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sábado, 26 de septiembre de 2009

La evaluación de los maestros

El tema de la evaluación ha sido algo que siempre me ha llamado la atención , quizás por aquella frase de Max Plank: “Medir es conocer”. Cuando empecé a dar clases en la facultad de Ciencias hace varios ayeres mi principal preocupación era ser justo al momento de evaluar, cómo hacer para no premiar nada más el IQ, o la disciplina. Era en ese momento un estudiante de los últimos semestres de física, que no tenía mucha idea de la pedagogía, ni de los objetivos de aprendizaje, ni de la taxonomía de Bloom, ni distinguía evaluación formativa de evaluación sumativa o diagnóstica, como pude fui tratando de ser un buen evaluador.

Poco tiempo después ya en la ENEP Cuautitlán, debe haber sido en 1978, escribí, para el congreso de enseñanza de la química que se celebró en Guadalajara ese año, un trabajo titulado: “La evaluación, análisis de su metodología” en el que planteaba todas mis angustias de evaluador y proponía ya el hacer los exámenes automáticamente con la computadora a través de una base de datos de reactivos.

Mi vida por otra parte ha estado siempre en contacto con la evaluación. Evaluaciones para entrar a la secundaria, para entrar a la UNAM , para recibirme, para obtener la beca del Conacyt, para doctorarme, para ser profesor de asignatura, para ser profesor de carrera, para promociones, para ingresar al PRIDE, para permanecer en el PRIDE, para ser profesor de francés. He sido miembro de comisiones dictaminadoras y jurados calificadores en los concursos de oposición, miembro de comisiones evaluadoras de PRIDE, de proyectos Papime.

Hace unos pocos años el CENEVAL me invitó a presidir el Consejo Técnico para la elaboración de la prueba para medir las competencias en el uso de las Tecnologías de la Información, la prueba COMTIC, que ya terminamos.

Hice ésta larga introducción porque Josué, Norberto y Jorge Tórtora habían venido hablando de la evaluación de los profesores. El asunto tiene mucho mar de fondo. Hay que saber que se va a evaluar (Conocimientos, habilidad comunicativa, simpatía, capacidad para la investigación, puntualidad, curriculum, etc.) y luego los criterios de evaluación (¿Es más importante haber escrito un libro, presentar un trabajo en un congreso, dar asesoría a los estudiantes, dirigir una tesis o publicar un artículo?).

Pero lo que complica más el asunto es ¿para que se evalúa? Por que entonces empiezan a confundirse los fines con el medio. Por ejemplo en el caso de las asignaturas, cuando se evalúa para decidir si un alumno puede o no llevar el siguiente curso o si, como consecuencia, define si mantiene o no una beca, es muy probable que lo más importante para el evaluado se vuelva la calificación y no la adquisición de las habilidades y conocimientos que mide.

De la misma manera cuando se evalúa a los profesores para otorgarles un ingreso económico adicional, como en el PRIDE, se va a volver más importante cumplir con los requisitos de la evaluación, que tener las características que la evaluación mide, con el riesgo de que los profesores realicen casi exclusivamente aquellas actividades que mejor puntúan en las evaluaciones en demérito de otras, probablemente necesarias, que se califican con ponderaciones menores. Llevado al extremo esto puede ir desdibujando el espíritu inicial de la evaluación y llevar a los profesores y sus ambientes de trabajo a convertirse en fabricas de puntos: Profesores que escriben masivamente materiales educativos y artículos o profesores que se “pelean” a los estudiantes para dirigirles la tesis, mientras actividades sustantivas quedan sin ser atendidas. Una vez establecida una escala de cuántos puntos de calificación representa cada actividad, raramente alguien se preocupa de la calidad de lo que se hace, pareciera que lo importante es producir y producir ponencias, artículos, tesis sin importar demasiado la calidad.

Paradójicamente los académicos que hablamos de ambientes constructivistas de aprendizaje terminamos siendo evaluados y evaluando con un enfoque conductista de premio / castigo.

Me parece sin embargo que la evaluación de la que se hablaba en el blog es la que tiene como finalidad que los profesores sean mejores. Detectando sus deficiencias, para corregirlas y eso requiere de un enfoque distinto en la metodología de evaluación y en las acciones que se van a tomar una vez conocidos los resultados. ¿Qué se va a hacer con quienes resultan con evaluaciones deficientes, se les corre, se les capacita?

3 comentarios:

  1. Ahora sí, "aplauso, medalla y beso". Esto me encantó! Creo que es una de las tareas más estresantes y aburridas de la docencia. Evaluar... mmmm! Ni Bloom con su taxonomìa, ni todos los cursos que uno tome, deja en claro cuanta justicia hay en una evaluación.
    Muy bien Rafael, y gracias.
    Beatriz

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  2. Hoy estuve generando un PDF con archivos de word pertenecientes a un proyecto PAPIME, es una compilación... no les doy nombres para no quemar a los de por sí ya chamuscados.

    ¡¿¡¿Como es posible basar un PAPIME en compilar los trabajos de otros, que a su vez son abstracts de otros autores?!?!?

    Y basándose en materiales de 1992!!

    Ni siquiera se toman la molestia de redibujar los cuadros y/o esquemas, utilizan las imágenes claramente digitalizadas de fotocopias...

    Y luego me pregunto ¿por qué estamos mal?

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  3. La evaluación tiene un rol perverso cuando se le usa para "premiar" lo que debería de ser la labor cotidiana de los profesores. Hay un abaratamiento de la academia, gente con maestrías y doctorados, realizados, sin rigor académico, en fines de semana o en cómodos viajes periodicos al extranjero, que no saben ni siquiera lo que un buen bachiller (todo mundo cree que sabe).
    Grados logrados quién sabe cómo, profesores metidos en una dinámica de producir "puntos" para sus CV. En esa dinámica, ¿por qué no hacer ese refrito de refritos, aunque la materia prima este ya rancia? Seguro los "autores" no la hacen para Mejoramiento de la Enseñanza como sugeriría la ME de papiME, sino para juntar puntos en sus CVs, que de otra manera estarían en estado comatoso, por desnutrición.
    Ya se ha comentado en este blog sobre los manuales de prácticas de física realizados con apoyos del PAPIME.

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