché y vi, entre el follaje, un bicho colorido que me pareció muy bello. Le saqué una foto y por supuesto, la subí al facebook. La foto no era mala, pero tomaba al animal prácticamente de costado,

Al día siguiente uno de mis contactos comentó:

-Es un insecto muy bonito pero creo que es pariente de la chinche.

Por el tamaño me parecía más un escarabajo y así lo comenté.

Algunas personas más empezaron a participar en la conversación.

-Es chinche, dijo alguien y agregó: Hay unas así pero enormes: los Xamhues, que son comestibles.

Junto con su texto me mandó imágenes de varios de esos insectos. Una de ellas es la que aparece a la izquierda en la composición fotográfica que ilustra este texto.

Me advirtió del peligro de que esos bichos pudieran ser portadores de enfermedades como la de Chagas y me pedía fotos de otros ángulos del insecto, para poder identificarlo.

Otra persona que también había estado en la reunión de esa disfrutable tarde dominical subió otra imagen, la que está a la derecha en la composición fotográfica. Entonces ya no hubo duda se trataba de un Xamhue o Thasus gigas. Era en efecto un chinche gigante comestible e inocua desde el punto de vista de la transmisión de enfermedades.

Intrigado me dirigí a la Wikipedia para saber un poco más de esas chinchesotas.

Aprendí que se le llama también chinche gigante del mezquite y recordé que justamente en el jardín, donde la niña curiosa la descubrió, hay mezquites.

Menciona el texto, lo que me había ya dicho uno de mis contactos: es comestible. Dice que “se consume frita con hierbas de olor o en salsa con chile bandeño, xoconostle, ajo y sal”. Aclara que para guisarla se debe desflemar pues tiene un líquido amarillento de olor muy penetrante que le sirve como defensa contra eventuales atacantes.

Sobre su ciclo reproductivo dice que siguen una metamorfosis incompleta (hemimetabolismo) que atraviesa cinco estadios antes de que las larvas lleguen al estado adulto. Los huevos son depositados en los mezquites y otras plantas a finales de agosto. Las ninfas, nombre que reciben en las primeras etapas de vida, nacen en octubre. Para enero y febrero se han convertido ya en ninfas de segundo y tercer estadio y dejan de estar juntas. De marzo a mayo aparece el cuarto estadio. Es justamente en esta época que encontramos al animalito que motivó este texto. El quinto estadio ocurre de mayo a julio y los adultos son abundantes entre mayo y septiembre.

Al ir leyendo me iba simpatizando el bicho. Me parecía irónico que fuera pariente del “despreciable” bicho que es la “chinche de las camas”. Por curiosidad busqué la taxonomía de uno y otro insecto y elaboré la tabla que copio a continuación:

 

Taxonomia

Chinche

Chinche gigante.

Reino

Animalia

Animalia

Filo

Arthropoda

Arthropoda

Clase

Insecta

Insecta

Orden

Hemiptera

Hemiptera

Suborden

Heteroptera

Heteroptera

Familia

Cimiciade

Coreidae

Género

Cimex

Thasus

Especie

Cimex lectularius

Thasus gigas

 

Las referencias que cita el artículo de la Wikipedia son:

·         Brailovsky, H., C. Mayorga, G. Ortega León, E. Barrera. 1995. Estadios ninfales de los coreidos del Valle de Tehuacán, Puebla, México (Hemiptera-Heteroptera II. Especies asociadas a huizacheras. Anales del Instituto de Biologia. Serie Zoología 66(1):57-80

·         Mendoza, M.N., Quintero, L.A. Güemes, V.N., Soto, S.S., López H.G. y Reyes S.MA.I. s/f. Utilización del “xamui” (Thasus gigas) en la elaboración de una salsa tradicional del Valle del Mezquital. Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

·        Ruiz Moreno, J.J. 2015. Nuevos hospederos de Thasus gigas (Klug 1835) (Hemiptera: Coreidae) en Jalisco, México. Dugesiana 22(1):15-16.

 ¡Buen Provecho!

