Cuando terminé de leer el
libro de Umberto Eco busqué, en el armario del club, otro libro para leer. Me
encontré con La semilla del diablo,
una novela de Margaret Atwood. Confieso que nunca había oído hablar de esta
autora.
La contraportada del libro daba
una breve descripción de su contenido. Se trataba -y eso fue lo que me
interesó- de un proyecto de crear narraciones modernas basadas en la obra de
Shakespeare. La semilla del diablo lo
hacía a partir de La Tempestad.
Leo muy poco teatro, incluso
en español. Así que a Shakespeare sólo lo he leído en fragmentos. He visto
algunas de sus obras, en español, en teatro y sobre todo en cine. Nunca he visto
La Tempetad. Podría haber buscado un
resumen de la obra en Internet, pero decidí que iba a leer La semilla del diablo sin ese referente para ver hasta qué punto el
relato tenía una existencia propia.
La novela platica la historia
de un director de teatro que organiza uno de los festivales más importantes de
ese arte. Es una persona conocida y reconocida en el medio. Quizás demasiado audaz en sus montajes, lo
que le vale envidias y críticas de sus colaboradores.
El eficiente asistente que
tiene lo traiciona, en complicidad con algunos de los funcionarios locales de
la cultura, justo en el momento en el que él prepara el montaje de La Tempestad.
Esto cambia su vida
completamente. Tras aislarse por varios años en una cabaña abandonada, con una
personalidad ficticia, decide reinsertarse en la sociedad. Lo hace buscando
empleo como director de teatro en una prisión. Su trabajo con los reos es muy
exitoso y él va ganado en la consideración de las autoridades.
Llega el momento en que va a
montar, en prisión, La Tempestad.
Asistirán al estreno las autoridades políticas locales. Uno de quienes se
confabularon con su anterior asistente para echarlo fuera del medio, ha
ascendido en los peldaños de la política y es justamente quien irá a la
presentación…
No teman un spoiler porque no sé qué sigue. Ya no
pude seguir leyendo el libro; un día que llegué al armario a buscarlo,
simplemente ya no estaba. Quizás sea un libro que pida prestado uno de estos
días en la biblioteca municipal, para conocer el desenlace de la historia.
La
Semilla de la Bruja traía en la contraportada una reseña de la
obra de Margaret Atwood. Supe así, de la existencia de otro de sus libros: La maldición de Eva, que recoge algunos de
sus textos de no ficción, uno de ellas sobre Orwell. Me dio curiosidad y lo
pedí en préstamo en la biblioteca de la Barceloneta.
Es un libro fácil de leer que,
a no ser por el texto sobre Orwell, no me hubiera llamado mayormente la
atención. Ese texto, en cambio, me pareció muy bueno y copié algunas partes que
reproduciré, aquí mismo. Pero antes daré
una breve descripción de los otros textos que componen el libro, para los que
dicho sea de paso Atwood usa títulos sugerentes.
Los escritos los comento en el
orden en el que aparecen en el libro, excepto el de Orwell que en el libro es
el penúltimo y aquí he dejado para el final.
La
maldición de Eva, o lo que aprendí en el colegio. En
este escrito, el que da nombre al libro, Atwood hace un repaso de personajes
femeninos en la literatura, sobre todo la de lengua inglesa. Dos frases sacadas
de este texto son:
Los
héroes y los villanos tienen mucho en común. Ambos son fuertes, ambos tienen
control de sí mismos, ambos realizan acciones y afrontan las consecuencias…Dios
y el Diablo, comparten numerosas características.
Si no
es un ángel, si resulta que una mujer tiene debilidades humanas, y la mayoría
las tenemos, sobre todo si manifiesta algún tipo de fortaleza o poder, creativo
o de otro tipo, entonces no se la considera humana, es peor que humana. Es una
bruja, una medusa, un monstruo destructivo, poderoso y temible.
Crear
el personaje masculino. En este texto, en realidad Atwood no
habla mucho de crear el personaje literario, sino más bien de hombres y mujeres
en las novelas. Describe estereotipos antiguos y modernos. Dice que: Hombres y mujeres razonan de manera distinta
(excepto en ciencias exactas) [y que mientras que] El hombre tiene miedo [de]
que la mujer se ría de él. Ella [lo tiene] de que él la mate.
Dice que a la pregunta ¿Odias a los hombres? Debe responderse:
¿A cuáles? y da como referencia sobre el tema de los personajes masculinos y
femeninos en la literatura estadounidense, el libro Love & death in the American Novel de Leslie Dielder.
Las
mujeres tienen sus propias experiencias con los hombres, concluye
como respuesta a las críticas y preguntas sobre el comportamiento de sus
personajes masculinos.
Nueve
comienzos. En este texto Atwood intenta nueve respuestas a la
pregunta ¿Por qué escribo? Algunas de ellas rescatadas de su diario, en el que
va anotando sus metas, el número de páginas que escribe, etc. Ninguno de los
nueve comienzos realmente me atrapo. Quizás porque lo leía mientras esperaba en
la fila para realizar un trámite.
Villanas
de manos manchadas. Aquí Atwood se ocupa de los problemas del mal
comportamiento femenino en la creación literaria. Empieza por decir que en la
novela tiene que “pasar algo”, hay que crear tensión narrativa. Gracias al movimiento
feminista, agrega, hay ahora nuevos espacios para las mujeres en la novela. Habla de los arquetipos de género: de villanas
fascinantes, como la madrastra de Blanca Nieves y traza un esquema de “mujeres
malvadas” que se construye combinando la maldad o no, de la mujer con la de las
razones para serlo. Hay la mujer mala por motivos malos, la mujer mala por motivos
bueno y así las otras posibilidades.
