Una columna publicada el último domingo del año sobre
las lecturas de su autor me llevaron a reflexionar en las que yo he realizado
en este 2020.
Los tres primeros meses del 2020 estaba yo todavía en España leyendo
los libros que sacaba de la red de bibliotecas públicas de Cataluña, en
particular la de la Barceloneta. Sobre esas lecturas creo que ya he escrito
suficiente en otros posts de este mismo blog.
Cuando tomé el avión, de regreso, traía dos libros para la lectura
transatlántica. No es que pensara concluir ambos, pero tengo el hábito de leer
dos o más libros simultáneamente. Los libros eran “Lugares de mi memoria” de
Elvira Matas y “Una historia de España” de Arturo Pérez Reverte.
Poseer el primero de estos libros es un privilegio. Me
lo regaló la autora, quien hizo un tiraje muy restringido, dedicado básicamente
a sus descendientes para platicarles de las cosas que habitan en su memoria.
El recurso narrativo que utiliza Elvira es el de una
maleta que descubre y de la que va sacando recuerdos que motivan su relato.
Elvira es argentina, hija de catalanes que emigraron a
América en la época del franquismo y que volvió a España por la actividad
política que la familia tuvo en la época de la dictadura. Es una mujer de
firmes convicciones políticas, farmacobióloga, con habilidades literarias y a
quien conocí a través de Paco Ibáñez.
Cuando terminé de leer el libro, ya en México, le
escribí a Elvira dándole mis impresiones. He aquí algunas de ellas:
El primer
comentario es que me gustó mucho. Me gustó el estilo narrativo. Es muy
literario.
Como me habías platicado de él
antes de que lo leyera, tenía yo una cierta expectativa. Lo pensaba más
personal. Se habla de la vida de pareja combatiente, de la pareja solidaria, de
la pareja en familia, pero poco o nada de la pasión que llevó a formar esa y la
otra pareja.
Claro que todo lo dicho en el
párrafo anterior es problema mío, del lector, por esperar algo
injustificadamente. Es potestad del autor hacer lo que tu hiciste: seleccionar
los lugares de su memoria que quiere mostrar.
Me gusta el recurso de la maleta
que si “non e vero e ben trovato”. A veces tenía la impresión de que podría
tratarse de una novela de misterio donde la protagonista busca encontrar a una
familiar, la mujer del trineo y el tren, y va poco a poco encontrando piezas
del rompecabezas para armarlo. Para enterarse cuando finalmente lo consigue de
que…
El exilio está presente en todo
el relato. Tanto el de los ancestros, como el tuyo, que paradójicamente es un exilio
de regreso.
Te podía imaginar perfectamente
en las terrazas de los café con tus pensamientos. Los pensamientos de quien ha
aceptado que “el exilio es la penosa línea divisoria entre un pasado que se
abandona y un futuro que construir, mientras se vive un presente gris.” Los
pensamientos, sin embargo, de quien no fantasea con volver a Mendoza. Como
tampoco su madre fantaseó con volver a Barcelona.
Apenas se entera uno de tu
quehacer profesional. Su descripción queda como subsidiaria de la descripción de
la vida familiar. Dices que aceptas un empleo en Terrassa, pero no recuerdo si
hablas del negocio que montas, de tus empleados, de las dificultades para
hacerlo exitoso.
No lo haces, por lo menos, con la
misma intensidad con la que describes el negocio paterno, los pájaros que
cuidaba la devoción de tu madre y la participación de tus hermanos.
Me gustaron las frases que
entreveras, por supuesto la de Borges, más allá de la situación en la que la
usas: “El olvido es la única venganza y el único perdón”. También me
gusta que digas que te excitan las personas inteligentes. Creo que la
parte donde dices que te gusta jugar -y ganar- a las cartas, ya la sospechaba
yo.
No sé si gané mucho más en
conocimiento de tu persona leyendo el libro. Gané en conocimiento de tu
historia, comprendí quizás porque decías o hacías algunas cosas. Lo que vi en
las páginas del libro fue a una mujer inteligente y sensible, buscando en los lugares
de su memoria, algunos para mostrar. Me quedan dudas: ¿por qué escogió esos?
¿Desecho algunos? ¿Cuáles?¿Por qué?
Pero esas preguntas son ociosas.
Todos sabemos que es potestad del autor seleccionar lo que cuenta. A mi
finalmente, como lector, lo que me queda decir es si me gustó o no.
La respuesta es la primera frase
de este comentario: ¡me gustó mucho!
