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martes, 28 de abril de 2015

Ciencia, Conciencia y Café

 



AIguna vez tuve que "escarbar", durante varios días, entre viejas cajas de cartón, en busca de datos para la construcción de la página electrónica de Ciencia, Conciencia y Café.
Esperaba encontrar los documentos, pasar unos pocos minutos seleccionando los que ayudarían en la labor de diseño, y punto. Pero que mal nos conocemos a veces; en realidad pase varias horas releyendo papeles, muchos sin importancia más allá de la anécdota pero que me hicieron surgir la inevitable necesidad de escribir estas líneas.
Ciencia, Conciencia y Café ha sido desde 1990, el programa más importante de divulgación de la ciencia -incluso por omisión- en la Facultad de Estudios Superiores de Cuautitlán (FESC).
Inicia el 31 de julio de 1990 con la presentación de René Drucker Colín en la terraza de la cafetería del campo 1. El pretexto era hablar sobre la cura del mal de Parkinson. Brillante, chispeante, ingenioso, iconoclasta, Drucker hilvanó una amenísima conferencia con base exclusivamente en las preguntas de los asistentes que ese día, según los datos del cafetómetro (el número de cafés consumidos por el público que nos eran reportados por el concesionario) fueron más de cien, reunidos en un local que presentó dificultades para albergar ese número.
La idea de realizar pláticas en las cafeterías debe ser tan antigua como estos establecimientos.
Yo había visto algo por el estilo en la Facultad de Ciencias en la década de los setenta cuando, como estudiante de física, iba a meter las narices en las conferencias que, me parece, se llamaban Café y Matemáticas. Lo que suena a pareja muy bien avenida. En 1990, como secretario académico de la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán me pareció que sería interesante realizar conferencias de divulgación de la ciencia y su rol social (la conciencia), con la complicidad de las tazas de café. Y así arrancamos con un lleno, gracias al carisma de Drucker.
Cada una de las pláticas del primer ciclo fue anunciada con un tríptico que se distribuyó el día mismo de la charla. Para el segundo ciclo nos organizamos mejor y editamos, previo al inicio del ciclo, un programa de mano con datos curriculares del autor y un comentario sobre el tema acerca del que versaría la plática. Esta práctica la hemos mantenido y ha sido un reto presentarlo de forma novedosa en cada nuevo ciclo. Alguna vez el programa era el mismo cartel, pero plegado de manera particular, en otras, un conjunto de separadores de libros.
Las pláticas, que eran todos los martes a las 13 horas en la casi siempre llena terracita de la cafetería de campo 1, se planificaban, en un principio, en ciclos de cinco conferencias. Cinco no era un número mágico sino las que nos permitía ofrecer la duración del semestre lectivo, programando una charla cada catorce días, dejando de lado, los martes en que ya se estaba en periodo de exámenes, los que eran primeros martes del semestre o los que caían peligrosamente
cerca de un "puente
".
Cinco era un número difícil porque nos obligaba a seleccionar y pensar mucho los temas y los invitados. Buscábamos siempre, dentro de los temas de actualidad, como en 1991, con el eclipse o en 1992 con el destino de las universidades públicas, un equilibro entre la ciencia y la conciencia. Queríamos igualmente que en cada ciclo participase al menos un ponente de la FESC; que el programa sirviese no sólo para que los estudiantes de la escuela tuviesen la oportunidad de tomarse una taza de café platicando con julieta Fierro o Marcos Moshinsky,
sino también para llamar la atención de Ciudad Universitaria hacia las Unidades Multidisciplinarias. Creo que lo logramos.
Sin damos mucha cuenta, pronto estuvimos festejando dos años del programa de conferencias. Hicimos tazas y playeras conmemorativas que pusimos a la venta entre la comunidad de la facultad y que obsequiamos a los ponentes tanto de los ciclos anteriores como del programa en curso.
Dos años después de iniciado Ciencia, Conciencia y Café, mientras planificábamos el quinto ciclo, nos convencimos de que teníamos que ir también a campo 4. Ahí, entre los edificios de las carreras de Ingeniería y el de las carreras de Contaduría y Administración hay una explanada que nos pareció ideal para las charlas con aroma de café. A esa explanada llevamos una lona y el 2 de marzo de 1993 se reunieron bajo de ella más de 300 personas, que desbordaron los límites de la explanada, platicando con Elena Poniatowska.