 


 

 

lunes, 28 de diciembre de 2020

Lecturas 2020

 

Una columna publicada el último domingo del año sobre las lecturas de su autor me llevaron a reflexionar en las que yo he realizado en este 2020.

Los tres primeros meses  del 2020 estaba yo todavía en España leyendo los libros que sacaba de la red de bibliotecas públicas de Cataluña, en particular la de la Barceloneta. Sobre esas lecturas creo que ya he escrito suficiente en otros posts de este mismo blog.

Cuando tomé el avión, de regreso,  traía dos libros para la lectura transatlántica. No es que pensara concluir ambos, pero tengo el hábito de leer dos o más libros simultáneamente. Los libros eran “Lugares de mi memoria” de Elvira Matas y “Una historia de España” de Arturo Pérez Reverte.

Poseer el primero de estos libros es un privilegio. Me lo regaló la autora, quien hizo un tiraje muy restringido, dedicado básicamente a sus descendientes para platicarles de las cosas que habitan en su memoria.

El recurso narrativo que utiliza Elvira es el de una maleta que descubre y de la que va sacando recuerdos que motivan su relato.

Elvira es argentina, hija de catalanes que emigraron a América en la época del franquismo y que volvió a España por la actividad política que la familia tuvo en la época de la dictadura. Es una mujer de firmes convicciones políticas, farmacobióloga, con habilidades literarias y a quien conocí a través de Paco Ibáñez.

Cuando terminé de leer el libro, ya en México, le escribí a Elvira dándole mis impresiones. He aquí algunas de ellas:

El primer comentario es que me gustó mucho. Me gustó el estilo narrativo. Es muy literario.

 

Como me habías platicado de él antes de que lo leyera, tenía yo una cierta expectativa. Lo pensaba más personal. Se habla de la vida de pareja combatiente, de la pareja solidaria, de la pareja en familia, pero poco o nada de la pasión que llevó a formar esa y la otra pareja.

Claro que todo lo dicho en el párrafo anterior es problema mío, del lector, por esperar algo injustificadamente. Es potestad del autor hacer lo que tu hiciste: seleccionar los lugares de su memoria que quiere mostrar.

Me gusta el recurso de la maleta que si “non e vero e ben trovato”. A veces tenía la impresión de que podría tratarse de una novela de misterio donde la protagonista busca encontrar a una familiar, la mujer del trineo y el tren, y va poco a poco encontrando piezas del rompecabezas para armarlo. Para enterarse cuando finalmente lo consigue de que…

El exilio está presente en todo el relato. Tanto el de los ancestros, como el tuyo, que paradójicamente es un exilio de regreso.

Te podía imaginar perfectamente en las terrazas de los café con tus pensamientos. Los pensamientos de quien ha aceptado que “el exilio es la penosa línea divisoria entre un pasado que se abandona y un futuro que construir, mientras se vive un presente gris.” Los pensamientos, sin embargo, de quien no fantasea con volver a Mendoza. Como tampoco su madre fantaseó con volver a Barcelona.

Apenas se entera uno de tu quehacer profesional. Su descripción queda como subsidiaria de la descripción de la vida familiar. Dices que aceptas un empleo en Terrassa, pero no recuerdo si hablas del negocio que montas, de tus empleados, de las dificultades para hacerlo exitoso.

No lo haces, por lo menos, con la misma intensidad con la que describes el negocio paterno, los pájaros que cuidaba la devoción de tu madre y la participación de tus hermanos.

Me gustaron las frases que entreveras, por supuesto la de Borges, más allá de la situación en la que la usas: “El olvido es la única venganza y el único perdón”.  También me gusta que digas que te excitan las personas inteligentes.  Creo que la parte donde dices que te gusta jugar -y ganar- a las cartas, ya la sospechaba yo.

No sé si gané mucho más en conocimiento de tu persona leyendo el libro. Gané en conocimiento de tu historia, comprendí quizás porque decías o hacías algunas cosas. Lo que vi en las páginas del libro fue a una mujer inteligente y sensible, buscando en los lugares de su memoria, algunos para mostrar. Me quedan dudas: ¿por qué escogió esos? ¿Desecho algunos? ¿Cuáles?¿Por qué?

