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domingo, 17 de abril de 2011

La Gastronomía en Cuaresma ...y a lo largo del año.

Nuestro amigo el Dr, Miguel Guzmán, reconocida pluma gastronómica, nos ha hecho favor de volver a enviarnos un texto sobre esa especialidad. Se ocupa ahora de los platillos en diversas épocas del año. Un texto muy agradable de leer y que me ha sugerido algunos comentarios que incluyo en la parte dedicada precisamente a ellos, en esta entrada. Felices vacaciones y que disfruten de una agradable gastronomóa en estos días, hoy más de descanso que de recogimiento.  

Texto del Dr. Guzman Peredo:
Gastronómicamente hablando, el año suele estar dividido en varias temporadas, o simplemente, las más de las ocasiones, en días de especial celebración. En estas fechas, o períodos a lo largo de los doce meses, tienen lugar diversas festividades --muchas de ellas de acentuada índole religiosa--- que se ponen de manifiesto por una forma especial de cocina, que si bien cambia de una región a otra en nuestro país, conserva un carácter muy propio por los guisos que son degustados por una gran mayoría de los mexicanos.

Así tenemos la “Rosca de Reyes”, del día 6 de enero, y luego vienen los tradicionales tamales, de muy diverso estilo, que son degustados el 2 de febrero, en el festejo del día de la Candelaria. Después llega la época de la Cuaresma (antaño un tiempo de recogimiento, de ayuno y de abstinencia, en el cual era común que las familias acudiesen, en los días que eran llamados “santos”, a diversas iglesias, en esos actos denominados “la visita de las siete casas”, el oficio litúrgico de las Tinieblas y el sermón de las Siete Palabras), ya sea en marzo o en abril, y en ella era frecuente que los platillos que se guisaban, especialmente los días de vigilia, fuesen a base de pescados o mariscos. Antes de que diese comienzo la Cuaresma --esas casi siete semanas que transcurren entre el miércoles llamado de “ceniza” y el domingo de “resurrección”-- se había celebrado el Carnaval, la fiesta en la que el bullicio, la disipación, y el jolgorio alcanzan su mayor expresión. Al concluir la Cuaresma la población capitalina disfrutaba de la quema de los “Judas”, el día llamado Sábado de Gloria. Al respecto señaló el escritor Ángel del Campo (1868-1908), quien hizo popular su seudónimo de “Micrós”, lo siguiente, en relación a unos cuantos, quizá los guisos más representativos de la gastronomía cuaresmal: “El Judas, ese esposo de la piñata, ese infeliz blanco de burlas, era la compensación de la Cuaresma; el Judas indicaba la llegada de la Pascua, es decir, de la comida en forma: ¡adiós romeritos! ¡adiós retozonas lentejas! ¡adiós pesadísimo caldo de habas! ¡traicioneros nopalitos navegantes, adiós!”

Después de la Cuaresma (recuerde el lector que existe en nuestro país una expresión popular que dice “más largo que la cuaresma”, para referirse a una acción que se prolonga por muchos días, o semanas) hay un lapso de varios meses sin particulares ocasiones de regodeo palatal de temporada, como son aquellos que van de mayo a agosto. Durante septiembre, atinadamente denominado “el mes de la patria”, por los numerosos acontecimientos históricos que en esas cuatro semanas tuvieron verificativo en México, es frecuente que en diversos establecimientos de restauración sean preparadas muestras culinarias en las que se enfatiza la riqueza, diversidad y exquisito sabor de infinidad de platillos típicamente nacionales. Luego viene octubre, sin que haya alguna muestra especial del arte coquinario, y al llegar noviembre, sobre todo en los primeros días de ese mes, son ofrecidos a los comensales los manjares --de manera muy especial en el renglón postres y dulces típicos— que figuran en el “Altar de muertos”. El año calendárico concluye con diciembre, un mes “platónico”(según acertada expresión de Agustín Aragón Leyva, un renombrado gastrónomo de hace unas seis décadas, quien mucho difundió las excelencias de la cocina mexicana), no por el filósofo griego Platón, sino por los numerosos platones de sápidas viandas que son llevados a la mesa, para agasajo del paladar de los comensales. La cena de Nochebuena, la comida de Navidad y la cena de Año Viejo son ocasiones propicias para saborear las suculencias y apetitosidades propias de esos días.

Hoy me ocuparé de la gastronomía cuaresmal, y comenzaré diciendo que en ese lapso de poco más de seis semanas se acostumbraba, de manera muy rigurosa, el ayuno y la abstinencia, es decir la “vigilia” cuaresmal, que obligaba a los fieles cristianos a no comer ningún tipo de carne que no fuesen pescados o mariscos (también estaba prohibido el empleo de grasas animales para cocinar los alimentos), y los que ayunaban únicamente hacían una comida al día, la principal, conmemorando con esa penitencia el ayuno de cuarenta días que Jesucristo llevó a cabo en el desierto. Cabe agregar, en este momento en que me ocupo del ayuno, que esta privación voluntaria en el comer y en el beber es observada rigurosamente por numerosos pueblos, como el persa, el hindú, el judío y el musulmán. En este último grupo étnico se acostumbra durante el Ramadán, que tiene lugar el noveno mes del año, que los fieles devotos seguidores de las enseñanzas de Alá no ingieran comida ni bebida, ni tampoco fumen, desde el alba hasta el ocaso, para que su sacrificio sea más grato a los ojos de Alá.

