AIguna
vez tuve que "escarbar",
durante varios días, entre viejas cajas de cartón, en busca de
datos para la construcción de la página electrónica de Ciencia,
Conciencia y
Café.
Esperaba
encontrar los documentos, pasar unos pocos minutos seleccionando los
que ayudarían en la labor de diseño, y punto. Pero que mal nos
conocemos a veces; en realidad pase varias horas releyendo papeles,
muchos sin importancia más allá de la anécdota pero que me
hicieron surgir la inevitable necesidad de escribir estas líneas.
Ciencia,
Conciencia y Café ha
sido desde 1990, el programa más importante de divulgación de la
ciencia -incluso por
omisión-
en la Facultad de Estudios Superiores de Cuautitlán
(FESC).
Inicia
el 31 de julio de 1990 con la presentación de René Drucker Colín
en la terraza de la cafetería del campo 1. El pretexto era hablar
sobre la cura del mal de Parkinson. Brillante, chispeante,
ingenioso,
iconoclasta, Drucker hilvanó una amenísima conferencia con base
exclusivamente en las preguntas de los asistentes que ese día,
según
los datos del cafetómetro
(el número de cafés consumidos por el público que nos eran
reportados por el concesionario) fueron más de cien, reunidos
en un local que presentó dificultades para albergar ese número.
La
idea de realizar pláticas en las cafeterías debe ser tan antigua
como estos establecimientos.
Yo
había visto
algo por el estilo en la Facultad de Ciencias en la década de los
setenta cuando,
como
estudiante de física, iba a meter las
narices en las conferencias que, me parece,
se
llamaban Café y Matemáticas.
Lo
que suena a pareja muy bien avenida.
En
1990, como secretario académico de la Facultad de Estudios
Superiores Cuautitlán me pareció que sería interesante realizar
conferencias
de divulgación de la ciencia y su rol
social (la
conciencia), con la complicidad de las tazas de café.
Y
así arrancamos con un lleno,
gracias
al carisma de Drucker.
Cada
una de las pláticas del primer ciclo fue anunciada con un tríptico
que se distribuyó el día mismo de la charla.
Para
el segundo ciclo nos organizamos mejor y editamos, previo al inicio
del ciclo, un programa de mano con datos curriculares del autor y un
comentario sobre el tema acerca del que versaría la plática.
Esta
práctica la hemos mantenido y
ha
sido un reto presentarlo de forma novedosa en cada nuevo ciclo.
Alguna
vez el programa era el mismo
cartel, pero plegado de manera particular, en otras,
un
conjunto de separadores de libros.
Las
pláticas,
que
eran todos los martes a las 13 horas en la casi siempre llena
terracita
de la cafetería de campo 1, se planificaban,
en
un principio,
en
ciclos
de cinco conferencias.
Cinco
no era un número mágico sino las que nos permitía ofrecer la
duración del semestre lectivo, programando una charla cada catorce
días, dejando de lado, los martes en que ya se estaba en periodo de
exámenes,
los
que eran primeros martes del semestre o los que caían peligrosamente
cerca de un "puente".
Cinco
era un número difícil porque nos obligaba a seleccionar
y
pensar
mucho los temas y
los
invitados.
Buscábamos
siempre,
dentro
de los temas de actualidad,
como
en 1991, con el eclipse
o en 1992 con el destino de las universidades públicas, un equilibro
entre la ciencia y la
conciencia.
Queríamos
igualmente que en cada ciclo participase al menos un ponente de la
FESC; que el programa sirviese
no sólo para que los estudiantes de la escuela tuviesen la
oportunidad de tomarse una taza de café platicando con julieta
Fierro o Marcos Moshinsky,
cerca de un "puente".
sino también para llamar la atención de Ciudad Universitaria hacia las Unidades Multidisciplinarias. Creo que lo logramos.
Sin
damos mucha cuenta, pronto estuvimos festejando dos años del
programa de conferencias.
Hicimos
tazas y playeras conmemorativas
que pusimos a la venta
entre la comunidad de la facultad y que obsequiamos a los ponentes
tanto de los ciclos anteriores como del programa en curso.
Dos
años después de iniciado Ciencia,
Conciencia y
Café,
mientras
planificábamos el quinto ciclo, nos convencimos
de que teníamos que ir también a campo 4.
Ahí,
entre los edificios de las carreras de Ingeniería y
el
de las carreras de Contaduría
y Administración hay una explanada que nos pareció
ideal para las charlas con aroma de café.
A
esa explanada llevamos
una lona y el 2 de marzo de 1993 se reunieron bajo de ella más de
300 personas,
que
desbordaron
los límites de la explanada,
platicando
con Elena Poniatowska.