Pero esas preguntas son ociosas. Todos sabemos que es potestad del autor seleccionar lo que cuenta. A mi finalmente, como lector, lo que me queda decir es si me gustó o no.

La respuesta es la primera frase de este comentario: ¡me gustó mucho!

También, ya en México, terminé de leer el libro  de Pérez Reverte. Es la recopilación de artículos que fue publicando en su columna “Patente de Corzo”. Cada entrega narra un episodio de la historia española. Son artículos muy amenos, bien documentados y que reflejan obviamente la opinión de su autor.

A un extranjero, como yo, le resultan muy útiles para entender algunas de las situaciones actuales de la política española, incluidos los reclamos de algunas autonomías como la catalana, por ejemplo.

En particular recuerdo el texto por el que me acerqué a esa obra. Es el  capítulo XX , se llama “Aquellos admirables animales” y  habla de la conquista de México. Lo conocí cuando su autor lo uso satíricamente como respuesta a la solicitud de AMLO de que los españoles pidieran disculpas por la conquista: “esta es mi disculpa dijo Pérez Reverte”.  La parte final de ese escrito cita a Carlos Fuentes alabando la llegada del idioma español a México. “Se llevaron el oro, pero nos trajeron el oro”.

El libro relata después en capítulos sucesivos la construcción y hundimiento de un imperio, las guerras carlistas, el golpe de estado de Primo de Rivera, la caída de la monarquía, el franquismo y el regreso a la democracia.  Se trata de una lectura amena que puede hacerse con pausas.

De Europa vinieron también otros libros, dos de ellos “Civilizations” de Laurent Binet y “Les particules eléméntaires” de Houellebecq fueron los siguientes en la lista de lectura.

De Binet había ya leído un par de libros, “HHhH” y “La séptima función del lenguaje”. Ambos me gustaron mucho. “Civilizations” me gusto menos.

El libro está construido sobre la base de ¿qué hubiera pasado si…? En este caso qué hubiera pasado si América hubiera conquistado Europa y no a la inversa.  El libro arranca con la llegada de los escandinavos a América, habla de Colón que es sacrificado con algunos de sus hombres en América y de las expediciones transoceánicas  de Atahualpa primero y de Cuauhtémoc después.

La civilización que encuentran los expedicionarios de América al llegar a Europa es una cultura basada en la religión cristiana y en la que empiezan a insinuarse la Reforma de Lutero. Lutero mismo es un personaje que aparece en la novela, lo mismo que Tomás Moro y Erasmo de Róterdam. Todos estos pasajes traslucen una fina crítica a esa cultura religiosa a la que Binet Llama del “Dios Clavado” (Le dieu cloue) y que desconcierta a los americanos cuando la van descubriendo.

Aparece también Carlos V metido en la guerra de Flandes pero sin ser dueño de aquel imperio en el que no se ponía el sol. Es un libro interesante sobre todo por la crítica que realiza de la historia de la civilización europea parodiándola, pero cuesta trabajo al menos como mexicano dar verosimilitud a personajes como el de Cuauhtémoc e incluso como el de Atahualpa.

El libro de Houellbecq platica la vida de dos medio hermanos -uno de ellos científico y el otro profesor de francés- como pretexto para hablar de la sociedad europea de finales del siglo XX: el avance científico, le liberación sexual, el descrédito de la religión, el advenimiento -en su lugar- de sectas sexuales y la reflexión final acerca de la felicidad. El libro es riguroso en los datos que da de ciencia.

Es una lectura que por momentos puede resultar pesada como cuando describe con tanto detalle los campamentos de verano franceses a los que acuden sectas de New Age, pero es en todo momento un libro que hace pensar.

Después de estas dos lecturas y mientras pensaba cuál de los libros que estaban en la cola de lectura seguiría, se colaron dos intrusos: “Algo ahí afuera de Bruno Apaia y “Mujeres. Crónica de una rebelión histórica” de Juan María Alponte.