También, ya en México, terminé de leer el libro de Pérez Reverte. Es la recopilación de
artículos que fue publicando en su columna “Patente de Corzo”. Cada entrega narra
un episodio de la historia española. Son artículos muy amenos, bien
documentados y que reflejan obviamente la opinión de su autor.
A un extranjero, como yo, le resultan muy útiles para
entender algunas de las situaciones actuales de la política española, incluidos
los reclamos de algunas autonomías como la catalana, por ejemplo.
En particular recuerdo el texto por el que me acerqué
a esa obra. Es el capítulo XX , se llama
“Aquellos admirables animales” y habla
de la conquista de México. Lo conocí cuando su autor lo uso satíricamente como respuesta
a la solicitud de AMLO de que los españoles pidieran disculpas por la
conquista: “esta es mi disculpa dijo Pérez Reverte”. La parte final de ese escrito cita a Carlos
Fuentes alabando la llegada del idioma español a México. “Se llevaron el oro, pero
nos trajeron el oro”.
El libro relata después en capítulos sucesivos la
construcción y hundimiento de un imperio, las guerras carlistas, el golpe de
estado de Primo de Rivera, la caída de la monarquía, el franquismo y el regreso
a la democracia. Se trata de una lectura
amena que puede hacerse con pausas.
De Europa vinieron también otros libros, dos de ellos “Civilizations”
de Laurent Binet y “Les particules eléméntaires” de Houellebecq fueron los
siguientes en la lista de lectura.
De Binet había ya leído un par de libros, “HHhH” y “La
séptima función del lenguaje”. Ambos me gustaron mucho. “Civilizations” me
gusto menos.
El libro está construido sobre la base de ¿qué hubiera
pasado si…? En este caso qué hubiera pasado si América hubiera conquistado Europa
y no a la inversa. El libro arranca con
la llegada de los escandinavos a América, habla de Colón que es sacrificado con
algunos de sus hombres en América y de las expediciones transoceánicas de Atahualpa primero y de Cuauhtémoc después.
La civilización que encuentran los expedicionarios de
América al llegar a Europa es una cultura basada en la religión cristiana y en
la que empiezan a insinuarse la Reforma de Lutero. Lutero mismo es un personaje
que aparece en la novela, lo mismo que Tomás Moro y Erasmo de Róterdam. Todos
estos pasajes traslucen una fina crítica a esa cultura religiosa a la que Binet
Llama del “Dios Clavado” (Le dieu cloue) y que desconcierta a los americanos
cuando la van descubriendo.
Aparece también Carlos V metido en la guerra de Flandes
pero sin ser dueño de aquel imperio en el que no se ponía el sol. Es un libro
interesante sobre todo por la crítica que realiza de la historia de la
civilización europea parodiándola, pero cuesta trabajo al menos como mexicano
dar verosimilitud a personajes como el de Cuauhtémoc e incluso como el de Atahualpa.
El libro de Houellbecq platica la vida de dos medio
hermanos -uno de ellos científico y el otro profesor de francés- como pretexto
para hablar de la sociedad europea de finales del siglo XX: el avance
científico, le liberación sexual, el descrédito de la religión, el advenimiento
-en su lugar- de sectas sexuales y la reflexión final acerca de la felicidad. El
libro es riguroso en los datos que da de ciencia.
Es una lectura que por momentos puede resultar pesada como
cuando describe con tanto detalle los campamentos de verano franceses a los que
acuden sectas de New Age, pero es en todo momento un libro que hace
pensar.
Después de estas dos lecturas y mientras pensaba cuál
de los libros que estaban en la cola de lectura seguiría, se colaron dos
intrusos: “Algo ahí afuera” de Bruno Apaia y “Mujeres. Crónica de una
rebelión histórica” de Juan María Alponte.
El primero de ellos imagina, como el libro de Binet
qué pasaría si el cambio climático nos alcanza. Platica la migración desde
pueblos donde la sequía ha llegado rumbo al norte. Describe por ejemplo el paso
a través de Italia, de donde es originario el autor y la necesidad de pagar por
poder atravesar a través de una parte del territorio. Es una lectura aún no concluida.
Tampoco he terminado la lectura del libro de Alponte que reúne con su estilo
característico retratos de mujeres que han combatido por la igualdad de
derechos. Aprendí por ejemplo que Jefferson, uno de los padres fundadores de la
nación estadounidense tuvo hijos con Sally Hemings, una de sus esclavas. La lectura de este libro me recordó el de
Irving Wallace que se llama “De Ninfómanas y otras maníacas”.
