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viernes, 18 de octubre de 2019

El mesero dixit.


Hoy es el día en que se ha convocado el final de las marchas que vienen del interior de Cataluña a Barcelona. Tengo mi opinión sobre el conflicto en Barcelona, pero no es el tema del que quiero hablar, sino de lo que vi esta mañana en que salí a caminar por las calles de la llamada Ciudad Condal.
No era mi interés principal ver los contingentes de gente marchando ni hablar de las manifestaciones con la gente local, pero eso terminé haciendo.
En realidad quería llevar a pasear a un visitante que tengo en casa y ante la incertidumbre de como funcionaría el transporte público decidimos ir a pie por la ciudad
Yo tenía que ir a recoger un envío a la oficina de DHL, a la calle de Diputació. Mi visitante me acompañó. La calle de Diputació es paralela a la Gran Vía de las Cortes Catalanas. El punto de concentración es la convergencia de Paseo de Gracia y las Cortes Catalanas.
Vamos rumbo a Diputació caminando desde el barrio de San Antoni, sobre Viladomat. Encontramos en el trayecto mucha gente -jóvenes sobre todo, aunque no exclusivamente. Los cafés con sus terrazas funcionan normalmente. Buen número de personas sentadas a sus mesas están cubiertas con la bandera independentista, la estelada, en la espalda.  
Unas cuadras más adelante nos encontraremos con vendedores de estas banderas, como a la entrada del estadio te ofrecen la bandera del club. Algo hay de esa emoción de multitudes hermanadas por un anhelo, en lo que voy viendo en la calle.
Hay un ambiente de fiesta, de hermandad y de identidad entre ellos. Hay también algunos turistas que han ido a caer ahí por accidente, o por curiosidad tal vez y muchos camarógrafos. Algunos reporteros hablan en francés. No se percibe riesgo, ni agresividad hacía los transeúntes. El malestar se hace patente en los gritos hacía los helicópteros cuando sobrevuelan la concentración.
A esa hora los comercios están abiertos en su mayoría, pero no hay gente. Cuando llego a la oficina de DHL me extraña ver que no hay cola. Dudo si estará abierto, empujo la puerta y para mi sorpresa se abre. Adentro dos empleados se aburren.
Comentamos sobre la escasa afluencia, mientras buscan mi paquete. No ha llegado a la oficina, me informan. Debe estar en el aeropuerto, pero del aeropuerto para acá no habrá ya más viajes hoy.
Salimos a la calle y caminamos por Paseo de Gracia hacía la Plaza Catalunya.  Tomamos un pedazo de Urquinaona y nos enfilamos después por la Vía Laietana. Ahí la densidad de manifestantes va aumentando conforme avanzamos con dirección a la Barceloneta.
Hay un punto en que la marcha ya no lo es, se convierte en concentración. La atravesamos y seguimos caminando mientras vamos encontrando, en sentido contrario, otros caminantes que vienen al punto de concentración desde el lado del mar.   Cruzamos con una joven llevada en hombros por un muchacho. Ella con el celular va grabando la marcha.
Llegamos a la Barceloneta y la atravesamos para llegar a la playa, nos sentamos unos minutos a ver el mar. Distinguimos a un par de nadadores que regresan, apenas se perciben a lo lejos. Triatletas entrenando, quizás.  Hablamos del tiempo que es benigno y de los turistas que se broncean. Unos minutos más tarde decidimos emprender el regreso.
Volvemos caminando ahora sobre el paseo Joan de Borbón para llegar al paseo Colón y doblar a la Izquierda rumbo a las ramblas.  Mi visitante es un hombre joven, recién egresado de la universidad; al regreso vamos hablando sobre sus planes profesionales. Casi sin darnos cuenta llegamos ya a las ramblas.
Hay en ese momento poca gente. Hay mesas vacías en los restaurantes sobre el paseo central.  También hay uno o dos dibujantes, haciendo retratos de los turistas. Llegamos al metro Liceú, que toma su nombre del teatro cercano. Frente al teatro, sobre la rambla, las mesas del Maximum
Los restos de cerveza en una de esas copas que en México llamamos tongolele, la sed producida por la conversación y la caminata nos convencen de bebernos algo.
No tenemos mucho tiempo de habernos sentado cuando empezamos a oír gritos, sin distinguir muy bien que dicen. Es una marcha que avanza sobre la rambla.  Hay gritos y pancartas para todos los gustos. Pasa una joven con un cartel que dice F=ma.  Me llama la atención y grito: ¡Viva Newton! La manifestante vuelve la cabeza sorprendida y se ríe. Le da un codazo a su acompañante y me señala, ambas voltean y se ríen, mientras siguen avanzando.
En ese momento saco mi celular y escribo en el Facebook: “Aunque se equivoquen simpatizo con los inconformes”.  Le explico a mi acompañante que es muy difícil no sentir empatía con esa frescura de estudiantes que se manifiestan mostrando pancartas de la segunda ley de Newton y en los que es evidente, como diría Sartre, no la voluntad de desorden sino la voluntad de un orden nuevo.
Me pregunta, mi visitante, mi opinión sobre el conflicto y le digo que mejor le preguntemos al mesero. En cuanto regresa le hago la pregunta.
Esencialmente no está de acuerdo. Le parece que se trata de una minoría tratando de imponer su punto de vista a una mayoría. Nos da el ejemplo de los independentistas que tienen negocios sobre las ramblas y que no han cerrado. Ellos, los dueños, no han venido a trabajar nos dice, pero no han hecho la huelga. A los empleados que no son independentistas si faltan les descuentan el día, pero si son independentistas, pueden no venir porque están apoyando el movimiento.
Nos habla con preocupación de lo que está sucediendo por las noches, en que las manifestaciones pacíficas se tornan violentas. Protestas que iluminan las calles con las llamas que nadie reivindica.
Hace rato que la marcha terminó de pasar. Hace también un buen momento que hemos finiquitado nuestras bebidas, la plática toca a su fin. Nos despedimos de nuestro interlocutor con un vago: en una de esas volvemos a venir a platicar. Nos contesta con escepticismo y humor: espero no estar jubilado.

