El
27 de febrero se presentó el libro Eros y Tánatos en la Ciudad de
México (ya se había presentado antes en la FIL de Guadalajara). Me
hicieron el favor de hacerlo Manuel Ortiz Soto, Ignacio Rivera
Santacruz y Lizbeth Raquel Flores Ozaine, en representación de Rina
Martinez Romero. Unos días después Lizbeth me compartió
las líneas del texto que prepararon conjuntamente, ella y Rina, para la
presentación. Las transcribo para los lectores del blog:
El
amor,
la muerte y la pasión son los temas más recurrentes dentro de la
literatura pero al mismo tiempo son los temas más difíciles de
abordar por el juego de sensaciones que se intensifican y se
contienen al mismo tiempo. En el caso de los universos creados por
Rafael Fernández Flores, quien hoy nos presenta este maravilloso
ejemplar Eros
y Tánatos,
se confabulan desde el inicio para que el lector disfrute de la
recreación y confluencia de estas tres pulsiones llevándonos al
interior de los personajes que no son otra cosa que fragmentos de
nuestros propios deseos.
En
un juego de espejos, de tiempo y de espacios los personajes de esta
serie de narraciones nos introducen en sus historias para llevarnos a
las rabiosas búsquedas de su pasado, de personajes que son tocados
como ellos por la frustración o por el amor; para rememorar
sensaciones pasadas sensibles al tacto y la ropa interior femenina,
para hacer citas desde ultratumba para despedirse del amante y
obligarlo a que no deje de pensar el contacto de su piel en su último
encuentro, o para hacer del contacto carnal un experimento que
alude a otra época, a otro tiempo.
Bien
dicen que las propias pasiones son las que nos encaminan a la
escritura narrativa, el caso del Dr. Rafael no es la excepción, la
trayectoria profesional del autor se trasluce a lo largo de diversos
cuentos, pues nos conquistan por la minuciosidad de las pesquisas de
sus personajes como la de Dulce María, sobrina de La Sauvage
nicaragüense del mismo nombre cuya belleza opaca no sólo a sus
hermanos o padres sino también a sus descendientes, la misma que
arrincona a la narradora-descendiente para indagar en cartas y a
través de conversaciones sobre el amor tortuoso entre esta mujer y
el pintor-amante
que hace inmortal, a manera de cuadro, no sólo su imagen sino además
el reflejo de su sensualidad y la pasión que corre ente ellos.
Algo
similar ocurre en el cuento de la Señorita Morphy quien, a través
de la investigación desvía su mirada para encontrarse con otro
Morphy de dotes extraordinarios para el ajedrez pero sin carácter
para imponerse ante sus amigos y familiares dejando de lado lo que
quiere o lo que le gusta, reflejo de ella misma pues su belleza lejos
de liberarla para desarrollarse profesionalmente la acorrala con el
deseo de los otros. Un juego de espejos en los que los apellidos no
son lo único que existe en común.
En
ambas historias confluyen otras pasiones del autor a las que se
aluden en esta serie de cuentos como la búsqueda del dato preciso a
través de documentos o conversaciones que intentan encontrar una
explicación aunque no exista; la fascinación por el arte retomando
anécdotas y descripciones de artistas afamados así como por la
poesía de autores clásicos que recrea momentos en los que las
fronteras del amor, la muerte y la pasión se desdibujan.
Otra
de las aficiones del Dr. Rafael Fernández que encuentra cabida en
sus relatos son las historias de ciencia ficción encarnada en tinta
bajo el nombre de Titania, cuento en el que, cama de agua de por
medio, dos adolescentes recuperan la investigación de dos expertos
sobre prácticas ancestrales y nos demuestran que el placer, por más
objeto de estudio que este sea, forma parte de nuestra naturaleza y
nos hace sucumbir aunque sea a manera de experimento.
En
el caso de textos como “Nos pela los dientes” y “Una muerte
color de rosa” encontramos personajes que ante los últimos minutos
de vida, los de la muerte que toma por sorpresa o es largamente
esperada, no dejan de aferrarse a la vida y a los placeres del amor y
del cuerpo.
Una
y otra vez las páginas de estos cuentos nos hacen sucumbir ante la
necesidad de saber los hechos que ahí se mencionan pero sobre todo
solazarnos ante el espectáculo de sensaciones que desencadena
nuestros propios Eros
y Tánatos.
Es
en este punto en el que nos preguntamos ¿Qué
pueden encontrar nuestros alumnos del CCH en estos cuentos? Uno de
nuestros cometidos como profesores es ayudarlos a encontrar nuevos
rumbos en sus itinerarios lectores, presentarles textos amenos con
gran profundidad, a través de los que puedan reconocer al otro pero
sobre todo reconocerse a sí mismos. Textos con los que pueden vivir
la vida de las múltiples historias recreadas en papel y tinta o en
las pantallas de los dispositivos electrónicos pero que también los
anima a vivir intensamente la que tienen entre las manos.
Sin
duda, el Dr. Fernández puede contribuir en la construcción de la
identidad del estudiante no sólo por la calidad de sus relatos en
los que le ofrece nuevas miradas sobre el amor y la muerte, sino
porque le permite incursionar, en algunos casos por primera vez, en
la literatura erótica (la mayoría de las veces censurada y poco
conocida), horizonte en el que no pocos jóvenes posaran su mirada en
los siguientes años.
Hablar
del amor y las pasiones que rodean a los jóvenes es una necesidad
entre nuestros estudiante; muestra de ello es el reciente “Primer
concurso de cuento sobre el amor y otras pasiones” con el que para
gran sorpresa nuestra convocatoria atrajo a más de 350 alumnos que
abordan que coinciden con las propuestas por el autor de Eros
y Tánatos
por lo que creemos que será una lectura obligada desde ahora para
nuestros alumnos.
Finalmente
quisiéramos mencionar que en pocas ocasiones una persona combina de
manera tan excepcional su pasión por la ciencia, la ficción y el
arte como lo hace el Dr. Fernández y lograr a través de la aparente
sencillez de su obra sumergirse en la profundidad del ser humano y
los deseos de aquellos que viven intensamente o están a la espera de
una invitación para vivir.1
1
En esta presentación se invitó al Dr. Fernández a participar como
jurado en el “Primer Concurso de Cuento Macabro” en el CCH.
Por cierto que acepto, con mucho gusto, participar como jurado en el concurso de cuento macabro.