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lunes, 19 de agosto de 2013

Una plática que lleva 45 años preparándose



Mi director de la tesis de doctor, era un hombre nervioso. Antes de que fuera el examen de grado me pidió que le hiciera la presentación a él, para afinar detalles. Le dije que sí, pero que no le garantizaba que lo que le presentara, en esa ocasión,  sería lo mismo que expondría el día del examen. ¿Por qué?, me preguntó, extrañado. Porque no puedo, le contesté, siempre improviso.
Y así es, me cuesta trabajo repetir las cosas. Así fue en los muchos exámenes de oposición en la UNAM. Lo mismo para las definitividades de asignatura que para la plaza de carrera. La improvisación como arma secreta.
Igual sucede cuando doy clases, eso lo saben -¡pobres! – mis alumnos. El discurso de la clase se va armando según las caras que veo y que “leo”, pregunto y según las respuestas improviso una cosa u otra.
Hay veces que me gusta mucho como di alguna clase y la quiero repetir la siguiente vez y me sale algo horrible, porque ni me acuerdo bien de lo que dije, ni tampoco digo nada nuevo. Así que por eso mejor no trato de repetir nada.
Obviamente cuando improviso no lo hago de la nada. Los temas de los que hablo en clase son asuntos a los que les he dedicado atención por lo menos en los últimos 45 años, desde que estaba en la prepa. Entonces creo que sería más justo no decir que improviso, sino que me llevó 45 años prepara la clase.
Podría, siguiendo la misma línea de pensamiento, afirmar que llevo más o menos ese tiempo preparando la plática que daré el próximo jueves 22 de agosto en el campo 1 de la FES Cuautitlan, a las 9 de la mañana. El tema es el uso del cómic de divulgación Dime abuelita porque para un aprendizaje de la ciencia basado en el desarrollo de competencias.
Me hubiera gustado poder dar un avance de la plática y contarles lo que voy a decir el jueves, pero me pasaría lo mismo que con la presentación a mi director de tesis del doctorado, lo que pusiera aquí, seguro no será lo que diré el día de la presentación.
Así que mejor les platico a grandes rasgos, como se ha ido gestando esta plática a los largo de los años:
El jueves voy a hablar del uso docente de un cómic que hacemos desde hace dos años y medio. El cómic está basado en el libro del mismo nombre que el cómic (o mejor dicho: al cómic le pusimos el mismo nombre que ya tenía el libro) que escribí hace poco más de tres años.
El libro es la versión corregida y aumentada, literalmente hablando, de dos capítulos del libro Para conversar de ciencia, editado alrededor de 1999. El libro había tenido un relativo éxito pero los materiales se habían ido desactualizando. En vez de reeditar el mismo libro, decidí sepáralo en capítulos para alrededor de cada capítulo hacer un nuevo libro, agregando material y corrigiendo el que se quedaba. Uno de los capítulos de Para conversar de ciencia que sirvió de punto de partida al nuevo libro se llamaba…efectivamente: Dime abuelita porque.
Ahora se preguntarán, si han seguido leyendo, de dónde venían los materiales de ese capítulo de Para conversar de ciencia. Salieron de una recopilación de textos de divulgación, que había yo escrito, principalmente en Revista de revistas de Excelsior, en una columna que llevaba el nombre Para Conversar. Se sumaban a los textos de Revista de revistas, varios más, que había publicado en otras revistas como Contactos de la UAM, Netmedia, revista red, etc.
Para seguir la historia de la gestación de la plática del jueves próximo, les diré que escribía para Revista de revistas porque me invitó a hacerlo su director Enrique Loubet, para quien previamente había yo escrito textos en Comunidad Conacyt, revista que él dirigía a finales de los años setenta y principios de los noventa…del siglo pasado!!! Para esa revista llegué a enviar, por correo postal (Smail = Slow mail) artículos mecanografiados en máquinas con el teclado francés.
A Enrique Loubet lo conocí en el Curso de periodismo de la ciencia, organizado por Conacyt en 1980, del cual él era instructor. Me interesó asistir a ese curso y presenté mi solicitud, que fue aceptada, porque por esas fechas hacía la revista Marcha, órgano informativo del colegio académico de la FESC de aquellos años.
Algún día platicaré por qué se llamaba así la revista y el honor que tuve de conocer a Carlos Quijano durante su exilio aquí en México… el hecho es que en esa revista ya publicábamos los profesores de la FESC de aquel tiempo artículos de divulgación científica.
Los temas acerca de los cuales escribíamos eran los de nuestras clases, en mi caso física y matemáticas. Mis clases estaban más o menos relacionadas con lo que había estudiado en la licenciatura, que además eran los temas que me interesaban más, en la prepa.
Así que como ven los temas que me interesaban en la prepa se convirtieron en el cómic Dime abuelita porque. A esos intereses, ahora le he agregado su uso en el salón de clases, para el desarrollo de competencias. Es decir le he agregado la componente pedagógica.
Esa componente, aunque por una vía distinta, lleva el mismo  tiempo desarrollándose. En la prepa también me gustaba mucho la literatura. Con el tiempo, un poco de trabajo y aprovechando las oportunidades, me convertí en profesor de español para extranjeros y de francés en la FES Acatlán.
Para poder dar clases de lengua, tuve que llevar un curso de formación de profesor, donde estudie pedagogía (algo que por cierto no se les pide a los profesores de ciencia).
El jueves -no se con detalle que voy a decir- pero se juntarán, en la charla, esas dos vías. Ojala se den un tiempo para asistir y hacer preguntas, si no, cómo voy a armar la plática.   

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