lunes, 31 de diciembre de 2018

Con “A” de Autonomía.


El reciente “error” y su posterior enmienda, en la elaboración del Presupuesto Federal 2019, que disminuía en términos reales el dinero asignado a las universidades públicas y en particular a la UNAM, me llevó a pensar en el significado de la “A” dentro del acrónimo UNAM.
La “A”, sabemos, se refiere a la Autonomía, pero bien a bien ¿qué significa Autonomía en referencia a las universidades públicas?
Para tratar de entenderlo, releo Síntesis histórica de la Universidad de México, libro editado por la propia Universidad Nacional a través de su Dirección General de Orientación Vocacional, en 1975 y cuya investigación, síntesis y redacción estuvo a cargo de Consuelo García Stahl.
Debo decir que me cuesta mucho trabajo tratar de centrarme en el tema de la Autonomía, pues hay, en esta obra, muchos pasajes históricos que quiero releer. En particular los referentes a los avatares de la universidad durante el siglo XIX con sus cierres y reaperturas. Hablar de esos temas debería ser motivo de otro texto.
Por ahora voy solamente a ocuparme de lo que dicen los capítulos XIII (antecedentes de la Autonomía), XIV (La Autonomía Universitaria) y XV (Desenvolvimiento Universitario).
Antes de citar los antecedentes de la autonomía, vale la pena mencionar que todo lo que releí reseña una constante tensión entre el gobierno y la universidad y el intento permanente de control del primero sobre la segunda a través del presupuesto.
Copio como ejemplo de la necesidad de autonomía de la Universidad respecto del gobierno, el siguiente párrafo:
“… desde el siglo pasado y en los primeros decenios del actual (el XX) se dejó sentir una corriente de opinión que consideró a la autonomía no sólo deseable, sino, incluso necesaria, a fin de que permitiese a la Universidad un desenvolvimiento mayor, más estable y más libre, dentro de las labores que le eran y le son propias, desvinculadas de los vaivenes propios de la política.  
Se dan en el texto citado, como antecedentes de la autonomía, distintos proyectos de creación de una universidad libre de la tutela del estado, uno de ellos el presentado ante la cámara de diputados, en 1881 por Justo Sierra Méndez, entonces diputado.  
Otra iniciativa fue el Proyecto de Independencia de la Universidad redactado por Ezequiel A. Chávez y presentado al entonces secretario de educación José Vasconcelos en 1914.
Varios antecedentes más tienen lugar en 2017: uno es el proyecto de ley elaborado en 1917 por el Licenciado Alfonso Cravioto y el entonces rector José Natividad Meneses, otro el elaborado por Antonio Caso y presentado en la cámara de diputados, ninguno de ellos culmina con la declaración de autonomía.
Ese mismo año de 1917 el Gobernador de Michoacán, Pascual Ortiz Rubio, decreta el 5 de octubre, la autonomía de la Universidad Michoacana.  
 A principios de la década de 1920 se formó la Confederación Nacional de Estudiantes, cuyo primer presidente fue Alejandro Gómez Arias. En el sexto congreso de la confederación se planteó, en enero de 1929, el de la autonomía económica y administrativa de las escuelas oficiales del país.
En ese mismo año de 1929, sigue platicando la Síntesis, el rector Castro Leal propuso modificar la periodicidad de los exámenes y hacerlos semestrales, en lugar de anuales.  La propuesta desencadenó una huelga estudiantil en el mes de mayo de 1929.
