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lunes, 14 de abril de 2025

El lenguaje de la pasión

 

Cuando le dieron el Nobel a Vargas Llosa me vinieron a la memoria, mis encuentros con su obra. Estaba en la prepa, cuando el maestro de literatura nos habló de “La Casa Verde” y de “La Ciudad y los Perros”, libros escritos por un autor peruano, del que no había yo oído hablar antes.

Era la época del boom de 100 años de soledad y de García Marquez. Me enteré así que existía Mario Vargas Llosa, aunque nunca leí ninguno de los dos libros.
Me gustaban los cuentos de Borges (no Borgues, el autor al que Fox volvería famoso), que eran imaginativos y filosóficos, también los de Cortázar. En cuanto a novelas disfrutaba la erudición y barroquismo de Alejo Carpentier y su Consagración de la Primavera. Las novelas de Vargas Llosa, me parecía, se dedicaban “nada más” a narrar historias.
Pantaleón y las visitadoras, La guerra del fin del mundo, Conversación en la catedral, Los cuadernos de don Rigoberto y otras obras más de Vargas Llosa fueron títulos de cuya aparición me enteré en mis recurrentes visitas a las librerías, pero no se me antojaba para nada leerlos. Tenía por Vargas Llosa, una animadversión ideológica.

Alguien me regaló su libro: Cartas a un joven novelista, donde el peruano da consejos a un imaginario corresponsal acerca del oficio de escritor, lo leí y tampoco me pareció extraordinario.
Un día, en una librería de viejo, dí con el libro Contra Viento y Marea que recopilaba artículos periodísticos de Vargas Llosa, escritos entre 1962 y 1982. En esa modalidad me empezó a llamar la atención.

Comencé a reconocer en él, no solo al escritor, sino al ser humano que a través de la literatura va tratando de comprender el mundo y de tomar una postura congruente con él.

Entendí a través de sus escritos, ordenados cronológicamente, en la recopilación, la transición ideológica de Vargas Llosa, de un izquierdismo juvenil, un tanto acrítico, a posiciones más eclécticas que le valieron críticas de sectores ideológicamente intransigentes.
El libro que originalmente se publicó con el título de Entre Sartre y Camus reunía solo 14 artículos acerca de la literatura francesa, para la edición que ya se llamó Contra Viento y marea, Vargas Llosa agregó una cincuentena más “que se refieren a la vocación literaria, el compromiso político, la revolución, la universidad, las libertades y la crítica”, como dice el mismo autor.
El lector ve desfilar en el libro las ilusiones y desilusiones políticas del escritor, como él mismo lo dice: “Exhibo esta suma de contradicciones, ingenuidades, equivocaciones y alguna que otra intuición feliz sin arrogancia ni arrepentimiento, con cierta melancolía por las ilusiones que se llevó el viento” (…) En un sentido, esta colección puede leerse como un documental sobre sobre los mitos, pasiones, entusiasmos, querellas, esperanzas, fanatismos y brutalidades entre las que vivía un latinoamericano en las décadas del sesenta y setenta...”
Unos años después en otra librería -no de viejo, esta vez- encontré el libro El lenguaje de la pasión, éste recoge los artículos publicados por Vargas Llosa en El País, entre 1992 y 2000. Con el buen recuerdo del primer libro, compré éste y lo leí con más detenimiento que el primero.

Al hacerlo fui haciendo resúmenes, para mi, de algunos de los artículos que compila. Los transcribo aquí para dar una idea de la variedad de temas que maneja el libro y de la evolución ideológica de Vargas Llosa. Por cierto, que fue en ese libro que me enteré de la existencia del libro de Santa Evita, que ya he comentado aquí mismo:



La señorita de Sommerset.  Margaret Elizabeth Trask, autora inglesa de novelas de amor que dejó una herencia de 700 000 dólares a la asociación de escritores británicos para crear un premio a la mejor novela, preferentemente de amor, escrita por alguien menor de 35 años.
 
Sombras de amigos.  A partir del recuerdo de Carlos Barral (Seix Barral) Rememora a amigos de Barcelona de los años sesenta, entre ellos a Gabriel Ferraté, traductor y admirador de Grombrowicz y quien se suicidó al parecer por que decía que cumplir 50 años era inmoral. A Juanito García Hortelano bondadosísimo escritor que preferiría ahogarse que pedir auxilio, cosa que solo hacen los malos escritores. Jaime Gil de Biedma, poeta de arrogancia intelectual y ambivalencia sexual. En sus poemas, según Vargas Llosa se piensa más que se vive “como en los cuentos de Borges”.
 
