Cuando le dieron el Nobel a Vargas Llosa me vinieron a la memoria, mis encuentros con su obra. Estaba en la prepa, cuando el maestro de literatura nos habló de “La Casa Verde” y de “La Ciudad y los Perros”, libros escritos por un autor peruano, del que no había yo oído hablar antes.
Era la época del boom de 100 años de soledad y de García Marquez. Me enteré así que existía
Mario Vargas Llosa, aunque nunca leí ninguno de los dos libros.
Me gustaban los cuentos de Borges (no Borgues, el autor al que Fox volvería famoso),
que eran imaginativos y filosóficos, también los de Cortázar. En cuanto a
novelas disfrutaba la erudición y barroquismo de Alejo Carpentier y su Consagración de la Primavera. Las
novelas de Vargas Llosa, me parecía, se dedicaban “nada más” a narrar historias.
Pantaleón y las visitadoras, La guerra del fin del mundo, Conversación en la catedral, Los cuadernos de don Rigoberto y otras
obras más de Vargas Llosa fueron títulos de cuya aparición me enteré en mis
recurrentes visitas a las librerías, pero no se me antojaba para nada leerlos.
Tenía por Vargas Llosa, una animadversión ideológica.
Alguien me regaló su libro: Cartas a un joven novelista, donde el
peruano da consejos a un imaginario corresponsal acerca del oficio de escritor,
lo leí y tampoco me pareció extraordinario.
Un día, en una librería de viejo, dí con el libro Contra Viento y Marea que recopilaba artículos periodísticos de
Vargas Llosa, escritos entre 1962 y 1982. En esa modalidad me empezó a llamar
la atención.
Comencé a reconocer en él, no solo al escritor, sino al ser humano que a través de la literatura va tratando de comprender el mundo y de tomar una postura congruente con él.
Entendí a través de sus
escritos, ordenados cronológicamente, en la recopilación, la transición
ideológica de Vargas Llosa, de un izquierdismo juvenil, un tanto acrítico, a
posiciones más eclécticas que le valieron críticas de sectores ideológicamente
intransigentes.
El libro que originalmente se publicó con el título de Entre Sartre y Camus reunía solo 14 artículos acerca de la
literatura francesa, para la edición que ya se llamó Contra Viento y marea, Vargas Llosa agregó una cincuentena más “que
se refieren a la vocación literaria, el compromiso político, la revolución, la
universidad, las libertades y la crítica”, como dice el mismo autor.
El lector ve desfilar en el libro las ilusiones y desilusiones políticas del
escritor, como él mismo lo dice: “Exhibo esta suma de contradicciones,
ingenuidades, equivocaciones y alguna que otra intuición feliz sin arrogancia
ni arrepentimiento, con cierta melancolía por las ilusiones que se llevó el
viento” (…) En un sentido, esta colección puede leerse como un documental sobre
sobre los mitos, pasiones, entusiasmos, querellas, esperanzas, fanatismos y
brutalidades entre las que vivía un latinoamericano en las décadas del sesenta
y setenta...”
Unos años después en otra librería -no de viejo, esta vez- encontré el libro El lenguaje de la pasión, éste recoge
los artículos publicados por Vargas Llosa en El País, entre 1992 y 2000. Con el
buen recuerdo del primer libro, compré éste y lo leí con más detenimiento que
el primero.
La señorita de Sommerset. Margaret Elizabeth Trask, autora inglesa de novelas
de amor que dejó una herencia de 700 000 dólares a la asociación de escritores
británicos para crear un premio a la mejor novela, preferentemente de amor,
escrita por alguien menor de 35 años.
Sombras de amigos. A partir del recuerdo de Carlos Barral (Seix Barral)
Rememora a amigos de Barcelona de los años sesenta, entre ellos a Gabriel
Ferraté, traductor y admirador de Grombrowicz y quien se suicidó al
parecer por que decía que cumplir 50 años era inmoral. A Juanito García
Hortelano bondadosísimo escritor que preferiría ahogarse que pedir auxilio,
cosa que solo hacen los malos escritores. Jaime Gil de Biedma, poeta de
arrogancia intelectual y ambivalencia sexual. En sus poemas, según Vargas Llosa
se piensa más que se vive “como en los cuentos de Borges”.
