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jueves, 14 de noviembre de 2013

La frialdad de los números.

¿No les ha tocado oír a alguien que dice tengo que ir a la UNAM, para decir tengo que ir a Ciudad Universitaria. Es increíble, pero a casi 40 años de iniciado el proyecto de las Unidades Multisciplinarias, aún mucha gente o nos las conoce, o nos las considera parte de la UNAM. Veamos lo que dicen los números del portal de estadísticas universitarias respecto a la UNAM, dentro y fuera de Ciudad Universitaria.

En el nivel licenciatura la UNAM tiene 190, 707 alumnos en el sistema escolarizado. De ese total, 106, 399 se encuentran en Ciudad Universitaria, es decir el 55.76% El 44.24% restante esta integrado por un 40.34% de estudiantes que se encuentran en las Unidades Multidisciplinarias y un 3.9 % en otras sedes fuera de Ciudad Universitaria. Lo cual se resume en el cuadro siguiente:

Población de licenciatura en modalidad escolarizada
Total
190, 707
100 %
Dentro de C.U.
106, 399
55.76 %
Unidades Multidisciplinarias
76, 933
40.34 %
Otras fuera de C.U.
7, 435
03.90 %

En el nivel de posgrado la UNAM tiene 26, 878 estudiantes, de los cuales 23, 688, o sea el 88.13 % están adscritos a Ciudad Universitaria. Los 3, 190 restantes se reparten en 1, 494 en las Unidades Multidisciplinarias, que representa medio punto porcentual y 3, 190 en otras dependencias fuera de Ciudad Universitaria, que equivalen al 11.87 % restante . Puestos en una tabla los números se ven así:

Población de posgrado
Total 26, 878 100 %
Dentro de C.U. 23, 688 88.13 %
Unidades Multidisciplinarias 1, 494 00.55 %
Otras fuera de C.U. 3, 190 11.87 %

Mientras que para la UNAM en general, la relación de alumnos de posgrado a alumnos totales es de 14.1% para las Unidades Multidisciplinarias es de 1.9 % Para el caso de la FES Cuautitlán esta relación es la más baja de todas las Unidades Multidisciplinarias, no alcanza ni siquiera el uno por ciento, es de 0.95 % Los datos anteriores, desagregados por Unidad Multidisciplinaria se muestran en la tabla que sigue:

Porcentaje de estudiantes de licenciatura vs posgrado en CU y Multidisciplinarias



Acatlán Aragón Cuautitlán Iztacala Zaragoza Total Multi
disciplinarias
Total
UNAM
Alumnos 21, 722 18, 522 13, 111 14, 091 10, 981 78, 427 217, 585
Licencia
tura
21, 316 18, 062 12, 986 13, 797 10, 772 76, 933 190, 707
Posgrado 406 460 125 294 209 1, 494 26, 878
% Lic/Pos 1.87 % 2.48 % 0.95 % 2.1 % 1.9 % 1.9 % 14.1 %

Esta es la frialdad de los números, saque cada quien sus conclusiones. Estas y otras cifras pueden consultarse en

lunes, 4 de noviembre de 2013

Aprender a aprender.