El 23 de mayo de ese año, Gómez Arias hace la petición formal de autonomía para la máxima casa de estudios, al jefe del Departamento del Distrito Federal, José Manuel Puig Casauranc.
El jefe del departamento del Distrito Federal presenta un memorándum al presidente Portes Gil, en el que le dice:
“Me refiero a la resolución del conflicto actual, contestando a las demandas de los estudiantes, cualesquiera que fuesen, o anticipándose a dichas demandas (y sería mejor esto) con la concesión de una absoluta autonomía técnica, administrativa y económica, a la Universidad Nacional”.
Finalmente, el 10 de Julio de 1929 se proclama la Autonomía en la ley orgánica.
Cita García Stahl en su obra la opinión que Julio Jiménez Rueda expresa en su obra Historia Jurídica:
“A pesar de todos los peligros que la Ley Orgánica suponía para la marcha de la Universidad, esta cumplió sus fines gracias a la honestidad de casi todos sus dirigentes y al empeño que pusieron los profesores y los estudiantes en salvar la nave que habían puesto bajo su cuidado, del naufragio que a corto plazo esperaba el mismo Estado que había otorgado la autonomía”.  
El mismo Presidente Portes Gil, al día siguiente de la promulgación de la Ley Orgánica había declarado:
“La revolución ha puesto en manos de la intelectualidad un precioso legado, la autonomía de la universidad; si fracasa la casa de estudios se le dará al obrero”.
Hasta aquí la primera etapa de la autonomía universitaria. 
En 1933 se promulgaría una nueva Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de México, en la que se le fijaba un patrimonio de “diez millones que el gobierno entregaría a la universidad para que dispusiera de ellos de una sola vez”.
En la opinión de Francisco Larroyo (Historia comparada de la Educación en México) citada por la autora de la Síntesis, se trataba de que “con situación económica tan aflictiva, la Universidad abdicara de su autonomía”.
La última etapa de la conquista y reconocimiento de la autonomía se da con la publicación de la actual versión de la Ley Orgánica de la UNAM en el diario oficial, el 6 de enero de 1945. Con este hecho se dio fin al conflicto originado durante el rectorado de Rodulfo Brito Foucher y que había llevado a la universidad a una división, en la que incluso coexistieron dos rectores.
Para resolver el problema se creo una junta de gobierno, integrada por los exrectores García Téllez, Gómez Morín, Ocaranza, Chico Goerne, Baz y De la Cueva.
Esta junta eligió como nuevo rector al Antropólogo Antonio Caso.
En la nueva Ley Orgánica se reconocía que: “La Universidad Nacional Autónoma de México, tiene derecho para organizarse como lo estime mejor, dentro de los lineamientos generales señalados por la presente ley…”
Como puede verse en este rápido repaso, la autonomía y el presupuesto han sido puntos de constante tensión entre el gobierno federal y la universidad. El próximo año, 2019, estaremos festejando los 90 años de autonomía universitaria. Ese mismo año -al final- habrá de elegirse (o relegirse) rector, esperemos que todo ocurra dentro de los márgenes de la autonomía que tanto ha costado obtener primero y mantener después.  

martes, 19 de junio de 2018

Tecnologías y democracia. La segunda vuelta electoral ya existe, nada más falta reconocerla.


