Para Ivett Tinoco con mi gratitud.
Cuando supe que Paco Ibáñez se presentaría en la Feria
Internacional del Libro del Estado de México (FILEM), levanté la mano para
apuntarme al concierto. La generosidad de Ivett Tinoco hizo posible no sólo que
pudiera verlo en el escenario y que me firmara, al final del espectáculo, una
foto en la que aparece él junto a Brassens y Serrat, sino que también unas
horas después estuviéramos en casa de ella cantando La Mauvais reputation.
La Mala reputación, como se llama la canción en castellano,
es un himno de rebeldía, de libertad y de anarquía. Es un texto que habla de lo
molesto que le resultan al mundo las personas que quieren seguir su propio camino[1], habla también del desdén
al militarismo patriotero[2], de cierta complicidad con el marginado y
encono con el prepotente[3]. Es una canción con la que
es muy fácil identificarse cuando se tiene un espíritu libre.
Unas horas antes, mientras lo oía cantar pensaba en que Paco
Ibáñez era un eterno rebelde. Cuando me firmó su foto, nos tomaron una
instantánea y cuando la subí al
Facebook, le puse así: Con el
eterno rebelde.
En casa de Ivett tuve la suerte de quedar sentado junto a
Paco y entre copa y copa que servía (me tocó atender enológicamente a las
visitas. Incluido yo mismo, obvio.) hablaba con él. Le dije que había tres
personas con las que me hubiera gustado mucho poder platicar: Borges, Brassens
y él. Lo cual era totalmente cierto.
Con los dos primeros ya me sería imposible hacerlo, pero
ahí estaba yo ahora hablando con él;
rodeado de buenos amigos. Además de Ivett y sus hijos, estaban los músicos de Paco, su compañera Julia, una pareja
de amigos catalanes venidos de Torreón a
escucharlo, Miguel Peraza, escultor mexicano, junto con su pareja, Margarita
Ontiveros, Rosario Rogel y Mohsen, poeta persa traductor y musicalizador de
versos de García Lorca.
Como ocurre en las reuniones exitosas, no había una
conversación única. Los hilos de varias de ellas se mezclaban entre sí y con el
ruido de los vasos, la música de fondo y las risas. Yo de tanto en tanto me levantaba a abrir otra botella de
vino y ver que todos estuvieran bien atendidos, en ese rubro. Miguel bebía vino
blanco; Paco, cerveza y los demás, tinto. Todos casi, también mezcal.
En alguna de las vueltas de la conversación le pregunté a
Paco cómo era Brassens. Me contestó: “Como sus canciones, sencillo, ingenioso y
un poco tímido”. Hablamos de Séte y del cementerio marino.
Paco recordó la foto en la que le había solicitado su firma
al final de su presentación. Me preguntó cómo la había obtenido. Le platiqué
que era una captura de pantalla de un video que busqué en Internet, quedé de
mandársela después.
Traía yo la foto en el celular y lo saqué para mostrársela.
Apareció mi Facebook y la foto con él, que acababa de subir. Paco vio lo del Eterno rebelde y le agradó. La foto
tenía algunos cometarios que leímos juntos. Le pregunté su año de nacimiento.
1934, me contestó.
La plática colectiva iba por muchos rumbos, en una de mis
vueltas de la cocina a la sala, alcancé a oír que Margarita bromeaba a Paco
sobre “su do” y el do de su guitarrista. Un chiste local derivado de lo que
Paco había dicho en escena.
Volvimos a hablar de algunos temas que Paco había
mencionado en su presentación. Comentó nuevamente sobre su vida en el país
vasco, habló en euskera. Uno de sus músicos recordó que una mujer que le
interesaba le dijo: “musu asko”, que él mal interpretó como mucho asco, cuando en realidad quiere
decir muchos besos.
El asunto se volvió Trending Topic en la reunión. Todos
queríamos saber cómo se dice dame un beso o dame dos o dame muchos.
