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lunes, 2 de noviembre de 2015

Si fuera miembro de la Junta de Gobierno



Llegó noviembre. 
El último día de octubre venció el plazo fijado por la Junta de Gobierno de la UNAM para recibir comunicaciones con relación al proceso en curso de elección de rector de la UNAM.  Viene ahora la parte final: la elección del nuevo jefe nato de la UNAM.
No sé cómo vaya a tomar la decisión la Junta de Gobierno, pero puedo decir con base en qué, lo haría yo si fuera miembro de ella.

No me fijaría en lo que un candidato pueda prometer (finalmente la exposición de sus planes de trabajo son buenas intenciones o promesas), sino en lo que cada candidato ha hecho ya -no en el plano personal- sino en el de resultados obtenidos en la dirección de grupos. Analizaría las posibilidades del candidato de llevar a cabo la transformación que la UNAM necesita.

Porque este rectorado será el de la transformación de la UNAM. Una transformación aplazada por los dieciséis años de convalecencia post huelga. Una transformación que los cambios en el país hacen aún más apremiante. Una transformación que de no  darse, cancelará para muchos estudiantes talentosos su única oportunidad de educación superior de calidad.

No nos gusta oír que la UNAM requiere transformarse porque tenemos la piel muy delgada y siempre pensamos que la transformación es para desaparecer la educación pública. Es justamente al contrario, si la UNAM no se transforma. La educación pública de calidad va a desaparecer.

Nos molesta que nos critiquen, los de “afuera” aunque tengamos tomado el auditorio de una facultad hace 16 años, aunque dependamos para realizar las tareas fundamentales de la UNAM, casi de pedirle por favor a un líder sindical su anuencia.

Esos dos ejemplos sí están acabando con la educación pública, la de calidad.  

Nos gusta nuestra independencia, pero se nos olvida que libertad va de la mano con responsabilidad. A mí tampoco me gustan las críticas a la UNAM, pero no es enojándose con quienes las hacen que las cosas se mejoran, es atendiendo responsablemente a la crítica y resolviendo lo que haya que resolver para que esas críticas dejen de hacerse.

Necesitaos un rector valiente, para entrarle a este reto. Pero la valentía no es la única característica que necesitará el rector de la transformación.

Necesitamos un rector que a la valentía sume prudencia para no resultar suicida. Un rector que no precipité nuevamente a la universidad en una confrontación interna en aras de realizar los cambios necesarios.    
Es decir que además de valiente necesitamos un rector que sea político.

Necesitamos un rector honrado, que genere confianza y que nos de la seguridad de que no actúa en beneficio propio.

Necesitamos un rector con liderazgo, en el que los universitarios confiemos y al que estemos dispuestos a apoyar. Un rector capaz de delegar y ponerse a la cabeza de equipos de trabajo de gente capaz.

Necesitamos un rector inteligente y preparado, que entienda no sólo su área profesional, sino los avances de todas las otras, que se rodee del talento que existe en todas partes de la UNAM.

Necesitamos un rector audaz que esté dispuesto a hacer las reformas necesarias para crear una federación de campos universitarios, donde las unidades multidisciplinarias no resulten opciones educativas de segunda.

Necesitamos un rector sensible que perciba la multiplicidad de “universidades” que existen dentro de la UNAM, desde la iniciación universitaria hasta la investigación y los posgrados, pasando por el bachillerato.

Necesitamos un rector respetuoso de las minorías y de la diversidad de presonas que integramos la comunidad universitaria.

Necesitamos un rector con gran capacidad de negociación para poder regularizar la situación laboral del gran número de profesores interinos, de una planta académica en proceso de envejecimiento y de un esquema de contratación colectiva que hace la operación muy ineficiente.

Necesitamos un rector seguro de sí mismo, que no se maree con los inevitables elogios que estará escuchando todos los días.

Necesitamos un rector que esté atento al devenir nacional, pero que priorice su atención a lo que sucede dentro de la UNAM.

Necesitamos un rector que entienda la importancia de los rankings internacionales de universidades, que se esfuerce por mejorar la posición de la UNAM en ellos, como resultado del trabajo y no porque los Rankings se conviertan en quienes dictan que hay que hacer y que no, en la UNAM.

Necesitamos un rector que potencie el uso de las Tecnologías de la Información y la  Comunicación, TIC, para aumentar la cobertura y calidad de las tareas que realiza la UNAM.

Necesitamos un rector con amor a la cultura, que entienda la extensión de la cultura -incluida en ella la divulgación de la ciencia- como una tarea de igual importancia que las otras dos tareas sustantivas.

