Llueve sobre Ciudad Universitaria. Un centenar, o poco mas, de personas nos encontramos debajo de una carpa blanca escuchando al rector de la UNAM, en su discurso por la inauguración de la escultura de Sebastian: “Los caminos de la justicia hacía el siglo XXII”. El circuito universitario ha sido parcialmente cerrado y algún automovilista toca el claxón, no se sabe bien si son los consabidos cinco tonos, que en el mejor de los casos expresan reclamo, o si es un saludo. El rector no se inmuta, interrumpe su saludo y dice: “Nos saludan con cariño, seguimos festejando el campeonato de futbol”. Retoma la palabra y un segundo conductor vuelve a tocar el claxón, ahora se distingue mejor la intensión de los cinco bocinazos. El rector tiene un destello de gran humor: “Ese era del América”, dice.
El público, todos, estallamos en una carcajada, que momentaeneamente interrumpe el discurso de Narro. Notable, piensó. Me imagino a los periodistas con los que viaje minutos antes al evento, al momento de escribir su crónica y me preguntó si la nota más relevante, de un evento lleno de aspectos muy relevantes, no habrá sido la brillante salida del rector.
El discurso del rector, en realidad fue un discurso muy caro al corazón de los pumas. Empezó, como dictan los canones, agradeciendo a quienes lo habían antecedido en el uso de la palabra y citando a los prominentes asistentes, como los miembros de la Junta de Gobierno, Coordinadores y directores de facultades e institutos de la UNAM. Después de esa formalidad se preguntó: ¿Por qué la UNAM para albergar esa escultura? Dio, primero, las que llamó las respuesta obvias. Porque Ciudad Universitaria ha sido declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO, porque el sitio donde se emplaza la escultura, es un lugar multitransitado y observable. Pero hay respuestas menos obvias, continuo explicando, hay lo que se llama la integralidad del trabajo.
Una Universiad, prosiguió, no solo debe transmitir conocimiento, también debe generarlo. Es importante la tarea de investigación, pero tampoco esas dos bastan: “Hay que transmitir la cultura”. La UNAM se siente muy orgullosa de sus artistas (momentos antes, al explicar las motivaciones de su obra, Sebastian había recordado que es universitario). En este momento justamente es cuando pasan los automóviles haciendo sonar sus claxón. El rector después de la caracajada general continua: La UNAM tiene todo eso, por eso cabe muy bien aquí, esa pieza que como abstracción, reitera Narro lo dicho por Sebastian hace unos minutos, no requiere explicación, pero que tiene, como ha explicado el autor su motivación en la Justicia y la Belleza.
Cambia el tono del discurso y de la explicación de porqué colocar la pieza en la UNAM pasa, el rector, a hablar de la Justicia, tema de la escultura. Insiste, refiriéndose a México, en que debemos resolver los problemas de siempre: En los promedios, puntualiza, mejoramos, pero la desigualdad ahí sigue.
Se vale del recuerdo de su reciente viaje a España, para hablar de los indignados del movimiento M-15 y del libro de Indigne-Vous de Stephane Hessel. Hay que indignarse, repite el rector, pero con ilusión...y a eso nos convoca esta pieza y termina agradeciendo nuevamente a quienes han creído que la Universidad es un espacio propicio para alojar esa escultura, antes de rematar con el lema de la UNAM: Por mi Raza hablará el Espiritu.
Pocos momentos después se da por finalizado el evento y entonces del público se levanta el Goya, Goya, Cachun, Cachun ra ra, Goya, Universidad!!!
De justicia e indignados, seguiremos hablando en otras entradas del blog. Por ahora me quiero quedar con el Goya en mis oídos.
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