En 2017 la FIL de Guadalajara le
otorgó a Emmanuel Carrère. el premio que anualmente concede a los autores de
lenguas romances. Nunca antes había oído hablar de Carrère, o en todo caso no
lo recordaba. Lo que viene siendo casi lo mismo.
Ese año, como todos los que
voy a la FIL de Guadalajara, pasé por el stand
de la librería francesa y pregunté por los libros de Carrère que tenían. Me
ofrecieron dos: Il est avantageux d’avoir
où aller y Le Royaume.
El primero es una compilación
de textos publicados por Carrèrre en distintas revistas con las que colabora y
el segundo una novela.
Como hago casi siempre en esos
casos, leí rápido las contraportadas, sin alcanzar a decidirme. Tenía ganas de
leer una novela, pero como no conocía la obra del autor me parecía mejor tener
un mosaico de su trabajo, con la antología de artículos. Terminé, obvio, adquiriendo los dos.
Lo que pasa con los libros que
adquiero en la FIL es que muchas veces son tantos, que unos esconden a los
otros. Peor aún si los coloco en los libreros. Ahí corren el riesgo de desaparecer de mi
horizonte de intereses, por un buen tiempo.
Ese fue el destino temporal de
los libros de Carrère, hasta una tarde de domingo, en que tenía ganas de leer
algo corto y rápido. Me acordé de la colección de textos que en español podrían
llevar el título de Es conveniente tener
a dónde ir.
El principio del libro no me
entusiasmo mucho: son unas crónicas de nota roja, que Carrère publicó en la
revista francesa L’événement. Antes
de abandonar la lectura volví al texto
de la cuarta de forros. Firmado, por cierto, por Bernard Pivot.
Bernard Pivot era el
presentador de un programa de televisión francés, llamado Apostrophes. En la emisión, autores de libros conversaban entre
ellos, conducidos por él. Pivot es también, dicho sea de paso, autor de un
libro muy interesante que se llama Dictionnaire
amoureux du vin.
Dos cosas, de las que decía
Pivot, en su comentario, me convencieron
de seguir con la lectura: una es que hablaba de que en el libro había un
reportaje de un viaje a Rumanía, en busca de Drácula, a la caída de Ceausescu.
La otra, que decía al final de su comentario, a manera de juicio: “Espeluznante
de inteligencia y de cultura.”
Al principio del texto de la
contraportada viene un párrafo que “explica” el título, más bien críptico”, del
libro. Dice que la frase “Es conveniente tener a dónde ir” es una de las
respuestas que da el I-Ching cuando se pide su opinión. Y concluye: Vayamos,
pues.
Luego de los tres textos de
nota roja, viene el reportaje sobre Rumania. Es un viaje que Carrère realizó
tratando de salir de una crisis de escritor, que no puede escribir. El trabajo
resultante, titulado Rumania en la
primavera de 1990, es interesante desde varios puntos de vista.
Uno es el de la búsqueda de
los supuestos orígenes históricos de Drácula. Como se sabe tienen poco de
realidad, pero han dado a ciertas regiones de Rumania la posibilidad de crear una industria turística.
Lo más interesante al respecto, son los datos que da acerca de Vlad Tepes, el
“verdadero” Drácula, apodado Dracul. Tepes no vivió jamás en Bistrita, el sitio
en el que Bram Stoker, ubica el castillo. El verdadero castillo de Tepes se
encuentra cerca de Bran, su sepultura en el monasterio de Snagov y su casa
natal en Sighisoara.
Más interesante resulta la
crónica de la vida política en Rumania en los días inmediatos a la caída de Ceausescu;
empezando por la asociación que se hace de ambos personajes: el vampiro y el
tirano caído. Es ilustrativo ver, a través de los ojos de Carrèrre, el desfile
de personalidades, artistas y políticos que buscan acomodo en el nuevo régimen.
También aparecen en esa
crónica de Rumania otros periodistas y escritores que están ahí en busca de
historias de actualidad para contar, como Carrère, en libros y reportajes.