Paco recordó a sus tíos, a su abuela, el ganado y las
canciones de Jorge Negrete que, según ocurrencia de uno de sus tíos, le pedían
cantar para hacer producir más a las vacas. Cuando nos contaba esto, Paco imitaba el
sonsonete de los mexicanos. Yo traté de responder imitando el acento español y
me dijo: “sonó como de Zaragoza.” Ivett acotó: te faltaron como dos tequilas.
De repente, en una de mis vueltas a la cocina ya hablábamos
de poesía persa. Ivett pidió silencio y Mohsen declamó en persa su traducción
musicalizada de García Lorca.
El tema de la rebeldía se mantenía como eje de la
conversación, hablamos del inminente “2 de octubre”. Para mostrarle a Paco lo
que era esa fecha en la memoria colectiva, me dirigí a Rosario y le dije: 2 de octubre.
Ella respondió: no se olvida. Hablamos entonces del mayo francés.
No recuerdo quien sacó a colación el tema del futbol (en
una de esas y fui yo). Paco manifestó claramente que no lo veía, ni le
interesaba. Le pregunté su opinión de Eduardo Galeano y me dijo que era un gran
personaje, le hablé de la pasión de Galeano por el futbol y de sus libros sobre
el tema.
Lo sé, me dijo, pero hay algo que no me gusta en la manera
en que la gente sigue los deportes y me platicó que al día siguiente de una
matanza en la guerra de Bosnia, Miguel Induráin había ganado el ascenso de los
pirineos en el tour de Francia y la gente había estado mucho más interesada en
lo que hacía Induráin que en la matanza del día anterior.
Caímos en el tema de las guerras y volvió a aparecer
Brassens, cité la canción de Les
imbéciles heureux qui sont nés quelque part, de ahí pasamos a Le pluiriel, que dice en traducción
aproximada: cuando somos más de cuatro, somos una bola de pendejos.
En ese momento dimos con La mala reputación, me dijo que no se acordaba bien de la letra en
francés. Yo tampoco, pero la empecé a tararear, mascullando la posible letra.
El la cantaba en español. Rosario tuvo la buena ocurrencia de grabar un video
que más tarde me compartió y de donde salió la foto que ilustra esta parte del texto.
Cuando terminamos, le pregunté cómo había traducido a Brassens.
Me contó que las traducciones las había hecho un amigo suyo de nombre Pierre
Pascal.
Algo más habremos hablado, pero ya no debe haber sido mucho;
pues Paco estaba cansado por la presentación, por la altitud de la ciudad de
Toluca y seguramente por la diferencia horaria con Europa.
Un poco más tarde Rosario los llevó a su hotel, mientras nosotros
nos quedamos un rato platicando entre nosotros.
De regreso al hotel donde nos hospedamos iba yo aun
pensando en lo conversado con Paco y me acordé la primera vez que supe de él,
gracias a Jean Pierre Satgé, mi vecino en Toulouse, Francia.
Jean Pierre era un dibujante muy talentoso, que tocaba la
guitarra y cantaba a Brassens. Un artista que se camuflaba como empleado de la
BNP. Un día que le dije a Jean Pierre que me gustaría traducir a Brassens, me
presentó la obra de Paco Ibáñez.
Me encantó el trabajo de Paco pues para la generación a la
que pertenezco, la de la explosión de nacimientos que siguió al final de la
segunda guerra mundial (baby boom), la rebeldía no era opcional.
Desde que conocí de
la existencia de Paco Ibáñez pasaron treinta y seis o treinta y siete años,
hasta que mi destino se encontró con él en casa de Ivett, el sábado pasado.
Muchas gracias
[1] Yo
no pienso pues hacer ningún daño
Queriendo vivir fuera del rebaño;
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe.
[2] Cuando
la fiesta nacional
Yo me quedo en la cama igual,
Que la música militar
Nunca me supo levantar.
Yo me quedo en la cama igual,
Que la música militar
Nunca me supo levantar.
[3] Si en la calle corre un ladrón
Y a la zaga va un ricachón
Zancadilla pongo al señor
Y aplastado el perseguidor
Y a la zaga va un ricachón
Zancadilla pongo al señor
Y aplastado el perseguidor
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