Necesitamos un rector humilde que entienda que en cuatro años no va a terminar con esa tarea y que estará trabajando para su sucesor y no para su gloria o empleo futuro. 
Necesitamos un rector generoso, dispuesto a entregar su tiempo -que finalmente es su vida- a la tarea de transformar a la UNAM, para que siga siendo la gran universidad pública que los chicos talentosos de este país merecen. 


A leer con cuidado los curricula de los diez candidatos, buscando cuál ha demostrado poseer esas características, a eso me abocaría para decidir.

jueves, 22 de octubre de 2015

El rol de La Junta.



La Junta de Gobierno ha dado a conocer hoy la lista de “las y los distinguidos universitarios que a su juicio cumplen de mejor manera con los requisitos establecidos” en la convocatoria para la elección de rector para el periodo 2015-2019.
Aunque no hay una regla de cuántos aspirantes deben pasar a la fase de entrevistas con la Junta, llama la atención que la lista sigue siendo muy numerosa; comparada con las de los procesos más recientes, donde el número de integrantes alcanzó los dos dígitos.
Las y los distinguidos universitarios (para ser políticamente correcto) que han quedado fuera del proceso son, el Coordinador de la Investigación Científica de la UNAM, las actuales directoras de las Facultades de Derecho y de Filosofía y Letras, los exdirectores de las Facultades de Ciencias y de Veterinaria y un profesor de la FES Acatlán. 
Se pueden intentar varios análisis, por ejemplo  sobre el porcentaje de mujeres que han quedado fuera en esta etapa,  o el de personas con nombramientos académico administrativos, en la actual administración, que ya no siguen;  pero me parece que el punto central es que no se trataba realmente de descartar, sino de mantener. Mantener al mayor número posible de aspirantes por una razón: Evitar la polarización entre un par o una tercia de candidatos.
Una encuesta del Grupo  Reforma realizada  a 500 universitarios el 8 de octubre pasado, acerca de las preferencias de la comunidad universitaria por los candidatos, daba a Rosaura Ruíz y a Sergio Alcocer, como los preferidos con 16% cada uno. Detrás venía una tercia con 9 % de preferencia: Enrique Graue, Francisco Bolívar y Javier de la Fuente. Detrás Gloria Villegas con 6% y el resto con porcentajes entre 1 y 5 %.
Con todas las reservas del caso sobre la metodología, los márgenes de error, el hecho de que 23% de consultados no contestó, 8 % dijo que no prefería a ninguno, que ninguno de los aspirantes era conocido por más del 50%, etc,  la encuesta muestra que hay entre los aspirantes tres subgrupos. Una pareja que encabeza las preferencias, una tercia que no está tan lejos y el resto.
De quienes quedaron fuera en esta etapa, sólo Gloria Villegas tenía un porcentaje de preferencias superior al 5% en la encuesta de Reforma.
En la lista que da a conocer hoy la Junta están los cinco candidatos que encabezan las preferencias y otros cinco cuyo rol, probablemente, es el de dar pluralidad a las opciones para no permitir que se polarice la competencia entre dos o tres de los punteros y que ninguno de los aspirantes se arrogue la representación de alguna minoría.
Así visto, me parece que la Junta está cumpliendo con su papel, que es el de llevar el proceso en calma. No olvidemos que históricamente la Junta se formó para resolver aquel conflicto de los años 40 en que hubo dos rectores en la UNAM.
El entonces presidente Ávila Camacho propuso formar una Junta integrada por los ex rectores, para que hicieran la designación del nuevo. Alfonso Caso, el rector que resultó electo, encabezó el proyecto de elaboración de una nueva Ley Orgánica para la UNAM. Dentro de esa nueva ley orgánica, se consagró la figura de la Junta de Gobierno, como el órgano para la elección del rector.
Ahora, casi setenta años después, con una Universidad muy distinta, con instalaciones fuera del campus central de C U -que en épocas de la primera Junta de Gobierno, ni siquiera existía- con los medios de comunicación omnipresentes, con las redes sociales actualizando y magnificando cualquier  dato, la Junta enfrenta nuevos retos y actualiza sus procedimientos, tratando de lograr  lo imposible: dejar a todos contentos.
Por cierto los candidatos estarán presentes a través de radio UNAM y TV UNAM, mañana viernes y el sábado, los detalles de sus presentaciones están en el comunicado de hoy de la Junta deGobierno.

martes, 6 de octubre de 2015

Los que levantaron la mano.




El día de hoy da a conocer la Junta de Gobierno de la UNAM el listado de los dieciséis universitarios que de acuerdo con su convocatoria del pasado 24 de septiembre entregaron los documentos solicitados para participar en el proceso.
Esta es por lo pronto y hasta el 22 de Octubre próximo, la lista de aspirantes a la rectoría de la UNAM. Ese día, el 22 de Octubre, la Junta “dará a conocer públicamente los nombres de las personas que a su juicio cumplan de mejor manera con los requisitos establecidos en la legislación universitaria y las invitará a ser entrevistadas por ella”
Hay que destacar  lo atinado de la lista que manejó La Jornada y de la cual me ocupé en la anterior entrada del blog, pues la diferencia con la lista oficial es de sólo una persona. 
Se agregó a los nombres que manejaba la prensa el de Alejandro Díaz de León Martínez.
Aprovechando que ahora los planes de trabajo de los aspirantes y sus curricula pueden consultarse a través de la página de la junta 
Me asomé a ver quién es el decimosexto aspirante. Dice su semblanza que:  “estudio la licenciatura en derecho en la ENEP Acatlán, titulado con Mención Honorífica.  En el año 1997 ingresó a impartir cátedra en la División de Ciencias Jurídicas; y de Socio Económicas de Acatlán, como Profesor de asignatura”.
“En el gobierno Federal Mexicano, y de los Estados de México y Michoacán, se ha desempeñado como Director General en el Sistema Nacional de Seguridad Pública, Dirección General de Información y Análisis; Delegado Fiscal en Nezahualcoyotl y Ecatepec, Dirección General de Coordinación Social, Dirección del Seguro Popular, entre otros cargos”.
No menciona, la semblanza, que tenga grado de doctor (lo que por supuesto, no es un requisito para aspirar a la rectoría de la UNAM), ni que sea profesor de carrera (que tampoco es requisito) o haya sido director de alguna facultad o instituto (otra característica que no es requisito).
La inclusión de Alejandro Díaz de León da lugar a varios comentarios. El primero es la apertura para participar en el proceso. Prácticamente cualquier universitario, entre los límites de 35 a 70 años, puede ser parte de él. No participó en esta ocasión, el que no quiso.
Esta apertura, sin duda buena, tiene un segundo filo: Estar en la lista actual de aspirantes no quiere decir nada. Significa únicamente  que se entregaron los documentos solicitados. Hoy aparecer en la lista de aspirantes puede ser menos glamoroso que en procesos anteriores. 
Hasta ahora la lista es el conjunto de nombres de quienes levantaron la mano.  Ya el 22 de Octubre la Junta de Gobierno entregará la lista de quienes de entre ellos, a su juicio, cumplen de mejor manera los requisitos.
Un segundo comentario, es la ruptura de las reglas “no escritas”, que hacía que no se vieran candidaturas de personas que no fueran académicos de carrera y que no hubieran con anterioridad pasado por un proceso de Junta de Gobierno. La pregunta obvia es si aparecerá algunos de ellos en la lista del 22 de Octubre. Yo diría que sí lo hará, porque eso dará al proceso visos de mayor inclusión. Finalmente la UNAM es una comunidad que va más allá del campus de Ciudad Universitaria, de los académicos de carrera, de los ex directores, de los varones y de los ex funcionarios federales.
El de las minorías, es un tercer punto interesante.  La aparición de Díaz de León en la lista de aspirantes refuerza que no será posible para ningún candidato arrogarse la representación de una de ellas. No habrá una sola mujer, no habrá tampoco un solo representante de las Unidades Multidisciplinarias, tampoco habrá un solo miembro de la lista que no haya sido director. 
Los candidatos habrán de ser juzgados por sus méritos y no por las minorías a las que representen.   
Por esa razón la Junta de Gobierno ha empezado a escuchar las opiniones de los universitarios desde el 25 de Septiembre pasado, aun cuando la lista oficial de los nombres de los participantes se hizo pública hoy.   
Se trata de saber qué Universidad queremos los universitarios, todos. Para que con base en ese diagnóstico, la Junta de Gobierno elija al mejor de entre los candidatos.
En esta ocasión visitar a la Junta de Gobierno para dar nombres de preclaros universitarios tiene menos sentido que en el pasado. Hoy se trata de definir qué tipo de Universidad queremos. 
Yo quiero una que, como ya he mencionado en el blog, ponga su reloj a la hora. Como universitario mandaré mi opinión a la junta sobre la universidad.