El sexto ciclo fue el primero que se realizó en ambos campos y el primero también que ya no fue organizado por la secretaria académica. Poco antes de su inicio había yo renunciado al cargo de secretario académico para asumir el de coordinador del Centro de Investigaciones Multidisciplinarias (ClM) de la FESC que se quería crear.
La organización del programa de Ciencia, Conciencia y Café aterrizó así en los hermosos terrenos del ClM, en Cuautitlán Izcalli.
El ciclo tenía una plática sobre contracultura juvenil, lo que normalmente se llama "chavos banda"; el ponente, Héctor Castillo había trabajado con estos grupos y elaborado un calendario con dibujos y gaffitis, que algunos de los muchachos habían hecho en un sitio al que llamaban El Tanque. Por gentileza de Héctor pudimos usar uno de estos dibujos para el cartel con que anunciamos la serie de charlas. 
En este mismo ciclo recuerdo la atención con la que varias estudiantes escucharon a Gloria Koenigsberger, en ese momento directora del Instituto de Astronomía de la UNAM, y ponente de la conferencia "Mujer que sabe latín".
Otro de los expositores de esa serie de conferencias fue el Coordinador de Investigación de la todavía, en ese entonces, Escuela Nacional de Estudios Profesionales de Zaragoza, hoy FESZ, el doctor Arcadio Monroy. Seducido por la idea de las charlas de café, Arcadio nos invitó a llevar también las conferencias a Zaragoza. Así que el séptimo ciclo se planeó para desarrollarse en tres sedes: campo 1 y 4, en Cuautitlán, y campo 2 en Zaragoza.
El proyecto del ClM en la FESC fue efímero; al concluirse, poco antes de terminar el sexto ciclo, Ciencia, Conciencia y Café se encontró como proyecto de un profesor de la FESC. La dirección decidió retirar su apoyo al programa por lo que se cambió el nombre al ciclo de pláticas de la ENEP Zaragoza. Las conferencias planeadas para esa sede se desarrollaron bajo el título de Platiquemos con …
Las conferencias de la FESC se suspendieron luego de que León Garda Soler hablara de "Ciencia Política", el 30 de marzo de 1993 en el campo 4.
Una segunda etapa de Ciencia, Conciencia y Café se inició el16 de febrero de 1998, cuando la Coordinación General de Extensión Universitaria de la FESC, retomó el programa, invitándome a coorganizarlo. La conferencia inicial del octavo ciclo fue impartida por el doctor Alejandro Pisanty en campo 1, con el titulo "Siglo XXI ¿La universidad sin muros?".
El programa que presentaba el ciclo, bajo el título Decíamos ayer rezaba en la introducción:
"Decíamos ayer es la frase que Fray Luis de León dejó para la historia al reanudar, sin más, su cátedra en la Universidad de Salamanca tras casi cinco años de ausencia".
"El 30 de marzo de 1993 otro León, éste de apellidos García Soler, editorialista y analista político de Excélsior, fue el último de una lista de muy notables participantes que, a lo largo de tres años y siete ciclos de conferencias, acudieron a la FESC a platicar en un ambiente de café sobre temas de ciencia y conciencia social".
"Desde entonces tuvimos siempre la idea de reanudar el programa. Pudo haber sido éste un anhelo más de los que se nos quedan en el corazón sin llegar a realizarse. Por ventura no ocurrió así, las circunstancias fueron favorables y el 16 de febrero habremos de retomar la conversación interrumpida hace cinco años con un simple y emotivo Decíamos ayer'”
El noveno ciclo inició el 24 de agosto de 1998. Para su promoción diseñamos una página Web con la programación del ciclo y en la que también colocamos versiones de video digitalizado y audio para que sea posible seguir en diferido las conferencias. Se elaboró además una parte referente a los ciclos anteriores. Desde su reinicio se construyó una lista de correo electrónico con todos los expositores del programa.
Las nuevas tecnologías de la comunicación se han seguido integrando a esta experiencia de divulgación de la ciencia para permitir a un público cada vez más numeroso un contacto directo y familiar con protagonistas importantes del desarrollo científico nacional.

