La
semana del 14 al 18 de agosto la FES C estará celebrando los 40 años de la
carrera de Ingeniería en Alimentos. Los organizadores de la comida del viernes
18 me hicieron el favor de invitarme; asistirán miembros de todas las
generaciones de Ingeniería de Alimentos.
Pensando en lo extraordinario de la
reunión pasé a preguntarme que registro formal tenemos de los éxitos de
nuestros egresados. Dije nuestros porque para fines de egresados de algunas
generaciones, me considero parte de la FES C.
De
hecho he guardado contacto con algunos de mis ex alumnos y con ex colegas que
son egresados de la FESC y cuyo trabajo me parece que amerita ser comentado en
la serie de textos que intermitentemente he venido escribiendo aquí sobre la historia de la
FES C.
Ese es
justamente el caso de Fernando Álvarez Núñez, Director Científico de Applied
Molecular Genetics (Amgen).
Fernando es egresado de la carrera de QFB y Amgen, la empresa líder
mundial en el descubrimiento, manufactura
y comercialización de medicamentos biotecnológicos. Fernando tiene muchos logros,
por ejemplo es miembro del Comité Editorial de la revista más prestigiada de
Ciencias Farmacéuticas, Journal of Pharmaceutical Sciences. Fue miembro del
Comité de Expertos de la Farmacopea de Estados Unidos (USP) en el período
2010-2015. Sin
duda es un orgullo para la FES C.
Conocí
a Fernando a mediados de los años 80 en la FES C y desde entonces hemos
mantenido el contacto. Recientemente
platiqué con él sobre su trabajo, su formación y su carrera profesional.
Me
habló de la importancia de Elsa López Ortiz, su maestra de segundo y quinto
grado de primaria que le ayudó mucho en su autoestima al elogiar en público sus
tareas. Conversamos del desarrollo de su vocación científica que se dio de
manera natural a partir de lo que se le facilitaba y le gustaba, hasta
encontrar en la carrera de QFB una opción que integraba sus intereses.
Por
supuesto no podíamos dejar de conversar sobre la FES C. Me confió que solicitó el ingreso a la
carrera de QFB sin especificar plantel y fue asignado a Cuautitlán. Reconoce,
claro, que haber estudiado en Ciudad Universitaria hubiera sido una experiencia
diferente que le hubiera permitido interactuar con otras facultades, como
Filosofía y letras, pero recuerda con mucha satisfacción que Campo 1 es una
comunidad pequeña, pero muy bien enfocada.
Hablamos
de los cinco años que ahí pasó como estudiante y de otros siete como profesor,
recuerda haber tenido maestros jóvenes y muy buenos, “te atrevías a interactuar
con ellos”. La distancia a la casa nos hacía vivir en la FESC, maestros y
alumnos vivíamos en esa isla de Cuautitlán”. Rememoró el paro de varios meses en que participó en 1983.
El paro, recuerda, ayudó a cohesionar un grupo de estudiantes como él que buscaba tener mejor
escuela y mejores armas académicas. Recuerda con agrado sus amigos
de la carrera de Ingeniería en Alimentos, de Química e Ingeniería Química.
Otro
recuerdo de esos tiempos son los servicios que Fernando y otro grupo de
profesores empezaron a prestar a la industria. Un trabajo que realizaban por
iniciativa propia y que cobraban en especie, para evitar la burocracia del pago
formal. Como resultado obtuvieron un modem que les permitió conectarse a la
biblioteca de la Universidad de Harvard y experimentar una gran emoción.
Sobre
los malos recuerdos me dice que los ha
ido olvidando poco a poco. En general tiene buenos recuerdos del crecimiento de
la comunidad de la FES C.
Entre
esos buenos recuerdos está el de las dificultades que le ayudaron a generar
habilidades únicas, como arreglar equipo,
purificar solventes y usar el diseño de experimentos como
herramienta para obtener datos robustos y principalmente ahorrar recursos… que quizás en Ciudad Universitaria no hubiera desarrollado.
Después
vino el posgrado. Recuerda Fernando: “estudié el posgrado porque me di cuenta
que tenía que entender mejor, para poder
enseñar”. Hizo una maestría en Físico Química, que era un área débil de la FES
C, en el ITESM. Después su interés en el desarrollo de
nuevas moléculas lo lleva a buscar opciones de doctorado en los Estados Unidos.
En ese país se realiza la gran mayoría de la investigación en ese campo. En México no existía, ni existe, la opción
de desarrollo de nuevas moléculas, desde
su concepción hasta su comercialización.
“La
industria farmacéutica en México es manufacturera, adapta fórmulas y procesos
pero no crea nuevas moléculas. En Estados
Unidos se crean nuevas moléculas, se desarrollan nuevas
fórmulas, se diseñan nuevos sistemas de
dosificación y todo
esto se prueba en ensayos clínicos únicos”, me dice.
En el
doctorado tuvo un área principal de estudio en Ciencias Farmacéuticas y una
secundaría en materiales e Ingeniería, lo que le ayudó a balancear los aspectos
de la ciencia básica con sus aplicaciones. Eso le permitió, al salir del
doctorado ir a la industria. Una experiencia que ya desde la FES C, sentía
necesaria para dar clase. En el doctorado, relata, “me toca resolver problemas de absorción de
moléculas anticancerígenas”. “Mi doctorado es ciertamente sólido en ciencia básica
-tomé clases de
termodinámica cuántica, ciencia de las superficies y propiedades mecánicas de
materiales- pero relacionado con
una industria que produce servicios a la población en general”, agrega.
