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jueves, 22 de diciembre de 2011

Vaclac Havel.


1968 es en mi memoria un año mítico. La globalización era algo por ser descubierto y las comunicaciones empezaban apenas a despertarse; en México la televisión a colores hizo su entrada triunfal, ese año, para transmitir los juegos olímpicos. Juegos cuya inauguración se llevó a cabo apenas diez días después del “2 de octubre, no se olvida”.
Los mexicanos veíamos lo que pasaba en otras partes del mundo, con cierto “delay”, a través del famoso “Noticiero Continenta” del cine, de los noticieros de la televisión o de las revistas, de gran formato, como Siempre o Life, que llenaban de colores los puestos de periódicos, con fotos muy llamativas la segunda y con caricaturas atinadísimas la primera.
Por alguna de esas vías, o por todas, fue que me enteré del movimiento social que en ese 1968 se dio en Checoeslovaquia y al que se le llamó la “Primavera de Praga”. El movimiento estaba liderado por grupos de intelectuales Checoeslovacos que  trataban de construir un “socialismo con rostro humano”, entre ellos el dramaturgo Vaclac Havel. El movimiento terminó con la entrada, en agosto de 68,  de los tanques de la URSS a Praga. Parte de esta historia la platica Milan Kundera en su libro “La insoportable levedad del ser”, como telón de fondo de la historia de un moderno Don Juan.
Unos veinte años después, empujados por los aires de renovación que lanzó la perestroika, los grupos disidentes dentro de Checoeslovaquia encontrarían su momento y crearían la “revolución de terciopelo”, que significó la caída del régimen soviético. En Diciembre de 1989, el presidente Gustav Husak, dimitió y fue nombrado en su lugar el dramaturgo y luchador social Vaclav Havel, lider en ese 1989 del Foro Cívico, parte integrante del movimiento social que gestaba el cambio.
Havel, acaba de morir el 18 de diciembre y su muerte me trajo todos estos recuerdos. Aunque se que muchas de sus obras están traducidas al español, nunca me he topado con ninguna, sin embargo el hecho de que un poeta, dramaturgo y escritor – galardonado incluso con el Premio Príncipe de Asturias- haya accedido a la conducción política de su país, no deja de ser un hecho interesantísimo, como si la historia hubiera hecho caso de aquel letrero que en 1968, se leía en hos muros del mayo francés:
“La imaginación al poder”