La moral de los cínicos. Parte de la idea de Weber (1919) de las dos categorías de acciones morales: las de la convicción y las de la responsabilidad. Arquetipo del primero es el intelectual y del segundo el político, para concluir que la segunda se ha desdibujado y sirve únicamente de pretexto a políticos venales con el consecuente desencanto de la gente que ve la política como un mundo aparte, con leyes aparte. Propone no continuar con las dos morales sino tener solo una, la de la convicción y que los políticos, como hizo Churchill, digan la verdad y asuman las consecuencias.
 
Posmodernidad y Frivolidad.
Reflexión sobre el rol de la literatura, su enseñanza y el papel del articulista a partir del comentario del libro, Mirando al abismo, de Gertrude Himmelfarb, quien inspirada en La imaginación liberal de Lionel Trilling  critica el estructuralismo de Foucalt y el descontructivismo de Derrida y Paul de Man. Recuerda Vargas Llosa también a Edmond Wilson quien, con su ensayo Hacía la estación de Finlandia sobre la evolución de las ideas y literatura socialistas, le contagio su convicción de que lo mejor y lo peor de la aventura humana pasa por los libros.
 
Tragicomedia de un judío. A partir del libro de John Gross acerca de Shylock, el prestamista del Mercader de Venecia, Vargas Llosa reflexiona sobre el principio de la búsqueda de un principio o plusvalía que animan a Shylock, dice: “Las dos caras de Jano del sistema capitalista que, a la vez que lanzaba el imparable desarrollo de Occidente, producía enormes desigualdades de ingreso y sacrificios tremendos en ciertos sectores aparecen anunciadas en la peripecia tragicómica del judío veneciano”.
 
Dios los cría. Analiza la alianza del Vaticano con fundamentalistas Islámicos frente a la Conferencia del Cairo que estudia las consecuencias del crecimiento demográfico. Encuentra que todas las religiones son irracionales, que en la vida occidental el peso de la religión cristiana es menor debido a la separación estado-iglesia, que el estado debería proveer un marco legal para que ninguna pareja estuviera obligada a tener más hijos, ni menos, de los que desea. Augura que,  dadas las condiciones en que se encuentran aún muchos países, la conspiración retrograda y antifeminista entre islamistas y cristianos resultará exitosa.
 
Ayuda para el primer mundo.
Plataforma 0.7%.  Organización civil española que demanda destinar ese porcentaje del PIB en apoyo al tercer mundo lo hace reflexionar sobre dos aspectos: a) Lo inútil de movimiento para el tercer mundo, pues la pobreza no se “cura” con dádivas” sino atacando las causas que,  para Vargas Llosa, son los gobernantes corruptos (señala a México como el país que más millonarios ha producido en los últimos 20 años (1994)) y b) Lo útil que le resulta a España, Europa y el primer mundo que existan organizaciones civiles como plataforma 0.7% que muestran como la sociedad puede organizarse al margen de los políticos y partidos mediocres o corruptos.
Italia no es Bolivia. Toma las declaraciones de Giuliano Ferrara, portavoz del gobierno italiano, que pide no confundir a Italia con Bolivia para recordar los cambios positivos en la región latinoamericana, con excepción de Cuba. Atribuye el éxito a la apertura comercial y privatizaciones llevadas a cabo en esos países. Algo, que recuerda, Italia está tratando de hacer, sin lograrlo aún. Narra cómo después de la catástrofe económica que produjo en Bolivia, Siles Suazo, los gobiernos de Paz Estenssoro primero, de Paz Zamora después y en ese momento de Gonzalo Sánchez de Lozada, dieron nuevo impulso a la economía, integrando a Bolivia a los mercados mundiales, gracias a  una política de apertura y liquidación de las minas de estaño, empresa pública. Remata comparando la modestia de Paz Estenssoro, retirado y la corrupción de Bettino Craxi, para alegrarse de que Bolivia no sea Italia, para suerte de los bolivianos.
 