El primero de ellos imagina, como el libro de Binet qué pasaría si el cambio climático nos alcanza. Platica la migración desde pueblos donde la sequía ha llegado rumbo al norte. Describe por ejemplo el paso a través de Italia, de donde es originario el autor y la necesidad de pagar por poder atravesar a través de una parte del territorio. Es una lectura aún no concluida.  

Tampoco he terminado la lectura del  libro de Alponte que reúne con su estilo característico retratos de mujeres que han combatido por la igualdad de derechos. Aprendí por ejemplo que Jefferson, uno de los padres fundadores de la nación estadounidense tuvo hijos con Sally Hemings, una de sus esclavas.  La lectura de este libro me recordó el de Irving Wallace que se llama “De Ninfómanas y otras maníacas”.  

Cuando vino el momento de escoger  qué leer en las vacaciones de fin de año, regresé a la fila de libros que esperaban. Me encontré entonces dos de ellos  adquiridos en la FIL Guadalajara en 2018: “Estudios sobre el amor” de José Ortega y Gasset e “Historias selectas” de O. Henry.

De O. Henry había oído hablar por el premio literario que lleva su nombre pero nunca había leído nada de él. Aunque al hacerlo me di cuenta de que conocía algunas de las historias que él platica como aquella de la pareja empobrecida que desea hacerse un regalo de reyes. Ella tiene un hermoso pelo largo y el posee un precioso reloj de bolsa. Él para comprarle un par de peinetas vende el reloj y ella había vendido su pelo para comprarle una cadena al reloj.

También conocía la historia del hombre que deseaba hacerse apresar para poder pasar el invierno neoyorquino fuera de sus calles, durmiendo en la cárcel.

El volumen donde leí los relatos es una antología de varios obras de O. Henry, que a su vez recopilan sus publicaciones semanales del New York Globe. El libro trae relatos de “Los cuatro millones” la publicación que lo  hizo famoso, de “El corazón del oeste”, “Opciones”, “Caminos del destino”, “La lámpara maravillosa”, “La luz de la ciudad” y “Remolinos”.

Es fama justificada que los cuentos de O. Henry sorprenden por sus finales inesperados.  Pero hay también una dosis de caballerosidad en personajes que podrían etiquetarse de villanos como el bandolero transmutado en príncipe para recatar a una cenicienta del far west en “Un príncipe del chaparral” o el ladrón que está dispuesto a ir a la cárcel por salvar a una jovencita de “Una reforma obtenida”

La propia vida de O. Henry parece uno de sus cuentos. Siendo empleado de un banco en Austin roba una pequeña cantidad, huye a Honduras pero vuelve a USA al enterarse que su mujer enfermó. Es enviado a la cárcel y pasa ahí más de tres años. Desde prisión empieza escribir y la fama lo alcanza al salir. No obstante al morir, de cirrosis, traía en su bolsillo únicamente 23 centavos de dólar.

El libro de Ortega y Gasset de “Estudios sobre el amor” es una colección de artículos que su autor fue publicando en el periódico El Sol, en España, en la década de los veinte del siglo pasado. Esto confiere a la obra un carácter interesante al menos por dos aspectos: uno, en esa época se desconocía aún mucho de la fisiología de los sentimientos y dos, la mujer gozaba de menos libertades.

A veces, por esas razones, resulta difícil estar de acuerdo con Ortega cuando plantea tópicos acerca del papel social de la mujer o sobre el rol del alma. Pero siempre se puede estar de acuerdo con él en la manera en que argumenta y escribe.

Analiza, Ortega, por ejemplo, la figura de Don Juan y el amor en Stendhal. Recurre a las etimologías para hablar del encanto; pasa, por supuesto, por la divina comedia e incluso toca el tema del misticismo y el éxtasis que vincula con la hipnosis, la yoga y lo que hoy llamaríamos la meditación, que es ese poner la mente en blanco.

