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sábado, 26 de agosto de 2017

Experimentos realizados en la FESC el11 de julio de 1991.



Rodrigo Carrillo Ramírez y Saúl Valencia Mosqueda, entonces estudiantes del tercer semestre de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, con ayuda de un sensor de luz (fotodiodo), un voltímetro analógico y un medidor de resistencia eléctrica (ohmetro) midieron analógica y digitalmente, cada 30 s. la luminosidad ambiental durante casi tres horas. Con los datos adquiridos realizaron una gráfica en la que los datos de luminosidad se presentan en una escala de valores en que el uno corresponde al valor máximo de la luminosidad durante el intervalo de tiempo considerado el cero al mínimo. En palabras de Saúl y Rodrigo los acontecimientos ocurrieron así: 
 
"8 hr. Nos instalamos frente a la biblioteca de campo 4, colocando el medidor digital y analógico.
12:01 hr. Observando el sol, pudimos apreciar el primer contacto, desde ese momento comenzamos a registrar las mediciones en periodos de treinta segundos.
13:10 hr. En medio de un cielo despejado, la luz empezó a disminuir considerablemente y notamos que el medidor analógico había registrado más este cambio.
13:14 hr. Los medidores registraron obscuridad total (Totalidad del eclipse).
13:26 hr. La luz comenzó a aumentar y los datos leídos fueron posteriormente semejantes a los anteriores".

También el ingeniero Gustavo Mercado, responsable de la estación meteorológica de la FESC, realizó mediciones de distintas variables ambientales; él narró así los hechos en el suplemento especial de la revista UNAM Comunidad que realizamos para dar cuenta de las actividades organizadas con motivo del eclipse: 
 
"El evento meteorológico que presenciamos el pasado 11 de julio revistió una gran importancia para el mundo entero porque fue un fenómeno que modificó el comportamiento de los elementos del clima, aunque por breve lapso de tiempo".
"El trabajo comenzó a las 8 hr del día 11 de julio de 1991; hora en la cual se registraron la
mayoría de los datos climáticos en la estación. A partir de las 9 hr y hasta las 13 hr. el registro se realizó cada 15 minutos y de las 13:01 a las 14 hr  se tomaron cada minuto.
"Posteriormente continuó el registro cada 15 minutos hasta las 14:45 hr; hora en la cual se suspendió el trabajo debido a la presencia de lluvia que impidió tomar el último registro de las
15 hr.
"Los elementos climáticos que se registraron fueron los siguientes:
a) Temperatura al abrigo.
b) Temperatura a la intemperie a cuatro distintas alturas (20, 40, 60 Y 80 cm.).
c) Temperatura en la superficie y fondo del tanque de evaporación.
d) Humedad átmosférica.
e) Presión atmosférica.
f) Temperatura del suelo a tres profundidades (10, 20 Y 50 cm.).
g) Nubosidad y género de nubes.
h) Presencia de meteoros atmosféricos.
i) Dirección y velocidad del viento a 2 metros de altura.
j) Recorrido del viento a 30 cm. del suelo.
k) Horas de insolación.
l) Radiación solar global".

En el mismo número especial de UNAM Comunidad, también se reseñó la actividad de otros profesores. Por ejemplo Ricardo Hernández Paramount reportó la observación indirecta del eclipse: "Dicho dispositivo consistía en un espejo con soporte colocado a 12 m. de una pared plana, con el cual se obtuvo una imagen del disco solar de 16 cm. de diámetro reflejada en la pared".
Jesús Cruz comenta sobre la observación, usando un telescopio refractor: "durante el eclipse solar del 11 de julio pasado se realizaron observaciones de la evolución del fenómeno, usando un telescopio refractor de 70 mm. y de 25X. Al frente de los lentes del telescopio se colocó un filtro hecho con un vidrio de soldador del número 14".
Rita del Castillo reportó sobre los análisis del foto periodo en dos razas de ovinos: "El experimento consistió en comparar las modificaciones en el ritmo circádico de las concentraciones de las hormonas tiroideas, la melatonina y el cortisol; en muestras sanguíneas obtenidas mediante un catéter implantado en la yugular de una raza de ovinos marcada mente estacional, como la Suffolk y ovejas Tabasco o Pelibuey, una raza de origen tropical de actividades reproductiva prácticamente continua".
"Las muestras sanguíneas se tomaron a intervalos variados desde las 14 horas del día anterior hasta las 20 horas del día del eclipse. Toda esta etapa experimental se realizó en el módulo de ovinos de la FES Cuautitlán".

jueves, 24 de agosto de 2017

La Fiesta del Eclipse en la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán



El once de julio de 1991 ocurrió en México un fenómeno natural notable: un eclipse total de
Sol. Un acontecimiento tan extraordinario tiene grandes repercusiones, tanto en lo humano como en lo científico. En la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán organizamos, junto con la Coordinación de la Investigación Científica de la UNAM, un campamento para su observación.
Los pronósticos del tiempo no eran muy halagüeños. La probabilidad de que en la zona de
Cuautitlán, el once de julio de 1991 fuera un día nublado y por ende resultara imposible observar el eclipse era alta. Muchas personas prefirieron viajar a sitios cercanos como el estado de Morelos y otros más lo habían hecho con anterioridad a Nayarit o Baja California.
Sin embargo tuvimos suerte quienes nos quedamos en Cuautitlán. La observación fue perfecta y el ambiente extraordinario.
Desde temprano se habían iniciado las actividades con la exhibición de videos y conferencias. El auditorio de Extensión Universitaria estaba a reventar y se palpaba la excitación por todas partes, lo mismo en los grupos de niños que terminaban de construir sus instrumentos de observación, "botéscopios" y "cucuruchoscopios", que en quienes compraban filtros para el sol y suvenires del eclipse.
En el área de las canchas de basquetbol se había encalado una superficie de aproximadamente 400 metros cuadrados con la esperanza de poder fotografiar las sombras volantes. Alrededor de ella se fueron instalando las cámaras fotográficas, las plantas y animales cuyo comportamiento se quería estudiar, el telescopio, y varios dispositivos para la observación indirecta del fenómeno.
Los asistentes nos movíamos nerviosamente visitando uno y otro de los sitios donde se realizaban experimentos. Algunos fuimos al rancho y a la estación meteorológica con que cuenta la facultad para observar las mediciones en curso. Tomábamos fotos y observábamos a través de los filtros y "botescopios" el progresivo avance del menisco oscuro sobre el disco brillante. Durante un par de horas el fenómeno se desarrolló lentamente.
De pronto, hubo un brusco descenso en la temperatura, la noche lo cubrió todo; un pájaro voló, salido quién sabe de dónde, y un murmullo colectivo salió de la multitud reunida alrededor del rectángulo de cal, como de una sola garganta. Se dejaron de lado los filtros y se observó el incomparable espectáculo luminoso. Se veían los planetas más cercanos al sol. La emoción tendía un lazo de unión entre todos los presentes. Después, casi tan bruscamente como había anochecido, volvió a amanecer y se elevó la temperatura nuevamente. Ya con luz del día, la gente seguía emocionada y comentando el suceso como si hubiera ocurrido hacía mucho tiempo. Con el segundo despertar del sol, en ese día, los asistentes empezaron a retirarse. El área blanca se fue quedando sola, las sombras volantes no se presentaron. El eclipse de sol del 11 de julio de 1991 era historia. Quienes lo vimos no lo olvidaremos.

miércoles, 23 de agosto de 2017

El eclipse que fue.



(Texto escrito en 1991, con motivo del eclipse total de Sol)

