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sábado, 20 de octubre de 2018

Ladridos, beisbol, Mathematica y literatura.


Me gusta el béisbol por que hace pensar.
No se puede seguir -y disfrutar- un partido sin ponerse la gorra de manager y estar todo el tiempo imaginando la señal que hay que mandar al bateador en turno. No es lo mismo cada uno de los nueve bateadores, cada cual tiene sus características y un orden para batear. No es lo mismo las bases vacías, que hombre en base y también hace diferencia cuántos y en que almohadillas. No es lo mismo la  situación sin outs, que con un out o dos.
Ya ni que decir que hay que tener presente el marcador y la entrada que se está jugando. Total, que es muy entretenido dirigir… quiero decir ver el partido.
A ese intrínseco placer que produce el  ver los juegos de béisbol agregué en días pasado el de la literatura y las matemáticas.
Sucede que en el cuarto partido de la serie de campeonato de la liga nacional entre Dodgers y Cerveceros, el cronista Alfonso Lanzagorta mencionó la trillada afirmación de que la frase "los perros ladran, Sancho, señal de que avanzamos" no aparece en el Quijote. Hasta ahí, todo normal, pero agregó, el comentarista, un dato nuevo (para mí): la frase es de Goethe y viene en un poema que se llama Ladrador.
Me digo que valdría la pena averiguar si es cierto, pero el juego se va a entradas extras y yo a dormir.
Al día siguiente veo en mi Fb la publicación del poema "Ladrador" que realizó José Manuel Ortiz Soto, amigo que al igual  que yo había estado siguiendo el partido. Dice José Manuel en su post:
Donde quiera se aprende: un comentarista de beisbol dice que una frase adjudicada a Cervantes es de Goethe, y menciona el nombre del poema. Lo busco. Y sí, aquí está.

Kläffer (Ladrador) - Goethe, 1808
Cabalgamos por el mundo
En busca de fortuna y de placeres
Mas siempre atrás nos ladran,
Ladran con fuerza…
Quisieran los perros del potrero
Por siempre acompañarnos
Pero sus estridentes ladridos
Sólo son señal de que cabalgamos

Le agradezco a José Manuel, en su muro, el que me haya hecho la tarea que tenía pensado realizar. Empezamos a conversar intermitentemente a través de la red sobre los cronistas deportivos. 
Vale la pena una pequeña digresión para evocarlos:
Comento que Lanzagorta me parece un buen cronista de beisbol, lo mismo que Eduardo Jerez de ESPN. Sigo extrañando al Mago y a veces a Sony, le digo.
José Manuel incorpora a Fernando Marcos de quien dice era un tipo preparado. Mi antiamericanismo sale a flote en mi respuesta:  
-Fernando Marcos me parecía un americanista inaguantable, quizás haya sido culto, pero prefería yo a Ángel Fernández.
De Ángel Fernández pasamos al perro Bermudez y otra vez mis fobias a los comentaristas del América, digo de televisa…bueno es lo mismo, se expresan: “El Perro ladraba, aunque nadie avanzara, jajaja. Es malísimo”. A Juan Manuel, minificcionista de corazón se le ocurre que podemos hacer una minificción con la frase: “El Perro Bermúdez ladraba, aunque nadie avanzara”. Me imaginé despertando frente a la televisión y el perro seguía ahí.
A esas alturas de la plática ya estamos de acuerdo en que seguramente la frase "los perros ladran, Sancho, señal de que avanzamos "no viene tal cual, en el Quijote, pero que era posible que hubiera un pasaje donde Don Quijote hiciera una alusión parecida y que dado que Goethe es posterior, posiblemente el poeta alemán se hubiera inspirado en ese pasaje de Cervantes para su texto.
José Manuel me dijo que había leído el Quijote tres o cuatro veces y no tenía memoria de ninguna frase parecida, pero que ya tenía un bonito pretexto para releerlo.
A mi no se me antojo leerlo pero me vino a la  cabeza una conversación con mi amigo Tomás Garza. El mismo Tomás Garza que fue Director del Instituto de Investigación en Matematicas Aplicadas IIMAS de la UNAM y Secretario Administrativo de la UNAM en el rectorado de José Sarukhan. Recordé que Tomás me había platicado de un análisis de las palabras del Quijote que realizó con Mathematica.
Mathematica es un software de la compañía Wofram que como veremos en lo que sigue puede realizar análisis y operaciones que parecerían fuera de su dominio natural.
Le puse inmediatamente un correo a Tomás Garza con la pregunta: ¿Podríamos zanjar, de una vez y para siempre, el asunto de si el Quijote dice o no la frasecita en cuestión? ¿Tienes aún el archivo con el texto del Quijote? ¿Es posible hacer la búsqueda de frases cercanas, por ejemplo "perros ladran"?
La respuesta de Tomás fue inmediata: “En efecto, la frase en cuestión no aparece en el Quijote, ni versiones similares. Te incluyo un notebook con la búsqueda. Ya la había hecho anteriormente, junto con otras”.
La imagen siguiente está tomada del notebook (programa de Mathematica) que me envió:
Puede apreciarse que en más de 17 mil palabras que tiene la obra no parecen alusiones a los perros que ladran al avance de los jinetes.
La reseña y comentarios acerca de la frase de los ladridos de los perros que saludan el paso de quienes cabalgan “en busca de fortuna y de placeres”  podría concluirse diciendo que no hay duda que la frase no está en el Quijote y que la idea expresada de manera un poco diferente viene en el poema de Goethe.
Dado que el original está en alemán, supongo que en español podemos seguirla citando en la versión vox populi: "Los perros ladran, señal de que avanzamos", nomás sin evocar a Sancho.
Pero más allá de la anécdota literaria y beisbolística, lo que me parece que debe enfatizarse es el uso que puede hacerse de programas de cómputo como Mathematica para realizar tareas que a primera vista no parecen tener mucho que ver con esa ciencia. Digo a primera vista porque contar, clasificar y ordenar son tareas naturales de la estadística, aunque se apliquen a la lingüística o al derecho, o a cualquiera de las llamadas ciencias sociales.
Lo mismo da contar palabras que intensidad de color en los pixeles; tarea que por cierto realiza actualmente un estudiante mío para hacer análisis de imagen de un proceso térmico.
Así que "malas noticias" de las matemáticas no se salvan ni el béisbol, ni la literatura... y agregaré ni los videos.

jueves, 4 de octubre de 2018

Paco Ibáñez El eterno rebelde.


Para Ivett Tinoco con mi gratitud.

Cuando supe que Paco Ibáñez se presentaría en la Feria Internacional del Libro del Estado de México (FILEM), levanté la mano para apuntarme al concierto. La generosidad de Ivett Tinoco hizo posible no sólo que pudiera verlo en el escenario y que me firmara, al final del espectáculo, una foto en la que aparece él junto a Brassens y Serrat, sino que también unas horas después estuviéramos en casa de ella cantando La Mauvais reputation.

La Mala reputación, como se llama la canción en castellano, es un himno de rebeldía, de libertad y de anarquía. Es un texto que habla de lo molesto que le resultan al mundo las personas que quieren seguir su propio camino[1], habla también del desdén al militarismo patriotero[2],  de cierta complicidad con el marginado y encono con el prepotente[3]. Es una canción con la que es muy fácil identificarse cuando se tiene un espíritu libre.

Unas horas antes, mientras lo oía cantar pensaba en que Paco Ibáñez era un eterno rebelde. Cuando me firmó su foto, nos tomaron una instantánea y cuando la subí al  Facebook, le puse así: Con el eterno rebelde.

En casa de Ivett tuve la suerte de quedar sentado junto a Paco y entre copa y copa que servía (me tocó atender enológicamente a las visitas. Incluido yo mismo, obvio.) hablaba con él. Le dije que había tres personas con las que me hubiera gustado mucho poder platicar: Borges, Brassens y él. Lo cual era totalmente cierto.

Con los dos primeros ya me sería imposible hacerlo, pero ahí estaba yo ahora  hablando con él; rodeado de buenos amigos. Además de Ivett y sus hijos, estaban  los músicos de Paco, su compañera Julia, una pareja de  amigos catalanes venidos de Torreón a escucharlo, Miguel Peraza, escultor mexicano, junto con su pareja, Margarita Ontiveros, Rosario Rogel y Mohsen, poeta persa traductor y musicalizador de versos de García Lorca.

Como ocurre en las reuniones exitosas, no había una conversación única. Los hilos de varias de ellas se mezclaban entre sí y con el ruido de los vasos, la música de fondo y las risas. Yo de tanto  en tanto me levantaba a abrir otra botella de vino y ver que todos estuvieran bien atendidos, en ese rubro. Miguel bebía vino blanco; Paco, cerveza y los demás, tinto. Todos casi, también mezcal.

En alguna de las vueltas de la conversación le pregunté a Paco cómo era Brassens. Me contestó: “Como sus canciones, sencillo, ingenioso y un poco tímido”. Hablamos de Séte y del cementerio marino.

Paco recordó la foto en la que le había solicitado su firma al final de su presentación. Me preguntó cómo la había obtenido. Le platiqué que era una captura de pantalla de un video que busqué en Internet, quedé de mandársela después. 

Traía yo la foto en el celular y lo saqué para mostrársela. Apareció mi Facebook y la foto con él, que acababa de subir. Paco vio lo del Eterno rebelde y le agradó. La foto tenía algunos cometarios que leímos juntos. Le pregunté su año de nacimiento. 1934, me contestó.

