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miércoles, 17 de abril de 2019

Es conveniente tener a donde ir.

En 2017 la FIL de Guadalajara le otorgó a Emmanuel Carrère. el premio que anualmente concede a los autores de lenguas romances. Nunca antes había oído hablar de Carrère, o en todo caso no lo recordaba. Lo que viene siendo casi lo mismo. 
Ese año, como todos los que voy a la FIL de Guadalajara, pasé por el stand de la librería francesa y pregunté por los libros de Carrère que tenían. Me ofrecieron dos: Il est avantageux d’avoir où aller y Le Royaume.
El primero es una compilación de textos publicados por Carrèrre en distintas revistas con las que colabora y el segundo una novela.
Como hago casi siempre en esos casos, leí rápido las contraportadas, sin alcanzar a decidirme. Tenía ganas de leer una novela, pero como no conocía la obra del autor me parecía mejor tener un mosaico de su trabajo, con la antología de artículos.  Terminé, obvio, adquiriendo los dos.
Lo que pasa con los libros que adquiero en la FIL es que muchas veces son tantos, que unos esconden a los otros. Peor aún si los coloco en los libreros. Ahí  corren el riesgo de desaparecer de mi horizonte de intereses, por un buen tiempo.
Ese fue el destino temporal de los libros de Carrère, hasta una tarde de domingo, en que tenía ganas de leer algo corto y rápido. Me acordé de la colección de textos que en español podrían llevar el título de Es conveniente tener a dónde ir.
El principio del libro no me entusiasmo mucho: son unas crónicas de nota roja, que Carrère publicó en la revista francesa L’événement. Antes de abandonar la lectura  volví al texto de la cuarta de forros. Firmado, por cierto, por Bernard Pivot.
Bernard Pivot era el presentador de un programa de televisión francés, llamado Apostrophes. En la emisión, autores de libros conversaban entre ellos, conducidos por él. Pivot es también, dicho sea de paso, autor de un libro muy interesante que se llama Dictionnaire amoureux du vin.
Dos cosas, de las que decía Pivot, en su comentario,  me convencieron de seguir con la lectura: una es que hablaba de que en el libro había un reportaje de un viaje a Rumanía, en busca de Drácula, a la caída de Ceausescu. La otra, que decía al final de su comentario, a manera de juicio: “Espeluznante de inteligencia y de cultura.”
Al principio del texto de la contraportada viene un párrafo que “explica” el título, más bien críptico”, del libro. Dice que la frase “Es conveniente tener a dónde ir” es una de las respuestas que da el I-Ching cuando se pide su opinión. Y concluye: Vayamos, pues.
Luego de los tres textos de nota roja, viene el reportaje sobre Rumania. Es un viaje que Carrère realizó tratando de salir de una crisis de escritor, que no puede escribir. El trabajo resultante, titulado Rumania en la primavera de 1990, es interesante desde varios puntos de vista.
Uno es el de la búsqueda de los supuestos orígenes históricos de Drácula. Como se sabe tienen poco de realidad, pero han dado a ciertas regiones de Rumania la  posibilidad de crear una industria turística. Lo más interesante al respecto, son los datos que da acerca de Vlad Tepes, el “verdadero” Drácula, apodado Dracul. Tepes no vivió jamás en Bistrita, el sitio en el que Bram Stoker, ubica el castillo. El verdadero castillo de Tepes se encuentra cerca de Bran, su sepultura en el monasterio de Snagov y su casa natal en Sighisoara.
Más interesante resulta la crónica de la vida política en Rumania en los días inmediatos a la caída de Ceausescu; empezando por la asociación que se hace de ambos personajes: el vampiro y el tirano caído. Es ilustrativo ver, a través de los ojos de Carrèrre, el desfile de personalidades, artistas y políticos que buscan acomodo en el nuevo régimen.
También aparecen en esa crónica de Rumania otros periodistas y escritores que están ahí en busca de historias de actualidad para contar, como Carrère, en libros y reportajes.