jueves, 23 de abril de 2015

Como en casa. Un par de vistas a la FES C




Hace unos meses volví por primera vez a la FES Cuautitlán, desde mi cambio de adscripción definitivo al campus de Ciudad Universitaria. Lo hice para participar en un conversatorio sobre “La FES Cuautitlán extramuros: Objetivos Alcanzados y retos por cumplir” al que hicieron favor de invitarme Jorge Rico, Rogelio Sánchez Harrastio, Jorge Bello y Andrea Trejo. Con todos ellos he tenido siempre una buena relación.
 La experiencia fue muy agradable. Tuve ocasión, antes de iniciar el conversatorio, de platicar con el director, de bromear y de recordar viejos tiempos de anhelos compartidos. En el grupo en que estábamos departiendo mencioné que me sentía como en casa. La frase la retomó la conductora del conversatorio y amablemente al presentarme dijo: “doctor está usted en su casa.” A mi vez, cuando me tocó hacer uso de la palabra, agradecí la cortesía y bromeé: cómo no me voy a sentir como en casa, si literalmente he dormido en estas instalaciones. Con el pretexto que nos daba el que el conversatorio se celebraba como parte de los festejos del aniversario 40, hablé de noches de guardia, cuidando las instalaciones durante la huelga de 1977.
También alguien mencionó Ciencia, Conciencia y Café y el director comentó que había personas que querían que el programa volviera a la Facultad, yo soy una de ellas, agregó Alfredo. Quedamos en platicar la manera de hacerlo.
Al terminar el conversatorio nos fuimos a comer, Andrea, los dos Jorges, Rogelio y yo a la finca. Entre los temas de charla de la comida apareció -inevitable- la literatura y no sé bien como, hablé del libro que acababa de presentar en la FIL de Guadalajara. Jorge Rico me hizo la amable oferta de que lo presentara también en la FES C y accedí con gusto.
La presentación ocurrió el día de hoy. No quiero escribir otro texto más sobre la presentación de Eros y Tánatos. Hay ya en el blog textos de lo dicho por los participantes en otras presentaciones; quiero más bien describir la atmósfera en la que se desarrolló el evento . Una atmósfera que me hizo sentir realmente como en casa. Presentaron el libro, Jorge Rico y Andrea Trejo. Hubo la participación de Juan José López, un cuenta cuentos que platicó la historia del viejo que visita las funerarias por las noches en busca de personas con las cuales hablar. La historia que lleva el título de ¿En qué puedo servirle?
Antes de iniciar Paco Montiel, secretario general de la facultad, hizo uso de la palabra habló del aniversario 41 de la escuela y de los festejos. En mi turno también me referí a la historia de la escuela y hablé de una persona para mí muy querida: la maestra María Isabel Hernández, mejor conocida como Mabel y quien prologa el libro. Al hablar de ella, inevitablemente hablé de Galeano compatriota y amigo de ella (aunque ahora Mabel también es mexicana). Ya antes Andrea había hablado de Galeano citando el poder transgresor y provocador del libro. Características que generosamente atribuyó también a Eros y Tánatos.
Después de mi intervención Juan José hizo una gran narración de ¿En qué puedo servirle? Mientras él hablaba, todo el auditorio estaba atento. Cuando acabo hubo un largo aplauso. Creo que él fue el culpable de que los libros que se habían llevado para vender no alcanzaran.
Al final firmé algunos libros, me tomé fotos con muchas personas que aprecio, con otras que no conocía y me sentí como en casa, nuevamente.

miércoles, 1 de abril de 2015

Variaciones sobre una minificción.