A principios de los años noventa cuando internet empezó a popularizarse la gente veía en él una promesa de democratización de la sociedad. Internet permita ponerle un correo electrónico al presidente de la compañía y tener con él un intercambio directo de opiniones, achataba las jerarquías.
Unos años después cuando vino la revolución de la web 2.0 todos nos volvimos escritores y editores, además de conservar nuestros roles de lectores y críticos. Muchos empezamos a escribir un blog y poco después todos nos volvimos cineastas y radiodifusores. Tomamos por asalto Youtube y las transmisiones en vivo por Facebook.

Poco a poco los monopolios de los medios electrónicos convencionales empezaron a dejar de tener la influencia casi absoluta que tenían sobre el público en general. Algunos países con regímenes autoritarios trataron incluso de censurar el tráfico de información a través de la red de redes.

Otros menos viscerales trataron de comprender los nuevos medios y usarlos en su beneficio un poco en el estilo del “Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu”: si las reglas cambian, úsalas a tu favor.

Muy pronto las redes sociales empezaron a utilizarse en un sentido y en otro. Las “fake news” se volvieron el pan nuestro de cada día y los lectores sin mucho análisis las comparten y las dejan circular, si son favorables a su punto de vista y las increpan si no lo son.

Internet siguió ayudando a la democratización de ciertas causas, al permitir dar a conocer causas para las que se solicitaba apoyo, a través de sitios como Avaaz y Change.org que permiten recolectar apoyos de firmantes electrónicos en favor de detener matanzas de elefantes, por ejemplo, o solicitar castigos a criminales o indultos a inocentes, injustamente procesados. Los ciudadanos han podido así, a través de sitios como estos, reconocerse en el ciberespacio y apoyar conjuntamente las causas que los unen.

Recientemente las elecciones para presidente en México han dado un ejemplo de cómo estas tecnologías están, una vez más, ayudando a rebasar con mayor rapidez que la que las vías ordinarias permiten, las inevitables limitaciones de cualquier legislación.

En México, como se sabe, no existe la segunda vuelta electoral. Es decir, se vota una sola vez y quien gana, aunque lo haga con un porcentaje alrededor del 30% es quien va a gobernar, aunque tenga al 70 % en contra, dividido en diferentes frentes opositores.

En otros países, cuando el ganador de las elecciones no obtiene un porcentaje de votos superior al 50%, se hace una segunda vuelta electoral.  En ella los votantes únicamente tienen como opción a los dos candidatos que obtuvieron las dos votaciones más altas, para buscar que quien gobierne lo haga con mayoría. Eso permite un reacomodo de los opositores que pueden derivar en alianzas de gobierno.

Desde el año 2000 en México se dio un fenómeno sustitutivo, parcialmente, de la segunda vuelta: el voto útil.  Muchos votantes (yo entre ellos) que habían sufragado por Cuauhtémoc Cárdenas en el 88 y el 94 decidieron ese año votar por Fox. Quienes así lo hicimos pensábamos que Cárdenas no tenía oportunidad de derrotar a Labastida, el candidato Priísta, y que Fox si la tendría.  Por eso, lo que era mejor votar por Fox y ayudar a la derrota del PRI, que votar por Cuauhtémoc y permitir que el PRI siguiera seis años más en el poder.

El concepto del voto útil, al igual que la segunda vuelta, han sido muy cuestionados por una clase política consciente de la poca simpatía que ella genera entre los votantes. La sospecha de cada uno de los partidos es que confrontados uno a uno entre ellos, pierden. Lo cual es obviamente imposible.