La moral de los cínicos. Parte de la idea de Weber (1919) de las dos categorías
de acciones morales: las de la convicción y las de la responsabilidad.
Arquetipo del primero es el intelectual y del segundo el político, para
concluir que la segunda se ha desdibujado y sirve únicamente de pretexto a
políticos venales con el consecuente desencanto de la gente que ve la política
como un mundo aparte, con leyes aparte. Propone no continuar con las dos
morales sino tener solo una, la de la convicción y que los políticos, como hizo
Churchill, digan la verdad y asuman las consecuencias.
Posmodernidad y Frivolidad. Reflexión sobre el rol de la literatura, su
enseñanza y el papel del articulista a partir del comentario del libro, Mirando al abismo, de Gertrude
Himmelfarb, quien inspirada en La
imaginación liberal de Lionel Trilling critica el estructuralismo de Foucalt y el
descontructivismo de Derrida y Paul de Man. Recuerda Vargas Llosa también a
Edmond Wilson quien, con su ensayo Hacía
la estación de Finlandia sobre la evolución de las ideas y literatura
socialistas, le contagio su convicción de que lo mejor y lo peor de la aventura
humana pasa por los libros.
Tragicomedia de un judío. A partir del libro de John Gross acerca de Shylock,
el prestamista del Mercader de Venecia, Vargas Llosa reflexiona sobre el
principio de la búsqueda de un principio o plusvalía que animan a Shylock,
dice: “Las dos caras de Jano del sistema capitalista que, a la vez que lanzaba
el imparable desarrollo de Occidente, producía enormes desigualdades de ingreso
y sacrificios tremendos en ciertos sectores aparecen anunciadas en la peripecia
tragicómica del judío veneciano”.
Dios los cría. Analiza la alianza del Vaticano con fundamentalistas Islámicos
frente a la Conferencia del Cairo que estudia las consecuencias del crecimiento
demográfico. Encuentra que todas las religiones son irracionales, que en la
vida occidental el peso de la religión cristiana es menor debido a la
separación estado-iglesia, que el estado debería proveer un marco legal para
que ninguna pareja estuviera obligada a tener más hijos, ni menos, de los que
desea. Augura que, dadas las condiciones
en que se encuentran aún muchos países, la conspiración retrograda y
antifeminista entre islamistas y cristianos resultará exitosa.
Ayuda para el primer mundo. Plataforma 0.7%. Organización civil española que demanda
destinar ese porcentaje del PIB en apoyo al tercer mundo lo hace reflexionar
sobre dos aspectos: a) Lo inútil de movimiento para el tercer mundo, pues la
pobreza no se “cura” con dádivas” sino atacando las causas que, para Vargas Llosa, son los gobernantes
corruptos (señala a México como el país que más millonarios ha producido en los
últimos 20 años (1994)) y b) Lo útil que le resulta a España, Europa y el
primer mundo que existan organizaciones civiles como plataforma 0.7% que
muestran como la sociedad puede organizarse al margen de los políticos y
partidos mediocres o corruptos.
Italia no es Bolivia. Toma las declaraciones de Giuliano Ferrara, portavoz del
gobierno italiano, que pide no confundir a Italia con Bolivia para recordar los
cambios positivos en la región latinoamericana, con excepción de Cuba. Atribuye
el éxito a la apertura comercial y privatizaciones llevadas a cabo en esos
países. Algo, que recuerda, Italia está tratando de hacer, sin lograrlo aún.
Narra cómo después de la catástrofe económica que produjo en Bolivia, Siles
Suazo, los gobiernos de Paz Estenssoro primero, de Paz Zamora después y en ese
momento de Gonzalo Sánchez de Lozada, dieron nuevo impulso a la economía,
integrando a Bolivia a los mercados mundiales, gracias a una política de apertura y liquidación de las
minas de estaño, empresa pública. Remata comparando la modestia de Paz
Estenssoro, retirado y la corrupción de Bettino Craxi, para alegrarse de que
Bolivia no sea Italia, para suerte de los bolivianos.