No estaba yo enojado. Por lo menos no lo estaba con los estudiantes que tenía frente a mí y a los que parecía regañar. Tampoco estaba desesperado, aunque supongo que debo haberlo parecido. Mi sentimiento era más cercano a la preocupación, a la tristeza y al desconcierto.
Había interrumpido la clase después de preguntar por tercera o cuarta ocasión algún concepto de los vistos en clases anteriores y de no obtener ninguna respuesta que me permitiera desarrollar el tema que marcaba el temario: “Conservación de momento angular”.
¿Cómo explicar ese concepto, cuando el grupo de estudiantes al que se habla no recuerda que es el momento lineal (explicado dos clases antes)?
¿Cómo hablar de momento angular cuando nadie parece recordar qué es la velocidad angular? ¿Cómo desarrollar el tema, cuando nadie responde bien a la pregunta de qué es un vector?
Podía haber continuado escribiendo las ecuaciones en el pizarrón, no preguntar nada más y hacer de cuenta que hablaba yo para las sillas, que daba clase al pizarrón, no mirar a las caras de aburrimiento y cansancio o de “no entiendo nada”, en el mejor de los casos.
Podía -en teoría, evidentemente- porque en la realidad no pude. Me empecé a preguntar en voz alta, es decir en monólogo que buscaba respuestas en el grupo, qué era lo que estaba pasando. ¿Por qué los alumnos no estudian? Van a clase, son más o menos cumplidos en la asistencia, toman apuntes, realizan los ejercicios que se dejan en clase ¿Y entonces, qué es lo que pasa?
Debo haber dado la impresión de estar enojado, porque una estudiante, de visita en el grupo (ya había asistido anteriormente a otras clases), levantó la mano y me pidió permiso para ir al baño.
Lo que yo decía era más o menos lo siguiente: que mi esperanza era que solo fueran así de malos estudiantes en física y que por lo menos en las otras materias si se aplicaran. Que entendía que a la mejor el temario del curso de física no era el mejor para una carrera como la que ellos estaban cursando, que tiene su principal interés en los temas de química y una inclinación más a la técnica que a la ciencia.
Es obvio que el estudio del movimiento circular tiene inmediatas aplicaciones a los procesos de separación por centrifugación, pero ¿requiere un estudiante de bioquímica diagnóstica conocer la conservación de cantidad de movimiento angular? No lo creo, en todo caso son temas que para mi gusto se deben estudiar en un buen curso de física de la preparatoria.
En general siento simpatía por los estudiantes. Simpatía por lo que representan como anhelo de ser profesionales, como oportunidad de ser mejores que la generación que los educa. (ya se sabe que el alumno debe superar al maestro). Mientras más hablaba con los estudiantes, más me iba quedando claro lo complicado que debe ser, serlo en estos días.
¿Qué quieren los estudiantes que llevan el curso de física y que cursan la carrera de Bioquímica Diagnóstica? Me imagino que una oportunidad en el mercado laboral. Eso, creo, es a lo que aspira el 99% de los estudiantes de una licenciatura, incluidos los que estudian ciencias, filosofía o artes.
Muy bien, una oportunidad laboral haciendo análisis bioquímicos. ¿No es eso una especialidad técnica, más que una licenciatura? Voy y leo lo que dice la página de la FESC http://www.cuautitlan.unam.mx/licenciaturas/qfb/informacion.html#7
(Fragmento):
  • Realizar los diferentes análisis químicos y bioquímicos clínicos.
  • Realizar diferentes aspectos de tipo Biotecnológico.
  • Realizar actividades relacionadas con la práctica inmunológica y genética.
  • Realizar las diversas pruebas microbiológicas tanto en la industria farmacéutica como en la clínica.
  • Participar en la docencia.
  • Participar en los equipos multidisciplinarios de investigación en salud, biotecnología tecnología farmacéutica, control de calidad, ecología, entre otros
¿Es esto lo que quieren los estudiantes de Bioquímica Diagnóstica?, carrera que por cierto sólo se imparte en la FES Cuautitlán.
Recuerdo que hace un par de años, en que también impartí este curso, una alumna me comentó que se iba a ir a estudiar medicina a la Universidad Anáhuac. Tiempo después se fue y hasta donde sé, por el Facebook, ahí sigue. El año pasado un estudiante, del curso de física me dijo que se iba a cambiar a la Facultad de Ciencias y éste año hizo el examen de ingreso a la UNAM y se cambió. Dos personas más, que actualmente llevan el curso de física, me han hablado de su deseo de cambiarse, a medicina, a Ciudad Universitaria.  Una de ellas presentó el examen, este año, pero no alcanzó el puntaje requerido, la otra lo presentará en febrero del año entrante. Una tercera estudiante, me han informado sus compañeras de equipo, ha dejado de venir a la escuela porque no tiene dinero para los pasajes y no es candidato a becas, por no tener el desarrollo académico que lo avale. ¿Se esta convirtiendo la FES Cuautitlán en la sala de espera de quienes desean estudiar en Ciudad Universitaria? ¿Es la carrera de Bioquímica Diagnóstica, el premio de consolación para quienes no pudieron entrar a medicina?
Todo eso seguía yo pensando en voz alta frente a los alumnos. No podía volver a hablar de la conservación del momento angular, la sentía algo ajeno a las preocupaciones de esos jóvenes. A mi me encanta la física, podría sin problemas darle clases al salón vacío, pero frente a los estudiantes, pensaba que más útil que este curso de física, quizás les resultase otro para “aprender a aprender”. No es posible que se levanten de madrugada todos los días, se pasen más de tres horas diarias en transporte público, estén todo el día en la escuela, mal coman y todo ese esfuerzo no alcance para responderle al profesor cuando les pregunta lo que vieron hace un par de clases.Mucho esfuerzo y magros resultados.
Apareció en mí, el profesor de idiomas, que también soy. El que da clases de francés. El que ha enseñado comprensión de lectura y los mandé a leer el texto sobre momento angular en el libro de Alonso y Rojo. Les dí algunos tips, de comprensión de lectura y espero que por lo menos lo esencial del momento angular lo entiendan y que se vean obligados a repasar.
Después de terminada la clase, que concluyó con los consejos para estudiar y aprender, seguí pensando en el asunto toda la tarde. El largo regreso de Cuautitlan al DF, me dio oportunidad de esbozar este texto y de pensar si no debería la facultad poner más énfasis en la orientación metacognitiva de los muchachos. Ellos saben lo que quieren: tener un trabajo e integrarse al mundo laboral. Le toca a los maestros y funcionarios decírles cómo lograrlo y ayudarlos a hacerlo, basados en sólidos conocimientos técnicos y científicos. Les toca a profesores y funcionarios fortalecer las instancias que dentro de la escuela deben enseñar a los estudiantes a “aprender a aprender”.