Muchas son las tradiciones mexicanas que se han perdido al paso de los años. En ocasiones ello se debe a la penetración de perniciosas influencias extranjerizantes, que minan y diluyen, en forma por demás lamentable, las prácticas que antaño estuvieron celosamente preservadas por nuestros ancestros. Es muy probable que esta actitud, de manifestar un voluntario olvido por las costumbres religiosas y culinarias, que en el pasado tuvieron tanta vigencia, sea debida a que el tráfago de la vida moderna, en extremo conflictiva, no permite que en la actualidad se mantenga incólume aquel estilo de vida, tan plácido y sereno, y se prefiera olvidar durante la Cuaresma, y de una manera muy ostensible los días de la Semana Santa, las prácticas de piadoso recogimiento que hace muchas décadas eran observadas por amplios sectores de la población capitalina.

A manera de colofón citaré una frase de Napoleón Bonaparte, referente a la práctica del ayuno: “”Es una estupidez creer que abstenerse de la carne y comer pescado constituye un ayuno”.

guzmanperedo@hotmail.com

jueves, 23 de diciembre de 2010

Los orígenes de la Navidad

La gentileza de nuestro amigo, el Dr. Miguel Guzmán, nos hace conocer este texto de  Felix Marti Ibañez donde se dan datos interesantes acerca del surgimiento de los festejos navideños. Una lectura muy interesante y ad-hoc para estas fechas:

Dice Guzmán:
"Félix Martí Ibáñez fue un médico español cuya actividad literaria fue en extremo fructífera, y por demás brillante. Entre sus numerosos libros figuran en mi biblioteca Ariel, Centauro, De noche brilla el sol, Ensayos sobre literatura y Los buscadores de sueños –obras que para mí tienen el valor agregado de las generosas dedicatorias que las enriquecen--  en los que se pone de manifiesto,  de manera reiterada, que el autor supo hacer suyo el pensamiento del escritor estadounidense Walt Whitman, quien expresó en forma galana  el atinado pensamiento “Concededme el don de decir bellas palabras, y podéis quedaros con todo lo demás”.

Ahora que ya se aproximan los días navideños, ocasión propicia para gratificantes manducatorias en compañía de familiares y amigos, he preparado para el blog DESARMANDO LA MAFIA un texto basado en un fragmento de un hermoso ensayo alusivo a la Navidad, que Félix Martí Ibáñez escribió para  su libro Surco. Transcribir ahora ese texto constituye, para mí, una modesta forma de rendir homenaje a ese médico y escritor, cuya gigantesca tarea literaria ha sido motivo de inalcanzable ejemplo para quien pergeña estas líneas, a sabiendas de que sería punto menos que imposible hacer mía su conducta vital de cumplir con la “preocupación de un hombre errante y laborioso que pasa su vida alternando la acción del errante peregrino, con la pluma del galeote voluntariamente encadenado al remo de su galera de papel”, como él bellamente lo dijera. Pero ha quedado el ejemplo a seguir, y por ello ahora lo recuerdo con fraternal admiración.

Dejo, pues, la palabra, o la pluma, al Maestro, quien así escribió:

'La Navidad que hoy celebramos es una fiesta originada en Roma hace dieciséis siglos, pero la verdadera Navidad se originó hace cuatro mil años en Mesopotamia, hoy llamada Irak, el viejo país bíblico situado entre los ríos rumorosos de leyendas, el Tigris y el Eufrates. Los sacerdotes mesopotamios, de la túnica flotante y la barba rubia, que en pie sobre las crestas de piedra de sus colinas espiaban el paso por el cielo de la blonda caravana de astros, aceptaban que el dios Marduk, de un mundo todo confusión, caos y tinieblas, creó la Tierra y el hombre. Cada otoño, cuando las plantas marchitas presentaban signos de muerte, Marduk tenía que volver a derrotar a los monstruos del caos para impedir la muerte del planeta y renovar el mundo. Al terminar cada año, los mesopotamios se renovaban y purificaban de sus pecados buscando un chivo expiatorio sobre el que mágicamente transferir sus culpas. En su Zagmuk o fiesta del Año Nuevo se quemaba una efigie del enemigo de Marduk, celebrándose fiestas, banquetes, mascaradas y batallas simbólicas, danzándose a la luz de las hogueras.