La muerte del gran escritor. Henri Raczymow escribió un libro con este
título, donde analiza por qué ya no hay figuras como las de Voltaire, Flaubert,
Zola. En primer lugar, porque la literatura ya no tiene el aura mágica que
empezó a tener en el siglo de las luces. Son dos los mecanismos que han
desacralizado a la literatura: Una sociedad donde lo único importante es lo
inmediato y el otro el “mercado”. La televisión es el gran instrumento de la
democracia: ella suministra a la sociedad la dosis de humor, emociones y sexo
que consume. Ahora el escritor mediático da prestigio al libro y no a la
inversa. A Vargas Llosa la desacralización del escritor no le parece una
desgracia ( ¿se lo parecerá la sacralización de los y las vedettes?) ni tampoco
que la literatura, para vender tenga que ser entretenida. Celebra en cambio que
con la democracia hay un mayor número de lectores potenciales de los escritores
desacralizados.
Trench Town Rock. Una visita a Trench Town da pie a Vargas Llosa para aportar
datos biográficos de Bob Marley y del culto rastafari. Ras Tafari Makonnen
proclamado negus en 1930 en Etiopía, cumpliendo la predicción del Jamaiquino
Marcos Garvey, descendiente de esclavos y apóstol de la negritud. En Jamaica
empezó a ganar adeptos esta nueva religión que decía que Jah (Jehová) llevaría
los negros de regreso a Etiopia. Los rastas, adeptos de esta religión, evitan
el alcohol, el tabaco y la carne y siguen el precepto levítico de no cortarse
el cabello, ni las uñas. Su rito básico es la marihuana. Bob Marley, ganado por
el Gurú Mortiño Plano para esta religión, le imprimió el sello de su
personalidad, lo mismo que al reggae.
El príncipe agorero. Comenta dos ensayos de Hans Magnus Enzensberger sobre la
migración y la guerra civil. Argumenta Enzensberger que el problema no es la
migración, sino la pobreza. Esta a su vez está causada por el mercado mundial
que produce una gran cantidad de “pobres estructurales”. La violencia resulta
de su desesperación. Vargas Llosa no comparte esta tesis, pues para él, el
capitalismo permite salir de la pobreza a los pueblos, cita los casos de Chile
y Singapur. Además, el desarrollo de un país conviene a otros, dice, pues los
productores son a la vez consumidores. Menciona a China, como ejemplo. No atina
Vargas Llosa a explicar la violencia de los pobres que, según él, se debe a que
se enteran de lo que no tienen; debido a la internacionalización de las
comunicaciones. ¿Debe entonces seguirse la política del avestruz, para evitar
la violencia?
Bajo el cielo de Jerusalén. Vargas Llosa recibe el premio Jerusalén y en este
su discurso de aceptación recuerda su primer viaje a Israel y su evolución
filosófica de la utopía colectivista y estatista al liberalismo, pasando por el
pragmatismo democrático. Agradece a Israel haberle enseñado que no es un
reaccionario pues sigue identificado con las ideas de rebeldía y de
reforma injustamente estereotipados como patrimonio de la izquierda. Hace
después una crítica al nacionalismo israelí citando un verso de Neruda: Patria, palabra triste, /como termómetro o
ascensor. Aboga el peruano por un mundo sin fronteras ni pasaportes y lo
cree tan posible como el sueño de Teodoro Herzl, que imagino Israel. Él, en
aquel entonces recién firmado, acuerdo de paz entre Israel y la OLP lo hace
estar optimista respecto a la posibilidad de que el sueño Sionista de vivir en
paz, trabajando, codo a codo, con sus
vecinos árabes se haga realidad.
La identidad francesa. Vargas llosa hace pública su respuesta a una encuesta de
La Nouvelle revue française acerca
del posible decaimiento de la literatura gala y de algunos índices perceptibles
de su identidad. Inicia argumentando contra la existencia de identidades
nacionales. Juega con la idea paradójica de que una identidad nacional de los franceses
sería no tener identidad nacional. Es decir ser tremendamente individualistas y
antigregarios. Acerca de la preocupación que motiva la encuesta, el supuesto
declive de las letras y el pensamiento francés, dice que estos gozan de buena
salud. Lo preocupante es el aire de nacionalismo que ánima la encuesta, y la
política cultural francesa a la que encuentra “provinciana”. Sin embargo, la
cultura francesa (que ahora sí existe) sobrevivirá esos intentos de censura y
proteccionismo llevados a cabo por funcionarios mediocres.
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