Al terminar la lectura sobre Rumania y Drácula ya había decidido continuar leyendo el libro. Se trata de un texto extenso, pero interesante y original. Lleno de datos, de cultura y hasta de cierto humor involuntario, como el que trasluce de sus “aventuras” amorosas.
El libro reúne una treintena de artículos. Algunos son prefacios de libros, otros proyectos de películas que el autor quiere filmar, otros más son crónicas o reportajes y hasta una colección de artículos escritos para una revista femenina, donde supuestamente revela la manera en que los hombres ven a las mujeres y viven su relación con ellas. 
Destacan -para mí- los relatos insólitos, como El Caso Romand o El Húngaro perdido. En el primero se cuenta de un hombre que vive, más de veinte años, en un mundo falso, que él mismo crea a partir de una serie de mentiras que va encadenando. Romand, el protagonista, no logra salir de él, sino matando a su familia.
En el segundo se detalla el caso del húngaro András Toma. Toma es hecho prisionero durante la segunda guerra mundial  y después llevado a Kotelnitch, un pueblo ruso, cerca de Siberia.  como paciente al hospital siquiátrico.  Ahí permanece 53 años sin aprender ruso, ni ser capaz de comunicarse con nadie.
También resultan atractivos los textos de tema literario, que son varios. Se ocupa, Carrère, por ejemplo, de Daniel De Foe, (de quien yo ignoraba su azarosa vida y su  copiosa obra, excepto -obvio- Robinson Crusoe), de Balzac, dé Philip K. Dick, de Capote, de Leo Perutz (cuya existencia ignoraba), de Sebastien Japrisot, de Fernc Karinthy, de Camus y Orlando Figes, entre otros.
De varios de los libros de esos autores que cita Carrère, ignoró si existe traducción al español.
Dentro de un género de literatura que califica de Punk, se ocupa también Carrère de Edouard Limonov, a quien llama El Último de los Poseídos. Más que la obra literaria de Limonov, me llamó la atención su activismo político en Rusia, donde fundó un partido político: el Partido Nacional Bolchevique. 
Limonov, junto con el antiguo primer ministro ruso,  Mikhail Kassionov y con el ex campeón del mundo de ajedrez,Gary Kasparov,  hacen una coalición política a la que denominan  Nueva Rusia (Drougaïa Rossia).
No deja de ser curiosa la confidencia de  Limonov a Carrère: “Kasparov, reacciona todo el tiempo de manera demasiado emocional” Sobre todo, porque se trata de alguien que ha debido reaccionar fríamente frente al tablero de ajedrez durante muchos años. Una persona que es además autor de un libro titulado: La vida imita al ajedrez.
En esta obra de Carrère, la literatura conecta no únicamente con la política, sino con la ética. En el texto que dedica a Truman Capote, Carrère habla de la “novela de no ficción”, es decir reportajes novelados, sobre un acto criminal. El caso del que se habla en el libro, es la amistad que se desarrolla entre Capote y uno de los implicados en el asesinato que Capote cuenta en A Sangre Fría.
Para que A Sangre Fría pudiera concluirse, tenían que ser ahorcados los asesinos. Es decir, uno de los hombres con los cuales Capote había desarrollado una amistad propiciada por la cercanía del trabajo.
El mismo tema de la ética del periodista se aborda en otra de las historias que platica Carrère, la de El periodista y el asesino. Ahí se habla del cuestionamiento ético que la periodista Janet Malcom hace a sus colegas, que escriben novelas de no ficción
El trabajo de Malcom se inspira en la demanda judicial que hace  Jeff MacDonald, acusado del crimen de su mujer y sus dos hijas, contra Joe McGuinnis, autor de un libro donde lo presenta como un asesino sicópata. Para poder escribir la novela McGuinnes se había ganado la confianza de MacDnald, declarando que creía firmemente en su inocencia.  