'Más tarde, el emperador Aureliano (270 a. De C), acordó celebrar el nacimiento de Cristo en una fecha determinada que coincidía con la de Dies Natalis Invicti, fecha en la que se veneraba a Baal, el dios asirio del Sol, identificado con Mitra, y que durante muchos años disputó a Cristo su  supremacía en el alma de los creyentes. El cristianismo y el mitraísmo, religiones monoteístas que aceptaban la existencia de un Juicio Final, un Redentor, una vida del más allá y el domingo como el día sagrado, batallaron muchos años hasta el triunfo final del cristianismo.

'Desde mediados de diciembre hasta el día de Navidad se celebraban las Saturnalias, en las que se festejaba, cantaba, comía, bebía y hacía el amor, sacrificándose finalmente una efigie del dios Saturno. A estas Saturnalias seguían casi en seguida las Kalendas, en las que el pueblo se entregaba a celebraciones paganas que terminaban el miércoles de Ceniza, primer día de Cuaresma. En dichas fiestas todo estaba permitido. Disfrazados y con los rostros cubiertos de máscaras, vestidos de pieles de fieras en los que sobrevivían los dioses animales que precedieron a los antropomórficos, las gentes se entregaban a toda suerte de licencias amorosas, gastronómicas y báquicas. La última noche todos salían a la calle con antorchas encendidas, intentando juntar su llama con la de los vecinos, haciéndose toda suerte de simulacros de heroicidades, encubriendo la ansiedad reinante con la máscara de las celebraciones.

'La iglesia cristiana intentó combatir el paganismo adoptando como política histórica la de practicar de modo sutil sus rituales. El año 601, el Papa Gregorio el Grande ordenó que se adaptaran a la cristiandad los rituales paganos y que el devorar reses asadas, danzar y hacer el amor se llevaran a cabo fuera de las iglesias y en honor de Dios, en vez de adentro de los templos y en loor del diablo.

'La Navidad no figuró, pues, entre las festividades más antiguas de la iglesia. Antes del siglo V no existía una opinión generalizada sobre cuándo se señalaría dicha fiesta en el calendario. En un pasaje de Teófilo de Antioquia (c.180) se indica que el nacimiento de Cristo debería de celebrarse el 25 de diciembre, opinión confirmada en el calendario de Filocalus (354), quien, con otros autores latinos, transladó la fecha del nacimiento de Cristo desde el 6 de enero al 25 de diciembre, que era entonces una fiesta mitraica, el Natalis Invicti Solis, o cumpleaños del Sol, lo que valió a los romanos ser acusados de paganismo e idolatría por sirios y armenios, quienes mantuvieron la fecha del 6 de enero para el nacimiento de Cristo.

'En realidad, la fecha del 25 de diciembre fue originalmente una fiesta solar, motivada por el temor de los habitantes del planeta, cuya vida dependía del sol, de que éste no retornara de su celestial viaje anual. Para congraciarse con él, se hacían ofrendas paganas en el  solsticio de invierno, como modo adecuado de rendir tributo al dios solar de la abundancia. En las heladas tierras nórdicas el solsticio de invierno era el momento de encender grandes hogueras para prestarle fuerza al sol de invierno y devolverlo a la vida. La idea del solsticio de invierno –el retorno a la luz- cristalizó en el símbolo del nacimiento de Cristo, luz de la Humanidad.

'Los Padres de la Iglesia eligieron (440) la más importante festividad del año, el solsticio de invierno, de todos conocido y celebrado, como el mejor día para celebrar el nacimiento de Cristo, uniendo simbólicamente su conmemoración con una fecha de enorme importancia pagana. La Navidad fue así recogiendo rituales y símbolos de todo el mundo: el arbolito de Noel, originario de Alemania, que reemplazó a los robles de Odín; las guirnaldas de flores de las Saturnalias romanas; el muérdago druida y el acebo sajón; los presepios italianos y las posadas mexicanas de hoy en día.

'En las viejas Kalendas, las mesas de los banquetes de Navidad estaban atestados de ofrendas rituales a dioses y a muertos, entre ellos a las Parcas. Desde entonces la Navidad es época de consejas de trasgos, duendes y brujas. Robert Louis Stevenson compuso para Navidad su más aterrador cuento de aparecidos, The Body Snatcher, y Dickens escribió para publicarse en Navidad sus más escalofriantes historias de fantasmas. El propio Cristo nació a la medianoche, la hora de las brujas; y en la madrugada de Navidad, según dice la leyenda, cantan los gallos con mayor robustez para espantar a los duendes. De ahí también la floración de símbolos mágicos en la Navidad, como el leño que arde en la chimenea y es símbolo del sol y la fertilidad, y del enemigo de Marduk quemado por los mesopotamios, como la costumbre de comer pastel especiado recuerda que la fruta y las especias fueron las ofrendas de los Reyes Magos al Niño Rey'.

