Terminada la clase de laboratorio de
ondas, el café era obligado y urgente.
Estoy frente al puesto de
café del campo 1, el que está en el pasillo de la entrada, cuando
distingo la figura de Santiago Flores de Hoyos.
¿Cuántos años de no verlo, tenía?
No lo se, muchos. Yo me fui de la FES Cuautitlán, a la entonces
DGSCA hace veinte años, cuando volví él ya no estaba. Muy
probablemente desde entonces no lo había yo visto. Luce muy parecido
a como lo recordaba salvo por las canas.
Lo saludo con mucho gusto, tengo
excelentes recuerdos de aquella época del Spaunam. Con Santiago es
siempre un gusto, y un aprendizaje, platicar. Intercambiamos algunas
frases de ingenio. El suyo esta intacto. Me cuenta que va a dar una
plática para rememorar los orígenes de la carrera de Ingeniería en
Alimentos. Me lo dice de una manera mucho menos formal y más
humorística: “Voy a platicar cómo engañamos al Dr. Guzmán y a
Soberón para crear la carrera, a partir de una opción terminal”.
(No traía yo grabadora, una disculpa en caso de que la cita no sea
estrictamente exacta).
Estoy con algunos alumnos y maestros,
que no conocían a Santiago y me preguntan quién es ese señor que
ya va camino a la unidad de seminarios. Les digo que es una de las
personas que echaron a andar la carrera de Ingeniería en Alimentos
en la FES C, pero más allá de eso una personalidad muy carismática
y de la que muchos aprendimos.
Recuerdo los días de las asambleas al
aire libre en los espacios abiertos del campo 1 y 2, cuando la
comisión tripartita y cuando las huelgas del Spaunam en 75 y 77.
No
olvido la capacidad oratoria y retórica de Santiago. Ahora que
escribo, recuerdo su respuesta a un estudiante que cuestionó quién
era ese maestro que tomaba la palabra. En su mejor estilo Santiago le
contestó: “Cuando tu no habías nacido algunos de nostros ya
estábamos en las calles partiéndonos la madre”, en obvia alusión
a su participación en el movimiento del 68.
Un recuerdo encadena otro, hablando del
68, me viene a la mente que alguna vez me prestó un libro de Paco
Ignacio Taibo II, dedicado a “El rompe.” El rompe era el mismo
Santiago y el sobrenombre le venía porque alguna vez tronó el motor
de un coche o lo chocó y le apodaron por eso el “rompe coches”.
El mote era un apocope. Me contó, en esa ocasión, que Paco Ignacio
había estudiado Ingeniería Química y en algún momento la dejó.
Me enteré, ahí en el pasillo del
café, que había una celebración de la 8ava generación de
Ingeniería en Alimentos y que vendrían más profesores de esa
generación, alguien me dijo que Carlos Castañeda, estaría también.
Me dieron ganas de verlo también y de
saludarlo. Me fui a la unidad de seminarios y ahí estaba Santiago (A
Carlos no lo ví, quizás estaba programado para otro día)
platicando cómo se había hecho la carrera de Ingeniería en
alimentos, mencionó la participación de Fernando Maya y de Jorge
Ludlow. Fernando recién retirado en Mayo y Jorge un personaje del
que se pueden escribir cientos de anécdotas.
Lo estuve oyendo un buen rato, los
dispenso de narrarles las peripecias para hacer el plan de estudios
que resultó de 12 semestres y luego cómo lo recortaron para dejarlo
en ocho o nueve. “Una irresponsabilidad”, decía Santiago, con
humor y auto crítica y luego agregó, nuevamente con humor: “pero
cumplimos la meta: La meta era que nos pagarán y no nos corrieran”.
En ese momento platicó la anécdota
del club de los medios cheques, es decir al que pertenecen los
hombres divorciados a los que se les deduce la pensión por nómina.
En otro momento, cuando narraba la
presentación del plan a los estudiantes, dijo”Ni modo, me voy a
adornar, pero es cierto: yo llenaba auditorios, ¿cierto o no?” y
señalaba a algunos ex alumnos de entre el público, como testigos de
su dicho.
Santiago, después de participar en la
creación del plan de estudios de Ingeniería en Alimentos se fue a
Inglaterra a hacer el doctorado, regresó y fue coordinador de la
carrera y después se fue, creo recordar, al IMP.
Otros más de quienes compartimos
aquellas historias de la comisión tripartita también nos fuimos, como Jorge Martinez Peniche y el mismo Carlos
Castañeda. Otros nos fuimos y volvimos como Juan Antonio Montaraz, que de su
doctorado, también en Inglaterra, volvió a la Facultad de
Veterinaria y de ahí a la FESC para ser coordinador del posgrado y
luego director.
Agradables recuerdos y muy oportunos,
ahora que estamos cerca de los cuarenta años de Unidades
Multidisciplinarias.
Cómo olvidar las reuniones en casa de Marcela
Astorga, que nos organizaba, consentía y soportaba a todos.
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