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viernes, 13 de mayo de 2011

Memoria de papel...digital

Estos días he estado mirando hacia adentro de mi mismo... 
bueno es una forma, un tanto poética, de decir que he estado preparando mi solicitud de renovación al PRIDE. Lo cual obviamente implica “bucear” entre papeles y papeles. Es una experiencia que puede ser presionante y desesperante, pero que no deja de tener sus encantos.
Si no fuera por esta obligada puesta al día del Curriculum, a la que nos condena el PRIDE, creo que muchos de nosotros no lo haríamos por gusto; pero ya puestos en ese camino, la nostalgia, el orgullo y la sorpresa nos van guiando a través de un papel y de otro, que observados en la perspectiva de tres años, ayudan a ver como una idea incial que parecía sin mucho futuro se fue convirtiendo en un proyecto más o menos sólido y como alguna otra propuesta que parecía prometedora se quedó en algo que no aterrizó.
Es cierto que muchos de nuestros logros (de eso se trata el informe, de escribir nuestros logros), no lo son tanto. Por ejemplo ir a dar clases no debería considerarse un logro, aunque a veces el hecho de que te asignen un grupo, sí lo es; pues ya conocemos el modus operandi de las mafias en la FESC.
Llevar a cabo ciertos proyectos si puede ser considerado un superlogro.  Doy ejemplo de algunas cosas, que al hacer esta revisión,  me dí  cuenta de que intenté y no logré.
Registré un programa de Servicio Social para la producción de materiales en línea y no tuve ningún alumno interesado. Bueno, no exactamente. Una vez una estudiante a la que le llamó la atención,
me fue a buscar y no me encontró. El vecino de cubículo, jefe de área del departamento de física, aprovechó y le hizo una oferta para que hiciera mejor el Servicio Social con él. Así perdí a la única persona que se acercó.
Otro ejemplo de actividad malograda: me pidió a finales del año pasado el jefe del departamento de física, dar un curso a profesores  en el  intersemestre, le dije que sí, que con mucho gusto. Lo único que pedía es que se hiciera una buena difusión, pues es un gran trabajo preparar el material del curso para que no vaya nadie. Le pedí que diéramos el curso, si había 10 o más personas inscritas. Resultado, el curso se suspendió pues solo hubo 5 personas interesadas, por cierto que otras dos me “reclamaron” no haberse enterado, pero yo no estaba encargado de la promoción.

Así que como ven tener alumnos de servicio social o dar un curso a profesores -tareas que en otras dependencias son algo comun- en la FESC puede considerarse un superlogro.
Afortunadamente en otras actividades las cosas funcionaron mucho mejor, probablemente porque no dependían del apoyo de los funcionarios y autoridades locales. Durante los 3 años administré mi propia instalación de Moodle y la utilicé para mis cursos de ese periodo. Como resultado hubo varios artículos  y trabajos en congresos nacionales e internacionales, describiendo el uso de las TIC en la enseñanza cotidiana de cursos de física.
También pude colaborar con otros colegas en la Facultad de Química  y en la FESC. Gente que se parte el alma para mantener sus proyectos funcionando y con quienes me da mucho gusto haber podido trabajar.
Al revolver papeles, repasé mis visitas a museos con los estudiantes del curso de Electricidad y Magnetismo y recordé las carreras en el Naucalli, para estudiar el movimiento uniformemente acelerado con los muchachos del curso de física y no pude dejar de pensar que esas son las cosas que valen la pena en la vida de un profesor: las oportunidades de desarrollar métodos de aprendizaje.
En ese viaje, entre papeles, me reencontré con los dos libros que escribí en ese periodo, el  de las historias de la Historia del cómputo en México, que tuve el honor de que fuera presentado por el Dr. José Sarukhan y el de Díme Abuelita porqué prologado por Arturo Menchaca, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias y que me llevó a una entrevista con Loret de Mola, en Primero Noticias.
Más papeles dando constancia o agradeciendo por una conferencia o por una presentación en congreso y de repente me doy cuenta que entre tantos papeles hay actividades que realicé y de las que no tengo constancia, por ejemplo fui jurado de los premios de Compu Guía y no se si me dieron una constancia, ni que le hice.
Pero al final, esta lo esencial: los libros, los artículos, las tesis, las experiencias docentes. Si antes de este paseo en el mar de papeles, me hubieran preguntado que hice los últimos tres años, a lo mejor hubiera incluido tambien el escribir el Blog de desarmandolamafia y  el impulsar la creación de un Colegio Académico de Profesores, tareas que me parecen necesarias para la FESC.  Sin embargo, ninguna de esas dos actividades las incluí en el informe.
Al final estoy satisfecho del dictamen que hace de mí trabajo -de los últimos tres años en la FESC-  esa memoria de papel (digitalizado) en la que me sumergí los últimos días y que me ha hecho más llevadera la tarea, siempre ingrata, de actualizar el Curriculum.

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