Buscar este blog

viernes, 29 de junio de 2012

Por qué la gente inteligente cree en ciertos políticos


Tengo en mi lista de contactos de Facebook personas que son seguidores de al menos tres de los cuatro candidatos a la presidencia (no se si hay alguno de Quadri, pero tampoco me extrañaría. La lista es bastante plural) y varios de ellos están en franca campaña a favor de sus respectivos candidatos. A muchos los considero personas inteligentes y sin embargo sus argumentos, de unos y otros, no me lo parecen.
Algunos por ejemplo toman un rumor y lo difunden como verdad, confunden el conteo rápido de la elección presidencial, que hará el IFE, con conteos rápidos que hará una empresa privada por encargo de la CIRT y de ahí concluyen que habrá fraude. Podría argumentarles que el conteo rápido del IFE no será hecho por Consulta Mitofsky y que es un ejercicio estadístico serio avalado por un comité donde participan científicos de la UNAM, pero creo que no me escucharían.
Otros dan para el número de asistentes al cierre de campaña en el Zócalo de uno de los candidatos, una cifra francamente imposible.  Hablan –no es hipérbole- de millones de asistentes, cuando un cálculo mínimo muestra que suponiendo un metro cuadrado por persona, acomodar a un millón requiere una superficie de 1000 x 1000 metros es decir se trataría de un cuadrado de un kilómetro de lado. Obviamente no son las dimensiones del zócalo.
Otros publican videos que “demuestran” cualquier cosa desde la compra de votos a la violencia familiar ejercida por uno de los candidatos, pasando por lápices para orquestar el fraude. No se trata tampoco de discutir si existen o no existen esos hechos sino de analizar que tanto, en la época del photoshop y la edición digital, se puede tomar como prueba un video. De hecho hay video que los toma un bando y los publica para defender su causa y poco tiempo después los toma otro y  hace lo mismo.
Mi duda era:  ¿cómo pueden personas inteligentes ser tan poco críticos cuando se trata de política?
La respuesta la encontré en un texto escrito por Sergio González Muñoz comentando el libro “El cerebro político. El papel de la emoción al decidir del destino del país”, escrito por Drew Westen (http://www.gurupolitico.com/2011/07/columna-norte-los-10-textos-que-todo.html)
 Nos dice Sergio Muñoz al comentar el libro: “El autor y un grupo de neurólogos estudiaron a finales de 2004, en plena campaña presidencial de los EEUU, los procesos cerebrales de militantes partidistas cuando procesan nueva información política, potencialmente incómoda. El objetivo del experimento era ponerles retos de razonamiento que llevarían a un no militante a una conclusión lógica, pero que orillaría a un militante a enfrentar una antinomia entre la dicha conclusión y su fervor partidista. Se trataba de inducir una disonancia entre evidencia y emoción. La hipótesis era: si datos y deseo chocan, el cerebro político buscaría “razonar” hacia la conclusión deseada.

Los resultados del estudio fueron revelados en enero de 2008, en el marco de la Octava Conferencia Anual de la Sociedad de Psicología Social y de la Personalidad en Memphis, Tennessee, y confirmaron que cuando un militante se enfrenta a información política discordante (como francas inconsistencias entre dos discursos de un candidato, o entre lo que éste dice y hace) trata de obtener conclusiones predeterminadas y emocionales por naturaleza y que en el proceso le da mayor peso a la evidencia confirmatoria desdeñando la contradictoria. El militante logra todo esto debido a que su cerebro activa una red neuronal que le produce estrés y reacciona disipando esa incomodidad a través, inclusive, de razonamientos incorrectos. Se descubrió además otra peculiaridad: así como se apagaron los circuitos neuronales de las emociones negativas, se encendieron los de las positivas e inclusive los de las sensaciones de recompensa”.

“Las conclusiones de Westen, continua explicando Sergio González, son dos con sus respectivas implicaciones para aquellos que hacen política o la estudian. Primera, que los candidatos de los partidos grandes, cuando están en campaña, no deberían preocuparse por tratar de atraer a los militantes de otros partidos, sino esforzarse por persuadir para su causa al 10% o 20% de los electores del centro llamados cambiantes (o switchers) y que sumados a su base partidaria tradicional, generalmente de alrededor de 30%, podrían darle la victoria. Segunda, que el cerebro político es un cerebro emocional; que no estamos ante una máquina de cálculo desapasionado que busca objetivamente los hechos y las cifras adecuados para tomar una decisión razonada. Es más, mientras más estrictamente racional sea un llamado o alegato político, menos probable resultará la activación de los circuitos de la emoción, que son los que regulan la decisión electoral”.
Asi pues podríamos probablemente explicarnos porque personas inteligentes vierten los argumentos que vierten cuando argumentan a favor de un candidato, porque como había ya señalado David Hume: la razón es esclava de la emoción y no al contrario.
Saludos a todos mis contactos que apasionadamente defienden sus puntos de vista políticos.

2 comentarios: