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sábado, 1 de mayo de 2010

Campeonato mundial de ajedrez

El 24 de abril inició en Sofía, Bulgaria el encuentro por el campeonato mundial de ajedrez entre el actual campeón Viswanatan Anand y el retador Veselin Topalov. Hoy sábado se esta jugando la sexta partida del campeonato cuyo marcador favorece, hasta la quinta partida al campeón 3- 2. Es posible seguir el desarrollo en vivo de las partidas a través de Internet partidas en vivo

En 2006 vino a México Toplalov, quien en ese momento era campeón del mundo, a participar en el torneo Linares-México. Con motivo de su visita a México se organizó una demostración de simultaneas y tuve la suerte de ser una de las personas que en esa tarde jugaron con Topalov. A continuación la crónica que escribí al día siguiente de ese encuentro:

La simplicidad de sus reglas y la enorme complejidad de cálculo que de ellas deriva han fascinado a millones de seres humanos, de todas las nacionalidades, de todas las profesiones, de todos los estratos sociales. Sedujo al matemático francés Poincaré y al escritor mexicano Arreola. Ninguno, de los dos, gran jugador.

Ayer en La Casa del lago, en lo que era una fiesta para los aficionados al ajedrez, me enteró que también Vicente Leñero, Enrique Rocha y Homero Aridjis. Escritores el primero y el último, actor el otro, son entusiastas de su práctica. Los tres están, cada uno, frente a alguno de los 40 tableros en los cuales el campeón mundial Veselin Topalov dará una exhibición de simultaneas.

Los cuarenta tableros están distribuidos en la terraza de la casa del lago formando un rectángulo cuyos lados cortos tienen cuatro tableros y los largos dieciséis. Tengo el tablero 18, casi al final de uno de los lados largos del rectángulo, el que tiene a su espalda la casa del lago y en frente la balaustrada que da al lago. Al fondo como escenografía el Castillo de Chapultepec hacía la derecha y al frente La Torre Mayor.

Sopla el aire, pero la tarde es calurosa. Junto a mí, a la izquierda, Arturo Xicotencatl; quien escribió la columna de ajedrez de El Excelsior durante muchos años. De su pluma seguí muchas veces el andar del mundo ajedrecístico. A mi derecha, Lenin Salvador, joven maestro de ajedrez en la casa del lago. La fila de tableros en la que me encuentro termina en el número 20 que tiene Prevé, ajedrecista emeritense, con quien charlo poco antes de iniciarse la exhibición, sobre Carlos Torre. Prevé habrá de obtener tablas en su partida.

A la izquierda de Prevé el arreglo de tableros da vuelta y se inicia uno de los lados cortos del rectángulo. Al final de él esta muy serio, quizás nervioso, fumando Leñero, ahí la fila de tableros vuelve a dar vuelta para iniciar otro de los lados largos del rectángulo. El primer tablero de esa parte es Enrique Rocha. Al final casi del otro lado corto, el que queda enfrente de donde esta Leñero, se encuentra sentado Aridjis. Nos explicarán poco antes de iniciar el evento, que están en los tableros también varios de los jóvenes campeones de ajedrez de los torneos que organiza la casa del lago, algunos, los que tengo al frente por lo menos, son muy, muy jóvenes, unos niños; calculo que algunos andarán por los diez años.

Detrás de los lados cortos del rectángulo están unas tribunas, pero en realidad hay observadores por todas partes. Aficionados y prensa. Poco antes de empezar la exhibición, los afortunados que vamos a jugar nos sentamos frente al tablero. En ese momento pienso en lo extraordinario de estar ahí sentado.

Hace veinte o treinta años mi entusiasmo por el ajedrez me hubiera hecho “matar” por jugar unas simultaneas con el campeón del mundo. Ahora me enteré que Topalov era el campeón del mundo, quince días antes de estar ahí sentado frente a ese tablero. La enorme generosidad y gentileza del Ing. Alfonso Ferríz lo hicieron posible.

Una semana antes coincidí con el ingeniero Ferríz en una reunión familiar, hablamos de ajedrez, del torneo de Morelia-Linares y de la exhibición de simultáneas que daría Topalov, hechos de los que estaba yo al corriente casi por casualidad. Ferríz me hizo una pregunta a la que era imposible decir que no: ¿Te gustaría jugar con Topalov en las simultáneas? Lo que no imaginé es que iba yo a jugar en el lugar del Ingeniero Ferríz por que si no hubiera hecho lo que acabo de decir que era imposible: decir que no.

Yo había entendido que sería colocado en una lista de espera para tomar el lugar de cualquiera que, por las razones que fueran, no pudiera llegar. Creo que esa era la intención, pero como no faltó nadie, entonces el Ingeniero me cedió su lugar.

Como las simultáneas estaban programadas a las 5:30, llegué a la casa del lago, poco antes de las cuatro, en el entendido de estar en la lista de espera. A la entrada había unas personas verificando los nombres de quienes queríamos entrar. El mío estaba en una lista y me dejaron pasar. Unos minutos más tarde me encontré a López Michellone, La Morsa, que venía con Gil Russek, platiqué unos minutos con ellos.