Con el tiempo, la única vuelta electoral mexicana se ha ido convirtiendo “de facto” en una segunda vuelta. En ella los votantes eligen entre las dos opciones que puntean las encuestas. Lo hacen para apoyar a la que más les gusta, o para cerrarle el paso a la que menos les gusta.

Obviamente que los partidos han empezado a usar las encuestas para ganar esta “primera vuelta” electoral. Hay todo tipo de encuestas, no sólo por los resultados, sino por las casas encuestadoras y por las metodologías empleadas. Las hay que hacen visitas a casas y las hay que las hacen por teléfono o por computadora. Las hay de casas encuestadoras y las hay de empresas de otros giros como las que hacen estudios de mercado.

Dejemos de lado el asunto, no insignificante, de que alguien paga por esas encuestas y que eso podría darles un sesgo, incluso involuntario, en los resultados. El hecho es que existen encuestas cuyos resultados sirven para apoyar cualquiera de las tres candidaturas principales. Cada partido, por supuesto, defiende las que favorecen a su candidato.

Para tratar de dar un poco de luz en el desconcierto que para la mayoría de nosotros pueden significar la multiplicidad de encuestas y sus diferentes resultados surgió Oraculus. (https://oraculus.mx/). Se trata de un agregador de encuestas, para tener a través del análisis de diferentes encuestas una visión con menos riesgo de error.  Los socios fundadores de Oraculus son: Leo Zuckermann, Jorge Buendía, Juan Ricardo Pérez-Escamilla Gonzalez y Javier Márquez.

Con una metodología que está explicada en su sitio web, Oraculus seleccionó las casas encuestadoras que iba a tomar en cuenta para sus análisis y ha venido dando seguimiento mensual a la evolución de los resultados que su análisis de varias encuestas arroja.

Los resultados de las encuestas llevan a estimar probabilidades. Lo más probable de acuerdo a Oraculus es que López Obrador esté en primer lugar de preferencia de los votantes. Tiene únicamente un 5 % de probabilidad de encontrarse en segunda posición. Anaya tiene un 81 % de probabilidad de ser el segundo lugar de preferencia y Meade el 85 % de encontrarse como tercero en las preferencias electorales.

Resultados muy semejantes son, al 12 de junio, los de otros agregadores, citados en el mismo sitio de Oraculus, como Bloomberg, El País, Gppools, numérika y  n321.

Oraculus es un ejemplo de cómo la tecnología está siendo usada para poner al alcance de los ciudadanos información que deriva de una gran variedad de encuestas.

Otro ejemplo muy interesante de uso de la tecnología en este proceso electoral es el surgimiento de una solicitud a través de Change.org para comprometerse a votar por el candidato que al 30 de junio se encuentre en segundo lugar de las encuestas agrupadas por Oraculus . Quienes lo promueven asumen:

  • Que López Obrador es el puntero
  • Que no tiene una mayoría absoluta
  • Que su mayoría se debe a la división del voto opositor
  • Que, si se consolida el voto opositor, AMLO será derrotado el 1º de Julio.

Más allá de mi propia simpatía por un proyecto modernizador, diferente al de López Obrador, encuentro muy interesante la manera en la cual las Tecnologías de la información están poniendo nuevamente al alcance de los ciudadanos opciones para organizar su descontento y construir mayorías., mediante el uso de Oraculus y de Change.org.

Una de las razones por la que encuentro interesante este uso de las TIC es porque muestra que existe una ciudadanía que las está incorporando en sus maneras de organizarse para incidir en la toma de decisiones colectivas, es decir las está usando para construir una ciberciudadanía.

Habrá quien desconfié y busque en estas iniciativas la mano negra de un partido o de otro, pero aun suponiéndola existente, la participación masiva de los ciudadanos terminaría por hacer que sean los ciudadanos quienes finalmente se apropien de la estrategia, más allá de los deseos de las cúpulas partidistas.  

Creo que la lección que podemos sacar de este caso es que la segunda vuelta existe y que ya nada más falta reconocerla como tal.
La iniciativa de Change. org puede verse en: 
https://www.change.org/p/votantes-mexicanos-marchavirtualpormexico?