El
sexto ciclo fue el primero que se realizó en ambos campos y el
primero también que ya no fue organizado por la secretaria
académica.
Poco
antes de su inicio había yo renunciado al cargo de secretario
académico para asumir el de coordinador del Centro de
Investigaciones Multidisciplinarias (ClM) de la FESC que se quería
crear.
La
organización
del programa de Ciencia,
Conciencia y Café aterrizó
así en los hermosos terrenos del ClM,
en
Cuautitlán Izcalli.
El
ciclo tenía una plática sobre contracultura juvenil, lo que
normalmente se llama "chavos banda"; el ponente, Héctor
Castillo había trabajado con estos grupos y elaborado un calendario
con dibujos y gaffitis,
que
algunos de los muchachos habían hecho en un sitio
al que llamaban El Tanque.
Por
gentileza de Héctor pudimos usar uno de estos dibujos para el cartel
con que anunciamos la serie de charlas.
En este mismo ciclo recuerdo
la atención con la que varias estudiantes
escucharon a Gloria Koenigsberger,
en ese momento directora del Instituto de Astronomía
de la UNAM,
y
ponente de la conferencia "Mujer
que sabe latín".
Otro
de los expositores de esa serie de conferencias fue el Coordinador de
Investigación
de la
todavía, en ese entonces, Escuela Nacional de Estudios Profesionales
de Zaragoza, hoy FESZ, el doctor Arcadio Monroy.
Seducido por la idea de las charlas de café,
Arcadio
nos invitó a llevar también las conferencias
a Zaragoza. Así que el séptimo ciclo se planeó para desarrollarse
en tres sedes:
campo
1 y 4, en Cuautitlán, y campo 2 en Zaragoza.
El
proyecto
del ClM en la FESC fue efímero; al concluirse,
poco
antes de terminar el sexto ciclo, Ciencia,
Conciencia
y
Café
se
encontró como proyecto de un profesor de la FESC.
La
dirección decidió retirar su apoyo al programa por lo que se cambió
el nombre al ciclo de pláticas de la ENEP Zaragoza. Las conferencias
planeadas para esa sede se desarrollaron
bajo el título de Platiquemos
con …
Las
conferencias de la FESC se suspendieron luego de que León Garda
Soler hablara de "Ciencia Política",
el 30 de marzo de 1993 en el campo 4.
Una
segunda etapa de
Ciencia,
Conciencia
y
Café
se
inició
el16 de febrero de 1998, cuando la Coordinación General de Extensión
Universitaria de la FESC, retomó el programa,
invitándome
a coorganizarlo.
La
conferencia inicial
del octavo ciclo fue
impartida
por el doctor Alejandro Pisanty en campo 1,
con
el titulo "Siglo
XXI ¿La universidad
sin muros?".
El
programa que presentaba
el ciclo,
bajo el título Decíamos
ayer rezaba
en la introducción:
"Decíamos
ayer
es la frase que Fray Luis de León dejó para la historia al
reanudar, sin más,
su
cátedra en la Universidad de Salamanca tras casi cinco años de
ausencia".
"El
30 de marzo de 1993
otro
León,
éste de apellidos García Soler,
editorialista y
analista
político
de Excélsior,
fue
el último
de
una
lista de muy notables
participantes
que,
a
lo largo de tres
años y siete ciclos
de
conferencias,
acudieron
a la FESC a platicar en un ambiente de café
sobre temas de ciencia y conciencia
social".
"Desde
entonces
tuvimos siempre la idea de reanudar el programa.
Pudo
haber sido éste un anhelo más
de
los que se nos quedan en el
corazón sin llegar a realizarse.
Por
ventura
no ocurrió
así,
las
circunstancias fueron favorables
y el 16 de febrero
habremos de retomar
la
conversación
interrumpida hace cinco
años con un
simple y emotivo Decíamos
ayer'”
El
noveno
ciclo inició el 24 de agosto de 1998.
Para
su
promoción diseñamos
una página
Web con la programación
del ciclo
y
en
la que también colocamos versiones de video
digitalizado y
audio
para que sea posible seguir
en diferido
las
conferencias. Se elaboró además
una parte referente
a los ciclos
anteriores. Desde su reinicio se construyó una lista de correo
electrónico con
todos los expositores
del programa.
Las
nuevas
tecnologías
de
la comunicación se
han seguido integrando a esta experiencia
de divulgación de la ciencia para permitir
a un público cada vez más
numeroso un contacto
directo
y familiar
con
protagonistas importantes del desarrollo científico
nacional.