A La Morsa lo conocí cuando fui director de cómputo para la investigación en la DGSCA y el tenía un proyecto para desarrollar programas de cómputo que jugaran ajedrez. Detrás de ellos venía el Ingeniero Ferríz, lo saludé, le agradecí y le pedí que jugara él. No, me dijo, juegas tú.

Mientras sacaba una columna de un periódico me preguntó: ¿qué juegas a e4? Contesté e5. Te va a hacer pedazos, me dijo. Dígame algo que no sepa, pensé. Ferriz me empezó a explicar una partida que se comentaba en el recorte de periódico que había sacado. Gata Kamsky, me decía, casi le gana. Yo ya no oía, el pánico había comenzado. La Siciliana, nunca me la aprendí y de la francesa ya se me olvidaron todas las variantes. Le expliqué eso al Ingeniero y me dijo, juega lo que te sepas, juega como siempre juegues. Me imaginaba, todas las celadas de las aperturas de Rey y me veía cayendo en ellas.

Afortunadamente la conferencia de prensa estaba por comenzar, entramos a la sala donde se iba a realizar y ahí, cuando entró Topalov, dejé de pensar en lo que iba a jugar. No sabía yo que el campeón vive en España, así que me sorprendió su dominio del español.

Topalov es un tipo afable, cálido y como el mismo dijo en respuesta a una pregunta de los reporteros: Los jugadores de élite en la calle son como cualquier otra persona……..obviamente porque no están frente al tablero! Le preguntaron de todo, de su vida personal, de Bobby Fischer, de sus partidas con Kasparov, de la FIDE, de las computadoras en el ajedrez, de Najdorf y las simultáneas a ciegas. Oyendo las preguntas y las respuestas se me olvidaba por momentos que iba yo a jugar.

Terminada la conferencia de prensa, Topalov, descansó un rato, mientras los jugadores de simultáneas nos acomodábamos. Yo me relajaba viendo el bosque e imaginando la crónica que podría escribir. Tomaba nota mentalmente de la disposición de los tableros, de las personas, etc.

Finalmente apareció Topalov, hubo una presentación, un discurso del director de la casa del lago y después de que Astrid Martín del Campo explicó las reglas Topalov inició en el tablero 1. Daba la vuelta en el sentido de las manecillas del reloj, se aproximaba a mi tablero y cuando estaba a cuatro o cinco tableros pude ver que venía jugando algunas aperturas de peón rey y otras de dama. Deseé intensamente que me jugara peón dama y así fue.

En las partidas simultaneas, se debe responder en cuanto el jugador que ofrece las simultaneas llega frente a uno, es decir el tiempo de reflexión de que se dispone es el que tarda quien da las simultáneas en dar la vuelta a todos los tableros. Cuando Topalov regresó yo ya había decidido que iba a jugar peón dama, entonces el planteó el gambito de dama y cuando se fue me dí cuenta que no recordaba las variantes, tenía confundido todo: India de rey, India de dama, Nimzoindia, Benoni, Benoni moderna.

No supe muy bien que hacía, trataba de jugar de acuerdo a lo único que en ese momento recordaba: los principios básicos del ajedrez. Desarrollar mis piezas, no perder tiempos, no bloquearme, tratar de ir al centro. En algún momento ví las piezas capturadas que estaban al lado del tablero y me dí cuenta que había perdido un peón, nunca noté cuando lo tomó.

Ese peón de menos probablemente me dio espacios, se abrió la columna de mi alfil de rey y coloqué ahí la torre, pude enrocar, ligar las torres y buscar las columnas semiabiertas. El sentimiento era curioso por que tenía la impresión de estar haciendo las cosas bien, pero obviamente no pensaba en poder montar un ataque al campeón del mundo.

La partida se fue yendo por un rumbo en el que se cambio mucho material, las damas, las dos torres, un alfil. Obviamente cuando se tiene peón de menos esa no es la estrategia a seguir…….si se quiere ganar.

A mi me parecía muy buena estrategia para seguir jugando sin ser aplastado ominosamente. Sabía que a medida que se simplificaba la partida mi final se iba acercando, pero para entonces nos acercábamos a las treinta movidas, varios otros jugadores habían ya sido vencidos. Había unas tablas en algún tablero.

Entonces los peones mayoritarios de Topalov empezaron a avanzar. Sentía cerca el final, más en la inseguridad y el miedo, que en el cálculo exacto. Esos peones terminaron por atrapar al alfil, que se quedó sin casillas de escape. Era un buen momento para inclinar el rey.

Le tendí la mano a Topalov y le agradecí. Hizo comentarios amables y me dijo algo sobre la pérdida del peón al principio de la partida. Me firmó el tablero en que jugamos y la papeleta de la partida.

Deben haber sido más de las diez de la noche, la oscuridad y el frío habían caído sobre el bosque y salvo porque recuerdo haber tenido que pararme con cuidado, para no tirar las piezas, para ponerme el suéter, casi no tengo conciencia de cómo fue pasando el tiempo.

Habían transcurrido horas sin que lo notara, metido en esos placeres de cálculo que sedujeron a Poincaré a Arreola y a tantos y tantos aficionados como los que estuvimos ese día en la Casa del lago. No sentí la desvelada del día anterior ni el cansancio del trabajo de esa mañana; no cabe duda el ajedrez es mágico y pocas veces se tiene la oportunidad de jugar con el campeón del mundo. Gracias Ingeniero Ferríz.