Hasta aquí el texto del ensayo escrito por Félix Martí Ibáñez referente a la Navidad. Y quiero yo agregar que mis deseos sinceros, para todos los lectores que estas líneas lean, son acerca del argentino sonido de las doce campanadas, que se desgranarán jubilosas como si quisieran llevar a todos los corazones un mensaje de paz y fraternidad , anunciando las doce de la noche, el momento en que todos juntos, amigos y familiares, disfrutarán de la cena de Nochebuena. Espero que la faltriquera esté bien provista --–para disponer de una exquisita y abundante manducatoria--- para tan memorable ocasión. Pero, a mi parecer, lo realmente  importante será que esa noche, y los demás días por venir, reine la paz y la tranquilidad en el corazón de todos los mexicanos".

www.enologicomexicano.com

jueves, 4 de noviembre de 2010

La muerte nos pela los dientes.

Este jueves tenemos una colaboración de nuestro amigo el Dr. Miguel Guzmán con el oportuno tema de la Muerte en la cultura mexicana, en éste caso en el refranero. Antes de pasar a la sabrosa lectura de ese texto, unos avisos:

Aviso 1: Cambió la fecha límite para la inscripción de trabajos al premio Miguel Ángel Herrera del 5 de Noviembre al 15 de Diciembre.
Aviso 2: Cambio la fecha de la asamblea del día 8 de Noviembre al 15, pero habrá que verificar que sea día laborable.
Aviso 3: La semana entrante esta programada la Semana de la Física, con conferencias en Campo 1 y en Campo 4. En ese marco hablaremos la Dra. Ana Leticia Fernández y yo. Mañana los datos de las pláticas y sus horarios.



LA MUERTE EN EL REFRANERO MEXICANO

Por MIGUEL GUZMÁN PEREDO

El pueblo mexicano ha sabido mantener incólumes muchas de sus más acendradas tradiciones, a pesar del avasallador empuje de las costumbres extranjerizantes, que socavan y minan el espíritu nacional, en aras de una falsa modernización. Los festejos propios del “Día de Muertos”, que por estos días estamos rememorando, constituyen el mejor ejemplo de las palabras anteriores, ya que por doquier se advierte la perniciosa influencia del “Halloween” (celebración nacida hace siglos, en la edad de los celtas, en Irlanda y Escocia) frente a las “Ofrendas de Muertos”, que en nuestro país se remontan a los tiempos prehispánicos ----hace de ello por lo menos cuarenta centurias----, cuando los diversos grupos mesoamericanos honraban a sus difuntos, de la misma manera como lo hicieron los egipcios, los sumerios y los babilonios, para quienes recordar a sus muertos en una determinada época del año era motivo de importancia capital.

Una manifestación en extremo popular en la manera de hablar y expresarse del pueblo mexicano está dada por la vigente presencia de los refranes. Esos “evangelios chiquitos”, como han sido atinadamente denominadas esas expresiones folclóricas, expresan en unas cuantas palabras diversas ideas complejas. A la gracia se une la brevedad (si bueno y breve, dos veces bueno, aseguró Baltasar Gracián) de esos aforismos, de los cuales se tiene noticia en las literaturas más antiguas, que en ocasiones se remontan al tercer milenio antes de Cristo.

El refranero mexicano es un vasto almacén de aforismos y proverbios, que pueden --y de hecho así ocurre frecuentemente--- ser agrupados en diferentes temas: la enfermedad, el agua, las bebidas etílicas, el pan, la religión, la embriaguez, las comidas, los dulces, el amor y, como los anteriores, varios otros asuntos de cotidiana permanencia.

La muerte es una de esas materias que el pueblo ha sabido recrear con sin igual gracia, por ello en el refranero mexicano hay numerosos proverbios a ese respecto, mismos que en esta colaboración periodística consagrada a la gastronomía y a la enología ahora incluyo, por su temporalidad con los días llamados de “muertos”.

En primer lugar enlistaré aquellos refranes que tienen relación con los asuntos del comer y del beber, y en la segunda parte los relacionados de alguna manera con la muerte. Cabe agregar que en nuestro país el pueblo, que ha sabido reírse, burlarse y satirizar ese fatal acontecimiento, le ha dado diversos nombres a esa macabra figura: la pelona, la parca, la dientona, la catrina, la huesuda y la calaca, entre varios otros, de indudable jocosidad.

  1. De limpios y tragones están llenos los panteones.
  2. Aguacate con leche, muerte segura.
  3. Agua de las verdes matas, tú me tumbas tu me matas, tú me haces andar a gatas.
  4. Ahí verás si mueres de hambre o comes lo que te dan.
  5. Como el caballo del español, que se murió cuando ya estaba aprendiendo a no comer.
  6. El comer mató a muchos, el hambre a ninguno.
  7. Genio y figura hasta la sepultura.
  8. Matar el gusanillo del hambre.
  9. Más vale llorarlas muertas y no en ajeno poder.
  10. Más vale que digan “aquí corrió, y no “aquí murió”.
  11. Más vale morir de pie que vivir de rodillas.
  12. Al cabo la muerte es flaca y no ha de poder conmigo.
  13. Como los que hacen el muerto y luego se asustan del petate.
  14. Vámonos muriendo ahorita que están enterrando gratis.
  15. Hay muertos que no hacen ruido y son más grandes sus penas.
  16. El que a hierro mata, a hierro muere.
  17. Muerto el ahijado se acabó el compadrazgo.
  18. Muerto el perico, para qué quiero la jaula.
  19. Muerto el perro se acabó la rabia.
  20. De que se muera mi padre, a que me muera yo, mejor que se muera mi padre que es más viejo que yo.
  21. Entre varios, pesa menos el muerto.
  22. Hasta que no muere el arriero no se sabe de quién es la recua.
  23. Si se alivió fue la virgen, si se murió fue el doctor.
  24. ¡Ay, muerte, no te me acerques, que estoy temblando de miedo!.
  25. Mujeres juntas, sólo difuntas.
  26. Sólo el que carga el cajón sabe lo que pesa el muerto.
  27. Si me muero, lo perdono; si me alivio, ya veremos.
  28. ¿De qué mueren los quemados? ...De ardidos.
  29. Te asustas de la mortaja y te abrazas del difunto.
  30. Amigos hasta morir, pero de prestarte, nada.
  31. Se hace pesado el muerto cuando siente que lo cargan.
  32. El muerto y el arrimado a los tres días apestan.
  33. Al que se aleja lo olvidan, y al que se muere lo entierran.
  34. Cuánto me gusta lo negro, aunque me asuste el difunto.
  35. De la suerte y de la muerte no se escapa ni el débil ni el fuerte.
  36. El muerto a la sepultura y el vivo a la travesura.
  37. Matrimonio y mortaja del cielo baja.
  38. Más vale oler a unto y no a difunto.
  39. Asustarse con el petate del muerto
  40. Cuando el tecolote canta el indio muere; eso no es cierto, pero sucede.
  41. El que por su gusto muere, aunque lo entierren parado.
  42. Lo que no mata, engorda.
  43. Lo que en la leche se mama en la mortaja se derrama.
  44. No me asusten con matarme, que no he comprado la vida.
  45. No es mala la muerte cuando se lleva a quien debe.
  46. No vas a morir de parto ni de cornada de burro.
  47. Poco veneno no mata, ni mucho si no es activo.
  48. Pretextos busca la muerte para llevarse al enfermo.
  49. Quien nació para ahorcado no morirá ahogado.
  50. Quien vive pobre pa’ morir rico, no parece hombre sino borrico.


guzmanperedo@hotmail.com

jueves, 24 de junio de 2010

A propósito del bicentenario


A propósito del bicentenario, Miguel Guzmán Peredo nos regala esta deliciosa crónica que describe no solo los platillos y copas servidas para conmemorar el primer centenario de la independencia, sino tambien la imprudencia y cegera de quienes en esa época gobernaban el país. Que disfruten su lectura.

 

AQUEL FARAÓNICO BANQUETE DE 1910


MIGUEL GUZMÁN PEREDO



Las revoluciones serían el mayor
azote de los pueblos, si no las
hubieran hecho necesarias los tiranos.

JUAN DONOSO CORTES (1804-1853)


Ahora que se halla en pleno auge todo lo referente a la próxima celebración, en este año de 2010, de dos importantes aniversarios históricos: el bicentenario del movimiento de iniciación de la Independencia, ocurrido en 1810, y del centenario de la Revolución Mexicana, cuyo comienzo tuvo lugar en 1910, me parece conveniente recordar un extraordinario banquete ofrecido ese año a Porfirio Díaz, quien se eternizó en la silla presidencial de México durante tres décadas.

Es prudente agregar que cuando el “Porfiriato” se hallaba en su pleno apogeo, se respiraban en la capital mexicana los refinados aires de un afrancesamiento general. No deja de parecerme curioso que aquel presidente, quien había sido un valeroso militar en la guerra contra la intervención francesa, haya sucumbido, y con él todos los llamados “científicos” que encabezaban el gabinete presidencial, a la influencia cultural emanada de Francia (la gastronomía estaba incluida en este importante renglón de la vida cotidiana nacional). En aquellos lejanos días la cocina mexicana estaba notoriamente influenciada por la coquinaria gala. Los cocineros venidos de aquel país europeo eran vistos en la sociedad capitalina como verdaderos artífices del arte del bien comer.

Aquel banquete se llevó a cabo la noche del 3 de julio de 1910, cuando en la capital mexicana y en muchísimas ciudades del interior se hacían grandes preparativos para celebrar, con bombo y platillo, el primer centenario de la proclamación de la independencia. El chef francés Silvain Daumont (quien había llegado a México en 1891, para dar claras muestras de su quehacer culinario entre la “jeunesse dorée”, nombre que recibía ese selecto grupo de aristócratas) fue el creador de ese multitudinario ágape, ya que él era el chef de mayor renombre en aquellos días, previos a la proclamación de la Revolución Mexicana.

