El reciente “error” y su posterior enmienda, en la elaboración del Presupuesto Federal 2019, que disminuía en términos reales el dinero asignado a las universidades públicas y en particular a la UNAM, me llevó a pensar en el significado de la “A” dentro del acrónimo UNAM.
La “A”, sabemos, se refiere a
la Autonomía, pero bien a bien ¿qué significa Autonomía en referencia a las
universidades públicas?
Para tratar de entenderlo,
releo Síntesis histórica de la Universidad
de México, libro editado por la propia Universidad Nacional a través de su Dirección
General de Orientación Vocacional, en 1975 y cuya investigación, síntesis y
redacción estuvo a cargo de Consuelo García Stahl.
Debo decir que me cuesta mucho
trabajo tratar de centrarme en el tema de la Autonomía, pues hay, en esta obra,
muchos pasajes históricos que quiero releer. En particular los referentes a los
avatares de la universidad durante el siglo XIX con sus cierres y reaperturas. Hablar
de esos temas debería ser motivo de otro texto.
Por ahora voy solamente a
ocuparme de lo que dicen los capítulos XIII (antecedentes de la Autonomía), XIV
(La Autonomía Universitaria) y XV (Desenvolvimiento Universitario).
Antes de citar los
antecedentes de la autonomía, vale la pena mencionar que todo lo que releí reseña
una constante tensión entre el gobierno y la universidad y el intento
permanente de control del primero sobre la segunda a través del presupuesto.
Copio como ejemplo de la
necesidad de autonomía de la Universidad respecto del gobierno, el siguiente párrafo:
“… desde el siglo pasado y en
los primeros decenios del actual (el XX) se dejó sentir una corriente de
opinión que consideró a la autonomía no sólo deseable, sino, incluso necesaria,
a fin de que permitiese a la Universidad un desenvolvimiento mayor, más estable
y más libre, dentro de las labores que le eran y le son propias, desvinculadas
de los vaivenes propios de la política.
Se dan en el texto citado,
como antecedentes de la autonomía, distintos proyectos de creación de una universidad
libre de la tutela del estado, uno de ellos el presentado ante la cámara de diputados,
en 1881 por Justo Sierra Méndez, entonces diputado.
Otra iniciativa fue el
Proyecto de Independencia de la Universidad redactado por Ezequiel A. Chávez y
presentado al entonces secretario de educación José Vasconcelos en 1914.
Varios antecedentes más tienen
lugar en 2017: uno es el proyecto de ley elaborado en 1917 por el Licenciado
Alfonso Cravioto y el entonces rector José Natividad Meneses, otro el elaborado
por Antonio Caso y presentado en la cámara de diputados, ninguno de ellos
culmina con la declaración de autonomía.
Ese mismo año de 1917 el
Gobernador de Michoacán, Pascual Ortiz Rubio, decreta el 5 de octubre, la autonomía
de la Universidad Michoacana.
A principios de la década de 1920 se formó la
Confederación Nacional de Estudiantes, cuyo primer presidente fue Alejandro
Gómez Arias. En el sexto congreso de la confederación se planteó, en enero de
1929, el de la autonomía económica y administrativa de las escuelas oficiales
del país.
En ese mismo año de 1929,
sigue platicando la Síntesis, el
rector Castro Leal propuso modificar la periodicidad de los exámenes y hacerlos
semestrales, en lugar de anuales. La
propuesta desencadenó una huelga estudiantil en el mes de mayo de 1929.
El 23 de mayo de ese año, Gómez
Arias hace la petición formal de autonomía para la máxima casa de estudios, al jefe
del Departamento del Distrito Federal, José Manuel Puig Casauranc.
El jefe del departamento del
Distrito Federal presenta un memorándum al presidente Portes Gil, en el que le
dice:
“Me refiero a la resolución
del conflicto actual, contestando a las demandas de los estudiantes,
cualesquiera que fuesen, o anticipándose a dichas demandas (y sería mejor esto)
con la concesión de una absoluta autonomía técnica, administrativa y económica,
a la Universidad Nacional”.
Finalmente, el 10 de Julio de
1929 se proclama la Autonomía en la ley orgánica.
Cita García Stahl en su obra
la opinión que Julio Jiménez Rueda expresa en su obra Historia Jurídica:
“A pesar de todos los peligros
que la Ley Orgánica suponía para la marcha de la Universidad, esta cumplió sus
fines gracias a la honestidad de casi todos sus dirigentes y al empeño que
pusieron los profesores y los estudiantes en salvar la nave que habían puesto
bajo su cuidado, del naufragio que a corto plazo esperaba el mismo Estado que
había otorgado la autonomía”.
El mismo Presidente Portes
Gil, al día siguiente de la promulgación de la Ley Orgánica había declarado:
“La revolución ha puesto en
manos de la intelectualidad un precioso legado, la autonomía de la universidad;
si fracasa la casa de estudios se le dará al obrero”.
Hasta aquí la primera etapa de
la autonomía universitaria.
En 1933 se promulgaría una
nueva Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de México, en la que se le fijaba
un patrimonio de “diez millones que el gobierno entregaría a la universidad
para que dispusiera de ellos de una sola vez”.
En la opinión de Francisco
Larroyo (Historia comparada de la Educación en México) citada por la autora de
la Síntesis, se trataba de que “con
situación económica tan aflictiva, la Universidad abdicara de su autonomía”.
La última etapa de la
conquista y reconocimiento de la autonomía se da con la publicación de la actual
versión de la Ley Orgánica de la UNAM en el diario oficial, el 6 de enero de
1945. Con este hecho se dio fin al conflicto originado durante el rectorado de Rodulfo
Brito Foucher y que había llevado a la universidad a una división, en la que incluso
coexistieron dos rectores.
Para resolver el problema se
creo una junta de gobierno, integrada por los exrectores García Téllez, Gómez
Morín, Ocaranza, Chico Goerne, Baz y De la Cueva.
Esta junta eligió como nuevo
rector al Antropólogo Antonio Caso.
En la nueva Ley Orgánica se
reconocía que: “La Universidad Nacional Autónoma de México, tiene derecho para
organizarse como lo estime mejor, dentro de los lineamientos generales
señalados por la presente ley…”
Como puede verse en este
rápido repaso, la autonomía y el presupuesto han sido puntos de constante tensión
entre el gobierno federal y la universidad. El próximo año, 2019, estaremos
festejando los 90 años de autonomía universitaria. Ese mismo año -al final- habrá
de elegirse (o relegirse) rector, esperemos que todo ocurra dentro de los
márgenes de la autonomía que tanto ha costado obtener primero y mantener
después.
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