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martes, 1 de diciembre de 2009

Háganle caso al Rector.

El Viernes 27, en la misma edición de La Jornada que publicó el desplegado por la No Reelección de la actual administración de la FESC, apareció también en la página 8 una nota donde se consignan las palabras del Rector, José Narro, al hablar en el Seminario “Hacía una nueva Generación de la Transparencia”. Ahí el Rector criticó que se de por válida la corrupción. La cita que reproduce el diario dice: “No podemos sentirnos tranquilos ni satisfechos, tampoco debemos quedarnos cruzados de brazos, pues la corrupción es un gran cáncer que nos hace aparecer frente a las nuevas generaciones con doble rostro: uno, lo que decimos, y otro lo que sucede.”
Hagámosle caso al Rector, no nos quedemos cruzados de brazos. No permitamos la intimidación, la coerción, el amedentramiento y en última instancia el chantaje al que al parecer se esta sometiendo a los firmantes del desplegado aparecido, paradójicamente, ese mismo día en el mismo diario.
Supongo que el intento de presionar a los firmantes para que se desdigan fue anterior a la aparición de la carta de ayer en El Correo Ilustrado, del mismo periódico, pues ahora si quieren que se retracten los firmantes, tendrían que ir a buscar a 700 personas.
Entiendo la tensión a la que están siendo sometidos los firmantes a los que se les llama para pedirles una explicación y eventualmente un desmentido. Comprendo el miedo frente a la posibilidad de que su situación laboral o la de personas cercanas se vea afectada, pero creo que la mejor manera de protegerse es haciendo la denuncia. No hay otra manera de vencer el chantaje, que no aceptándolo. Hay que denunciar las amenazas, antes de que se cumplan, para que cuando ocurran, si se atreven a ejecutarlas, todo mundo sepa la razón.
Es obvio que una conducta como ésta, de llamar a cuentas a los firmantes del desplegado (o a algunos de ellos) es un reflejo de desesperación; son, como se dice coloquialmente, “patadas de ahogado”, terminemos de desarmar la mafia. No nos acostumbremos a la corrupción, no la demos por válida, para que las generaciones que educamos, no la vean como algo normal.
Ojala los directamente involucrados, aquellos a quienes se ha llamado a dar explicaciones, lo denuncien: esa es su mejor defensa y la de todos nosotros. De cualquier modo estemos atentos en cualquier acción que se tome contra los firmantes o sus allegados.