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sábado, 3 de octubre de 2020

El homenaje del alumno.


La profesión de maestro, enseñante o profesor es sin duda de las más gratificantes. Es posible, incluso para la enseñanza básica, ver al cabo de unos pocos años el resultado del trabajo realizado. 

Es muy satisfactorio ver a los antiguos pupilos convertirse en colegas y eventualmente en nuestros profesores. Es un privilegio poder transmitir no sólo los conocimientos sino también la pasión que ellos nos generan y una posición ante la vida,. 

El profesor Vicente Alonso fue sin duda uno de esos privilegiados. Supe por Fernando Alvarez , uno de sus notables alumnos que Alonso se encontraba grave, enfermo de Covid-19. Me enteré más tarde, también por Fernando, del desenlace. Unos días después leí un texto que publicó otro de sus alumnos, David Quintanar en facebook. 

Me parece que el texto de David rinde un merecido homenaje al profesor. Le solicité permiso a David para reproducirlo en el blog, porque me parece el justo homenaje del alumno a su profesor. Este es el texto de David: 

 Para el maestro Vicente Alonso:

No soy bueno para hacer esto, pero hay noticias que realmente te pueden y que necesitas expresar algo para seguir fluyendo. Todos tenemos padres biológicos a los cuales amamos y respetamos, nos educan a su forma y tradiciones, nos dan valores y conducen nuestros primeros años, pero la vida también te pone en el camino gentes que influyen en tu formación y marcan tu vida, sin duda para mi Vicente Alonso Pérez fue una de esas personas. Un líder con personalidad muy atrayente y carismática. Aún recuerdo la primera vez que lo conocí, entro al salón de clases y todos pensamos que era la persona de vigilancia, con su léxico y movimientos característicos nos puso quietos con un “siéntate cabrón soy tu profesor”, y si sería mi profesor y “sensai” desde ese momento. Escucharlo era realmente una experiencia, era ciencia pura como el mismo decía. Combinaba el barrio con conocimiento y esa forma de retarte para sacar lo mejor de ti. Muchos nos identificamos con esas formas y lo seguimos y tratamos de absorber su sabiduría y hasta en cierto punto, imitamos su forma de ser y vivir. De ahí se formaron muchísimos de nosotros, motivó que hiciéramos posgrados dentro y fuera del país con un apoyo indescriptible. Formó generaciones completas de profesores y profesionales exitosos. Siempre creí que esa parte no le fue totalmente reconocida y las mieles de estos triunfadores no lo irradiaron. Con el tiempo me volví su amigo y eso me dio la oportunidad de tener un confidente y guía que ahora sé que voy a extrañar en mi vida. Le apodaban de muchas formas: el “Wisconsin” (por donde estudio), el “Papuchín” que era el que más le gustaba y muchos otros, los cuales el aceptaba y cuando se los decías solo te veía y luego reía. Su vida es todo un ejemplo de superación y vitalidad, sus orígenes nunca los oculto y es más los presumía y compartía con múltiples experiencias. De manera ingeniosa acomodo sus tiempos para primero acabar la preparatoria, luego estudiar Químico Farmacéutico Industrial en el IPN y posteriormente estudiar un posgrado en Madison. Aún tengo esas viejas copias de un libro de 1974 donde venía un escalafón de laboratorios Sanofi y el aparecía como operador, después sería uno de los gerentes más importantes de la misma compañía. Ese ejemplo siempre lo tuve en mente cuando las cosas iban mal y los retos eran altos. Anécdotas que contar, miles estoy seguro de que todos los que convivimos con el tenemos algo chusco que contar y anécdotas que ahora me recuerdan lo que es vivir intensamente y sin miedo. A sus hijos solo les puedo decir que su padre fue una persona excepcional que apoyo a mucha gente y que, de viva voz, junto con su esposa Rosaura, ustedes eran las personas más importantes en su vida y siempre se esforzó porque estuvieran bien y contentos. Lamento en mucho su partida y como él decía ya envejecí y unas lágrimas son buenas para quitar esta sensación en la garganta. Descansa en paz Vicente, te quiero por siempre

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