El escritor Artemio de Valle-Arizpe describió, con su impar estilo arcaizante, aquel festejo gastronómico, del cual escribió lo siguiente: ”Ofrecieron esta comida un numerosísimo grupo de banqueros, comerciantes, agricultores, industriales, propietarios, amigos particulares y un sin fin de amigos políticos, así como los clubes reeleccionistas que había instalados en todo el país. Nunca antes se había instalado en la capital mayor número de comensales, pertenecientes a todas las fuerzas vivas de la nación”. Y yo agrego lo siguiente: las fuerzas muertas, o casi muertas de hambre, eran los campesinos, el peladaje, la plebe, quienes algunos meses más tarde integrarían la muchedumbre heterogénea de quienes se lanzarían a la revolución, contra el decadente sistema político encabezado por Díaz.

Vuelvo al texto de Valle Arizpe, quien escribió lo siguiente: “”El periódico capitalino “México Daily Record” hizo la crónica de aquel festejo, y para despertar el interés entre sus lectores publicó un reportaje previo al convivio, en el que señalaba lo siguiente: “Mañana, domingo en la noche, en los espaciosos salones de la antes (sic) Cigarrera Mexicana, será servido uno de los banquetes más suntuosos que haya sido servido en la capital, con el cual será obsequiado el primer magistrado por sus amigos, personales y políticos, en señal de admiración por el éxito de sus treinta años de administración””.

En la crónica de tan faraónico agasajo al dictador de México, Artemio del Valle Arizpe señaló que ”En ese banquete, para mil seiscientos invitados, se hizo derroche de magnificencia, ya que fueron servidas dos mil ochocientas ochenta botellas de Jerez de Cadiz, tres mil trescientas de vino blanco Pouilly. Otras tantas de vino tinto Mouton Rothschild, seiscientas de tinto Corton, de Borgoña, cinco mil cuatrocientas botellas de Champagne Mumm Cordón Rouge y poco más de tres mil botellas de Cognac Martell. Para atender a los comensales había trescientos cincuenta camareros, y el personal de cocina ascendía a dieciséis primeros cocineros, veinticuatro segundos cocineros y sesenta ayudantes.

”El brindis oficial fue pronunciado por Fernando Pimentel y Fagoaga, presidente del Ayuntamiento de la ciudad de México y autor de la idea de este monumental banquete. En el discurso manifestó que “se confiaba en el extranjero en la estabilidad de nuestra paz, y en la cordura y el patriotismo del pueblo mexicano para no armar revoluciones, y que el desorden ocurrido en Valladolid, en Yucatán, había procurado dos útiles enseñanzas: que desórdenes de este tipo no pueden propagarse en la República, porque a ellos se oponen las actuales condiciones del país y su amor por la paz, y que el gobierno tiene fuerza y poder bastante para sofocarlos”.

”Al contestar estas palabras, el presidente Díaz puntualizó: “La base principal del gobierno será la conservación de la paz, y estaré siempre alerta para dar a la sociedad completas garantías. Por fortuna, la paz es el medio natural en que vivimos: forma la convicción del pueblo mexicano...pero si, contra estas previsiones, ocurre alguna perturbación del orden público, como puede acontecer en cualquier pueblo civilizado, tiene el gobierno los elementos necesarios para combatirla en el acto, como lo ha demostrado en el caso reciente de Valladolid”. Hasta aquí la cita al texto de Artemio de Valle-Arizpe.

De aquel solemne y lujoso banquete, bañado con exquisitos caldos etílicos venidos de Francia, salieron los comensales muy satisfechos y complacidos. La felicidad invadía su espíritu. Engolando la voz hablaban con palabras melifluas de la cabal tranquilidad que reinaba en el país. Seguramente que no se percataban que en el horizonte ya se vislumbraban los primeros relámpagos de la tormenta que se avecinaba.

Apenas cuatro meses más tarde de ese regio festín estallaba, el 20 de noviembre de 1910, la Revolución Mexicana.

jueves, 13 de mayo de 2010

ESCANDALOS DEL CLERO

Mi amigo y compañero en las páginas de REVISTA DE REVISTAS, Miguel Guzmán Peredo me envía para la sección de divulgación de los jueves un texto que escribió para esa revista en 2002 y que muestra una sorprendente actualidad. El texto habla de los escandalos sexuales del clero y con el gusto de Miguel por los datos de erudición ahonda en temas como los papas que han renunciado, han sido depuestos o asesinados y salvo por la mención que se hace a Juan Pablo II, como el papa actual, el texto podría haber sido escrito en éstos días. Aquí a continuación el texto de Miguel Guzmán:


"CURAS PEDERASTAS.
PAPAS QUE RENUNCIAN.
PAPAS QUE HAN SIDO DEPUESTOS,
PAPAS QUE HAN SIDO ASESINADOS




MIGUEL GUZMÁN PEREDO


En las Sagradas Escrituras, en el Evangelio de San Lucas, aparece la siguiente prédica de Jesús a sus discípulos: “Es inevitable que haya escándalos. Sin embargo, ¡ ay de aquel por quien vengan !. Mejor le fuera que le atasen al cuello una rueda de molino y le arrojasen al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños”.