Dice Malcom de los periodistas quenpractican ese género: “Es como el  estafador que se alimenta de la vanidad de otros , de su ignorancia, de su soledad: gana su confianza y los traiciona, sin remordimientos”.
Un relato más de Carrère que linda con la ética es el de La Vida de Julie. Este texto habla de la relación de una adicta, Julie,y la fotografa que documentando su vida miserable, construye una carrera profesional.
Particularmente oportuno me parece el texto Cuatro días en Davos. Dice Carrère: “Como Cannes, en Davos se concentran un máximo de personas célebres, muy importantes”. Yo agregaría, toda proporción guardada, como en la FIL de Guadalajara,
Al leer ese texto sobre cómo se mueven por los diferentes salones las celebridades y tomadores de decisiones de alcance mundial, encontrándose con sus pares o con periodistas, pensé: Como en la FIL.
Hay en la crónica, que hace Carrère de Davos, muchas ideas para reflexionar. Imposible intentar siquiera un resumen, me quedó con dos de ellas, subrayadas en el momento de la lectura:
La primera es una frase de Christophe de Margerie quien, hasta su muerte en 2014, era el Presidente de Total: “El gran continente del siglo XXI será África”
La segunda es una reflexión de Carrère: “El observador más moderado se encuentra oscilando entre su lado idealista, con indignación revolucionaria y su lado misántropo, lleno de sarcasmo y humor negro”.
Carrère hace también la siguiente observación sobre el ambiente en Davos, a propósito de la costumbre de meditar media hora por las mañanas, del profesor de economía Klaus Schwab:
“…ese perfume de New Age que flota en el paraíso de los tomadores de decisiones mundiales.”
La frase me sirve para conectar con un tema que subyace, a mi parecer, en todo el libro. Una cierta inclinación de su autor a lo místico, empezando por la selección del título del libro. Esa especie de “enojo” contra lo racional que lleva a consultar el I Ching.
Sobre la toma de decisiones de vida por medio del azar tiene también el libro una historia atractiva, la de Luke Rinehart, El hombre dado. En realidad Luke Rinehart es el seudónimo bajo el cual, George Cockroft escribió un libro Dice man (El hombre dado). El libro de Reinhard es la “autobiografía” de un hombre que toma todas las decisiones de su vida, lanzando un dado, a cuyos seis lados asigna previamente otras tantas posibles acciones.
Las preguntas pueden ser banales como, por ejemplo, el sitio al que ir de vacaciones o a que persona tratar de seducir. También pueden ser mucho menos inocentes como las de a quién matar o que rumbo dar a la vida laboral.
Carrère encuentra a través de Internet a Rinehart con quien pasa unos días entrevistándolo. Carrère lo describe como un afable anciano, pero deja flotar siempre la duda de si realmente lo será o únicamente está mostrando la cara que el dado le ha indicado en ese momento.
El relato es ameno, pero como muchas otras historias de sectas de creyentes medio locos, seguidores de estafadores profesionales de la credulidad, es también un poco atemorizante. El tema de la falsa autobiografía me recordó el caso de Lobsang Rampa
Cuando leí la crónica de El Hombre Dado pensé que el I Ching es también una especie de dado (creo que tiene ocho posibilidades) que da respuestas a las preguntas de sus consultantes.
Recordé el título del libro, ¿Por qué se llama así? Probablemente porque, aunque no se sepa en un momento dado a dónde ir, es reconfortante saber que hay un lugar para hacerlo. O probablemente porque un peregrino como Carrère, que un día esta en Rumania, otro en Hungría, otro en Suiza y otro en Rusia, se siente reconfortado de las cosas que ve y que narra, pensando que tiene un lugar a donde ir.
Agrego como un dato curioso más, que a lo largo de las páginas del libro Carrère va hablando de cine y de películas. Anoté tres que me gustaría ver:  
·         “Le mepris” de Goddard
·         “No te mueras, muere resucita” de Vitali Kanevski
·         "Twilight Portrait" (Retrato al atardecer), de Angelina Nokonova