jueves, 17 de octubre de 2013

Santiago Flores y el origen de la carrera de IA

Terminada la clase de laboratorio de ondas, el café era obligado y urgente. 
Estoy frente al puesto de café del campo 1, el que está en el pasillo de la entrada, cuando distingo la figura de Santiago Flores de Hoyos.
¿Cuántos años de no verlo, tenía? No lo se, muchos. Yo me fui de la FES Cuautitlán, a la entonces DGSCA hace veinte años, cuando volví él ya no estaba. Muy probablemente desde entonces no lo había yo visto. Luce muy parecido a como lo recordaba salvo por las canas.
Lo saludo con mucho gusto, tengo excelentes recuerdos de aquella época del Spaunam. Con Santiago es siempre un gusto, y un aprendizaje, platicar. Intercambiamos algunas frases de ingenio. El suyo esta intacto. Me cuenta que va a dar una plática para rememorar los orígenes de la carrera de Ingeniería en Alimentos. Me lo dice de una manera mucho menos formal y más humorística: “Voy a platicar cómo engañamos al Dr. Guzmán y a Soberón para crear la carrera, a partir de una opción terminal”. (No traía yo grabadora, una disculpa en caso de que la cita no sea estrictamente exacta).
Estoy con algunos alumnos y maestros, que no conocían a Santiago y me preguntan quién es ese señor que ya va camino a la unidad de seminarios. Les digo que es una de las personas que echaron a andar la carrera de Ingeniería en Alimentos en la FES C, pero más allá de eso una personalidad muy carismática y de la que muchos aprendimos.
Recuerdo los días de las asambleas al aire libre en los espacios abiertos del campo 1 y 2, cuando la comisión tripartita y cuando las huelgas del Spaunam en 75 y 77. 
No olvido la capacidad oratoria y retórica de Santiago. Ahora que escribo, recuerdo su respuesta a un estudiante que cuestionó quién era ese maestro que tomaba la palabra. En su mejor estilo Santiago le contestó: “Cuando tu no habías nacido algunos de nostros ya estábamos en las calles partiéndonos la madre”, en obvia alusión a su participación en el movimiento del 68.
Un recuerdo encadena otro, hablando del 68, me viene a la mente que alguna vez me prestó un libro de Paco Ignacio Taibo II, dedicado a “El rompe.” El rompe era el mismo Santiago y el sobrenombre le venía porque alguna vez tronó el motor de un coche o lo chocó y le apodaron por eso el “rompe coches”. El mote era un apocope. Me contó, en esa ocasión, que Paco Ignacio había estudiado Ingeniería Química y en algún momento la dejó.
Me enteré, ahí en el pasillo del café, que había una celebración de la 8ava generación de Ingeniería en Alimentos y que vendrían más profesores de esa generación, alguien me dijo que Carlos Castañeda, estaría también.
Me dieron ganas de verlo también y de saludarlo. Me fui a la unidad de seminarios y ahí estaba Santiago (A Carlos no lo ví, quizás estaba programado para otro día) platicando cómo se había hecho la carrera de Ingeniería en alimentos, mencionó la participación de Fernando Maya y de Jorge Ludlow. Fernando recién retirado en Mayo y Jorge un personaje del que se pueden escribir cientos de anécdotas.
Lo estuve oyendo un buen rato, los dispenso de narrarles las peripecias para hacer el plan de estudios que resultó de 12 semestres y luego cómo lo recortaron para dejarlo en ocho o nueve. “Una irresponsabilidad”, decía Santiago, con humor y auto crítica y luego agregó, nuevamente con humor: “pero cumplimos la meta: La meta era que nos pagarán y no nos corrieran”.
En ese momento platicó la anécdota del club de los medios cheques, es decir al que pertenecen los hombres divorciados a los que se les deduce la pensión por nómina.
En otro momento, cuando narraba la presentación del plan a los estudiantes, dijo”Ni modo, me voy a adornar, pero es cierto: yo llenaba auditorios, ¿cierto o no?” y señalaba a algunos ex alumnos de entre el público, como testigos de su dicho.
Santiago, después de participar en la creación del plan de estudios de Ingeniería en Alimentos se fue a Inglaterra a hacer el doctorado, regresó y fue coordinador de la carrera y después se fue, creo recordar, al IMP.
Otros más de quienes compartimos aquellas historias de la comisión tripartita también nos fuimos, como Jorge Martinez Peniche y el mismo Carlos Castañeda. Otros nos fuimos y volvimos como Juan Antonio Montaraz, que de su doctorado, también en Inglaterra, volvió a la Facultad de Veterinaria y de ahí a la FESC para ser coordinador del posgrado y luego director.
Agradables recuerdos y muy oportunos, ahora que estamos cerca de los cuarenta años de Unidades Multidisciplinarias. 
Cómo olvidar las reuniones en casa de Marcela Astorga, que nos organizaba, consentía y soportaba a todos.