Al ir leyendo fui subrayando algunas frases que comparto a manera de colofón de este texto sobre mis lecturas del 2020:

·        La cultura de la “cortezia” (…) merced a la cual la mujer se hace educadora del hombre.

·        ¿Qué es la mujer cuándo no es sino mujer?

·        La vida, señora, usa espuela.

·        ¡Tiene razón Shakespeare! ¡Nuestra vida está hecha con la trama de nuestros sueños!

·        La suprema misión de la mujer sobre la tierra: exigir, exigir la perfección del hombre.

·        Los hombres pueden dividirse en tres clases: los que creen ser Don Juanes, los que creen haberlo sido y los que creen haberlo podido ser, pero no quisieron.

·        Conocer las cosas no es serlas, ni serlas conocerlas.

·        La exactitud en todo problema de vida sería lo más inexacto.

·        El amor más que un poder elemental , parece un género literario.

·        En el hombre prácticamente no existe (…) el instinto sexual, sino que se da casi siempre indisolublemente articulado, por lo menos con la fantasía.  

·        En nada como en nuestra preferencia erótica se declara nuestro más íntimo carácter.

Y podríamos agregar quizás que también las frases que seleccionamos traslucen nuestro carácter.

lunes, 23 de noviembre de 2020

Un buen lugar para irse de pinta

 

La reciente muerte del Dr. Jorge Flores Valdés me llevó a buscar el texto de una entrevista que le hice a principios de 1993 para Revista de revistas. El motivo de la conversación fue la inauguración en diciembre de 1992 del Museo de la Ciencias, Universum. El texto -con el título Así se creó el Universum-  se publicó en la revista en el formato clásico de diálogo.

Un tiempo después para incluir la historia en el libro Para conversar de ciencia, la reescribí en un formato de narración continua, sin diálogo. Esta es la versión que comparto ahora. Aunque el relato acusa el paso del tiempo he preferido dejarlo así.  Esta es la vesrsión publicada en el libro:

 

Así se creó el Universum.

 “A finales de 1992, con la inauguración de Universum culminó  la aventura. Una aventura cuyo inicio se remonta a un proyecto de 1979: el de construir un espacio para la divulgación de la ciencia en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Por esta razón en los primeros meses de 1993 Revista de revistas dedicó uno de sus números al museo. Como parte del contenido de la misma se publicó una entrevista que le hice al doctor Jorge Flores Valdés, principal responsable de concretar los esfuerzos de construcción del museo y quien, desde 1992 hasta mediados de 1997, lo tuvo bajo su responsabilidad.

Con base en ese diálogo he armado las siguientes líneas para recordar cómo se creó el Universum.

El meollo de la conversación fue la creación de Universum, aunque como antecedente hablamos de la ciencia en México, de su papel como parte de la cultura y como generadora de tecnología.

Al respecto, opinó Jorge Flores, que la ciencia desgraciadamente no es parte de la cultura en México y se lo atribuyó al momento histórico de la conquista. Al hablar de su rol como generadora de tecnología dijo que los resultados tecnológicos fundamentales son los de la Ingeniería Civil.

Comparando ambas situaciones expresó que la tecnología mexicana es limitada, casi toda es importada. En ese sentido, concluyó; "en México estamos mejor en ciencia que en tecnología, porque se hace ya en el país alguna ciencia muy interesante".

 Con este antecedente es fácil entender, me explicó el Dr. Flores,  la necesidad que tenía la sociedad mexicana de un museo de ciencias: "si uno mide el desarrollo científico nacional, viendo el número de científicos por habitante y lo compara con el desarrollo económico de México, indicado por su Producto Interno Bruto, nos damos cuenta de que nuestro desarrollo científico es menor que el económico".

"Es decir, que dado nuestro desarrollo económico nos correspondería tener un mayor desarrollo científico.

En alguna forma el sistema de información y el sistema educativo están haciendo que se dediquen a la ciencia menos muchachos mexicanos de los que le corresponderían al país, según su desarrollo social, económico y cultural. Nuestra comunidad científica no es fuerte porque es chiquita y es chiquita porque no es fuerte.