No cabe duda que este asunto, el relacionado al escándalo que se ha suscitado a nivel mundial en la iglesia católica --de manera muy especial entre los feligreses de Estados Unidos de América---, debido a la abierta tolerancia y reprobable encubrimiento que las autoridades eclesiásticas de ese país han mostrado hacia los curas paidófilos, ha rebasado todos los límites previsibles, ya que ha sido evidente la censurable conducta de muchos de los obispos estadounidenses, quienes han solapado, una y otra vez, a los sacerdotes violadores de niños. Esta criminal actitud ha sido de todos conocida merced a la diligente investigación desplegada por los medios de comunicación, y ello ha contribuido a crear un clima de franca hostilidad hacia los curas pederastas, lo mismo que a los obispos que han mostrado tan inicua condescendencia.


El día 13 de Junio de 2002 apareció la noticia ( emitida por la agencia Reuters) de que “un cuarto obispo católico había renunciado en Estados Unidos a causa del escándalo en que se ve envuelta la iglesia por paidofilia y abusos sexuales, al tiempo que una investigación periodística descubrió que dos tercios de los obispos permitieron a los curas pederastas seguir trabajando en sus respectivas diócesis, pese a que estaban enterados de las acusaciones en su contra”. Días más tarde tuvo lugar, en Dallas, Texas, la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, en la cual los obispos de ese país analizaron las consecuencias que este escándalo sexual ha ocasionado. Fueron muchos los católicos estadounidenses (el noventa por ciento de los encuestados) quienes, de acuerdo a un sondeo previamente realizado por la Universidad de Quinnipiac, opinaron que la Iglesia debería mostrar “cero tolerancia” a estos abusos sexuales. Pero una abrumadora mayoría de los obispos aprobó que los curas pederastas no fuesen expulsados, sino que se llegó al increíble extremo de permitir que aquellos quienes hubiesen cometido un solo abuso sexual (subrayado por quien este artículo escribe) continuaran dentro del seno de la Iglesia.


Otro motivo de acentuado escándalo dentro de la iglesia católica estadounidense, está dado por el manejo discrecional de los fondos monetarios en relación a las cuantiosas sumas que han sido erogadas para evitar que las acusaciones contra los curas pederestas sean llevadas a los tribunales. En el diario The New York Times leí que “una organización que representa a cuarenta y siete fundaciones que donan a la iglesia católica estadounidense doscientos millones de dólares al año, había instado a la Iglesia a emitir un informe auditado acerca de cuánto dinero ha sido destinado a acuerdos por abusos sexuales en las últimas dos décadas. El periódico The Dallas Morning News publicó la noticia de que “al menos ciento once de las ciento setenta y ocho principales diócesis católicas continuaban dirigidas por prelados que han protegido al párroco y a otros trabajadores eclesiásticos acusados de abuso sexual”.


Antes de continuar adelante quiero comentar que la palabra PAPA proviene de las iniciales, en latín, de la frase Petri Apóstoli Potestatem Accipies, cuyo significado es “El que recibe la potestad del apóstol Pedro”. Nacido en la ciudad de Betsaida o Capernaum, su nombre era Simón Bar-Jona, y su sobrenombre era Ceofas, palabra que en lengua aramea significa “piedra”. La traducción al griego de ese término es petro. Al latín es petrus, y al castellano Pedro. Desde al año 67, cuando fue crucificado cabeza abajo San Pedro, hasta el día que concluyó el primer milenio la iglesia católica registra a ciento treinta y nueve Papas.
En otras fuentes de información he leído que el número de Sumos Pontífices asciende a doscientos sesenta y seis hasta el presente.


Han existido, así mismo, otros personajes papales, conocidos con el nombre de Antipapas. Un antipapa es un prelado que es elegido primeramente Papa, pero quien, poco después, a causa de múltiples motivos es declarado no canónico y obligado a renunciar. El más depurado ejemplo de estos Papas, proclives a la lujuria y a la concupiscencia, ha sido Juan XXII (nacido en 1249 falleció en 1334, y fue el Papa número 196, ocupando la silla pontificia de 1040 a 1045), quien fue depuesto por habérsele comprobado los delitos de incesto, adulterio y homicidio. Su amante principal era la esposa de su hermano, y para acallar el escándalo (¿dónde, dónde leí yo que dentro de la iglesia católica había encubrimiento y corrupción para solapar delitos de índole sexual?. Ya lo recordé, en infinidad de casos registrados en la iglesia católica no sólo estadounidense sino tambien en otros países, donde a los sacerdotes pederastas los cambian de diócesis, antes que entregarlos a la justicia civil) la iglesia de Roma, es decir los más altos prelados, lo enviaron a la ciudad de Túsculo, en Italia, para que fuese el arzobispo de esa población durante cuatro años. En este tiempo sedujo ---–según lo leí en una página de internet alusiva a todos los Papas que ha habido---- a más de doscientas monjas, doncellas, viudas y casadas. Allí mismo aparece el siguiente comentario jocoso: “El laboratorio farmacéutico Elly Lilly busca afanosamente sus reliquias, para extraer el ADN. y poder hacer un medicamento de efectos más poderosos que el Viagra”.


Al paso de los días y las semanas continúan conociéndose, gracias al seguimiento dado por los medios de comunicación, los pormenores de este gravísimo escándalo, que ha sacudido a la opinión pública estadounidense. Pero existe otro asunto que ha convulsionado, en menor escala, a la iglesia católica. Se trata de la posibilidad de que el actual Papa, Juan Pablo II, renuncie al trono de San Pedro, a causa de su deteriorado estado de salud, lo que es de todos sabido porque en las imágenes de televisión se advierte que este pontífice presenta serias imposibilidades físicas para cumplir su cometido como Obispo de Roma.


Si bien periódicamente aparecen noticias en los periódicos respecto a su inminente renuncia, reiterativamente se dice que el Papa no puede renunciar. Lo cierto es que en el Anuario Pontificio encontré los nombres de los Papas que bien han renunciado a su cargo, o bien han sido depuestos. Entre los primeros, los que han dimitido, figuras los siguientes:


San Pontiano, en el año 235.
San Celestino, en el año 1294
Juan XVIII, en 1309
Gregorio XII, en 1415.
Se afirma que Pío XII firmó su renuncia notariada, por si caía prisionero de los nazis, durante la Segunda Guerra Mundial.


Entre los que han sido depuestos figuran los siguientes:
San Marcelino, en el año 304
San Silverio, en el año 537
San Martín I, en el año 653
León VIII. Fue designado Papa en el año 963, y en un día recorrió todas las instancias de ordenación sacerdotal para alcanzar el Papado. Fue depuesto un año más tarde.


Los siguientes Papas fueron hijos de sacerdotes:


San Dámaso (366-383)
San Anastasio I (399-401) Padre del siguiente Papa
San Inocente I
San Bonifacio I (418-422)
San Félix III (483-492). Tuvo dos hijos ancestros de los Papas Agapito I y Gregorio I


Otra lista es la de los Papas cuya muerte fue violenta.


San Clemente I. Asesinado en el año 97
San Esteban I Decapitado en el año 257
San Sixto II Decapitado en el año 258
San Agapito I Envenenado en el año 536
Teodoro I Se piensa fue envenenado, en el año 649
Conon Se piensa fue envenenado, en el año 687
Juan VIII Asesinado en el año 872
Marino I Se piensa fue envenenado, en el año 884
San Adrián III Asesinado en el año 885
Esteban VI Ahorcado en Agosto del año 897
Romano Envenenado en Noviembre del año 897
Teodoro II Se piensa fue envenenado, en Diciembre del año 897
(En el año 897 tres Papas fallecieron de manera violenta)
León V Asesinado en el año 913
Landón Muerte misteriosa. Febrero 914
Juan X Ahorcado en el año 918
Esteban IX Asesinado
Juan XII Ahorcado
Benedicto VI Ahorcado
Juan XIV Murió de hambre en la cárcel. Agosto 984
Lucio II Asesinado, en el año 1145
Benedicto XI Se piensa fue envenenado, en el año1304
Alejandro VI Padre de cinco hijos, entre ellos Lucrecia y César Borgia. Se piensa fue envenenado, en el año 1503
Juan Pablo I Se ha esbozado la hipótesis de que fue envenenado, en Septiembre de 1978.


Es fácil advertir que el escándalo ocasionado por el caso de los sacerdotes pederastas de Estados Unidos de América, ha venido arreciando al paso de las semanas y los meses. Este país no es el único en mostrar esta lamentable lacra del clero, pero merced a la acertada tarea realizada por los medios de comunicación ---que han dado a conocer muchos de los pormenores de las acusaciones presentadas contra los curas violadores---, se ha podido ventilar abiertamente la compleja y perniciosa red de complicidades existente entre los miembros de la alta jerarquía eclesiástica y los sacerdotes pederastas, a quienes han protegido, evitando que sean castigados por los delitos cometidos.


La Caja de Pandora continúa abierta, y de ella siguen escapando toda clase de males y calamidades. Es casi seguro que tardará mucho tiempo en que sea posible obturarla, para lograr poner un hermético valladar a la salida de tan pestíferas miasmas".