La muerte del gran escritor.
  Henri Raczymow escribió un libro con este título, donde analiza por qué ya no hay figuras como las de Voltaire, Flaubert, Zola. En primer lugar, porque la literatura ya no tiene el aura mágica que empezó a tener en el siglo de las luces. Son dos los mecanismos que han desacralizado a la literatura: Una sociedad donde lo único importante es lo inmediato y el otro el “mercado”. La televisión es el gran instrumento de la democracia: ella suministra a la sociedad la dosis de humor, emociones y sexo que consume. Ahora el escritor mediático da prestigio al libro y no a la inversa.  A Vargas Llosa la desacralización del escritor no le parece una desgracia ( ¿se lo parecerá la sacralización de los y las vedettes?) ni tampoco que la literatura, para vender tenga que ser entretenida. Celebra en cambio que con la democracia hay un mayor número de lectores potenciales de los escritores desacralizados.
 
Trench Town Rock. Una visita a Trench Town da pie a Vargas Llosa para aportar datos biográficos de Bob Marley y del culto rastafari. Ras Tafari Makonnen proclamado negus en 1930 en Etiopía, cumpliendo la predicción del Jamaiquino Marcos Garvey, descendiente de esclavos y apóstol de la negritud. En Jamaica empezó a ganar adeptos esta nueva religión que decía que Jah (Jehová) llevaría los negros de regreso a Etiopia. Los rastas, adeptos de esta religión, evitan el alcohol, el tabaco y la carne y siguen el precepto levítico de no cortarse el cabello, ni las uñas. Su rito básico es la marihuana. Bob Marley, ganado por el Gurú Mortiño Plano para esta religión, le imprimió el sello de su personalidad, lo mismo que al reggae.
 
El príncipe agorero. Comenta dos ensayos de Hans Magnus Enzensberger sobre la migración y la guerra civil. Argumenta Enzensberger que el problema no es la migración, sino la pobreza. Esta a su vez está causada por el mercado mundial que produce una gran cantidad de “pobres estructurales”. La violencia resulta de su desesperación. Vargas Llosa no comparte esta tesis, pues para él, el capitalismo permite salir de la pobreza a los pueblos, cita los casos de Chile y Singapur. Además, el desarrollo de un país conviene a otros, dice, pues los productores son a la vez consumidores. Menciona a China, como ejemplo. No atina Vargas Llosa a explicar la violencia de los pobres que, según él, se debe a que se enteran de lo que no tienen; debido a la internacionalización de las comunicaciones. ¿Debe entonces seguirse la política del avestruz, para evitar la violencia?
 
Bajo el cielo de Jerusalén. Vargas Llosa recibe el premio Jerusalén y en este su discurso de aceptación recuerda su primer viaje a Israel y su evolución filosófica de la utopía colectivista y estatista al liberalismo, pasando por el pragmatismo democrático. Agradece a Israel haberle enseñado que no es un reaccionario pues sigue identificado con las ideas de rebeldía y de reforma injustamente estereotipados como patrimonio de la izquierda. Hace después una crítica al nacionalismo israelí citando un verso de Neruda: Patria, palabra triste, /como termómetro o ascensor. Aboga el peruano por un mundo sin fronteras ni pasaportes y lo cree tan posible como el sueño de Teodoro Herzl, que imagino Israel. Él, en aquel entonces recién firmado, acuerdo de paz entre Israel y la OLP lo hace estar optimista respecto a la posibilidad de que el sueño Sionista de vivir en paz,  trabajando, codo a codo, con sus vecinos árabes se haga realidad.
 
La identidad francesa
. Vargas llosa hace pública su respuesta a una encuesta de La Nouvelle revue française acerca del posible decaimiento de la literatura gala y de algunos índices perceptibles de su identidad. Inicia argumentando contra la existencia de identidades nacionales. Juega con la idea paradójica de que una identidad nacional de los franceses sería no tener identidad nacional. Es decir ser tremendamente individualistas y antigregarios. Acerca de la preocupación que motiva la encuesta, el supuesto declive de las letras y el pensamiento francés, dice que estos gozan de buena salud. Lo preocupante es el aire de nacionalismo que ánima la encuesta, y la política cultural francesa a la que encuentra “provinciana”. Sin embargo, la cultura francesa (que ahora sí existe) sobrevivirá esos intentos de censura y proteccionismo llevados a cabo por funcionarios mediocres.

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