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miércoles, 15 de febrero de 2012

Porque me gusta.

Hace ya varios años, cuando trabajaba en la DGSCA se acercó a mi Rosa Laura Vergara, una estudiante de Matemáticas Aplicadas y Computación de la FES Acatlán para que le dirigiera la tesis. Acepté y Rosa Laura realizó un trabajo sobre mecanismos estadísticos para depurar una base de datos de variables meteorológicas, capturados con sensores en las instalaciones de los Colegios de Ciencias y Humanidades. Recuerdo de esa tesis algo anecdótico: en su introducción, Rosa Laura decía haber empleado muchas “horas mujer” en realizarla. La expresión me pareció original y la adopté, ahora hablo de horas hombre y horas mujer.
Después de su examen, la vida nos llevó a Rosa Laura y a mí por diferentes caminos, pero nunca perdimos el contacto. De vez en vez, un correo para saber que hacía cada uno. Hace unos meses, en uno de esos correos me anunciaba que  estaba organizando un grupo para producir materiales en formato digital para la enseñanza del inglés en el CCH. Me preguntaba si estaría dispuesto a participar como asesor externo del proyecto, acepté.
Pasaron unas semanas y me volvió a contactar para decirme que su proyecto había sido aceptado, que ya tenía aprobado un presupuesto y estaba realizando reuniones de trabajo con sus colaboradores, me preguntaba si podría yo asistir a una de esas juntas. Nuevamente accedí y me ví un sábado por la mañana trabajando en un café de Insurgentes sur con un grupo de profesoras de inglés.
Me preguntaba un poco ¿por qué hacemos estás cosas? Estoy de sabático, es un día no hábil, no conozco a las profesoras, no son de mi facultad, etc, etc y a todas esas preguntas no pude encontrar otra respuesta que: Porque me gusta. Me gusta el entusiasmo con el que los profesores y profesoras se acercan a las nuevas tecnologías y plantean proyectos para mejorar su práctica docente en el salón de clase.  Me gusta pensar que contribuyo a la formación de nuevos cuadros académicos en una UNAM que envejece rápidamente, me gusta pensar también que actúo de acuerdo al espíritu de la legislación universitaria que a la hora de contratar profesores de carrera le da un gran peso a la actividad que hayan realizado en la formación de académicos (al menos en el papel).
Quizás valga la pena recordar lo que dice la legislación al respecto: para ser titular “A” se requiere haber demostrado capacidad para formar personal especializado en su disciplina. Para el nivel “B”, además de lo anterior hay que demostrar capacidad para dirigir grupos de docencia o investigación y finalmente para el nivel “C”  se pide adicionalmente haber formado profesores o investigadores que laboren de manera autónoma.
Por todas esas razones encontrarse un sábado por la mañana colaborando en un proyecto como ese da gusto y se hace por gusto.