¿Por qué causa tanto revuelo un eclipse total de sol?
Básicamente, creo, que por su belleza; y porque ésta, debido a que el eclipse es poco frecuente se aprecia mucho más. 
Día con día, con el ocaso, el horizonte se pinta de rojos y naranjas, y aunque reconocemos la estética del fenómeno natural pocas veces nos ocupamos especialmente, de él. Un eclipse total de sol agrega a la belleza de una efímera noche en mediodía la rareza de lo que ocurre cada siglo.
Un eclipse total de sol es la afortunada conjunción de una serie de factores en el movimiento relativo de tres astros: la tierra, este planeta en el que guerreamos, amamos y morimos, tratando vanamente de trascender nuestra fugacidad; la luna que, a despecho de la existencia del Apolo XI, arranca todavía suspiros a los enamorados, y el sol, símbolo universal de la deidad desde Tonatiuh hasta Febo.
Nuestro planeta realiza dos movimientos principales con respecto al sol: una rotación en torno de su propio eje en 24 horas, lo que produce la impresión de que el sol se mueve en el cielo de este a oeste, y una traslación que tarda un año en cerrar un circuito. La luna realiza una órbita alrededor de la tierra en poco menos de 28 días, mismo tiempo que emplea en girar en torno de su eje. Conjugados los cuatro movimientos producen distintas posiciones relativas de los tres cuerpos siderales. Uno particularmente importante es cuando todos se encuentran alineados porque entonces se produce un eclipse.
Podría pensarse que una posición como esa no debe ser tan rara, pues se daría casi mensualmente. El problema es que el plano de la órbita de la tierra y el de la luna no es el mismo, sino que forman un ángulo de cinco grados. 
Clarifiquemos con la siguiente analogía: imaginemos una maqueta en la cual el sol se encuentra en el centro de una mesa, y la tierra gira en torno a él sin abandonar la mesa, pero la luna rota alrededor de la tierra entrando y saliendo de la mesa cada catorce días aproximadamente.
Los puntos en los que la luna entra y sale de la órbita terrestre se llaman nodos y a la línea que los une,  nodal. La dirección en la que apunta la línea nodal gira con un período de casi 19 años, por esa razón, la posición relativa de la luna y el sol no se repite sino cada 18 años y 11 días -lapso llamado Ciclo de Saros- y no cada 27 días como sería si las dos órbitas estuvieran en la “mesa”.
El hecho de que en cada Ciclo de Saros las posiciones del sol y la luna se repitan produce en la tierra eclipses muy semejantes, la diferencia es la región del planeta en la que son observables.
El conjunto de eclipses que se van produciendo cada ciclo forman una serie que se denomina de Saros. El eclipse del jueves 11 de julio de 1991 formó parte de la serie Saros 136. El anterior eclipse de esa serie tuvo verificativo el 30 de junio de 1973 y el siguiente sucederá el 22 de julio de 2009. La zona del planeta en que ocurren es distinta para cada eclipse de la serie.
Cuando tierra, sol y luna están alineados puede quedar la luna entre el sol y la tierra, lo que produce un eclipse de sol, o bien la tierra situarse entre su satélite y el sol, lo que genera un eclipse de luna. Los eclipses más espectaculares son, por supuesto, los de sol, y a ellos nos referimos por lo general cuando hablamos simplemente de un eclipse. Aunque los eclipses se dan con una periodicidad de casi 19 años, no siempre son observables, pues pueden suceder en el mar o en partes inaccesibles del planeta, si aún las hay.
Otra coincidencia más, aparte de la alineación de la tierra con el sol y la luna, que hace posible los eclipses totales, es que el diámetro aparente -el tamaño que visto desde la tierra parecen tener- del sol y la luna sea el mismo; lo que permite que cuando la luna se interpone entre nosotros y el sol la cubra completamente. Esta curiosidad se debe a que la luna es tantas veces más chica que el sol, como mayor es la lejanía del sol a la tierra respecto a la de la luna.
Durante un eclipse total de sol, la Intensidad de su radiación disminuye ostensiblemente, lo que ha permitido realizar observaciones de hechos que en otras circunstancias serán difíciles de apreciar. Célebre es el experimento mediante el cual el astrónomo inglés Eddington midió la deflexión de los rayos de luz por el campo gravitatorio durante el eclipse de 1931 en Sudáfrica, comprobando así, por primera vez con un hecho experimental, una de las predicciones más notables de la teoría de la relatividad de Albert Einstein.
La posibilidad de realizar experimentos poco comunes es lo que motiva a los investigadores de todo el mundo a desplazarse al lugar donde sucede un eclipse. Aquí en México, en 1970 y 1991 se dieron cita delegaciones de científicos rusos, japoneses y, por supuesto, mexicanos.
Para el común de los mortales, quienes no se dedican al estudio de estos fenómenos, la oportunidad de ver un eclipse total de sol se da prácticamente una vez en la vida y es natural que se tenga curiosidad por ver el fenómeno durante el mayor tiempo posible. Es prudente recordar que junto con la radiación electromagnética visible que nos llega del sol -la luz- viene otra radiación que no vemos; la ultravioleta, que puede producir quemaduras irreversibles en la retina. Es muy importante no observar un eclipse sin una protección visual adecuada, y aun cuando se realice con auxilio de un filtro, por ejemplo un vidrio de soldador del 14, es prudente no observar el fenómeno por más de 5 o 6 segundos.
El eclipse es también una oportunidad para que los niños y los jóvenes tengan contacto con un impresionante hecho científico. Durante mucho tiempo, antes de que se conociesen las leyes que rigen el movimiento de los cuerpos celestes, se pensó que los eclipses eran fenómenos mágicos atribuibles a los estados de ánimo de las deidades con las que en las distintas culturas se identificaban al sol ya la luna.
A quienes quieran conocer un poco mejor los aspectos científicos relacionados con los eclipses les recomendamos la lectura del magnífico libro titulado “Eclipse total de sol en México 1991”, editado por la Universidad Autónoma de México y escrito por Julieta Fierro, Jesús Galindo y Daniel Flores.