No estaba yo enojado. Por lo menos no
lo estaba con los estudiantes que tenía frente a mí y a los que
parecía regañar. Tampoco estaba desesperado, aunque supongo que
debo haberlo parecido. Mi sentimiento era más cercano a la
preocupación, a la tristeza y al desconcierto.
Había interrumpido la clase después
de preguntar por tercera o cuarta ocasión algún concepto de los
vistos en clases anteriores y de no obtener ninguna respuesta que me
permitiera desarrollar el tema que marcaba el temario: “Conservación
de momento angular”.
¿Cómo explicar ese concepto, cuando
el grupo de estudiantes al que se habla no recuerda que es el momento
lineal (explicado dos clases antes)?
¿Cómo hablar de momento angular
cuando nadie parece recordar qué es la velocidad angular? ¿Cómo
desarrollar el tema, cuando nadie responde bien a la pregunta de qué
es un vector?
Podía haber continuado escribiendo las
ecuaciones en el pizarrón, no preguntar nada más y hacer de cuenta
que hablaba yo para las sillas, que daba clase al pizarrón, no mirar
a las caras de aburrimiento y cansancio o de “no entiendo nada”,
en el mejor de los casos.
Podía -en teoría, evidentemente-
porque en la realidad no pude. Me empecé a preguntar en voz alta, es
decir en monólogo que buscaba respuestas en el grupo, qué era lo
que estaba pasando. ¿Por qué los alumnos no estudian? Van a clase,
son más o menos cumplidos en la asistencia, toman apuntes, realizan
los ejercicios que se dejan en clase ¿Y entonces, qué es lo que
pasa?
Debo haber dado la impresión de estar
enojado, porque una estudiante, de visita en el grupo (ya había
asistido anteriormente a otras clases), levantó la mano y me pidió
permiso para ir al baño.
Lo que yo decía era más o menos lo
siguiente: que mi esperanza era que solo fueran así de malos
estudiantes en física y que por lo menos en las otras materias si se
aplicaran. Que entendía que a la mejor el temario del curso de
física no era el mejor para una carrera como la que ellos estaban
cursando, que tiene su principal interés en los temas de química y
una inclinación más a la técnica que a la ciencia.
Es obvio que el estudio del movimiento
circular tiene inmediatas aplicaciones a los procesos de separación
por centrifugación, pero ¿requiere un estudiante de bioquímica
diagnóstica conocer la conservación de cantidad de movimiento
angular? No lo creo, en todo caso son temas que para mi gusto se
deben estudiar en un buen curso de física de la preparatoria.
En general siento simpatía por los
estudiantes. Simpatía por lo que representan como anhelo de ser
profesionales, como oportunidad de ser mejores que la generación que
los educa. (ya se sabe que el alumno debe superar al maestro).
Mientras más hablaba con los estudiantes, más me iba quedando claro
lo complicado que debe ser, serlo en estos días.
¿Qué quieren los estudiantes que
llevan el curso de física y que cursan la carrera de Bioquímica
Diagnóstica? Me imagino que una oportunidad en el mercado laboral.
Eso, creo, es a lo que aspira el 99% de los estudiantes de una
licenciatura, incluidos los que estudian ciencias, filosofía o
artes.
Muy bien, una oportunidad laboral
haciendo análisis bioquímicos. ¿No es eso una especialidad
técnica, más que una licenciatura? Voy y leo lo que dice la página
de la FESC
http://www.cuautitlan.unam.mx/licenciaturas/qfb/informacion.html#7
(Fragmento):
- Realizar los diferentes análisis químicos y bioquímicos clínicos.
- Realizar diferentes aspectos de tipo Biotecnológico.
- Realizar actividades relacionadas con la práctica inmunológica y genética.
- Realizar las diversas pruebas microbiológicas tanto en la industria farmacéutica como en la clínica.
- Participar en la docencia.
- Participar en los equipos multidisciplinarios de
investigación en salud, biotecnología tecnología farmacéutica,
control de calidad, ecología, entre otros
Recuerdo que hace un par de años, en que también impartí este curso, una alumna me comentó que se iba a ir a estudiar medicina a la Universidad Anáhuac. Tiempo después se fue y hasta donde sé, por el Facebook, ahí sigue. El año pasado un estudiante, del curso de física me dijo que se iba a cambiar a la Facultad de Ciencias y éste año hizo el examen de ingreso a la UNAM y se cambió. Dos personas más, que actualmente llevan el curso de física, me han hablado de su deseo de cambiarse, a medicina, a Ciudad Universitaria. Una de ellas presentó el examen, este año, pero no alcanzó el puntaje requerido, la otra lo presentará en febrero del año entrante. Una tercera estudiante, me han informado sus compañeras de equipo, ha dejado de venir a la escuela porque no tiene dinero para los pasajes y no es candidato a becas, por no tener el desarrollo académico que lo avale. ¿Se esta convirtiendo la FES Cuautitlán en la sala de espera de quienes desean estudiar en Ciudad Universitaria? ¿Es la carrera de Bioquímica Diagnóstica, el premio de consolación para quienes no pudieron entrar a medicina?
Todo eso seguía yo pensando en voz alta frente a los alumnos. No podía volver a hablar de la conservación del momento angular, la sentía algo ajeno a las preocupaciones de esos jóvenes. A mi me encanta la física, podría sin problemas darle clases al salón vacío, pero frente a los estudiantes, pensaba que más útil que este curso de física, quizás les resultase otro para “aprender a aprender”. No es posible que se levanten de madrugada todos los días, se pasen más de tres horas diarias en transporte público, estén todo el día en la escuela, mal coman y todo ese esfuerzo no alcance para responderle al profesor cuando les pregunta lo que vieron hace un par de clases.Mucho esfuerzo y magros resultados.
Apareció en mí, el profesor de idiomas, que también soy. El que da clases de francés. El que ha enseñado comprensión de lectura y los mandé a leer el texto sobre momento angular en el libro de Alonso y Rojo. Les dí algunos tips, de comprensión de lectura y espero que por lo menos lo esencial del momento angular lo entiendan y que se vean obligados a repasar.
Después de terminada la clase, que concluyó con los consejos para estudiar y aprender, seguí pensando en el asunto toda la tarde. El largo regreso de Cuautitlan al DF, me dio oportunidad de esbozar este texto y de pensar si no debería la facultad poner más énfasis en la orientación metacognitiva de los muchachos. Ellos saben lo que quieren: tener un trabajo e integrarse al mundo laboral. Le toca a los maestros y funcionarios decírles cómo lograrlo y ayudarlos a hacerlo, basados en sólidos conocimientos técnicos y científicos. Les toca a profesores y funcionarios fortalecer las instancias que dentro de la escuela deben enseñar a los estudiantes a “aprender a aprender”.
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