Al terminar la lectura sobre
Rumania y Drácula ya había decidido continuar leyendo el libro. Se trata de un texto
extenso, pero interesante y original. Lleno de datos, de cultura y hasta de
cierto humor involuntario, como el que trasluce de sus “aventuras” amorosas.
El libro reúne una treintena
de artículos. Algunos son prefacios de libros, otros proyectos de películas que
el autor quiere filmar, otros más son crónicas o reportajes y hasta una
colección de artículos escritos para una revista femenina, donde supuestamente
revela la manera en que los hombres ven a las mujeres y viven su relación con
ellas.
Destacan -para mí- los relatos
insólitos, como El Caso Romand o El Húngaro perdido. En el primero se cuenta
de un hombre que vive, más de veinte años, en un mundo falso, que él mismo crea
a partir de una serie de mentiras que va encadenando. Romand, el protagonista, no
logra salir de él, sino matando a su familia.
En el segundo se detalla el caso
del húngaro András Toma. Toma es hecho prisionero durante la segunda guerra
mundial y después llevado a Kotelnitch, un
pueblo ruso, cerca de Siberia. como
paciente al hospital siquiátrico. Ahí
permanece 53 años sin aprender ruso, ni ser capaz de comunicarse con nadie.
También resultan atractivos
los textos de tema literario, que son varios. Se ocupa, Carrère, por ejemplo,
de Daniel De Foe, (de quien yo ignoraba su azarosa vida y su copiosa obra, excepto -obvio- Robinson
Crusoe), de Balzac, dé Philip K. Dick, de Capote, de Leo Perutz (cuya
existencia ignoraba), de Sebastien Japrisot, de Fernc Karinthy, de Camus y
Orlando Figes, entre otros.
De varios de los libros de esos
autores que cita Carrère, ignoró si existe traducción al español.
Dentro de un género de
literatura que califica de Punk, se ocupa también Carrère de Edouard Limonov, a
quien llama El Último de los Poseídos.
Más que la obra literaria de Limonov, me llamó la atención su activismo
político en Rusia, donde fundó un partido político: el Partido Nacional
Bolchevique.
Limonov, junto con el antiguo
primer ministro ruso, Mikhail Kassionov
y con el ex campeón del mundo de ajedrez,Gary Kasparov, hacen una coalición política a la que
denominan Nueva Rusia (Drougaïa Rossia).
No deja de ser curiosa la
confidencia de Limonov a Carrère: “Kasparov,
reacciona todo el tiempo de manera demasiado emocional” Sobre todo, porque se
trata de alguien que ha debido reaccionar fríamente frente al tablero de
ajedrez durante muchos años. Una persona que es además autor de un libro
titulado: La vida imita al ajedrez.
En esta obra de Carrère, la
literatura conecta no únicamente con la política, sino con la ética. En el
texto que dedica a Truman Capote, Carrère habla de la “novela de no ficción”,
es decir reportajes novelados, sobre un acto criminal. El caso del que se habla
en el libro, es la amistad que se desarrolla entre Capote y uno de los implicados
en el asesinato que Capote cuenta en A
Sangre Fría.
Para que A Sangre Fría pudiera concluirse, tenían que ser ahorcados los
asesinos. Es decir, uno de los hombres con los cuales Capote había desarrollado
una amistad propiciada por la cercanía del trabajo.
El mismo tema de la ética del
periodista se aborda en otra de las historias que platica Carrère, la de El periodista y el asesino. Ahí se habla
del cuestionamiento ético que la periodista Janet Malcom hace a sus colegas,
que escriben novelas de no ficción
El trabajo de Malcom se inspira
en la demanda judicial que hace Jeff
MacDonald, acusado del crimen de su mujer y sus dos hijas, contra Joe
McGuinnis, autor de un libro donde lo presenta como un asesino sicópata. Para
poder escribir la novela McGuinnes se había ganado la confianza de MacDnald,
declarando que creía firmemente en su inocencia.
Dice Malcom de los periodistas
quenpractican ese género: “Es como el
estafador que se alimenta de la vanidad de otros , de su ignorancia, de
su soledad: gana su confianza y los traiciona, sin remordimientos”.