La forma en que incide el museo es poniendo la ciencia al alcance de los niños; sin el museo no tendrían la oportunidad de darse cuenta que la ciencia es muy interesante. La idea es que, vía la divulgación de la ciencia apropiada y divertida, se contrarresten un poco las fallas de información y de formación que está dando nuestro sistema educativo y televisivo".

Los orígenes del museo remontan a 1979 a una idea de quien entonces era director del Instituto de Biología y más tarde sería rector de la UNAM, el doctor José Sarukhán. Al principio quería hacer un museo de historia natural, basado en las colecciones que hay en biología, como el Herbario Nacional y que requieren ser mostradas a un público más amplio que el de los especialistas, pero con el tiempo, y en unión de Luis Estrada, fue cambiando de idea y juntos fueron pasando de un museo de historia natural a un centro de ciencias de toda la UNAM.

Por su parte, el mismo Jorge Flores, en ese entonces subsecretario de Educación Superior, estaba impulsando otro concepto: el de varios “centros de ciencias chiquitos”, que no logró cristalizarse. El proyecto de la UNAM avanzó más y en 1984, el rector Octavio Rivero le dio su visto bueno.

Incluso, se llegaron a hacer los  planos y las maquetas para un museo. Se le diseñó también en términos muy generales y se determinaron los grandes temas de la ciencia que contendría. Pero entonces la crisis económica nacional se profundizó, de tal manera que el proyecto se tuvo que detener. Entre 1984 y 1989 no pasó nada al respecto; ni en la UNAM... ni en la SEP... ni en el país.

En 1989 la crisis no es ya tan severa, el doctor Sarukhán es ahora el rector de la UNAM y se vuelven a ver las posibilidades de hacer el museo. Al mismo tiempo, ideas semejantes venían surgiendo en otros lados: en Culiacán, en Xalapa, en Saltillo y en la Ciudad de México, con el museo del Papalote.

De repente como que México se da cuenta de que no se puede detener ya más la construcción de un museo de este tipo.

Se empieza a hacer en México lo que en Estados Unidos tenía ya varios años y que permite que hoy existan más de trescientos de estos centros en ese país. Ya la comunidad de aquellas ciudades considera tener un centro de ciencia como algo normal; como tener un auditorio, un parque deportivo, un jardín botánico o un zoológico. Es parte de la infraestructura de la ciudad.

Curiosamente la idea de un gran centro de divulgación de la ciencia va a engendrar el proyecto que el doctor Flores tenía, como subsecretario de educación, de construir muchos centros de ciencias chiquitos; en ese sentido fue mejor hacer el centro grande.

Finalmente el rector Sarukhán le encarga al doctor Flores que haga el museo, para eso se basan en muchas de las ideas que habían venido desarrollando Luis Estrada, el mismo José Sarukhán, Jorge Flores y varios más.

Una vez que se formó el grupo de investigadores y comunicadores para hacer el proyecto surgió la necesidad de hacer otro tipo de edificios y de hecho se hizo el diseño de un conjunto con una plaza central techada. Sin embargo, los costos que hubiera implicado lo hacían muy difícil de llevar a cabo.

Se tuvo la suerte, recuerda Jorge Flores, de que el Conacyt decidió en ese momento cambiar su sede y salir de Ciudad Universitaria, dejando libres edificios que en su parte principal tienen 23 mil metros cuadrados techados, que curiosamente se pudieron adaptar con un costo muchísimo menor.

El costo de todo el proyecto desde 1989 hasta que se abrió el 12 de diciembre de 1992, fue del orden de 30 millones de nuevos pesos, incluyendo sueldos, equipamientos y adaptación del edificio.

Como referencia puede mencionarse que un museo semejante en Madrid, que se llama Acciona, más pequeño que el de Ciudad Universitaria, costó del orden de diez veces más. El de Hong-Kong, que si es más o menos del mismo tamaño, costó cinco veces lo que Universum.

