Esta es la segunda parte del artículo que nos comparte el
Dr. Miguel Guzmán sobre las dos tumbas de Napoleón. Además del obvio atractivo
histórico, el relato tiene interés científico, pues Rafael de la Parra, quien
realiza la visita a la isla de Santa Elena es biólogo marino y hace el viaje como parte de un trabajo de investigación, que también describe.
El pasado 18 de diciembre de 2014, hallándome en Puerto Morelos, en la casa de mi hija Luz María (quien había
congregado, para un convivio de fin de año,
a sus numerosos amigos, casi todos ellos estrechamente vinculados con la
biología y la investigación submarina)
conversé con Rafael de la Parra ---un prestigiado biólogo marino
mexicano, investigador del comportamiento y hábitos migratorios del tiburón
ballena, y autor, así mismo de numerosos artículos científicos acerca de este
animal marino, Rhincodon typus, el
pez más grande del mundo que habita en los océanos, pues llega a medir catorce
metros de longitud, a pesar veinte
toneladas y cuya longevidad es estimada en setenta años---, quien me comentó
que visitaría la isla de Santa Elena, con el objeto de formar parte de un grupo
estadounidense que realizaría investigaciones de las migraciones del tiburón
ballena.
De inmediato le
solicité que si tenía la suerte de hallarse en la isla de Santa Elena, frente a la tumba de Napoleón Bonaparte (personaje de quien asevera Wikipedia “es considerado como uno de los mayores
genios militares de la Historia, habiendo comandado campañas bélicas muy
exitosas, aunque con ciertas derrotas igualmente estrepitosas, y a quien sus
soldados lo llamaban el Pequeño Cabo (le Petit Caporal), en tanto que los
ingleses se referían a él con el despectivo Boney y las monarquías europeas
como el tirano Bonaparte, el Ogro de Ajaccio o el Usurpador Universal”) tomara
algunas fotografías, pues yo pensaba escribir algún texto acerca de ese
personaje, y que me enviara un breve relato de su viaje a tan distante y
aislada isla del Atlántico Sur.
Rafael de la Parra atendió mi solicitud ---captar imágenes de ese sitio y describir
la ruta de llegada a la isla de Santa Elena, así como los motivos de su viaje
de investigación del tiburón ballena, y por ello me envió un extenso relato de
su viaje a ese lejanísimo lugar (conviene tener presente que no sólo cuenta la
gran distancia sino también la notoria dificultad para arribar a ese aislado
peñón rocoso perdido en la inmensidad del Atlántico). De esa narración
transcribo ahora algunos párrafos, ya que considero son muy interesantes para
este artículo.
“En el año 2007 registramos,
mediante rastreo satelital, una hembra que recorrió más de 7.000 km
desde la Isla Contoy, en el Mar Caribe de México, hasta el sur de las rocas de San Pedro y San
Pablo, en el hemisferio sur, en el
océano Atlántico. Hace dos años en la
Tercera Conferencia Internacional sobre Tiburón Ballena, celebrada en Atlanta,
Georgia; nuestra colega Elizabeth Clingham nos visitó desde la Isla de Santa
Elena, y nos compartió sus hallazgos: la presencia de tiburones ballena de alrededor de 10 metros
de largo, con una interesante proporción de hembras presumiblemente preñadas,
la cual se presenta en las cercanías de la isla, anualmente entre octubre y
mayo.
“Nuestros colaboradores del Acuario de Georgia organizaron
entonces una expedición de dos investigadores para estudiar esta interesante
agregación. Sin embargo, uno de ellos enfermó y el médico le recomendó
abstenerse de este viaje, A principios de diciembre de 2014 fui contactado, y
me propusieron sustituir a este colega, en cuyo caso debía tramitar la visa
sudafricana y los documentos necesarios para la expedición. Partí el 26 de
diciembre de 2014 de Cancún con rumbo a Atlanta, para reunirme con nuestro
colaborador, el Dr. Al Dove, del Georgia
Aquarium, y recoger una de dos enormes maletas con equipo, instrumentos, reactivos
químicos y cámaras fotográficas submarinas (una de ellas diseñada para bajar
hasta 600 m). De Atlanta fuimos a Londres y posteriormente a Ciudad del Cabo,
en Sudáfrica.
“El 29 de diciembre nos embarcamos Al y yo en el "Royal
Mail Ship Saint Helena", con rumbo a la isla, a donde llegamos cinco días
después, el 3 de enero de 2015, tras un crucero de fábula muy a lo "old
fashion” inglés. El barco es mitad carguero y mitad crucero, así que las cenas
de gala, y algunas de ellas de etiqueta, eran siempre de seis tiempos, con
deliciosos manjares. ¡El año nuevo en medio del Atlántico fue sensacional!
“Durante nuestra estancia localizamos hasta tres grupos
diferentes de tiburones ballena. Colocamos un total de 14 dispositivos de
rastreo satelital. Obtuvimos más de 20 biopsias de tejido dérmico. Colocamos un
dispositivo de seguimiento del comportamiento y fotografiamos más de 40
tiburones, probablemente diferentes, los cuales en promedio miden alrededor de
9.5 a 10 metros, mientras que aquí (en el Mar Caribe, en las aguas de la Isla
de Contoy) tienen una longitud promedio
de 6.5-7 metros. La proporción de machos a hembras es casi de 1 a 1. Hicimos
estimaciones fotogramétricas utilizando apuntadores láser. Colectamos muestras
de zooplancton para conocer su alimento (muy similar al de aquí, en las inmediaciones de Contoy, y se compone
principalmente de huevos de túnidos. Realizamos unas 5 o 6 inmersiones de buceo
scuba, la temperatura del agua es de 22 o 23 °C, a lo cual no estamos
acostumbrados.
“Aún cuando nos informaron que era muy tarde para ver
ballenas jorobadas, tuvimos la fortuna de ver a una hembra y su cría a su paso
por la isla. Registramos y vídeo-grabamos a un tiburón martillo dentro del
agua, así como un cardumen de "wahoos".
En fin una experiencia única e inolvidable. En esta isla
estuvieron, entre otras personalidades,
Napoleón Bonaparte, Sir Edmund Halley y Charles Darwin, quien fue a estudiar la
geología de la isla. Los "Saints" o “Helenitas” son gente
extremadamente amable y muy hospitalaria. Disfrutamos la deliciosa variedad de
vinos sudafricanos y probamos el licor de "amarula". No dejamos pasar
la oportunidad de tomar el café cultivado en la isla, que tiene un sabor muy
exquisito.
“El día 16 de enero
de 2015 emprendimos el regreso, por la misma ruta en sentido inverso y llegué a
Cancún el 25 de enero de 2015.”
En su relato comentó Rafael de la Parra lo siguiente:
“Fíjate Miguel, que los británicos escogieron un sitio muy hermoso para la
sepultura de Napoleón. Caminas por un
prado muy bien cuidado y llegas a un claro en medio de un bosquecillo, con
muchas flores. Algunas Bugambilias de diferentes colores han invadido los
árboles más grandes y le dan un aspecto solemne a todo el entorno. Hay unas
aves introducidas que realmente parece que "rebuznaran", pero al
menos en esta parte escuchamos otras aves diferentes, y armoniosos cantos de
pajarillos, y esto me emocionó mucho”.
guzmanperedo@hotmail.com
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