Cuando vino el momento de escoger qué leer en las vacaciones de fin de año, regresé
a la fila de libros que esperaban. Me encontré entonces dos de ellos adquiridos en la FIL Guadalajara en 2018: “Estudios
sobre el amor” de José Ortega y Gasset e “Historias selectas” de O. Henry.
De O. Henry había oído hablar por el premio literario que
lleva su nombre pero nunca había leído nada de él. Aunque al hacerlo me di
cuenta de que conocía algunas de las historias que él platica como aquella de
la pareja empobrecida que desea hacerse un regalo de reyes. Ella tiene un
hermoso pelo largo y el posee un precioso reloj de bolsa. Él para comprarle un
par de peinetas vende el reloj y ella había vendido su pelo para comprarle una
cadena al reloj.
También conocía la historia del hombre que deseaba
hacerse apresar para poder pasar el invierno neoyorquino fuera de sus calles,
durmiendo en la cárcel.
El volumen donde leí los relatos es una antología de
varios obras de O. Henry, que a su vez recopilan sus publicaciones semanales
del New York Globe. El libro trae relatos de “Los cuatro millones” la
publicación que lo hizo famoso, de “El
corazón del oeste”, “Opciones”, “Caminos del destino”, “La lámpara maravillosa”,
“La luz de la ciudad” y “Remolinos”.
Es fama justificada que los cuentos de O. Henry
sorprenden por sus finales inesperados. Pero
hay también una dosis de caballerosidad en personajes que podrían etiquetarse
de villanos como el bandolero transmutado en príncipe para recatar a una
cenicienta del far west en “Un príncipe del chaparral” o el ladrón que
está dispuesto a ir a la cárcel por salvar a una jovencita de “Una reforma
obtenida”
La propia vida de O. Henry parece uno de sus cuentos.
Siendo empleado de un banco en Austin roba una pequeña cantidad, huye a
Honduras pero vuelve a USA al enterarse que su mujer enfermó. Es enviado a la
cárcel y pasa ahí más de tres años. Desde prisión empieza escribir y la fama lo
alcanza al salir. No obstante al morir, de cirrosis, traía en su bolsillo
únicamente 23 centavos de dólar.
El libro de Ortega y Gasset de “Estudios sobre el amor”
es una colección de artículos que su autor fue publicando en el periódico El
Sol, en España, en la década de los veinte del siglo pasado. Esto confiere
a la obra un carácter interesante al menos por dos aspectos: uno, en esa época se
desconocía aún mucho de la fisiología de los sentimientos y dos, la mujer gozaba
de menos libertades.
A veces, por esas razones, resulta difícil estar de
acuerdo con Ortega cuando plantea tópicos acerca del papel social de la mujer o
sobre el rol del alma. Pero siempre se puede estar de acuerdo con él en la
manera en que argumenta y escribe.
Analiza, Ortega, por ejemplo, la figura de Don Juan y
el amor en Stendhal. Recurre a las etimologías para hablar del encanto; pasa,
por supuesto, por la divina comedia e incluso toca el tema del misticismo y el éxtasis
que vincula con la hipnosis, la yoga y lo que hoy llamaríamos la meditación,
que es ese poner la mente en blanco.
Al ir leyendo fui subrayando algunas frases que
comparto a manera de colofón de este texto sobre mis lecturas del 2020:
·
La cultura de la “cortezia” (…) merced a
la cual la mujer se hace educadora del hombre.
·
¿Qué es la mujer cuándo no es sino mujer?
·
La vida, señora, usa espuela.
·
¡Tiene razón Shakespeare! ¡Nuestra vida
está hecha con la trama de nuestros sueños!
·
La suprema misión de la mujer sobre la
tierra: exigir, exigir la perfección del hombre.
·
Los hombres pueden dividirse en tres clases:
los que creen ser Don Juanes, los que creen haberlo sido y los que creen
haberlo podido ser, pero no quisieron.
·
Conocer las cosas no es serlas, ni serlas
conocerlas.
·
La exactitud en todo problema de vida
sería lo más inexacto.
·
El amor más que un poder elemental ,
parece un género literario.
·
En el hombre prácticamente no existe (…) el
instinto sexual, sino que se da casi siempre indisolublemente articulado, por
lo menos con la fantasía.
·
En nada como en nuestra preferencia erótica
se declara nuestro más íntimo carácter.
Y
podríamos agregar quizás que también las frases que seleccionamos traslucen
nuestro carácter.