Hace unos días conversaba con amigos acerca de los textos de minificción.
Pronto el grupo de quienes hablábamos se partió en dos: quienes defendíamos que había en las minificicones actividad literaria de ficción y quienes decían que no; que sin demeritar el ingenio que algunos de los textos muestran, no se les puede llamar relatos de ficción.
Entramos por esa vía a hablar de la relación del artista con el público. Quienes defendíamos las minificciones, afirmábamos que el escritor sólo hace una parte del trabajo y que el lector, la otra. Yo, por ejemplo, cité a Paz que dice, palabras más, palabras menos: Una vez terminada la obra, deja de pertenecerle al autor y es del lector.
Sosteníamos que eso ocurre en todas las artes, incluida la pintura. En una novela de 900 páginas es probable que la aportación del lector sea relativamente menos importante que en una minificción de 10 o 20 palabras. Ejemplifiqué con el texto de Monsivais que dice:
Y fuera de esto, señora Lincoln, ¿disfrutó usted de la pieza?
Comenté que era “obvio” que se trataba de una pregunta a la viuda del presidente Lincoln, después de que este había sido asesinado en el teatro. Una obra maestra del humor negro de Monsivais. Agregué que si se suprimía la palabra Lincoln (una de las once que tiene el relato), el texto sigue narrando “algo”, probablemente para algún lector la estancia nocturna de una señora en el cuarto de un hotel, en el que se aparece un fantasma, o en el que hay goteras.
Aunque de manera un tanto forzada quienes desestimaban la posibilidad de las minificicones de narrar una historia iban aceptando que lo hacen.
Use como un segundo ejemplo la minificción que titulé Gourmets (me gusta siempre poner un título a las minificciones porque me parece que eso ayuda a darle contexto al lector), que dice:
Y ahí estaban desayunando, después de haberse comido a besos.
para mostrar como esas mismas palabras pueden narrar historias diferentes con sólo cambiar el título.
A continuación cuatro variaciones del mismo tema, seguidas por algunos comentarios:

Mañaneros.
Y ahí estaban desayunando, después de haberse comido a besos.

Post-naufragio.
Y ahí estaban desayunando, después de haberse comido a besos.

In-Fragantti.
Y ahí estaban desayunando, después de haberse comido a besos.

Cansados.
Y ahí estaban desayunando, después de haberse comido a besos.


  1. El “mañanero” es una expresión típica de la picaresca nacional para designar el acto sexual que ocurre en la primera hora de la mañana, antes de salir de la cama. El título traslada el acento del buen gusto, que sugiere el título Gourmets, para ponerlo en el ansia amatoria, que sigue las sabias indicaciones del refrán. “Al que madruga...”
  2. Post-naufragio. Tiene un tinte de humor negro, sugiere que han estado aislados y hambrientos, entonces comerse a besos no es una metáfora amatoria, es una necesidad de sobrevivencia, que se ha solventado con amor antes de ser rescatados y volver a desayunar “normalmente”.
  3. In- Fragantti Acerca la minificción de ese nombre al relato policíaco con tintes cursis. El lector puede suponer que en algún lugar del planeta esta penado comerse a besos, la policía busca a quienes han infringido esa regla y los encuentra desayunando.
  4. Cansados pone el acento no en el acto amatorio, sino en el después, en la restauración de las fuerzas perdidas que un buen desayuno ayuda a llevar a cabo.
Así que podemos decir que la minificción no sólo narra historias, sino que puede narrar muchas historias diferentes, con casi las mismas palabras. Si me preguntan mi opinión, de las 5 variantes, incluida la de Gourmets, la que mas me gusta es In-Fragantti por la nota de transgresión de los amantes.
Por cierto que quienes aseguraban que las minificciones son apenas algo más que ingenio, no terminaron de convencerse de que narran historias.