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lunes, 21 de marzo de 2011

¿A quién le importa?

A quién le importa, pregunta Juan Manuel Torres Merino en un comentario dejado en la entrada anterior. A quién le importa el currículum, la trayectoría de una persona cuando se trata de copar los espacios en las comisiones dictaminadoras para no ser juzgados por alguien que antepone la academia al compadrazgo. La pregunta no es fácil de responder, es más simple la inversa: ¿a quién no le importa? Pues a los 29 votantes, a esos no les importa.
Pero yo quisiera pensar que a las autoridades de a de veras, es decir a las que son autoridades morales, sí les importa. Porque interesarse en que los mejores académicos integren los cuerpos colegiados es interesarse en la calidad de la enseñanza que se imparte en la FESC, es interesarse en los estudiantes, es interesarse en que aprendan no solo mejores lecciones de física y matemáticas, sino también mejores lecciones de valores morales; para que no terminen aceptando, recién egresados,  puestos mediocres de “jefecitos” para luego utilizarlos para hostigar estudiantes. No hay peor veneno que el que contamina a los jóvenes que podrían ser la esperanza del cambio de una generación que como la que “mangonea” en físico matemáticas se echo a perder. 
Afortunadamente hay jóvenes que tienen ganas de ser diferentes, de esforzarse por conseguir sus metas. 
El semestre pasado por ejemplo tuve un grupo de recursadores de física de farmacia. Uno se esperaría encontrarse con alumnos flojos, desinteresados o “burros”. No fue así.  Me encontré con estudiantes que no le habían encontrado sentido a estudiar física, en general muchachos dedicados, aunque la verdad medio desorganizados para estudiar. O si no, no entiendo como dedicandos e a la escuela hasta sábados y domingos, siempre andaban sufriendo en todas las materias.
Pues bien, en ese grupo había un estudiante que siempre intentaba resolver los problemas razonando, trataba de acordarse de lo que le habían enseñado en la prepa, a veces se confundía, pero siempre le echaba ganas.  Incluso alguna vez su entusiasmo lo llevó a no tener buenas calificaciones, pues ante problemas donde bastaba con usar una fórmula aprendida de memoría el se ponía a “inventar” y pues a riesgo de que el invento no jalara. Pero me daba la impresión de que la calificación le interesaba menos que hacer el experimento de "descubrir" nuevos métodos. 
Así que Juan Manuel, ¿A quién le importa? Debería importarnos a todos los que queremos que la FESC sea un lugar donde estudiantes como él, encuentren buenos profesores y eso no se va a lograr con las dictaminadoras actuales. 
Por cierto que ese alumno tiene un blog, les dejo el link. Ojala les guste.
  

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