Las mujeres malvadas son
necesarias en los relatos tradicionales por dos razones, sentencia Atwood: porque existen en la vida real y porque las
mujeres son seres humanos multidimensionales, por qué no habrían de serlo en su
versión literaria.
La
mujer indeleble. En este texto rememora Atwood dos lecturas
que hizo de Al faro de Virginia Wolf.
La primera de ellas siendo muy joven y de la cual no extrajo gran cosa, la
segunda, realizada cuando tenía ya mayor madurez y en la cual la obra de Wolf
le pareció extraordinaria. Concluye que las lecturas tienen un tiempo adecuado
para realizarse.
Situaciones
ridículas. Platica Atwood, en esta parte, tres historias embarazosas
de su vida, en tres épocas. Las etiqueta como Historia antigua, Historia media e
Historia moderna, según la época de su vida en que ocurren. Ninguna de las tres
me pareció nada realmente ridículo. Ahora que escribo no tengo el libro a la
vista y no recuerdo ninguna de ellas.
Carta
a América[1]. Este
es el texto con el que cierra el libro. Es una misiva de advertencia de Atwood
a los Estados Unidos en la que expresa su descontento con la manera como se
desarrolla la economía mundial y el descuido del medio ambiente.
George
Orwell. Algunos nexos personales. Hasta antes de este texto el
libro me había parecido que tenía cosas buenas y otras no tanto. Este escrito me parece muy bueno por la
síntesis que hace de la historia del siglo XX, a partir del análisis de dos
obras maestras de la literatura de ese siglo. Dice la autora:
El
siglo XX puede verse como una competencia entre las dos versiones del infierno
inventadas por el hombre, el opresivo estado totalitario de 1984 de Orwell, y
el sucedáneo de paraíso hedonista de Un mundo feliz, donde absolutamente todo
es un artículo de consumo y los seres humanos están programados para ser
felices. Tras la caída del Muro de Berlín en 1989, durante un tiempo, pareció
que Un mundo feliz había triunfado, que a partir de ese momento el control
estatal sería mínimo y que todo lo que teníamos que hacer era ir de compras y
sonreír mucho, entregados al placer y tomar un par de pastillas si aparecía la
depresión.
Pero
tras el legendario ataque al World Trade Center del 11 de septiembre del 2001,
todo cambio. Ahora parece que nos enfrentamos a las dos distopías posibles y
contradictorias, mercado libre, mente cerrada, porque el control estatal ha
vuelto para vengarse.
Copio algunas de las frases de
Atwood sobre el libro de Orwell, sorprendente y desafortunadamente actuales:
En el
mundo de la rebelión en la Granja la mayoría de los discursos y palabrería son
mentiras tendenciosas y basura y, a pesar de que la mayoría de los personajes
tienen buen corazón y buenas intenciones es fácil asustarles y hacer que
cierren los ojos frente a lo que realmente está pasando. Los cerdos usan la ideología para intimidar a
los demás y luego modifican esa ideología en función de su intereses; sus
trampas con el lenguaje me parecieron evidentes incluso a mi edad[2].
Como Orwell nos enseña, lo decisivo no son las etiquetas -cristianismo
socialismo, islam, democracia, sino lo que se haga en su nombre.
Sobre el uso político del
lenguaje abunda la escritora canadiense:
El Newspeak consiste en eliminar las
palabras que pueden resultar conflictivas. Ya no está permitido decir malo que
ha sido sustituido por “doble, más no bueno” y en que las palabras significan
lo contrario que significaban: el lugar en el que se tortura a la gente es el
Ministerio del Amor, el edificio donde se destruye el pasado es el Ministerio
de Información.
Los
tiranos y los poderosos creen, como Lenin, que no se puede hacer una tortilla
sin romper los huevos y que el fin justifica los medios. Orwell, en último
extremo, hubiera creído, por el contrario que los medios definen el fin. Se
puso a lado del pensamiento de John Donne, quien dijo: “Cada vez que muere un
ser humano, muere una parte de mí”.
“La
prosa debe ser como el cristal de una ventana”, dijo abogando por el lenguaje
directo en contra de las florituras. Los eufemismos y la terminología sesgada
no deben oscurecer la verdad.
Como comentarios generales de
La Rebelión en la granja escribe Atwood:
Primero
la dictadura del proletariado, durante la cual deben rodar muchas cabezas;
luego la utópica sociedad sin clases, que por extraño que parezca nunca se
materializa. Lo que se obtiene, por el
contrario, son cerdos con látigos.
Jean-Jaques
Rousseau tenía razón al advertirnos que la democracia es la forma de poder más
difícil de mantener.
La
gente que va en contra del pensamiento oficial del momento, aquellos que
señalan lo incómodamente obvio, se exponen a ser aplastados por un rebaño de
airados corderos.
Sobre Rebelión en la granja y
1984 escribe:
Rebelión
en la Granja describe la transformación del movimiento de liberación idealista
en la dictadura totalitaria liderada por un tirano déspota y 1984 describe la vida
en el interior de ese sistema.
Menciona Atwood que su libro El cuento de la criada es en cierta manera
una visión Orwelliana. No he leído el libro, pero seguramente será uno de los
que pediré en préstamo en la biblioteca.
Quizás resultó un poco larga
esta segunda parte de las lecturas del verano 2019… y aún queda material para
una tercera. Espero no cansarlos mucho.
A suivre…
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