Buscar este blog

Mostrando entradas con la etiqueta Cronica. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cronica. Mostrar todas las entradas

lunes, 21 de noviembre de 2011

Le Cirque du Soleil.


Fui a Santa Fe a ver el show del Cirque du Soleil. Un gran espectáculo de circo moderno. Un circo donde ya no hay  animales en cautiverio, ni mujer barbada, ni humanos cuyas deformidades se exhiban.
Un circo que presenta su función como un ballet, como una fiesta de colores, danza, música y fantasía. Una sesión de circo que se desarrolla alrededor de un tema. El mundo de los insectos.   
Abre la función con un enjambre de insectos que celebran la vida. Uno de ellos ha encontrado un huevo y todos bailan alrededor. Hacen en sus bailes gala de habilidades físicas. Una libélula, gira alrededor de una espiral y se equilibra en su cima, apoyada sobre una sola mano.
Aparecen también hormigas malabaristas que malabarean, con los pies, pedazos de fruta, con una sincronía impresionante, No fallan y uno quisiera que lo hicieran para convencerse que el espectáculo es real y que el error es un riesgo, que existe.
Una luciérnaga malabarista, juega con un diábolo, luego agrega otro y otro sin falla. Finalmente agrega un cuarto objeto y entonces falla. Reinicia el ejercicio y vuelve a fallar. Lo intenta una tercera vez y ahora sí tiene éxito. El público aplaude frenéticamente, casi de pie. La duda queda: ¿es una falla intencional, para sensibilizar al público sobre la dificultad del acto? Una dificultad que parece inexistente, si no hay falla.  
Aparecen arañas acróbatas y sexys, que realizan coreografías de gran exigencia física sobre una inmensa telaraña de cuerdas. Hay también  pulgas pulsadoras que realizan sus pirámides humanas y se cargan unas a otras, mientras bailan con gran gracia.
La escenografía esta llena de imaginación; hay  un estrado con varios orificios en el piso por los que entran y salen los insectos.  Sobre ese estrado se despliegan -según el número, que se realiza-  una tela de araña, una hoja gigantesca, una flor, un capullo o una pared sobre la cual saltan los grillos.
El salto de los grillos es un ballet aéreo de enormes insectos empujados por catres elásticos que rebotan hasta cuatro o cinco metros para subir por una pared “artificial”, como las que se usan para practicar la escalada.
Todo el espectáculo es sumamente dinámico, una “borrachera” de energía y de movimiento. Aparecen, desde luego, los trapecistas, con su red de protección y los payasos.
Los payasos están, mas bien, en la tradición del mimo. No hay palabras entendibles, salvo Ovo -el nombre de la puesta en escena- y No, que se advierte perfectamente, salvo eso, sonidos ininteligibles, que pueden interpretarse como las voces de los insectos.  Los payasos van elaborando su show, mientras platican la historia de amor de una catarina y un insecto “extranjero”. Es una historia de amor, por lo tanto chusca.
Hay sin embargo también un cortejo aéreo entre dos arañas, que muestra el erotismo de la vida animal. Una serie de evoluciones alrededor de una cuerda, llenas de plasticidad y de sensualidad.
En otro momento de la función se ve un enorme capullo que cuelga en un lado del escenario, dentro de él  hay movimiento, sale  del capullo su contenido y la misma envoltura se convierte en un par de alas. La crisálida se ha convertido en mariposa. Es otro canto a la vida y a la fuerza vital de la naturaleza
Todo el espectáculo es sumamente bello, pero si tuviera que escoger, me quedo con el baile de seducción aérea de las arañas y con la transformación del enorme capullo en mariposa.
Al final del espectáculo, vuelven todos a escena, la música suena, hay cantos y baile. De repente de las alturas empiezan a caer como hojas, que al verlas bien se revelan con la forma de mariposas. Los asistentes las recogen y las guardan, para llevárselas con ellos, como si así se llevaran también al mundo real algo de la fantasía de este mágico ecosistema de insectos circenses. El Circo, no hay duda, no ha muerto.