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viernes, 27 de marzo de 2009

Democracia. ¿Sueño imposible?

Un libro notable que se llama Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu, escrito por Maurice Joly narra el supuesto encuentro de estos dos personajes en el averno. Uno creador del manual de ejercicio del poder absoluto: El Príncipe; el otro, de El espíritu de las Leyes, libro que inspiró la separación de poderes, Ejecutivo, Legislativo y Judicial y en alguna medida la revolución francesa.

Supuestamente la separación de los poderes dejaría al soberano sin la posibilidad de ejercer un poder absoluto. Los otros dos poderes servirían de contrapeso al ejecutivo. Lo que va narrando el libro es la manera como aun con la separación de poderes se puede ejercer un control como el de El Príncipe.

No es necesario ir al infierno para darse cuenta de esto, ni siquiera leer el libro. A quienes tenemos algunos años, nos tocó crecer en un país donde las cámaras y el poder judicial parecían depender del poder ejecutivo, en un sistema político que hubiera sorprendido al mismo Maurice Joly.

Ese sistema migró, en nuestro país, a un sistema donde las cámaras “negocian” con el ejecutivo a un punto tal que a veces se da un inmovilismo político, las reformas necesarias no se aprueban. Se condicionan los apoyos a las iniciativas del ejecutivo a cambio de tal o cual posición en el gabinete, etc, etc. Hay quienes dicen que esa es la política, el arte de la negociación. Un arte que se parece muchas veces a un comercio.

Para mi la política es, como indica su etimología, la ciencia de la ciudad, de la polis, el arte de convivir en sociedad, de respetar a los demás y ser respetado. ¿Es eso mas difícil de lograr en la universidad que en el país?

A veces se responde que no, puesto que en las universidades las personas son más talentosas. No es un problema de talento, es un problema de ética y talento. De nada sirve el talento sin ética, como nos consta por la historia del país. Tampoco sirve la ética sin talento, como también nos consta por la misma historia. El punto es si podremos construir una convivencia apoyada en el talento y la ética y cómo.