lunes, 7 de octubre de 2013

Dos enlaces al pasado..

Cosas que traen de repente los correos que nos llegan. Alguien me comenta, por esa vía, que buscando mi nombre en Internet encontró un link a un cuento que escribí cuando tenía yo dieciocho años. 
Entré a verlo y me encontré, efectivamente, un texto escrito, me imagino, en 1969. La revista El Cuento lo publicó en su número de Septiembre-Octubre de ese año.
Ese año, nos daba la clase de literatura, en tercero de prepa, Alejandro de la Mora. Un maestro que nos inculcó el verdadero gusto por la literatura, dejándonos tener contacto con ella y no forzándonos, como ocurría en otros grupos, a leer tal o cual texto o a aprendernos de memoria los nombres de las obras clásicas y sus autores.
Alejandro nos invitaba a escribir y a leer lo que nos gustara. Fue él, quien nos dio a conocer la revista de Edmundo Valadez, El Cuento y nos motivó a escribir uno y enviarlo a un concurso de relatos breves que tenía la revista. Hice mi cuento y lo envié, sin mucha esperanza de que lo publicaran y…zaz que me llega una carta de la revista diciendo que lo publicaban por su aire de fábula. 
No gané, pero me puse muy contento. Compré la revista y mucho tiempo la tuve guardada, sin embargo los viajes, los cambios de casa y de país me hicieron perderla de vista. 
Poco a poco me fui olvidando de ella y del texto de ese cuento, hasta hace unos días en que recibí el correo de ese amigo que volvió a ponerme en contacto con él.
Unos días después de eso comentando el hecho con mi amiga Estrella Burgos, me dice que a ella la contactaron quienes están subiendo los textos de El Cuento a Internet y le pidieron autorización para subir un par de relatos de ella.
Entendí entonces cómo era que ese texto había reaparecido. Me pareció muy bien que esos escritos vayan ahora a circular por el ciberespacio, les dejo el par de links por si quieren animarse a leerlos:




lunes, 23 de septiembre de 2013

Dr. Jesús Guzmán García. Recuerdos desordenados.


 

Me enteré casi por casualidad. Saliendo del campo 1 de la FESC paso, como de costumbre, frente a las mamparas siempre llenas de propaganda, que casi nunca leo. Pero esta vez atraen mi atención las labores de limpia que realizan, un par de trabajadores,  de los innumerables papeles ahí pegados. 
Me fijo en el que están retirando en ese momento.  Veo que dice “Homenaje Póstumo” y me detengo a seguir leyendo.  Leo que se trata de un homenaje al Dr. Jesús Guzmán, primer director de la Fes Cuautitlán.
De inmediato vienen a mi mente muchos recuerdos, el primero -quizás por la pena que sentí, ese día- es  el de aquella ocasión, hace 39 años, en que a las afueras de la escuela unos profesores jóvenes  y unos alumnos, nos correteábamos unos a otros, con globos de agua y con las mangueras de los mecheros bunsen llenas de agua.  Debe haber sido un día de San Juan y yo, que ya había sido bañado, perseguía a alguien para tomar revancha.

En mi cara se debe haber percibido la determinación de alcanzarlo y vaciarle el contenido de la manguera de gas, llena de agua en esos momentos.  Sin duda lo hubiera bañado sino hubiera pasado entre el perseguido y yo, nada más ni nada menos, que el director de la escuela (entonces la FESC era la Escuela Nacional de Estudios Profesionales ENEP): El Dr. Jesús Guzmán García.

Alcancé a detener mi carrera para no atropellar al director y vi que veía mi pelo mojado escurriendo agua, las manos que no sabía dónde esconderlas y mi gesto de pena. El director apresuró el paso y como si de nada se tratará me saludo con una sonrisa: buenos días!

Yo me había dado ya por despedido, pero no fue así. El Dr. Guzmán era una persona sumamente humana y comprensiva, lo demostró esa vez y muchas más. 

Recuerdo en particular las muchas noches que pasamos en vela cuando el primer paro estudiantil de la escuela, llevó a la formación de la llamada comisión tripartitra. En esa comisión había representantes de los profesores, de los alumnos y de las autoridades. El Dr. Guzmán, en persona, encabezaba las sesiones de la comisión que, con frecuencia, se prolongaban hasta el amanecer del día siguiente.

En esa comisión estaban  también por parte de los profesores, Jorge Martínez Peniche y Juan Antonio Montaraz. Montaraz y Patricia Miranda, entonces alumna de la escuela, tuvieron tal simpatía por el Dr. Guzmán que lo invitaron a ser padrino de su boda y él aceptó.

Montaraz en un principio era el presidente del colegio de  Aapaunam de ciencias biológicas (a lo mejor me equivoco, pero creo que no: el presidente del colegio de veterinaria era Esteban). Más tarde Juan Antonio se afilió al Spaunam y estuvo con nosotros en la huelga del Stunam en 1977. 

Cuando la policía entró a Ciudad Universitaria, hablamos personalmente con el Dr. Guzmán. Lo vimos en la casa de uno de sus colaboradores en Cuautitlán Izcalli y nos dijo su preocupación por nosotros, nos pidió no correr riesgos. Su postura era la de un compañero de trabajo, con mayor experiencia. 

Recuerdo que al final de la plática le dijimos que nosotros haríamos lo que el Consejo General de Huelga decidiera.  Al despedirnos nos dimos la mano y le dijimos que aunque desde dos barcos diferentes, estábamos librando la misma batalla: la batalla por la mejora de la Universidad.

Su cara en ese momento era la misma que la que recuerdo el día que por poco choco con él, mientras perseguía yo a alguien para mojarlo. Una expresión indefinible mezcla de simpatía y sapiensia.

Al  acercarse el final de su primer periodo, fue muy enfático en que no deseaba reelegirse. Cumplió cabalmente hasta el último día su encargo, pero nunca se separó del todo de la escuela. Cada vez que la visitaba era recibido con muchas muestras de cariño, no solo de los profesores que lo habían conocido, sino también de alumnos que ahora eran profesores.

Cuando la escuela cumplió seis años, nosotros ya habíamos creado el Colegio Académico. Invitamos al Dr. Guzmán a que tuviera una conversación con quien en ese momento dirigía la escuela: El Ingeniero Manuel Viejo, me tocó el honor de fungir como moderador de esa conversación. 

No me quiero adentrar ahora en las anécdotas de lo que se dijo en esa plática, más bien decir que esto de reunir a los ex directores y director en funciones, para conversar, como parte de los aniversarios de la escuela se convirtió casi en una costumbre.

Es cierto que he dicho muy poco de la labor del Dr. Guzmán como científico y es que no lo conocí en esa faceta. Puedo, sin embargo,  mencionar dos cosas: una que el grupo de posgrado, que encabezó Carlos Pijoan, se consolidó para permitir la transición de la escuela a facultad, gracias al apoyo del Dr. Guzmán. Los profesores de esa área, seguramente podrán hablar mucho mejor que yo de esa labor. Dos, que el Dr. José Laguna, con quien más adelante tuve la fortuna de tener una amistad, siempre me habló muy bien de la labor del Dr. Guzmán.
Hoy el edificio del posgrado en Campo 1 lleva el nombre de Carlos Pijoan y el de la Unidad de seminarios en Campo 1 lleva el nombre del Dr. Guzmán, me parece a mí, que muy merecidamente.