La plática colectiva iba por muchos rumbos, en una de mis vueltas de la cocina a la sala, alcancé a oír que Margarita bromeaba a Paco sobre “su do” y el do de su guitarrista. Un chiste local derivado de lo que Paco había dicho en escena.  

Volvimos a hablar de algunos temas que Paco había mencionado en su presentación. Comentó nuevamente sobre su vida en el país vasco, habló en euskera. Uno de sus músicos recordó que una mujer que le interesaba le dijo: “musu asko”, que él  mal interpretó  como mucho asco, cuando en realidad quiere decir muchos besos.

El asunto se volvió Trending Topic en la reunión. Todos queríamos saber cómo se dice dame un beso o dame dos o dame muchos.

Paco recordó a sus tíos, a su abuela, el ganado y las canciones de Jorge Negrete que, según ocurrencia de uno de sus tíos, le pedían cantar para hacer producir más a las vacas.  Cuando nos contaba esto, Paco imitaba el sonsonete de los mexicanos. Yo traté de responder imitando el acento español y me dijo: “sonó como de Zaragoza.” Ivett acotó: te faltaron como dos tequilas.

De repente, en una de mis vueltas a la cocina ya hablábamos de poesía persa. Ivett pidió silencio y Mohsen declamó en persa su traducción musicalizada de García Lorca.

El tema de la rebeldía se mantenía como eje de la conversación, hablamos del inminente “2 de octubre”. Para mostrarle a Paco lo que era esa fecha en la memoria colectiva, me dirigí a Rosario y le dije: 2 de octubre. Ella respondió: no se olvida. Hablamos entonces del mayo francés.

No recuerdo quien sacó a colación el tema del futbol (en una de esas y fui yo). Paco manifestó claramente que no lo veía, ni le interesaba. Le pregunté su opinión de Eduardo Galeano y me dijo que era un gran personaje, le hablé de la pasión de Galeano por el futbol y de sus libros sobre el tema.

Lo sé, me dijo, pero hay algo que no me gusta en la manera en que la gente sigue los deportes y me platicó que al día siguiente de una matanza en la guerra de Bosnia, Miguel Induráin había ganado el ascenso de los pirineos en el tour de Francia y la gente había estado mucho más interesada en lo que hacía Induráin que en la matanza del día anterior.

Caímos en el tema de las guerras y volvió a aparecer Brassens, cité la canción de Les imbéciles heureux qui sont nés quelque part, de ahí pasamos a Le pluiriel, que dice en traducción aproximada: cuando somos más de cuatro, somos una bola de pendejos.

En ese momento dimos con La mala reputación, me dijo que no se acordaba bien de la letra en francés. Yo tampoco, pero la empecé a tararear, mascullando la posible letra. El la cantaba en español. Rosario tuvo la buena ocurrencia de grabar un video que más tarde me compartió y de donde salió la foto que ilustra esta parte del texto.

Cuando terminamos,  le pregunté cómo había traducido a Brassens. Me contó que las traducciones las había hecho un amigo suyo de nombre Pierre Pascal.  

Algo más habremos hablado, pero ya no debe haber sido mucho; pues Paco estaba cansado por la presentación, por la altitud de la ciudad de Toluca y seguramente por la diferencia horaria con Europa.

Un poco más tarde Rosario los llevó a su hotel, mientras nosotros nos quedamos un rato platicando entre nosotros.

De regreso al hotel donde nos hospedamos iba yo aun pensando en lo conversado con Paco y me acordé la primera vez que supe de él, gracias a Jean Pierre Satgé, mi vecino en Toulouse, Francia.

Jean Pierre era un dibujante muy talentoso, que tocaba la guitarra y cantaba a Brassens. Un artista que se camuflaba como empleado de la BNP. Un día que le dije a Jean Pierre que me gustaría traducir a Brassens, me presentó la obra de Paco Ibáñez.

Me encantó el trabajo de Paco pues para la generación a la que pertenezco, la de la explosión de nacimientos que siguió al final de la segunda guerra mundial (baby boom), la rebeldía no era opcional.  
Desde que conocí de la existencia de Paco Ibáñez pasaron treinta y seis o treinta y siete años, hasta que mi destino se encontró con él en casa de Ivett, el sábado pasado. Muchas gracias


[1] Yo no pienso pues hacer ningún daño

Queriendo vivir fuera del rebaño;

No, a la gente no gusta que

Uno tenga su propia fe.


[2] Cuando la fiesta nacional
Yo me quedo en la cama igual,
Que la música militar
Nunca me supo levantar.



[3] Si en la calle corre un ladrón
Y a la zaga va un ricachón
Zancadilla pongo al señor
Y aplastado el perseguidor