En
un texto publicado aquí mismo, el último día del año pasado, hice un recuento
de la historia de la autonomía de la UNAM.
Queda claro, en ese recorrido
histórico, la tensión siempre presente entre el gobierno y la universidad a
propósito de la autonomía.
El
texto estaba motivado por el próximo, en aquel entonces, nonagésimo aniversario
de la autonomía de la UNAM y por el olvido de incluir -en la iniciativa de
reforma educativa enviada a principios de diciembre 2018 a la cámara de
diputados- la parte correspondiente del artículo tercero constitucional, donde
se consagra la a la autonomía.
Así
iniciaba el 2019. Un año en el que habría de elegirse rector para el periodo
2019-23. El “sospechosismo” se hizo presente, se barajaron muchos nombres, se
tejieron teorías, se interpretaron discursos y hechos y se cuestionó el método
de elección. Pero al final, el 8 de
noviembre, la junta de gobierno de la UNAM dio a conocer el resultado: Enrique
Graue sería el rector por los próximos cuatro años.
Fue
un proceso con menos candidatos de los que se habían considerado en las
ocasiones más recientes. El 24 de octubre la junta había dado a conocer los
nombres de los tres candidatos que entrevistaría: la Dra. Angélica Cuéllar
Vázquez, el Dr. Enrique Luis Graue Wiechers y el Dr. Pedro Salazar Ugarte.
Quien
ahora dirigirá la UNAM por los próximos cuatro años había dado en mayo -a
quienes estábamos en el festejo del día del maestro- cuatro mensajes: la autonomía,
la seguridad, la estabilidad y los desafíos.
Creo
que el rector, cuando se refería a los desafíos, pensaba en parte en los
riesgos de inestabilidad política que el proceso de elección, ya a la vista en
mayo, podrían significar; pero seguramente no eran todos los desafíos en los
que pensaba.
La
UNAM ha sido cuestionada por diversas causas, algunas mas justificadas que
otras. Se le cuestiona, por ejemplo, el examen de admisión. Sin embargo en un
país donde la demanda de educación superior excede en diez veces la capacidad
de la UNAM de proporcionarla, es necesario un criterio de selección. Tratándose
de seleccionar estudiantes parece que el mejor criterio sea un examen y no un
sorteo.
El
problema no es el examen de ingreso, sino la desigual preparación que los aspirantes
tienen. Muchos de ellos son egresados de una enseñanza pública deficiente. El desafío
de la UNAM es elevar la calidad de su enseñanza, que es también el de mejorar
su plantilla docente, lo que pasa por asegurar la estabilidad laboral de los
profesores. Algo que requiere un presupuesto adecuado y un ejercicio inteligente
y transparente del mismo.
Así
un primer desafío del rector reelecto es la de negociar, apoyado en resultados
positivos, un presupuesto adecuado y ejercerlo correcta y transparentemente.
Otro
desafío -lo mencionó el rector en su discurso de mayo- es el de la seguridad.
La UNAM no es una isla, sus instalaciones están en medio de la ciudad. Los
miembros de su comunidad, principal pero no exclusivamente sus estudiantes, son
blanco de distribuidores de droga que ingresan a las instalaciones
universitarias sin demasiado problema. ¿Cómo controlar estos accesos sin
soluciones que resulten peores que el problema? Desarrollando una cultura de
responsabilidad asociada a la libertad.
Hace
unos días la FES Acatlán pidió a sus estudiantes identificarse con su
credencial para entrar a los festejos de día de muertos. Algunos de los alumnos
que siguieron el consejo se quejaron en redes sociales de que no había a quien
mostrársela o de que no se revisaba que fuera la credencial de la UNAM o que estuviera
vigente.
Esto
es un ejemplo de la complejidad que conlleva implementar medidas que deben
adoptarse por convicción y que requieren la participación de instancias administrativas
y probablemente salarios adicionales, si se realizan tareas en horarios
extraordinarios.
Desafortunadamente
no todos los problemas de seguridad vienen del exterior. Existen quejas de
acoso a estudiantes. En este momento en la FES Cuautitlán hay un movimiento en
demanda de atención a esos casos.
La
UNAM tiene además el desafío, o compromiso si se prefiere, de mantenerse como
un referente de calidad y de honestidad académica. De evitar que la tentación
de obtener ingresos extraordinarios por servicios externos la lleve a realizar
cualquier tipo de actividad.
Por
mencionar un área que me es cercana: la UNAM fue pionera del cómputo en el
país, pionera de Internet, pionera del súper cómputo. La UNAM tiene un liderazgo
que mantener, en colaboración con otras instituciones públicas.
Probablemente
en esto pensaba el Dr. Graue cuando habló en mayo pasado de los desafíos que
habría de enfrentar en los meses por venir. Hoy ha sido nombrado para conducir
por cuatro años más los destinos de la UNAM. Su elección puede ser vista como la
oportunidad que tenemos en la UNAM de mostrar porque nos llamamos “La
Universidad de la nación”.
El
rector tiene frente a él grandes desafíos y junto con ellos una gran
oportunidad de mejorar a la UNAM.
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