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lunes, 29 de diciembre de 2014

40 años de la FESC Recuerdos personales. La Cátedra de Investigaciones Multidisciplinarias.

Tenía pendiente -antes de que terminara el año del festejo de los 40 años de la FES Cuautitlán- redactar un texto no tanto donde rememorar como donde agradecer a quienes me acompañaron en la aventura de crear la efímera Cátedra de Investigaciones Multidisciplinarias de la  FES C.
La cátedra no duró mucho y tengo pocas fotos de esa época, pero -como espero que sea pueda leer en estos recuerdos- las personas que me acompañaron eran gente con un gran compromiso y generosidad.
Corren remebranzas:

La Cátedra de Investigaciones Multidisciplinarias.
En la época en que José Luis Galván era director de la FES C, el cubículo de Marcela Astorga -en los laboratorios de Ciencia Básica- tenía una excelente y hospitalaria cafetera.
Asistíamos con regularidad, casi religiosa, a tomar café y platicar entre clase y clase, varios profesores. Entre los infaltables, además de la “dueña” del cubículo, estábamos Jorge Martinez, Roberto Andrade y yo. Los vidrios del cubículo tenían pegados varios carteles por lo que desde afuera no se veía su interior y de rato en rato alguien llamaba a la puerta para preguntar algo.
Una mañana mientras estábamos en el ritual diario del café y la conversación, tocaron a la puerta; como esta abría hacía adentro, al hacerlo sólo se veía la persona que atendía. Marcela abrió y yo oí una voz femenina que me pareció agradable decir:
-¿No está el profesor Roberto Andrade?
Desde la invisibilidad de mi sitio, bromeé
-Dile que no está, pero que estoy yo.
Efectivamente el infaltable Roberto, ese día no estaba. Se oyeron unas risas de quienes habían tocado la puerta y se despidieron.
-Era Graciela Arroyo, dijo Marcela. Va a volver a tocar, es muy curiosa.
Efectivamente volvió a tocar y entonces abrí yo. Así conocí a Graciela y a través de ella a Laura Aguilar.
No estoy seguro de las fechas de la anécdota, pero debe haber sido 1985, yo tenía un año de haber regresado del doctorado y estaba lleno de entusiasmo por echar a andar un área de investigación en mecánica de fluidos y fenómenos de transporte, en la FESC.
Había profesores que me decían que mis esfuerzos merecían mejor destino, que mejor sería irse a Ciudad Universitaria e integrarse a algún instituto. En esa época tuve una oferta del Dr. Prieto de Instituto de Física para ir a trabajar allá, pero yo me sentía muy a gusto con la vida de Cuautitlán. Dando clases y buscando apoyos para armar el laboratorio.
En algún congreso, personal del Instituto de Investigaciones Eléctricas se interesó en la ponencia que presenté, pues era el tipo de trabajo que ellos estaban desarrollando, establecimos una relación de trabajo y terminé siendo asesor del Instituto hasta 1995, cuando el “error de diciembre (¿o de noviembre?) acabó con los proyectos de Investigación Básica del Instituto.
José Luis Galván me había “acomodado” en el área H del CAT. Lo de que me había acomodado es un decir, porque lo que había hecho era asignarme una de las naves desocupadas, para que ahí trabajara. Con presupuesto del IIE, que firmó un convenio de colaboración con nosotros y con ayuda del Dr. Alain Baleix, que había sido mi compañero en el laboratorio de Banleve, en Francia y a quien yo había logrado traer como profesor visitante, construimos una instalación experimental en esa área del CAT.
Cuando Alain concluyó su periodo de profesor visitante, Galván me autorizó a remplazarlo, contratando a alguien con 40 horas de nombramiento. Pegué anuncios en las mamparas y respondió Gilberto Amaya Ventura. Así se integró al equipo -que con él era de dos- Gilberto Amaya.
La amistad con Graciela y Laura derivó necesariamente en el  acercamiento de ellas a los temas de fenómenos de transporte y de cómputo. Por alguna razón que estoy seguro que ni ella misma sabe, Laura decidió hacer la tesis conmigo, desarrollando un programa para resolver la ecuación de transferencia de calor por el método del elemento finito. En la escuela debe haber habido, en esa época, cuando más una decena de computadoras personales y una de ellas la teníamos nosotros.
Un día a la entrada de Campo 1, María Luisa Arias me había dado una computadora “portátil” y me había dicho: “Te la manda José Luis, para que la desarmes y te diviertas.” La máquina era una “maleta” que pesaba más de 8 kilos, con una pantallita de color ámbar, de unas 7 pulgadas, que trabajaba con MS DOS 2.0 y que no tenía disco duro. La carcasa “portatil” medía como 80 cm x 60 cm x 30 cm.
En esa computadora Laura desarrollaba su tesis.
Mientras Alain y yo construíamos la instalación experimental y Laura hacía su tesis, una nueva generación había entrado. De ella recuerdo a muchos estudiantes, pero sobre todo a dos que harían la tesis conmigo, más adelante: Claudia Loaiza y Guadalupe López Franco. Ambas se fueron integrando, al volver Alain a Francia, al grupo con Gilberto, con Laura y conmigo.