La diferencia en los costos se debe en primer lugar a que ellos construyeron los edificios, pero en segundo a que encargaron los equipamientos a compañías americanas. Hay que recordar que los equipamientos son interactivos y que los principales usuarios son los niños.

En Universum no se adquirieron equipamientos comerciales, se fabricaron. Eso tiene varias ventajas. Una, que se les conoce muy bien y se pueden reparar mejor; dos, que son muchísimo más baratos, y tres que la mayoría de ellos son nuevos. Muchos los inventaron los investigadores y los comunicadores de la UNAM. Tienen la desventaja de que algunos no son de la misma gran calidad de los que se pueden conseguir a precios altísimos.

Esto, además, dio la posibilidad de generar los pequeños centros de divulgación de la ciencia de que se habló antes, partiendo de los prototipos del Museo de la Ciencias de la UNAM. Hav que recordar que algunos equipamientos ya son prototipos refinados, pues el museo se armó como un rompecabezas cuyas piezas eran exposiciones parciales que se montaron en varias partes: en el Metro, en la UAM, en el Museo Tecnológico, en Cuautitlán, en todos lados. Una de esas exposiciones parciales, la de Ciencia y Deporte, le valió ganar a Universum el Premio "Juan Antonio Samaranch", de la Olimpiada Cultural de Barcelona en 1992.

Con esto se adquirió mucha experiencia acerca de cuáles eran los equipamientos que soportaban y los que no.

Estas exposiciones fueron el laboratorio de pruebas que permitieron reproducir los prototipos, haciendo incluso que el museo obtuviese ingresos. Hay que recordar que de todas maneras el museo recibe recursos, porque el público paga por entrar.

Además de esos ingresos Universum recibió financiamiento del Departamento del Distrito Federal, de la Comisión Nacional del Ahorro Energético y donativos en especie de muy diversas empresas, pero la inversión fundamental ha sido y es de la UNAM.          

Otro punto importante en la construcción de Universum, además del sitio físico, los recursos económicos y los equipamientos, fue el de la integración de un equipo humano. 

En alguna junta de trabajo, de las que se realizaron para su construcción, llegó a haber representantes de hasta 25 profesiones diferentes. El principal problema fue lograr que los científicos y los comunicadores se entendieran. Eso se consiguió tras muchas reuniones de trabajo. Fue casi por desgaste. Este fue, en opinión del doctor Flores, el principal problema, y no tanto el económico.

Sí se tuvo que trabajar a marchas forzadas para ajustar tiempos, pero esto siempre sucede. Uno tiene que decir lo voy a abrir tal fecha, porque este tipo de museos nunca se acaban, sentenció Jorge Flores.

El museo no sólo presenta una muestra de distintas áreas del conocimiento como las matemáticas, la química y la física o la biología. El trabajo de los grupos multidisciplinarios se refleja también en el museo. 

Existen en algunas salas exhibiciones que presentan integralmente grandes temas como la energía o la contaminación. La sala de la energía, por ejemplo, es muestra de esta interdisciplina, incluyendo temas que van desde las ciencias sociales hasta las mareas y los rayos eléctricos.

También existe ese enfoque en la sala de ecología o en la que se dedica a las ciencias y la gran ciudad, donde se muestra ésta desde muchos puntos de vista, desde históricos hasta geológicos y sismológicos.

A estas salas asisten incluso, quienes vienen a “hacer tareas”, es algo que no se había previsto cuando se pensó el museo: en las salas de la estructura de la materia y en la de química existe la posibilidad de hacer experimentos.

Muchachos de licenciatura, incluso, vienen a hacer trabajos -no nada más a copiar la cédula- sino a hacer experimentos. En ese sentido Universum cubre el papel, que no era su misión en un principio, de ser el complemento de los laboratorios que no existen en esta ciudad; eso es muy importante".

Universum se convierte así, según Jorge Flores, en un buen lugar para irse de pinta, aunque ésta no debe ser demasiado larga para que no genere anticuerpos. Unas o dos horas está bien y regresar en otra ocasión, termina dicendo Jorge Flores. .