Un relato más de Carrère que
linda con la ética es el de La Vida de
Julie. Este texto habla de la relación de una adicta, Julie,y la fotografa
que documentando su vida miserable, construye una carrera profesional.
Particularmente oportuno me
parece el texto Cuatro días en Davos.
Dice Carrère: “Como Cannes, en Davos se concentran un máximo de personas
célebres, muy importantes”. Yo agregaría, toda proporción guardada, como en la
FIL de Guadalajara,
Al leer ese texto sobre cómo
se mueven por los diferentes salones las celebridades y tomadores de decisiones
de alcance mundial, encontrándose con sus pares o con periodistas, pensé: Como
en la FIL.
Hay en la crónica, que hace Carrère
de Davos, muchas ideas para reflexionar. Imposible intentar siquiera un resumen,
me quedó con dos de ellas, subrayadas en el momento de la lectura:
La primera es una frase de
Christophe de Margerie quien, hasta su muerte en 2014, era el Presidente de
Total: “El gran continente del siglo XXI será África”
La segunda es una reflexión de
Carrère: “El observador más moderado se encuentra oscilando entre su lado
idealista, con indignación revolucionaria y su lado misántropo, lleno de
sarcasmo y humor negro”.
Carrère hace también la
siguiente observación sobre el ambiente en Davos, a propósito de la costumbre de
meditar media hora por las mañanas, del profesor de economía Klaus Schwab:
“…ese perfume de New Age que flota en el paraíso de los
tomadores de decisiones mundiales.”
La frase me sirve para
conectar con un tema que subyace, a mi parecer, en todo el libro. Una cierta
inclinación de su autor a lo místico, empezando por la selección del título del
libro. Esa especie de “enojo” contra lo racional que lleva a consultar el I
Ching.
Sobre la toma de decisiones de
vida por medio del azar tiene también el libro una historia atractiva, la de Luke
Rinehart, El hombre dado. En realidad Luke Rinehart es el seudónimo bajo el
cual, George Cockroft escribió un libro Dice
man (El hombre dado). El libro de Reinhard es la “autobiografía” de un
hombre que toma todas las decisiones de su vida, lanzando un dado, a cuyos seis
lados asigna previamente otras tantas posibles acciones.
Las preguntas pueden ser
banales como, por ejemplo, el sitio al que ir de vacaciones o a que persona
tratar de seducir. También pueden ser mucho menos inocentes como las de a quién
matar o que rumbo dar a la vida laboral.
Carrère encuentra a través de
Internet a Rinehart con quien pasa unos días entrevistándolo. Carrère lo
describe como un afable anciano, pero deja flotar siempre la duda de si
realmente lo será o únicamente está mostrando la cara que el dado le ha
indicado en ese momento.
El relato es ameno, pero como
muchas otras historias de sectas de creyentes medio locos, seguidores de
estafadores profesionales de la credulidad, es también un poco atemorizante. El
tema de la falsa autobiografía me recordó el caso de Lobsang Rampa
Cuando leí la crónica de El Hombre Dado pensé que el I Ching es
también una especie de dado (creo que tiene ocho posibilidades) que da
respuestas a las preguntas de sus consultantes.
Recordé el título del libro,
¿Por qué se llama así? Probablemente porque, aunque no se sepa en un momento
dado a dónde ir, es reconfortante saber que hay un lugar para hacerlo. O
probablemente porque un peregrino como Carrère, que un día esta en Rumania,
otro en Hungría, otro en Suiza y otro en Rusia, se siente reconfortado de las cosas
que ve y que narra, pensando que tiene un lugar a donde ir.
Agrego como un dato curioso
más, que a lo largo de las páginas del libro Carrère va hablando de cine y de
películas. Anoté tres que me gustaría ver:
·
“Le mepris” de Goddard
·
“No te mueras, muere resucita” de Vitali
Kanevski
·
"Twilight Portrait" (Retrato al
atardecer), de Angelina Nokonova
No hay comentarios:
Publicar un comentario