Cuando Lupita y Claudia estaban llegando al grupo, vino el cambio de director y Keller me nombró secretario académico. Entre los proyectos de la secretaria estaba el programa de cátedras, que se implementaría a través de la coordinación de investigación, que llevaba Sara Valdés y un nuevo programa de conferencias de divulgación, que creamos: “Ciencia, Conciencia y Café”.
El programa de cátedras nos ayudó a formalizar la estructura del grupo, pues por primera vez habría un mecanismo para solicitar apoyos y concursarlos.
Gracias a este programa conformamos la Cátedra de Investigaciones Multidisciplinarias. Participaron en él estudiantes de la carrera de Ingeniería Mecánica y Eléctrica: Rodrigo Carrillo, Saúl Valencia, Alejandro Hernández y Mario Dorantes; de las carreras de química: las ya mencionadas Claudia y Lupita, además de Bety, que terminaría casándose con Rodrigo.
En un momento dado, incluso Teresa Carrillo, quien estudiaba en Acatlán y era hermana de Rodrigo formó parte extraoficialmente de la cátedra, pues hizo también la tesis conmigo usando Modulef para resolver ecuaciones diferenciales de mecánica de fluidos.
Rodrigo y Saúl se incorporaron a la cátedra después del eclipse de sol de 1991. Ellos propusieron e instrumentaron un experimento para medir la intensidad luminosa ese día. Los resultados los publicamos en un número especial de la revista Comunidad de la FES C y los reproduje más adelante en el libro “Para conversar de ciencia.” Por cierto la foto de Laura Aguilar que ilustra este texto fue tomada durante el campamento del eclipse en la FES C.
Yo me pasaba largas jornadas entre la secretaría académica de la Facultad y el CAT, donde operaba la instalación experimental, a la que con apoyo de un Papime, que presentamos conjuntamente con la Dra. Marisa Ruiz de la Facultad de Química, habíamos conseguido ir equipando.
Precisamente cuando Keller es nombrado director yo tenía ya aprobado mi sabático para ir al IMP a trabajar con Marisa Ruíz y en la primera reunión del Cosejo Técnico del primer periodo de Keller, se aprobó posponer el disfrute de esa prestación.
Siendo yo ya secretario académico, me pidió el director ser el contacto oficial de la FES C con el Dr. Laguna quien era el coordinador para el desarrollo académico de las unidades multidisciplinarias. A mí me encantaba mostrarle al Dr. Laguna los avances que hacíamos en la cátedra, así que cuando me enteré que el rector Sarukhan haría una visita a la facultad, me pareció que sería importante que visitara el CAT.
Así ocurrió. Después de la visita de Sarukhan, Keller me dijo que al rector le había parecido que el CAT era un espacio excelente para asentar y desarrollar grupos de investigación. Ya por esos tiempos la relación entre Keller y yo había dejado de ser buena; yo me daba cuenta, pero no había percibido hasta que punto el director estaba ya incomodo con mi permanencia en la secretaría académica.
Keller, que temía que “pedirme la renuncia” pudiera derivar en una confrontación (lo que no hubiera ocurrido, por cierto) vio en mi entusiasmo por el CAT y en la opinión de Sarukhan (real o supuesta) una manera de hacerlo.
Ya he platicado en otra parte que Keller nos invitó a comer a Jorge Martínez Peniche y a mí y me ofreció que creara yo, en terrenos del CAT, el Centro de Investigaciones Multidisciplinarias. La idea me gustaba pues con el Dr. Laguna habíamos comentado sobre hacer un plan para que profesores de Ciudad Universitaria pudieran ir a las unidades multidisciplinarias a pasar sus periodos sabáticos,
ayudando a despegar grupos locales de trabajo1.
Las cosas no ocurrieron así porque todo esto pasaba en el año anterior a la reelección de Keller, quien con el argumento de que ya no era momento de arrancar nuevos proyectos lo canceló unos meses después.
Vale la pena cerrar el relato de manera semejante a como lo inicié,  con una anécdota de Laura Aguilar. Cuando Keller buscaba la manera “pacífica” de hacerme a un lado, mandó llamar a Laura para hacerle una propuesta de ser contratada por la dirección para atender algún proyecto.
Laura acudió al llamado del director y luego pasó a mi oficina, que estaba enfrente a darme la reseña de su entrevista. Cuando la ví entrar con su playera de Ciencia, Conciencia y Café, le dije que a la mejor no era el atuendo más apropiado para asistir a la cita con el director. Laura me contestó algo que no he olvidado:
-Es para que vea que tengo la camiseta bien puesta.
Valgan estas líneas como testimonio de gratitud al trabajo desinteresado que Laura, Lupita, Claudia, Rodrigo, Saúl, Mario, Alejandro, Teresa, Bety y varios estudiantes más prestaron al desarrollo del proyecto de la Cátedra de Investigaciones Multidisciplinarias de la FES C.
Como dato adicional diré que Mario aún trabaja conmigo, Lupita es profesora en la FES Cuautitlán, a dónde volvió después de acompañarme a DGSCA un tiempo. Laura, por supuesto sigue siendo mi amiga y estamos empezando a colaborar en temas de divulgación de la ciencia alrededor del cómic "Dime abuelita por que"

1Años después, ya estando en DGSCA, comenté esto con el Dr. Enrique Daltabuit y él consiguió ir a echar a andar, mediante un mecanismo semejante, el Centro de Investigación Tecnológica de la FES Aragón.

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