Fernando
continúa explicándome que la relación entre la academia y la industria es aún
ahora muy incipiente y en la época en la que él era estudiante, casi
inexistente. “Harvard y MIT tienen mucha relación con la industria farmacéutica. Sin embargo, en pueblos relativamente pequeños como
Ann Arbor Michigan, la Universidad de Michigan y uno de los grupos de
investigación y desarrollo de Pfizer (que en el año 2000 tenía cerca de 3,000
científicos), no tenían mucha colaboración.
La
Industria y la academia por lo general no se entienden mutuamente y ninguno de
los dos se ocupa de entenderse con el otro, sin embargo es un esfuerzo que hay
que estar haciendo todo el tiempo. Me da como ejemplo que él ha sido profesor adjunto de
la Universidad de Kansas por cerca de 10 años y que acaba de iniciar un
proyecto con la Universidad
de Queens en el
Reino Unido para que ellos resuelvan problemas para
los que aunque en la industria existe el talento para hacerlo, no tienen el
tiempo. Sin embargo,
Fernando advierte que una industria manufacturera como la mexicana, es difícil
que un profesor resuelva problemas de interés si no tiene experiencia
industrial.
Cuando
le pregunté si ser egresado de una universidad pública, en particular la FESC,
le había representado alguna desventaja, me contestó que la procedencia de una
universidad pública no tiene relevancia para las universidades norteamericanas, por
ejemplo, Universidades muy prestigiadas como la Universidad de California en
Berkeley, La Universidad de Michigan, la Universidad de Illinois, el Instituto
Tecnológico de Georgia son instituciones públicas altamente prestigiadas. “Los egresados del ITESM y la UDLA pueden
tener cierta ventaja en el manejo de idiomas, pero en general la FES C nos dio
muy buenas armas, dice satisfecho”.
Cuando
hablamos de la infraestructura necesaria para realizar investigación me dice que la infraestructura de avanzada o equipos sofisticados
son una gran ayuda pero que en su experiencia la mejor infraestructura puede
ser un desperdicio si no existe talento y rigor científico. El talento individual con formación rigurosa no se puede sustituir
asegura, pero aclara que hay que desarrollar también otras habilidades como las
de comunicación. En su caso comenta que ha
sido muy importante poder comunicarse con otros especialistas como los médicos
y los mercadólogos. Es importante esta
comunicación para no estancarse, estimularse unos a otros. En su caso, me dice,
está en comunicación continua con oncólogos, psiquiatras y otros expertos con los que intercambia experiencias de mutuo interés..
Seguimos
hablando de su desarrollo profesional y de sus proyectos, me confiesa que le
gustaría poder participar en grupos
que desarrollasen
terapias incluyendo nuevas moléculas para enfermedades mentales, como la
esquizofrenia o los ataques de pánico; porque estas enfermedades son extremadamente complicadas y no se puede
medir la curación con precisión. También le gustaría
participar más intensamente en el
desarrollo de recursos humanos de investigación.
Este
último tema nos conduce de manera natural a su relación con México y con la FES
C, nos lleva también a hablar de los mexicanos en USA. Me cuenta de un grupo de
científicos mexicanos que se agrupan
en una red informal. Me platica de
Rodolfo Pinal, que
es profesor asociado en la Universidad de Purdue, de Lucila García que es profesora asistente en la
Universidad de Oklahoma y de David Lechuga que también es científico
farmacéutico en Estados Unidos. Me dice que ha buscado que inviten a Pinal a la FES C a hablar con
los estudiantes. Propone que habría que aprovechar las vacaciones de estos
profesores en México, para llevarlos a la FES C.
Me
confiesa que él mismo, cada vez que va a México de vacaciones, usa algunas
horas para estimular a los muchachos a
que salgan a estudiar y generar más recursos para el país. Y aunque hay algunas
limitaciones de propiedad intelectual, en lo que puede platicarles, le parece
que es muy importante no olvidar el vínculo con México.
Les
dice que si quieren hacer investigación tienen que hacer un posgrado, preferentemente Doctorado. La FES C les da las armas para competir por un
puesto en los posgrados internacionales, a
la par que egresados de otros países, incluídos los USA.
Hay una
gran oferta de posgrados, dice, y aconseja a los estudiantes que valoren la parte de rigor académico e investigación de cada
una de las opciones; que hablen con los egresados de esos posgrados y tomen una
buena decisión.
Le pregunto
por un último consejo para los estudiantes: ¿Qué deben hacer para poder, como él, ser líder de equipos en
los que hay grandes científicos, egresados de los posgrados de MIT y de
Harvard? ¿Cómo lograr que todos trabajen para alcanzar metas comunes?
Me
responde. Con tres condiciones:
• Tener formación sólida
en ciencia
básica.
• Mantener siempre la creatividad y
• Aprender diario del trabajo con la gente.
Adendum: El 18 de enero de 2018 escribí un adendum a esta nota:
Adendum: El 18 de enero de 2018 escribí un adendum a esta nota: