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lunes, 11 de noviembre de 2019

Oportunidad y desafíos en el segundo periodo de Graue.


En un texto publicado aquí mismo, el último día del año pasado, hice un recuento de la historia de la autonomía de la UNAM. 
Queda claro, en ese recorrido histórico, la tensión siempre presente entre el gobierno y la universidad a propósito de la autonomía.


  El texto estaba motivado por el próximo, en aquel entonces, nonagésimo aniversario de la autonomía de la UNAM y por el olvido de incluir -en la iniciativa de reforma educativa enviada a principios de diciembre 2018 a la cámara de diputados- la parte correspondiente del artículo tercero constitucional, donde se consagra la a la autonomía.

Así iniciaba el 2019. Un año en el que habría de elegirse rector para el periodo 2019-23. El “sospechosismo” se hizo presente, se barajaron muchos nombres, se tejieron teorías, se interpretaron discursos y hechos y se cuestionó el método de elección.  Pero al final, el 8 de noviembre, la junta de gobierno de la UNAM dio a conocer el resultado: Enrique Graue sería el rector por los próximos cuatro años.

Fue un proceso con menos candidatos de los que se habían considerado en las ocasiones más recientes. El 24 de octubre la junta había dado a conocer los nombres de los tres candidatos que entrevistaría: la Dra. Angélica Cuéllar Vázquez, el Dr. Enrique Luis Graue Wiechers y el Dr. Pedro Salazar Ugarte.

Quien ahora dirigirá la UNAM por los próximos cuatro años había dado en mayo -a quienes estábamos en el festejo del día del maestro- cuatro mensajes: la autonomía, la seguridad, la estabilidad y los desafíos.

Creo que el rector, cuando se refería a los desafíos, pensaba en parte en los riesgos de inestabilidad política que el proceso de elección, ya a la vista en mayo, podrían significar; pero seguramente no eran todos los desafíos en los que pensaba.

La UNAM ha sido cuestionada por diversas causas, algunas mas justificadas que otras. Se le cuestiona, por ejemplo, el examen de admisión. Sin embargo en un país donde la demanda de educación superior excede en diez veces la capacidad de la UNAM de proporcionarla, es necesario un criterio de selección. Tratándose de seleccionar estudiantes parece que el mejor criterio sea un examen y no un sorteo.

El problema no es el examen de ingreso, sino la desigual preparación que los aspirantes tienen. Muchos de ellos son egresados de una enseñanza pública deficiente. El desafío de la UNAM es elevar la calidad de su enseñanza, que es también el de mejorar su plantilla docente, lo que pasa por asegurar la estabilidad laboral de los profesores. Algo que requiere un presupuesto adecuado y un ejercicio inteligente y transparente del mismo.

Así un primer desafío del rector reelecto es la de negociar, apoyado en resultados positivos, un presupuesto adecuado y ejercerlo correcta y transparentemente.

Otro desafío -lo mencionó el rector en su discurso de mayo- es el de la seguridad. La UNAM no es una isla, sus instalaciones están en medio de la ciudad. Los miembros de su comunidad, principal pero no exclusivamente sus estudiantes, son blanco de distribuidores de droga que ingresan a las instalaciones universitarias sin demasiado problema. ¿Cómo controlar estos accesos sin soluciones que resulten peores que el problema? Desarrollando una cultura de responsabilidad asociada a la libertad.

Hace unos días la FES Acatlán pidió a sus estudiantes identificarse con su credencial para entrar a los festejos de día de muertos. Algunos de los alumnos que siguieron el consejo se quejaron en redes sociales de que no había a quien mostrársela o de que no se revisaba que fuera la credencial de la UNAM o que estuviera vigente.

Esto es un ejemplo de la complejidad que conlleva implementar medidas que deben adoptarse por convicción y que requieren la participación de instancias administrativas y probablemente salarios adicionales, si se realizan tareas en horarios extraordinarios.

Desafortunadamente no todos los problemas de seguridad vienen del exterior. Existen quejas de acoso a estudiantes. En este momento en la FES Cuautitlán hay un movimiento en demanda de atención a esos casos.

La UNAM tiene además el desafío, o compromiso si se prefiere, de mantenerse como un referente de calidad y de honestidad académica. De evitar que la tentación de obtener ingresos extraordinarios por servicios externos la lleve a realizar cualquier tipo de actividad.

Por mencionar un área que me es cercana: la UNAM fue pionera del cómputo en el país, pionera de Internet, pionera del súper cómputo. La UNAM tiene un liderazgo que mantener, en colaboración con otras instituciones públicas.

Probablemente en esto pensaba el Dr. Graue cuando habló en mayo pasado de los desafíos que habría de enfrentar en los meses por venir. Hoy ha sido nombrado para conducir por cuatro años más los destinos de la UNAM.  Su elección puede ser vista como la oportunidad que tenemos en la UNAM de mostrar porque nos llamamos “La Universidad de la nación”.

El rector tiene frente a él grandes desafíos y junto con ellos una gran oportunidad de mejorar a la UNAM.

  

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